Afuera, en la mitad de la sala de la casa, hay un fantasma que saca con sus espectrales dedos terrones de una mata, de esas matas que aún cuida y le quedan a mamá. Dicha aparición se asemeja bastante a quien escribe estas líneas y deja constar qué sucedió. En la casa de mis abuelos paternos había un amplio jardín como recibidor, luego unos altos escalones que conducirían a la primera parte o planta de esa casa alta que construyeron en los años cuarenta, la urbanización La Concordia de Barquisimeto, estado Lara…
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Ya estaba próxima la fecha del aniversario de sus bodas de oro. La familia de su marido, como siempre, se había ofrecido para ayudarla con los preparativos, pero ella, maniática de la organización y del orden, había ido rechazando amablemente los ofrecimientos de apoyo para ese gran acontecimiento. Pensó que cincuenta años de amor y sacrificio no podían dejarse en manos de cualquiera, menos en las de la familia de su marido, quienes, al principio, se habían portado tan mal con ella. Y aunque era un asunto totalmente superado, no dejaban pasar una ocasión de recordarle que había ingresado a una de las familias de mayor abolengo de la ciudad. Por lo que, al menos, debería sentirse agradecida. Así que asumió con mano firme las riendas del evento para que todo saliera a la perfección.
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Una luciérnaga gigante atraviesa la oscurana. Parpadeas y se fue. Si el ojo fuese cámara en slow motion no vería una luciérnaga sino una moto, escoñetada. Que aun ande prueba la benevolencia de Dios.
…
Teléfono. Memes. Perfiles de chamas bellas. Escrolear por las fotos. Memes. Ver mierdas por Marketplace. Más perfiles. Más memes. Recetas de Instagram. Youtube. Vídeos sobre hechicería New Wave grabados por carajitas góticas o dinosaurios hippies. Vídeos de conspiraciones, apariciones, fantasmagorías. Vídeos sobre una hipotética agilización de las percepciones espacio-temporales fruto de una aguja bien clavada en el cerebro.
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—Vente –dijo, leí sus labios detrás del parabrisas.
Miré a los lados. Dudé. Ella pensó que no la tomaba en serio. Del asiento de atrás bajaron el vidrio y salió una voz afanosa.
—Te vienes o se va sola.
Volví a mirar para asegurarme que no era conmigo.
Dudar tuvo la respuesta de los esteroides en el cuerpo de un fisiculturista frente al espejo: ensanchó la posibilidad y agrandó las expectativas. ¿Cómo y sin mediar palabra consigues parecer inesperadamente un tipo interesante?, solo había una manera. El gordo Ramón pasó la noche bailando, secándose el sudor y preguntando dónde me había ido.
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Ahora resulta que la definición de una palabra depende en gran medida del diccionario que empleemos para aclarar tal y cual duda. Se oye incoherente porque, si a ver vamos, son los diccionarios los objetos que deben estar de acuerdo con el significado de las mismas, y nadie esperaría otra cosa de esta saludable convención. Eso fue lo que creyó Walberto, pero el día que la maestra mandó a llevar un diccionario en español supo que había una excepción para esa regla.
La maestra tenía previsto enseñar a usarlo en orden alfabético, se había referido a él como el libro más importante de todos. Walberto llegó a la escuela y guardó el morral en la parrilla inferior del pupitre, allí esperó a que la maestra diera las instrucciones apropiadas, coqueteando con un adulto confort. Usaría el diccionario que sustrajo, la antevíspera, de la biblioteca de su abuelo.
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Al filo de mis cincuenta y seis años regreso a clases. Según como se mire puede parecer un mal chiste porque la verdad es que yo siempre he odiado estudiar. Solo con entrar en un aula caigo en un estado de modorra tenaz y prolongado del cual solo emerjo cuando me encuentro de nuevo al aire libre con la brisa en la cara y el sol sobre el cogote.
Pero la vida no deja de ser una puta escuela que nos somete a pruebas constantemente. Y a mí me tenía preparada esta sorpresita a una edad en la que uno ya empieza, más bien, a soñar con la jubilación.
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Había metido la llave en la cerradura cuando escuché la voz sobre mi espalda.
—Buenas tardes, vecino…
Pensé en no voltear, en hacerme el sordo; soplaba una brisa que anunciaba lluvia y estaba apresurado. La voz insistió:
—Vecino, soy el del carro igual al suyo.
Giré casi en acto reflejo. No me extrañó encontrarme, en efecto, al hombre del carro parecido al mío. Más aún: tuve la impresión de que había permanecido oculto, esperando mi llegada, detrás de uno de los árboles enormes que se apostaban al borde del parquecito de nuestra calle.
El hombre señaló hacia la derecha: estacionado delante del mío, pero apuntando hacia la salida, estaba su carro.
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El astrofilio fotofagoso no tiene órganos diferenciados, cada una de sus células es capaz de realizar todas las funciones: todas perciben, todas se alimentan, todas excretan. Estas células no están en contacto físico, materialmente hablando, están interconectadas en un tejido electromagnético a través del cual intercambian y distribuyen información y nutrientes.
El nombre de este animal se presta a confusiones, pues da a entender que se alimenta de luz y aunque esto no es falso, tampoco es verdad. El astrofilio fotofagoso absorbe las radiaciones del sol en su totalidad, no solamente el espectro visible: filtra las energías que se pueden manifestar como ondas y deja pasar la energía cinética de cualquier partícula material.
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Hola, soy peruano. Ciertos críticos de aquí plantean q la literatura escrita bajo el modelo neoliberal dominante tiene la impronta de este. De ahí el predominio de la llamada autoficción o literatura del yo sin mayor trasfondo social o político. Como es en Venezuela q tiene un modelo económico supuestamente opuesto al nuestro??. Me recomendarían algún libro o ensayo al respecto??.
Iniciativas que nutren espacios