12 poemas seleccionados por el equipo editorial de MenteKupa que giran en torno al hecho poético y celebran la poesía desde la singular visión de cada uno de los poetas.
1
El oficio de poeta
Contemplar las palabras
sobre el papel escritas,
medirlas, sopesar
su cuerpo en el conjunto
del poema, y después,
igual que un artesano,
separarse a mirar
cómo la luz emerge
de la sutil textura.
Así es el viejo oficio
del poeta, que comienza
en la idea, en el soplo
sobre el polvo infinito
de la memoria, sobre
la experiencia vivida,
la historia, los deseos,
las pasiones del hombre.
La materia del canto
nos lo ha ofrecido el pueblo
con su voz. Devolvamos
las palabras reunidas
a su auténtico dueño.
José Agustín Goytisolo
2
El novelista
Revestido de talento como un uniforme,
el rango de todo poeta es bien conocido;
pueden asombrarnos como una tormenta,
o morir tan jóvenes, o vivir solos durante años.
Pueden lanzarse a la carga cual húsares: pero él
debe esforzarse por dejar atrás su don juvenil y aprender
a ser sencillo y poco elegante, a ser
alguien a quien nadie se plantearía prestar atención.
Pues, para alcanzar su más leve deseo, debe
convertirse en el aburrimiento pleno, sujeto a
dolencias vulgares como el amor, entre los Justos
ser justo, entre los Sucios sucio también,
y sobre la endeblez de su propia persona, si puede,
soportar discretamente todos los agravios del Hombre.
W. H. Auden
3
Mi carrera Literaria
Rechazos de Anagrama, Grijalbo, Planeta, con toda seguridad
también de Alfaguara, Mondadori. Un no de Muchnick,
Seix Barral, Destino… Todas las editoriales… Todos los
lectores…
Todos los gerentes de ventas…
Bajo el puente, mientras llueve, una oportunidad de oro
para verme a mí mismo:
como una culebra en el Polo Norte, pero escribiendo.
Escribiendo poesía en el país de los imbéciles.
Escribiendo con mi hijo en las rodillas.
Escribiendo hasta que cae la noche
con un estruendo de los mil demonios.
Los demonios que han de llevarme al infierno,
pero escribiendo.
Roberto Bolaño
4
Vino primero pura
Vino primero pura,
vestida de inocencia;
y la amé como un niño.
Luego se fue vistiendo
de no sé qué ropajes;
y la fui odiando sin saberlo.
Llegó a ser una reina
fastuosa de tesoros…
¡Qué iracundia de yel y sin sentido!
Más se fue desnudando
y yo le sonreía.
Se quedó con la túnica
de su inocencia antigua.
Creí de nuevo en ella.
Y se quitó la túnica
y apareció desnuda toda.
¡Oh pasión de mi vida, poesía
desnuda, mía para siempre!
Juan Ramón Jiménez
5
Arte poética
Que el verso sea como una llave
Que abra mil puertas.
Una hoja cae; algo pasa volando;
Cuanto miren los ojos creado sea,
Y el alma del oyente quede temblando.
Inventa mundos nuevos y cuida tu palabra;
El adjetivo, cuando no da vida, mata.
Estamos en el ciclo de los nervios.
El músculo cuelga,
Como recuerdo, en los museos;
Mas no por eso tenemos menos fuerza:
El vigor verdadero
Reside en la cabeza.
Por qué cantáis la rosa, ¡oh Poetas!
Hacedla florecer en el poema ;
Sólo para nosotros
Viven todas las cosas bajo el Sol.
El Poeta es un pequeño Dios.
Vicente Huidobro
6
Ars Poética
Yo,
poeta de oficio,
condenada tantas veces
a ser cuervo
jamás me cambiaría
por la Venus de Milo:
mientras reina en el Louvre
y se muere de tedio
y junta polvo
yo descubro el sol
todos los días
y entre valles
volcanes
y despojos de guerra
avizoro la tierra prometida.
Claribel Alegría
7
Arte poética
La angustia existe.
El hombre usa sus antiguos desastres como un espejo.
Una hora apenas después del crepúsculo
ese hombre recoge los hirientes residuos de su día
acongojadamente los pone cerca del corazón
y se hunde con un sudor de tísico aún no resignado
en sus profundas habitaciones solitarias.
Ahí tal hombre fuma gravemente
inventaría las desastrosas telarañas del techo
abomina de la frescura de la flor
se exilia de su misma piel asfixiante
mira sus torvos pies
cree que la cama es un sepulcro diario
no tiene un cobre en el bolsillo
tiene hambre
solloza.
Pero los hombres, los demás hombres
abren su pecho alegremente al sol
o a los asesinos callejeros
elevan el rostro del pan desde los hombros
como una generosa bandera contra el hambre
se ríen hasta que duele el aire con los niños
llenan de pasos mínimos el vientre de las bienaventuradas
parten las piedras como frutas obstinadas en su solemnidad
cantan desnudos en el cordial vaso del agua
bromean con el mar lo toman jovialmente de los cuernos
construyen en los páramos melodiosos hogares de la luz
se embriagan como Dios anchamente
establecen sus puños contra la desesperanza
sus fuegos vengadores contra el crimen
su amor de interminables raíces
contra la atroz guadaña del odio.
La angustia existe, sí.
Como la desesperanza
el crimen o el doio.
¿Para quién deberá ser la voz del poeta?
Roque Dalton
8
Arte poética
En verdad, en verdad hablando,
la poesía es un trabajo difícil
que se pierde o se gana
al compás de los años otoñales.
(Cuando uno es joven
y las flores que caen no se recogen
uno escribe y escribe entre las noches,
y a veces se llenan cientos y cientos
de cuartillas inservibles.
Uno puede alardear y decir
“yo escribo y no corrijo,
los poemas salen de mi mano
como la primavera que derrumbaron
los viejos cipreses de mi calle”)
Pero conforme pasa el tiempo
y los años se filtran entre las sienes,
la poesía se va haciendo
trabajo de alfarero,
arcilla que se cuece entre las manos,
arcilla que moldean fuegos rápidos.
Y la poesía es
un relámpago maravilloso,
una lluvia de palabras silenciosas,
un bosque de latidos y esperanzas,
el canto de los pueblos oprimidos,
el nuevo canto de los pueblos liberados.
Y la poesía es entonces,
el amor, la muerte,
la redención del hombre.
Javier Herau
9
Las palabras
Dales la vuelta,
cógelas del rabo (chillen, putas),
azótalas,
dales azúcar en la boca a las rejegas,
ínflalas, globos, pínchalas,
sórbeles sangre y tuétanos,
sécalas,
cápalas,
písalas, gallo galante,
tuérceles el gaznate, cocinero,
desplúmalas,
destrípalas, toro,
buey, arrástralas,
hazlas, poeta,
haz que se traguen todas sus palabras.
Octavio Paz
10
Arte poética
Sentir que la vigilia es otro sueño
que sueña no soñar y que la muerte
que teme nuestra carne es esa muerte
de cada noche, que se llama sueño.
Ver en el día o en el año un símbolo
de los días del hombre y de sus años,
convertir el ultraje de los años
en una música, un rumor y un símbolo,
ver en la muerte el sueño, en el ocaso
un triste oro, tal es la poesía
que es inmortal y pobre. La poesía
vuelve como la aurora y el ocaso.
A veces en las tardes una cara
nos mira desde el fondo de un espejo;
el arte debe ser como ese espejo
que nos revela nuestra propia cara.
Cuentan que Ulises, harto de prodigios,
lloró de amor al divisar su Itaca
verde y humilde. El arte es esa Itaca
de verde eternidad, no de prodigios.
También es como el río interminable
que pasa y queda y es cristal de un mismo
Heráclito inconstante, que es el mismo
y es otro, como el río interminable.
Jorge Luis Borges
11
Responso por un poeta descuartizado
Claro está que murió —como deben morir los poetas,
….maldiciendo, blasfemando, mentando madres,
viendo apariciones, cobijado por las pesadillas.
Claro que así murió y su muerte resuena en las malditas
….habitaciones donde perros, orgías, vino griego, prostitutas
….francesas, donceles y príncipes se rinden
y le besan los benditos pies;
porque todo en él era bendito como el mármol de La Piedad
y el agua de los lagos, el agua de los ríos y los ríos de alcohol
….bebidos a pleno pulmón,
así deben beber los poetas: Hasta lo infinito, hasta la negra
….noche y las agrias albas
y las ceremonias civiles y las plumas heridas del artículo
….a que te obligan,
la crónica que nunca hubieras querido escribir
y los poemas rubíes, los poemas diamantes,
….los poemas huesolabrado, los poemas
floridos, los poemas toros, los poemas posesión, los poemas
….rubenes, los poemas danos, los poemas madres,
….los poemas padres, tus poemas…
Y así le besaban los pies, la planta del pie que recorrió
….los cielos y tropezó mil y un infiernos
al sonido siringa de los ángeles locos y los demonios
….trasegando absintio
(El chorro de agua de Verlaine estaba mudo), ante el azoro
….y la soberbia estupidez de los cónsules y los dictadores,
….la chirlería envidiosa y la espesa idiotez de las gallinas
….municipales.
Maldiciendo, claro, porque en la agonía estaba en su derecho
….y porque qué jodidos (¡Jure, jodido!,
dijo Rubén al niño triste que oyó su testamento), ¿por qué
….no morir de alcoholes de todo el mundo si todo el mundo es
….alcohol y la llama lírica es la mirada de un niño con la cara
….de un lirio?
Resollaba y gemía como un coloso crisoelefantino
hecho de luces y tiniebla, pulido por el aire de los Andes,
….la neblina de los puertos, el ahogo de Nueva York,
….la palabra española, el duelo de Machado, Europa
….sin su pan.
Rugía impuramente como deben rugir todos los poetas
….que mueren (¡Qué horror, mi cuerpo
destrozado!)
y los médicos: Aquí hay pus, aquí hay pus —y nunca
….le hallaron nada sino dolor en la piel
limpios los riñones heroicos, limpio el hígado, limpio
….y soberbio el corazón
y limpiamente formidable el cerebro que nunca se detuvo,
….como un sol escarlata, como un sol de esmeraldas, como
….la mansión de los dioses, como el penacho de un
….emperador azteca, de un emperador inca, de un guerrero
….taíno;
cerebro de un amante embriagado a la orilla de un dulcísimo
….cuerpo, ay, de mieles y nardos
(su peso: mil ochocientos cincuenta gramos: tonelaje de poeta
….divino, anchura de navio),
el cerebro donde estallaron los veintiún cañonazos
….de la fortaleza de Acosasco
y que luego…
Claramente, turbiamente hablando, hubo necesidad
….de destrozarlo, enteramente destazarlo como a una fiera
….selvática, como al toro americano
porque fue mucho hombre, mucho poeta, mucho vida,
….muchísimo universo
necesariamente sus vísceras tenían que ser universales,
….polvo a los cuatro vientos, circunvoluciones repletas
….de piedad, henchidas de amor y de ternura.
Aquí el hígado y allá los riñones.
¡Dame el corazón de Rubén! Y el cerebro peleado, de garra
….en garra como un puñado de perlas.
Aquel cerebro (¡salud!) que contó hechicerías y fue sacado
….a la luz antes del alba;
y por él disputaron y por él hubo sangre en las calles
….y la policía dijo, chilló, bramó:
¡A la cárcel! Y el cerebro de Rubén Darío —mil ochocientos
….cincuenta gramos— fue a dar a la cárcel
y fue el primer cerebro encarcelado, el primer cerebro entre
….rejas, el primer cerebro en una celda,
la primera rosa blanca encarcelada, el primer cisne degollado.
Lo veo y no lo creo: ardido por esa leña verde,
….por esa agonía de pirámide arrasada,
el poeta que todo lo amó
cubría su pecho con el crucifijo, el crucifijo, el suave crucifijo,
….el Cristo de marfil que otro poeta agónico le regalara
….—Amado Nervo—
y me parece oír cómo los dientes le quemaban y de qué
….manera se mordía la lengua y la piel se le ponía violácea
nada más porque empezaba a morir,
nada más porque empezaba a santificarnos con su muerte y
….su delirio, sus blasfemias, sus maldiciones, su testamento,
y nada más porque su cerebro tuvo que andar de garra
….en mano y de mano en garra
hasta parecer el ala de un ángel,
la solar sonrisa de un efebo,
la sombra de recinto de todos los poetas vivos,
de todos los poetas agonizantes,
de todos los poetas.
Efraín Huerta
12
Perorata
¡Señoras y señores, oh, señores!
Mirad esta caja roja. ¿La veis? En ella traigo mi poema, que se irá desenrollando ante vosotros, aquí frente a vuestras miradas, haciendo sonar sus crótalos de colores y estirando la cabeza para veros mejor y de vez en cuando lanzaros un picotazo.
Ya la voy a abrir, la estoy abriendo, ya se mueve, poned atención, el poema empezará a salir pronto de esta hermosa caja roja con música incorporada, esta caja de sorpresas tan liviana y tan bella.
Mientras muevo mi mano en su interior para amansar el poema, os voy diciendo, oh señores: no leáis poemas pesados, ni ásperos. El poema tiene que ser flexible, escurridizo, ondulante, con un cuerpo frío que os estremezca y en la cabeza una boca capaz de haceros cualquier cosa.
Atención, señores, ya empieza a salir el poema. Mientras sale, os voy diciendo, oh señores: no comáis poemas calientes; el buen poema se come frío.
Yo no os traigo la serpiente más larga, extensa, dilatada o interminable del Amazonas; ni he cazado la flor viva de la victoria regia; ni este animal tiene pico de tucán.
Señores, oh señores, en el aeropuerto de Medellín conversaban dos señores: –Mi hijo mayor, ingeniero, se casó, tienen un niño; Inés Clara, su esposa, un encanto, de la mejor familia. Pero Luis Carlos, el menor, qué desgracia, su madre está desconsolada. Hemos hecho todo lo posible, no tiene remedio, ¡qué desgracia tan grande! Se dedica a la lectura de poemas, ¿comprende usted, querido amigo? ¡Y yo que lo creía tan inteligente!
¡Señores, oh señores! Esta caja ha viajado conmigo medio mundo. No siempre he puesto en ella ágiles y rebeldes poemas. A veces también mi muda de ropa. Pero es la caja del poema, de todos modos. Consideradla si queréis como una jaula. En ella he llevado el pájaro que no existe.
Los de más cerca, apártense un poco. Los de más allá, acérquense más. Hagan un círculo perfecto, tómense de las manos, aquí está saliendo esta cosa verde que es el poema. A ver, caballero, ¿cuánto cree usted que tiene en su bolsillo? Déme la mitad y verá el monstruo completo. No es para mí, es para comprarle la leche a él.
Señoras y señores, en cierta ocasión, andando por un lejano país, trabé amistad con un poeta local, uno de su provincia, que no conocía del mundo más que unas cuantas estrellas. Con una que hubiera conocido bastaba, porque todas son iguales, pero la cantidad era importante para él. El mundo es mundo por ser innumerable, me dijo. ¿Qué sería de nosotros si tuviéramos un solo dios?
Aquí donde me veis, he sido muy recorrido desde niño. Estuve en el Brasil, donde toda la tierra se llena de sapos después de los inmensos aguaceros. Del Brasil es esta mano roja con uñas de oro para la suerte, la suerte buena, porque la mala me la curaron en Bahía.
Sí señores, caballeros: no temáis. Este verso es un endecasílabo, bueno para el insomnio; y éstos son tercetos, contra las quemaduras. Y una décima para el dolor de cabeza. Dije una décima; no una pócima.
¡Señores, caballeros! He aquí los seres del bosque, pálidos y mojados entre la lluvia torrencial. En sus cuevas se esconden, en los troncos vacíos, debajo de las hojas grandes se esconden, pero el aguacero implacable crece. Fabricad una casa para el tapir, un palacio para el tigre. Los seres alados con sus alas se cubren, pero el Padre y el Hijo sólo tienen un delgado manto, todo ensopado.
Os voy a decir, señores, sí, os lo voy a decir, qué es lo que hace el poeta:
Poner una veleta en la ventana para desorientar a los pájaros.
Labrar peces de hielo para cambiárselos al Mar por peces verdaderos.
Guardar granizo en la bodega para comer en verano delante de los amigos.
Descubrirse ante el ventarrón y entregarle su paraguas al revés.
Borrar con la manga las manchas de sombra en los cristales.
Subirse en una silla de tijeras para pintarle bigotes a la luna.
Escudriñar el horizonte para ver si en el viento hay un señor con cabeza de pájaro.
Decirle a la Aurora dónde vive un malvado para que no pase por el patio de su casa.
Cuando el arco iris aparece, ir y amarrarlo de pies y manos para ver cómo brilla de noche.
Pescar antenas de televisión y rajarles el buche para sacarles todas las imágenes de mujeres que se han tragado.
Colocar faros de espejo en la alcoba para los grandes bacalaos de ojos de reina.
Ir a contemplar los negritos en la playa, que le arrancan mechones a una nube de verano para hacer ovejas con cara de cera negra. Para hacer palomas con pico negro. Para que sus mamás les regañen por haber dañado el cielo.
Si se encuentra un cocodrilo cantar himnos con él, y en general cantar con todos los seres, hasta con una máquina que es tan fiera, o con un ángel supersónico.
Hacer al jardín la visita de cortesía.
Manejar el agua con el dedo chiquito y decir todo lo que le dé la gana, que para eso es poeta.
No dejar nunca de pensar en lo que está oculto, a fin de descubrirlo. El poeta es el que saca un sombrero del buche de un conejo.
Y muchísimos otros trabajos que no revelo para que vosotros no aprendáis el oficio de poeta.
Os han dicho, sí, yo sé, os lo han dicho, lo que es la poesía. La poesía es todo eso que os han dicho, y también esta cajita roja vacía en la que, como podéis verlo, no hay nada, absolutamente nada, sino ella misma sola por dentro.
Adiós, señores, ya me voy. Viene la policía. Os dejo mi sombra.
Jaime Jaramillo Escobar
Bueno el poema 12 de Jaramillo.. Me gustó que se dejara leer hasta el final, ágil, aéreo, divertido, aunque no me gustara el final, por predecible.