Too Old To Die Young toma esta premisa para construir un universo enfermo y despiadado dirigido por Nicolas Winding Refn.
Every Frame a Painting, es la frase con la que nombraron un canal de YouTube muy reconocido en el mundo cinéfilo y el cual recomiendo fuertemente (aunque ya dejó de publicar contenido). Pero más que el nombre de un canal, esta ley de vida (que todo cineasta debe tener clara) es aplicada por un amigo que en su momento fue mi profesor y me atrevo a decir mentor, el señor Rafael Marziano.
Marziano trabaja la imagen de la película que se va a hacer usando elementos pictóricos para construir cada uno de los planos. A saber, pinturas de todo tipo, desde Vermeer pasando por Turner, Reverón, etc, etc. Incluso se pueden mezclar los periodos, no importa si utilizas el barroco en un plano y el neoclasicismo en otro, lo que importa es la manera en la que están compuestos los elementos dentro del cuadro. Es un ejercicio muy práctico para armar una película. Con este ejercicio lo que se busca es que la narrativa visual sea mucho más rica y que cada plano sirva para contar más de los personajes, el universo en el que están y la psicología que tiene todo esto mezclado.
Por su parte, este año Amazon estrenó la serie de Nicolas Winding Refn, Too Old to Die Young en la que hay elementos dentro de la narrativa visual que confirman la premisa de que: “Cada plano es una pintura…” Porque las composiciones de cada uno de ellos parecen pinturas, cuadros que nos muestran la psique de los personajes y el oscuro mundo en el que viven. Cada uno de los planos nos cuenta una historia que se va ampliando con cada movimiento de cámara y con un ritmo que nos invita a contemplar. La verdad es que nada sobra, todo parece medido, es como la composición de una sinfonía.
Al igual que el «Saturno comiéndose a su hijo» de Francisco Goya, con su serie Nicolas Winding Refn nos causa una sensación que se queda pegada en la retina por mucho tiempo, algunas cuestiones son tan insoportables que hace que pensemos que ya haya tocado fondo como director intenso o pretencioso. Pero justamente eso es lo que hace que todo su arte sea encantador en sí mismo. Él no quiere gustar, él quiere incomodar hasta a su más acérrimo fanático.
¿Qué tenemos en Too Old to Die Young?
A Martin, un policía que trabaja como sicario para un jamaiquino de nombre Damian que lo manda a asesinar a personas que le deben dinero o que hacen cosas moralmente inaceptables.
A Viggo, un ex agente del FBI que trabaja junto a una gurú espiritual (que también trabaja para la División de crímenes mayores) cazando a violadores y abusadores sexuales.
A Jesús, un joven que pertenece al cartel mexicano (y controla las operaciones en EEUU). Busca venganza por el asesinato de su madre, la ex líder del cartel y junto a Yaritza, una joven adoptada por el capo del cartel en México, se embarcan en un viaje de asesinato, drogas, espiritismo y sadomasoquismo.
También hay yakuzas, neonazis, un departamento de policía (donde trabaja Martin) que tiene mantras como: “Fascism is goodism” o “Democracy is a bitch”, un “artista” obsesionado con su hija menor de edad y con la relación que esta tiene con Martin. Los personajes son tan extraños que su simple presencia es incómoda y la duración de los planos potencia mucho más esta incomodidad.
Todo esto compone un universo morboso, brutal, despiadado y sin ambigüedades del que el espectador es una presa más o quizá cómplice de todo lo que sucede y del que no se puede escapar con facilidad. Un universo con personajes enfermos producto de un mundo enfermo. Cada uno de ellos definido por la violencia. Misma violencia que vemos en la pintura de Marlene Dumas, Bacon o Goya. En Too Old to Die Young sientes asco, rabia, compasión, dolor, ansiedad, terror. Y la verdad es que no es una serie para todo el mundo, pero que recomiendo que todo el mundo la vea.