“…nacerán de Ti
para fundarnos
tierra de promesas.”
Marvella Correa
Marvella Correa nació en la población de Zea, estado Mérida, el 17 de agosto de 1949; y muere el 31 de marzo de 2016 en Costa Rica. Estudió Educación en la Universidad de Carabobo, posteriormente llega a La Cruz de Taratara (Edo. Falcón, Venezuela) y se residencia en Coro a partir de 1973, cuando asume la Secretaría de Cultura del estado, que luego se refunda como Instituto de Cultura del Estado Falcón con el apoyo de Dámaso Ogaz, quien venía de trabajar en el Instituto Universitario de Tecnología Alonso Gamero (actualmente UPTAG). Correa se había desempeñado en la Coordinación de Actividades Culturales del liceo donde ejercía la docencia, cuando dirigentes copeyanos (acotando que la poeta nunca militó en ningún partido) le ofrecen ocupar la oficina de cultura, puesto que vieron en ella una “mujer luchadora, bastante guerrera”1. Poco antes de la llegada de Correa, esta secretaría era dirigida por Atilio Storey Richardson, poeta zuliano venido del grupo Apocalipsis (autor del libro “Vino para el festín”, cantante y pianista) y del que se desconocen mayores detalles sobre su labor.
Correa comienza desde el instituto una labor editorial, cultural y de promoción de los valores artísticos del estado Falcón. Se organizan exposiciones, talleres, charlas, foros. Se publican libros, revistas, folletos, plaquettes, en alianza con otras instituciones educativas y universitarias, en apoyo a los nuevos creadores estimulándolos con muestras artísticas. Después de la administración de la poeta asume Marlene Dorantes, pero esta larga historia sobre el INCUDEF sobrepasa los límites de este breve artículo, otros más diestros la acometerán con mejores intenciones y mayor perseverancia.
El trazo fugaz de Marvella Correa
Sus libros comienzan a ser editados en los años ‘90 del pasado siglo, llamando la atención de diversos críticos en el ámbito nacional. “La simiente constante”, “Nombre de luz”, “En la espesura de los cuerpos”, “Entre mieles”, “Lugar de ausencia”, “Ofrendas de la caza”, “Hablas del silencio”, entre otros; se convierten en objetos artísticos elaborados por destacados pintores y diseñadores. Además de escritora, en Correa se destaca una pintura intimista, casi infantil, donde la ternura sombría trae al presente la memoria de la niñez y los afectos familiares. La niña que vive dentro de sí pugna por salir y manifestarse a través de colores parcos, ocres, oscuros, dorados o amarillos que intentan ser contraste dentro de la (ti)niebla. De poesía breve, pero de gran profundidad y alcances metafísicos e incursiones espirituales bastante arriesgadas, lirismo decantado, sutil, confeccionada con rigurosidad artesanal; su verbo es carne desgajada, su verso es de una finura que raya la perfecta sutileza del vuelo.
Ahora bien, en labores de conservación en la biblioteca del poeta Rafael José Álvarez, ha sido hallado un opúsculo mecanografiado cuya autoría pertenece a la poeta Marvella Correa. Se ignora el origen de este texto. La primera testigo, la señora Faridy de Álvarez, desconoce su procedencia y finalidad. Amigos cercanos y conocidos de la obra de la merideña tampoco han escuchado de éste. Al parecer estuvo perdido en el tiempo, traspapelado en los archivos del poeta de los duendes. El ejemplar es una plaquette mecanografiada, con manchas café como ilustración de la cubierta, letras escritas a mano en lo que parece ser acuarela; consta de una cartulina doblada sobre sí que guarda un manojo de poemas sujetos por un grillete y al fondo un breve trozo de papel artesanal color marrón claro y pecas café, blancas y ocres. Corresponde a éste el título de “Tierra de promesas”, este ejemplar contrasta con el acabado de las ediciones ya citadas, se presume que haya sido un manuscrito dado en revisión por Correa al poeta Álvarez. En los poemas se nota el trabajo que llevaba a cabo al momento de tallar el verso hasta lo esencial diciendo más con un mínimo de palabras.
Una tierra en el olvido
El conjunto mantiene una unidad temática y estética, temas como el silencio, la sensualidad, el amor, el erotismo, la trascendencia del espíritu, se dispersan por todas sus páginas. Es posible reconocer el lenguaje representativo de la poeta, con sus cadencias y la disposición formal de los versos. Se puede percibir en la voz de la poeta ciertas ideas coincidentes con la ensayista Hanni Ossott, sobre todo cuando el cuerpo es elemento primordial de la poesía y el silencio es manifestación ineludible de la palabra. Rodea, busca bordear el cuerpo, encallar en las costas del deseo, permitir que el otro se acople a la carne para perecer en el goce, “donde el hombre es sensualidad participa del espacio de la muerte en la medida en que todo conocimiento se anula en el no-saber”2. (Ossott: 1979:15).
De este modo, Correa propone también una muerte en el placer, un trance de lo corpóreo a lo inmaterial, versos donde la carne abierta se inmola y cumple su propósito de trascender el espíritu, de arrojarlo a un más allá posible.
“pretendo lo absoluto del silencio dispersa soy respiro entre tus poros descanso de conciencia en la osamenta”.
La palabra es angustia por expresarlo todo, es rigor por alcanzar la voz primordial, y en la merideña se vuelve fogonazo en la visión que se detiene sobre los despojos del lenguaje, donde “voraz de la palabra me atestiguo/ residuo inminente de otras voces”. Este desciframiento viene del saber y al mismo tiempo desconocer lo memorizado, “lo desmesurado de la poesía es que restituye al hombre la posibilidad de vivir el misterio y el éxtasis, por ella somos devueltos también a la memoria del cuerpo”, (Ossott, 1979:21). La misma Ossott refuerza esta noción: “Palabras: costras duras, esqueletos-soporte para que el mundo no desfallezca en esplendor o disolución”. (1979:19). En Marvella Correa, la palabra es cuerpo, el cuerpo tiene signos, heridas, cicatrices, queloides, vestigios de la existencia, puertas hacia nuevos significados.
“vuelves a tu carne animal del despojo lames en la arcilla la palabra salobre que te nace”
¿Puede el cuerpo amado detentar la vida, soplarla y hacer que se anime? ¿Puede, incluso, oír el silencio mientras posee al otro? La mudez postcoital es umbral del desencuentro, por eso niega la palabra o la intenta extraer del ser. Correa parece perseguir esa conjunción y atrae al amado con insinuaciones deísticas, lo hace sombra de lo sagrado.
“Nada despertará sin que lo nombres Todo es silencio que dice y Tu el oyente”
En la poética de la merideña el cuerpo es afirmación, símbolo, certero desafío al ejercicio de la palabra; a través del cual emergen líneas contradictorias, imágenes que por oposición alcanzan a definir un estado de ánimo, un sentido que se entrega al caos desbordado del cosmos, donde “un solo cuerpo te abarca”. Y parece ser que al afirmar el cuerpo, éste se encuentra más cerca de trascender, de alcanzar cimas espirituales más altas surgiendo de la nada, del silencio, del no-ser. Esta ansia de pertenecer nada más que a la carne, de sentir todo el placer y todo el dolor, de probar cada sabor, de apreciar cada olor, de percibir cada sonido, de aferrarse al cuerpo del otro, forja en sí una poesía desollada, sin ripios retóricos, donde el paso de la Nada al Todo es tan sustancial, tan natural, como la luz atravesando el follaje.
“El tiempo que se nombra es pertenencia suceso en el reposo de la Nada”.
Ordenar el mundo a través de la palabra, ese parece ser el sino contradictorio del poeta, subyugado, sumiso, se yergue en creador de mundos, de nociones, de conceptos; esa tarea que aparenta ser inabordable es asumida con toda la responsabilidad en la palabra. El artesano sabe que solo despojándose de lo que es podrá ahondar en sí mismo. La voz de Correa posee esta condición, que recorre cada fragmento de su piel, que luego y en su lugar el ánima lo llena todo.
“Me digo y soy entre tus hablas la Nada que se dice la palabra”.
Silencios, palabras, sensualidad, trascendencia, erotismo, el amado, el cuerpo, el éxtasis, el dolor, la espiritualidad, temas que no dejan de ser motivos para la poeta Marvella Correa y que se encuentran en todos sus libros, como si la poesía fuese camino para merecer lo sagrado. En el recorrido por estos versos hallamos cierta aspiración de la poeta por tocar todo y, simultáneamente, deshacerse en el mundo a través de los sentidos, de diluirse en el aire, de desmoronarse en la tierra, de disolverse en el agua, de no tener cuerpo sino para la divinidad, de alcanzar la Tierra de Promesas.
Coro, 6/2/2023
Referencias:
1.- Entrevista sobre Dámaso Ogaz realizada por Anthony Alvarado a la poeta Marvella Correa en 2005.
2.- Ossott, Hanni. “Memoria en ausencia de imagen. Memoria del cuerpo”. Editorial Fundarte. Caracas, 1979. 141 pp.
Tierra de promesas (poemas inéditos)
Por Marvella Correa N.
“Allá, donde terminan las fronteras, los caminos se borran. Donde empieza el silencio. Avanzo lentamente y pueblo la noche de estrellas, de palabras, de la respiración de un agua remota que me espera donde comienza el alba”. Octavio Paz
Cuando la mirada pierde al ave Toda vertical se vuelve sombra todo signo resuena en tus entrañas voraz de la palabra me atestiguo residuo inminente de otras voces cuando la mirada pierde al ave levito en el poniente de los sueños asciendo al lugar de los olvidos pretendo lo absoluto del silencio dispersa soy respiro entre tus poros descanso de conciencia en la osamenta
Animal dormido viajero incansable del único camino infinito venido de lo hondo te quedas alas te vuelves vuelo existencia sin sed y sin hambre eres vida
Sin Ti nada acontece nada borra El Principio nacerán de Ti para fundarnos tierra de promesas
Espera y canta tu aleluya si alguna vez una de tus noches no amanece
Un solo cuerpo te abarca te abraza flor te duele espina hoja es tu ojo vegetal levitando asiéndote a la Voz Todo en tu Nada vuelves a tu carne animal del despojo lames en la arcilla la palabra salobre que te nace
Nada despertará sin que lo nombres Todo es silencio que dice y Tu el oyente
Para el decir has de sacrificar tu lengua a los venados mientras llega el sol que no te alumbra
Invoca tu luz descifra el silencio de la aurora
Oigo el silencio del árbol sembrado en mis ojos diciéndose en mí
El silencio en mi ahora es semejanza visión de pertenencia sin ser nada resonancia infinita del Ser Nada
Lugar certeza de la Nada morar como oración morar la Nada
Mi nombre va sin mi y a él responden yo en cambio soy presencia de tu Nada
Silente es la conciencia de la Nada
El tiempo que se nombra es pertenencia suceso en el reposo de la Nada
Me digo y soy entre tus hablas la Nada que se dice la palabra
Magnífico hallazgo, Anthony !! Gracias por compartirlo !
Descripción interesante de la poeta.
Acordé a la sensaciones de las poesías expuestas.
El artículo aporta al desarrollo de estilos.
Excelente.
Un valor literario que merece ser reconocido y difundido. Sus poemas son toda una creación más allá de inspiración. Sentimiento positivo y de estímulo. Su obra merece ser recopilada y ser homenajeada.
Muy bueno Anthony, has encontrado un texto muy valioso de Marvella, abrazos.
Lá nada en la brevedad es una eternidad, recuerdo a la poeta en su etapa de estudiante de la Escuela de Edicación de la Universidad de Carabobo, creo que fue otro poeta, Carlos Sánchez quien nos puso en contacto, no llegamos a desarrollar una amistad, pero si compartimos café y lecturas de poetas, pasó mucho tiempo en que no tuvimos contacto hasta que me hizo llegar uno de sus libros, en el cual encontré una voz que me agradó, supe de su actividad como gerente cultural y docente, hablamos por teléfono un par de veces con mucha emoción, luego me enteré de su partida en Costa Rica, recordé la brevedad de sus textos y la extendí al infinito.
Marbella fue una poetisa qué ancló en éstas tierras y supo adaptarse a ella, pudiéramos decir, sin riesgo de equivocarnos, qué la mayoría de su creación literaria las construyó desde las soledades de la Ciudad histórica, qué tanto amo. Cuándo decide partir, no fue a otro terruño nacional, sino qué el destino le tenía reservada su última estación en el centro de dos océanos. Sus poemas es un conjunción de lo existencial y la aldea qué tanto amó.
Que bueno Anthony, que bueno que tu agudeza poética y literaria encontrarán este poemario tan valioso de Marvella Correa