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Corazón de pez (selección)

Marco Aurelio Rodríguez Por Marco Aurelio Rodríguez
22 julio, 2022
en Literatura, Poesía
0

Numismática del pez

El recaudador reclamó
el pago del tributo,
entonces díjole Jesús a Pedro:
“Ve al mar y tira el anzuelo,
en la boca del primer pez
hallarás una moneda
tómala y dásela por mí y por ti”

Al sacarla de la boca del pescado
Pedro vio que la moneda
tenía en su anverso
un pez
al darle vuelta
encontró en su reverso una inscripción
y grabado el signo de una cruz.

Cuando le entregó el tributo
al recaudador de impuestos no pudo este
establecer su origen, aunque por su oficio
las había visto todas.

Pero el oro del que estaba hecha
le hizo olvidar cualquier pregunta.

Así fue
como antes que todo ocurriera tuvo Pedro
el mensaje en su mano:
Cara —el rostro del pez
Cruz —la leyenda INRI coronada de espinas.

¡Pedro no sabía leer…!

.

El olvido del oro
hace anónimo al pez

Hubo una vez un príncipe;
Ella de turgentes pechos
y caderas espléndidas lo amó.
Él intentó tatuarse en los ojos
su recuerdo.

Él
Cuando el anillo tocó el lecho del río
lo olvidó todo.

Ella
Esperó bañada en aceites;
el beso había encajado adentro
y el cuervo del deseo
batía las alas
intentando salir.

Él
El rostro de Ella se le había perdido
en el fondo del pozo de su corazón.

El anillo
Soy el vacío atrapado
en un círculo de oro.

El pez
Mi boca es
la fosa
por donde se pierde tu memoria.

El pescador
En el lecho del río
están el pez,
el vacío y mis ansias.

Él
El aro es ese ámbito parecido a la mente
y en ella el olvido
y en la sentina del olvido
las aguas apacibles
del sueño
que se escapa por el suspiro
peregrino
del recuerdo.

El anillo
La entrega confinada a un círculo de encierro;
Ella inclinada en el dintel de la espera
reconstruye el rostro de Él sobre la superficie
trémula de su memoria.

El pez
Sobre la superficie
estoy yo
brillo como nunca
magnífico me elevo
en un salto fugaz;
eso dura la vida,
luego regreso
al océano
inmedible
del olvido.

El río
Soy mi devenir
y a mis orillas
un hombre me contempla;
dice
no se bañará
dos veces
en mi propio yo.

¡Ah, río, el sempiterno río!

El pescador
Cuando saqué el pez
fue gratificante.
Cuando abrí su vientre

¡la sorpresa!

Nunca pensé que en ese anillo
estuviese de vuelta la memoria.

.

Habla el pez

Y mandó Jehová al pez
y tragóse a Jonás
y en el vientre
gritó Jonás
sus angustias
hasta que el pez
lo vomitó
harto de tanto…

Cuántos angustiados
harán arcadas
en la orilla
tratando
también
de librarse
al fin
de la voz
que les habla
por dentro.

.

Arena

Mi nombre es Nadie; y Nadie me
llaman mi madre, mi padre y mis
compañeros todos…
Homero.

No importa
qué parte del reloj
se llena
o se vacía.

Ya fuera del tiempo
seremos —como dijo
Odiseo a Polifemo

Nadie…

.

Corazón de pez

Rutilante el sol desliza sobre él
sus brillos,
son destellos de oro
nácar
sueño

Ninguno de los que hemos
habitado este planeta
ha levantado tan alto
la copa de la vida

Su corazón
como un cuenco solar
ha dado cabida a todos los cantos
y han sido nuestras voces
las que hablaron por él

Vino desde el océano perdido
y en los oídos
puso las palabras
que encienden ahora
nuestros labios

Magnífico
animal de libertad
desbordada hechura
alado reflejo
de nuestros ojos
mirando hacia la luz

El día
sobre la madera erguida
el norte
colgado de la estrella

Mendrugo noble y generoso
cuya existencia
reparte su carne
como un Jesús en la liturgia

Monte humilde
que de rodillas
bebe las aguas
del río

Así es su arrullo
su latido de ocarina
el cuerpo esplendente
de todas sus ideas

Nuestro rocío
de silencio

Pan de sangre

Victorioso

Padre de todos los
mares

Dulce llanto
que a diario
acude a nuestros ojos

Deseado

Recordado

Atento a los deseos
tiende su cumplimiento
hasta nosotros

Amor sembrado
como espiga

Inmenso nos abrazas
y contemplamos
cómo ocupas
con nosotros
tu irrepetible
corazón.

Etiquetas: Nueva poesía de VenezuelaNueva poesía VenezolanaPoesía de VenezuelaPoesía Venezolana
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