Las siete ficciones reseñadas aquí tienen en común el número pi. Aventura, drama, comedia, terror, misterio, romance, y sus combinaciones, se conjugan en ellas en torno a la constante más famosa de la historia.
En algunas 3,141592… es el objeto sobre el cual se especula, el tema o personaje central de la obra; en otras es el detonante de la historia, aquello que motoriza directa o indirectamente las acciones.
Todos los relatos juegan, de una u otra forma, con una propiedad extramatemática del número pi: su capacidad de maravillar a partir de sus propiedades matemáticas.
Se diría que esta capacidad para sorprender es proporcional a su potencia para servir de base a la especulación disciplinada, una especulación que en los relatos seleccionados excede en todos los casos el ámbito de las ciencias naturales y sus aplicaciones.
Cada una de las piezas reseñadas muestra a su manera la potencia de la ciencia ficción para especular de forma significativa sobre diferentes aspectos de nuestra realidad, incluidos los sociales, económicos y políticos.
Son también buenos cuentos, historias bien narradas, que en su conjunto dan una idea de los diferentes estilos y estrategias de los que se ha valido la ci-fi abocada al ejercicio de la imaginación disciplinada con criterio racional y estético.
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1. “El círculo” de Liu Cixin (2014)
El relato especula sobre la posibilidad de la invención de la computación 200 años a.C., a partir de una intriga de alta política que tiene lugar en la antigua China.
Cixin no solo desarrolla con genio las condiciones técnicas (relativas a las ciencias duras) que hubiesen hecho posible la computación en la milenaria cultura oriental, sino que hace lo propio al respecto de las condiciones políticas, con lo que puede hablarse de especulación biopolítica-cibernética.
En la ucronía, el número pi tiene la función de catalizar la historia (McGuffin), pero además subraya el papel que ha tenido el cálculo de los decimales de pi en el desarrollo de la informática. El relato aparece en la compilación Planetas invisibles (2014) y es una adaptación de uno de los capítulos de El problema de los tres cuerpos.
—A continuación, permitidme mostraros la forma más misteriosa que nos hayan regalado los cielos: el círculo —Jing Ke trazó una línea recta que atravesaba el centro del círculo que había dibujado antes—. Observad que la proporción entre la circunferencia y el diámetro de un círculo es una interminable cadena de cifras que empieza con 3,1415926. Pero continúa después de eso, sin repetirse.
—¿Nunca?
—Nunca. Imaginaos un paño de seda tan grande como todo lo que hay bajo los cielos. Podríamos escribir esa cadena de cifras que simboliza la proporción del círculo, sin que cada numeral fuese mayor que la cabeza de una mosca, desde aquí hasta el horizonte y de nuevo hasta aquí para empezar otra línea. Aunque repitiéramos el proceso hasta llenar la tela, los números seguirían sin tener fin y la secuencia no se repetiría. Majestad, esta interminable cadena de cifras contiene los misterios del universo.
La expresión del rey Zheng no se alteró, pero Jing Ke vio que se le habían iluminado los ojos.
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2. Contacto de Carl Sagan (1985)
Partiendo de un hipotético primer encuentro entre la humanidad y una especie extraterrestre, la novela especula sobre las posibilidades de un leguaje universal basado en la matemática y cuya clave es el número pi, por lo que la reflexión sobre la constante tiene un papel central en la obra.
Existe una adaptación cinematográfica homónima de Robert Zemeckis (1997).
—¿Sugieres que existe un mensaje en once dimensiones oculto en lo más profundo del número pi, que alguien del universo se comunica mediante… la matemática? Explícame más, porque me cuesta comprender. La matemática no es arbitraria, o sea que pi debe tener el mismo valor en cualquier parte. ¿Cómo es posible esconder un mensaje dentro de pi? Está inserto en la trama del universo.
—Exacto.
Se quedó mirándolo.
—Hay algo todavía más interesante. Supongamos que la secuencia de ceros y unos aparece solo en la matemática de base diez y que los seres que efectuaron este descubrimiento tenían diez dedos. Sería como si, durante millones de años, pi hubiese estado aguardando la llegada de matemáticos con diez dedos y veloces computadoras. Por eso pienso que el Mensaje venía destinado a nosotros.
—Pero esa no es más que una metáfora, ¿verdad? No se trata de pi ni de diez elevado a la vigésima potencia. Y vosotros en realidad no tenéis diez dedos.
—Te diría que no —sonrió.
—Por Dios, ¿qué es lo que dice el Mensaje?
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3.- “Pi en el cielo” de Rudy Rucker (1983)
A partir de una trama que conjuga descubrimientos arqueológicos, aventuras y encriptación, el relato imagina cómo puede contribuir el número pi a decodificar una biblioteca que contiene todo el conocimiento de una apócrifa y singular especie extraterrestre.
Se hacen llamar “leutianos”. Habitan un mundo que orbita la estrella Barnard, un mundo completamente cubierto de agua. El agua es la atmósfera para ellos; flotan sobre la cama marina que es su planeta como dirigibles sobre montañas. Como no tienen necesidad de refugio los leutianos no tienen nuestro concepto de sociedad. Los intercambios de información no tienen lugar mediante agrupamientos, sino, en cambio mediante largas y poderosas canciones que reverberan las profundidades por leguas y leguas. Debido a que su existencia tiene lugar en el constante flujo del mar, la visión del mundo de los leutianos es bastante diferente de la nuestra. Carecen, por ejemplo, de nuestra creencia en la primacía del tiempo sobre el espacio. Los acontecimientos de una típica historia o mito leutianos están organizados en términos de su localización espacial y no en términos de ocurrencia temporal. La mayor parte de la física leutiana es incompresible para nosotros. Los matemáticos leutianos dan mucho mayor énfasis a la geometría que al álgebra. Aun así tienen la respuesta, virtualmente, para todo problema matemático que hayamos propuesto alguna vez. Los leutianos tienen tres géneros sexuales, el sexo extra sirve a un proceso enzimático. Su religión es muy singular: en lugar de considerar a Dios como grande y poderoso, los leutianos lo ven como pequeño y simple. En sus discusiones sobre Dios, los libros leutianos refieren a un saber esotérico conocido simplemente como el chiste. Aún no sabemos cuál es el chiste.
En una nota al pie de página Rucker cuenta que se inspiró en “Tlön, Uqbar, Orbis Tertius” de J. L. Borges (extrañamente no en “La biblioteca de Babel”) y en la novela de Sagan referida arriba. También cuenta que el relato explora el posible uso del número pi para la “encriptación fractal” y el “almacenamiento masivo de datos en moldes físicos”.
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4.- “El hombre PI” de Alfred Bester (1959)
Peter Marko tiene un superpoder singular: puede reconocer ciertos patrones (pattern recognition) que ningún otro ser humano puede.
Es capaz de percibir, entre otras cosas, los ritmos biológicos complejos y las emisiones electromagnéticas (desde las ondas de radio hasta las que se desprenden de las estrellas), puede reconocer, además, patrones bursátiles de tal modo que se ha hecho millonario arbitrando el mercado accionario.
Sin embargo, Marko no es dueño de su habilidad ni de su vida. “Algo” lo compele constante e incansablemente a actuar en función de los patrones que reconoce para corregirlos cuando se desbalancean. Estos actos no tienen límites morales ni de ningún tipo, por lo cual su vida es un infierno.
De las ficciones presentadas, esta es quizás aquella en la que pi tiene un papel más destacado, aunque difícil de precisar. Todo ocurre como si el hombre pi fuese tal por su función en una ecuación de balanceo universal (si es que existe o puede existir tal cosa) que gobierna la totalidad de lo existente en virtud de las propiedades del número pi. Puede también que Marko esté loco…
Como sea, se trata de un relato vertiginoso, estéticamente pulido [*], vanguardista aunque consistente desde el punto de vista especulativo, en el que todo lo sólido se desvanece en el aire.
—Multiplique eso hasta el infinito y me tendrá a mí. Yo tengo que besar y dar patadas. Soy manejado, empujado. Debo compensar en formas que no puedo ver ni entender. A veces me veo compelido a hacer cosas extravagantes, otras veces soy forzado a hacer cosas enfermizas: hablar jerigonza, ir a lugares extraños, realizar actos abominables, comportarme como un lunático.
—¿Qué actos abominables?
—Quinta enmienda
…
—Marko, usted no es más que un loco.
—Sí, lo soy, pero no serás capaz de internarme. Otros han tratado antes. He tratado yo mismo. Nunca funciona. El gran designio no lo permitirá. No sé porque, pero, el gran designio quiere que yo continúe como el hombre pi.
—¿De qué demonios está hablando? ¿A qué tipo de pie [**] se refiere?
—No el hombre “piiieee”, sino “p”, “i”. Pi, la dieciseisava letra del alfabeto griego. Designa la relación entre la circunferencia de un círculo y su diámetro. 3,14159… La serie continúa infinitamente. Es trascendental y nunca puede resolverse con una expresión finita. Suelen llamar psi a la percepción extrasensorial. Yo llamo a la percepción extrapatrones pi. ¿Entiende?
Me miró furioso, tiró mi archivo a un lado, suspiró y se desplomó en la silla. Eso descompuso la escena, así que tuve que cambiar de posición. Me miró de soslayo.
—Está bien —dijo al fin— no podemos retenerte.
[*] “El hombre pi” fue finalista del premio Hugo de Relato Breve de 1960. Fue publicado originalmente en Fantasy and Science Fiction de 1959. Luego Bester revisó extensivamente la obra para incluirla en su compilación de 1976 Star Light, Star Bright. Entre otras cosas cambió el nombre del personaje, modificó algunas escenas y los caligramas. También borró muchas referencias a la cultura beatnick.
[**] En ingles “pi” y “pie” (pastel) se pronuncian igual.
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5.- “Pi en el cielo” de Fredric Brown (1945)
Ya que el número pi solo aparece en el título, pasé algún tiempo investigando si la constante matemática tenía algún papel en el relato de Brown.
El lector comprenderá que en una historia en la que 468 estrellas de las más destacadas del sistema solar comienzan a moverse repentinamente, al unísono y con destino desconocido, el número pi podría intervenir de forma tan decisiva como inadvertida en cualquier momento, especialmente cuando una desconcertada comunidad científica pone todo su esfuerzo en dar con la explicación del fenómeno.
La respuesta al enigma vino de otro de los cuentos presentes en esta serie: en “El hombre pi” hay un momento en que tiene lugar un equívoco con la palabra “pi” que en inglés se pronuncia igual que “pie” (pastel).
La expresión “Pie in the sky” se puede traducir por “Castillos en el aire” [*], lo cual muestra que en el título del cuento de Brown hay un doble sentido que hace parte de la comicidad de un relato tan hilarante como actual y profundo.
La actualidad del relato está en que especula sobre la reacción de la comunidad científica ante un acontecimiento inusitado.
Su profundidad, en que especula, a partir de una ocurrencia (witz) sobre el general intellect e incluso sobre el ser actual de las mercancías, cuyo valor, como es sabido, se compone en gran medida de “pasteles en el cielo” o “castillos en el aire”.“Pi in the sky” ganó el premio Retro Hugo en 1996 y apareció en Thrilling Wonder Stories de febrero de 1945.
Quizá sea injusto decir que ningún editor consiguió opiniones personales de los entrevistados. Charles Wangren, un emprendedor redactor del Chicago Blade, gastó una pequeña fortuna en llamadas telefónicas de larga distancia. Entre sesenta posibles tentativas, finalmente logró hablar con los directores de cinco observatorios. Hizo la misma pregunta a cada uno de ellos.
—¿Cuál es, en su opinión, la posible causa, cualquier posible causa, de los movimientos estelares acaecidos durante las últimas una o dos noches?
Efectuó una sinopsis de los resultados.
“Ojalá lo supiera”. Geo. F. Stubbs, Observatorio Tripp, Long Island.
“Alguien o algo se ha vuelto loco, y espero que sea yo”. Henry Collister McAdams, Observatorio Lloyd, Boston.
“Lo que sucede es imposible. No puede haber ninguna causa”. Letton Tischauer Tinney, Observatorio Burgoyne, Albuquerque.
“Estoy buscando a un experto en astrología. ¿Conoce a alguno?”. Patrick R. Whitaker, Observatorio Lucas, Vermont.
Después de estudiar tristemente esta sinopsis, que le había costado 187,35 dólares, incluidos los impuestos, Wangren firmó un comprobante para abonar las llamadas de larga distancia y después tiró la hoja de papel a la papelera.
[*] En algunos contextos la expresión se puede traducir como “ciencia ficción”.
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6.- “La biblioteca de Babel” de Jorge Luis Borges (1941)
De los relatos incluidos en esta selección, es el único en que el número pi no aparece ni siquiera como equívoco. No obstante, lo incluimos dada la mención de Rucker y la existencia de alguna bibliografía de corte crítico que especula sobre pi en la literatura borgeana.
A pesar del comentario de Rucker, se incluye “La biblioteca de Babel”, en lugar de “Tlön, Uqbar, Orbis Tertius”, porque plantea de forma más evidente la cuestión de la posibilidad de un código capaz de abarcar el infinito, con lo cual se sirve la mesa para la especulación en torno al papel que tendría pi.
Esos ejemplos permitieron que un bibliotecario de genio descubriera la ley fundamental de la Biblioteca. Este pensador observó que todos los libros, por diversos que sean, constan de elementos iguales: el espacio, el punto, la coma, las veintidós letras del alfabeto. También alegó un hecho que todos los viajeros han confirmado: No hay en la vasta Biblioteca, dos libros idénticos. De esas premisas incontrovertibles dedujo que la Biblioteca es total y que sus anaqueles registran todas las posibles combinaciones de los veintitantos símbolos ortográficos (número, aunque vastísimo, no infinito) o sea todo lo que es dable expresar: en todos los idiomas. Todo: la historia minuciosa del porvenir, las autobiografías de los arcángeles, el catálogo fiel de la Biblioteca, miles y miles de catálogos falsos, la demostración de la falacia de esos catálogos, la demostración de la falacia del catálogo verdadero, el evangelio gnóstico de Basilides, el comentario de ese evangelio, el comentario del comentario de ese evangelio, la relación verídica de tu muerte, la versión de cada libro a todas las lenguas, las interpolaciones de cada libro en todos los libros, el tratado que Beda pudo escribir (y no escribió) sobre la mitología de los sajones, los libros perdidos de Tácito.
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7.- “La pesadilla del matemático” de Bertrand Russell (1989)
El relato aparece en el libro Pesadillas de personas eminentes. Ha de ser interesante la reflexión de un psicoanalista sobre el sueño del profesor Squarepunt; llama la atención que su pesadilla tenga un contenido polémico-filosófico: la constante de estructura fina [*] se rebela contra el platonismo matemático, en el cual el número pi tiene un singular papel:
El matemático, agotado por un día completo de estudio de las teorías de Pitágoras, se durmió finalmente en un sillón, donde un singular drama visitó sus dormidos pensamientos. Los números, en este drama, no eran las inermes categorías que él había considerado previamente, sino seres vivos, con aliento, dotados de todas las pasiones que estaba acostumbrado a comprobar en sus colegas, los matemáticos. En su sueño, se hallaba él en pie en el centro de una infinidad de círculos concéntricos. El primer círculo contenía los números del 1 al 10; el segundo, del 11 al 100; el tercero, del 101 al 1.000, y así sucesivamente, sin límite alguno, sobre la superficie infinita de una llanura sin confines. Los números impares eran varones, los pares hembras. Junto a él, en el centro, se hallaba Pi, el maestro de ceremonias. El rostro de Pi estaba enmascarado, pues era sabido que nadie podía mirarlo y sobrevivir; pero ojos penetrantes miraban a través del antifaz, inexorables, fríos y enigmáticos.
[*] La constante de estructura fina de Sommerfeld (símbolo α y valor 1/137) es la constante física fundamental que caracteriza la fuerza de la interacción electromagnética.