“El águila volará” es la frase que acompaña una fotografía con dos tocadiscos, un mezclador y dos carátulas de discos del recién fallecido músico y productor venezolano Daniel Grau. El post, publicado el 6 de enero en el grupo de Facebook “Un vinilo al día”, circuló en una comunidad de 940 miembros conformada en su mayoría por coleccionistas de viniles venezolanos y mexicanos.
Daniel Grau años antes de abandonar su cuerpo se convirtió en un fenómeno del diggin’ a nivel mundial, gracias a la audacia del DJ alemán Claas Brieler (jazzanova), guiado por un DJ venezolano a la extensa y prácticamente desconocida discografía del maestro, pionero del disco music y lounge venezolano. El resultado fue un compilado con reworks y remezclas que abarcan casi toda su discografía, en 2 LP dobles y 4 EP 12”. Sin embargo, antes de este lanzamiento se encontraba por internet ediciones originales de cada disco a unos precios exorbitantes. Algo parecido a la bolsa ocurrió cuando salió a la luz el nuevo compilado: los precios bajaron y se multiplicó la oferta y la demanda.
Hace más de una década, japoneses, europeos y norteamericanos pagaban hasta $600 por ediciones originales del disco de la banda de rock venezolana Ladies W.C., editadas en 1968 bajo el sello venezolano Souvenir. En el 2004, una reedición en CD a cargo del sello alemán Shadoks Music, especializado en rarezas de rock psicodélico a nivel mundial, se encargó de que se nivelaran un poco los precios y aumentara la oferta y la demanda de este disco. El mismo sello lanzó en 2012 un vinil de la banda de rock venezolana Tsee Muds de temas de hace más de cincuenta años que habían quedado en cintas de reel y cassettes piratas.
Disco de vinil como objeto de colección
El filósofo y semiólogo francés Roland Barthes, en ocasión del coloquio “El arte y la cultura en la civilización contemporánea”, realizado en Venecia en 1964, propuso el concepto la “Semántica del objeto”. En su ponencia Barthes afirmó: “El objeto, muy pronto, adquiere ante nuestra vista la apariencia o la existencia de una cosa que es inhumana y que se obstina en existir”. Para un coleccionista de discos de viniles, el objeto que el disco representa se obstina en existir y además en reproducirse aceleradamente ocupando cajas y estantes.
“Como todo signo, el objeto se encuentra en la encrucijada de dos coordenadas, de dos definiciones. La primera de las coordenadas es la que yo llamaría una coordenada simbólica: todo objeto tiene, si puede decirse así, una profundidad metafórica, remite a un significante, el objeto tiene por lo menos un significado”, prosigue Barthes en su intervención. En este caso, el disco de vinil en esta primera coordenada que sugiere el autor, es un objeto esférico negro dentro de un empaque cuadrado con una información visual, que va variando según el concepto y el sonido que reproduzca cada disco. Este objeto, en un lenguaje universal a primera vista, relaciona de inmediato la imagen de un disco con música.
“La segunda coordenada es lo que yo llamaría la coordenada de la clasificación, o coordenada taxonómica (la taxonomía es la ciencia de las clasificaciones); no vivimos sin albergar en nosotros, más o menos conscientemente, cierta clasificación de los objetos que nos es sugerida o impuesta por nuestra sociedad”, completa Barthes. Partiendo de esta segunda coordenada propuesta por el autor, se puede ubicar al coleccionista de discos de viniles en su hábitat y esencia más profunda, en la que existen rutas diversas para cada uno en relación a sus preferencias y líneas de investigación musical seleccionadas.
Es en este punto en el que surgen los investigadores más especializados del mundo y los acervos musicales más grandes, como el de la coleccionista española de música tropical Gladys Palmera, quien tiene más de 60.000 discos de vinil y 35.000 CD, las colecciones descomunales de DJ Shadow, Madlib y Gilles Peterson (50.000) o el enorme catálogo de la tienda online venezolana El Marchante con más de 90.000 títulos.
El diggin’ y la antropología del vinil
“Epa, ¿cuántos saben acerca de la excavación de cajas?/¿Qué significa excavar cajas para mí?/ Excavando para ustedes loops de sonidos extraordinarios/ Incluso si no está limpio el sonido/ Excavando en estas cajas para un remix fantástico…”, dice el coro de Lootpack, la primera banda de uno de los genios de la producción musical del hip hop, Madlib, además de DJ y pionero en el arte del diggin’ en su esencia más pura.
La palabra digging en su traducción literal significa “excavar”, “cavar” o “escarbar”. A inicios de los noventa la frase “Diggin’ in the crates” (excavando en las cajas), se hizo muy popular en la escena del hip hop. Se refería a la práctica de buscar en rincones insólitos de la ciudad discos de vinil olvidados en tiendas de remate, garajes de conocidos o en la basura, para luego llevarlos al home studio y sacar muestras para crear las bases rítmicas de los temas de hip hop. Los grandes pioneros de esta práctica fueron J Dilla, Madlib y DJ Shadow.
Esta práctica de buscar gemas codiciadas, discos descatalogados, primeras ediciones, prensas descontinuadas, comienza a popularizarse con el nombre de diggin’ a finales de la última década del siglo XX, aunque muchos años antes ya existían coleccionistas en el mundo entero desde el surgimiento del disco de vinil. Sin embargo, fueron estas nuevas generaciones las que adoptaron la práctica como una tendencia urbana y global.
Con el avance de la tecnología y el e-commerce, el diggin’ trascendió a la world wide web con millones de discos publicados en distintas plataformas como eBay, Amazon, Mercadolibre, Discogs, esta última con 4.998.551 discos en su registro y cientos de tiendas especializadas en todo el mundo, incluyendo Amoeba Records o Rough Trade Records, a las cuales se puede acceder desde la comodidad de una computadora para revisar sus catálogos infinitos y comprar la cantidad de discos que permita el bolsillo.
Venezuela in the Crates
En este lado del Caribe fuimos privilegiados en la producción y distribución de discos en formato vinil, consecuencia de la bonanza petrolera del siglo pasado. Contamos durante años con decenas de sellos discográficos en Caracas y probablemente pasamos la centena sumando todos los sellos independientes a nivel regional, sin sumar los sellos multinacionales con oficinas principales en el país para la distribución en el resto de Latinoamérica. El resultado: millones de discos circulando en el país desde hace más de cincuenta años, millones de discos atrapados en cuartos oscuros y cajas en cientos de barrios y urbanizaciones de todo el territorio nacional esperando por ser liberados por un coleccionista o por un revendedor.
Entre la vieja guardia de coleccionistas venezolanos la lista es larga: personajes que sobrepasan los sesenta años y durante décadas conocieron los momentos históricos de la música compartiendo en largas tertulias musicales debajo del puente de la Av. Fuerzas Armadas, uno de los lugares de la capital para seleccionar discos usados. A estas damas y caballeros del vinil generalmente se les encuentra en las ferias de discos que ocurren en la ciudad y los domingos en el Museo del Transporte de Caracas intercambiando música y anécdotas. Jean Pierre, es uno de estos coleccionistas vieja escuela, una verdadera enciclopedia, capaz de escuchar un tema por segundos y rápidamente descifrar el nombre del disco, nombre de cada músico, banda, año, sellos que lo distribuyeron en el mundo, hasta llevar al interlocutor a una ruta infinita de información enriquecedora.
Luego con el pulso mundial del diggin’ como tendencia a finales de los noventa, en Venezuela tenemos dos DJ pioneros y coleccionistas que convirtieron la práctica de buscar discos en un arte y un oficio: DJ Hache y DJ Metra, a quienes se suman de esta misma generación Dan Lee, baterista de Desorden Público; Doctor-D, DJ de Maracaibo; y los artistas plásticos Torkins y DJ Muu. A inicios de la década de 2000 se comienzan a sumar nuevas generaciones como, DJ Tuerka, DJ Maíz, DJ Barracuda, DJ Rata y quien suscribe estas líneas, Afroraizz Hi-Fi. A inicios de la pasada década comienzan a surgir nuevos coleccionistas y diggers, como Musikario (Barquisimeto), DJ Anacaona, DJ Lionza, Miguel Colmenares, Alex figueira, DJ Juggler fresh y la generación más reciente que incluye a El Marchante, Beatjagger, Tamborbeats (Valera), Un tal Yupi, Saraswati (Mérida) y Michelle Ozza (Plátano stereo).
En una colecta de testimonios se logró el contacto con algunos de estos DJ y coleccionistas protagonistas de la escena del diggin’ art nacional. DJ Hache, pionero en Venezuela en la práctica de buscar discos hasta debajo de las piedras, tiene más de 25 años como coleccionista, DJ y buscador de discos. Tiene una colección descomunal en la que predominan la salsa y el hip hop, pero de igual forma se entremezclan una diversidad de géneros como funk, soul, reggae, jazz y lo más diverso del afro music.
La adolescencia y primera juventud de Hernia, el primer AKA de DJ Hache, transcurrió entre El Cementerio, sector popular de Caracas, y Guarenas, una de las ciudades satélites de la capital caribeña. “Mis primeros discos los compré en la discotienda ‘La vereda’, en el Cementerio y en ‘Arca Musical’, en el Centro Comercial Trapichito, en Guarenas”, recuerda el DJ en declaraciones desde Santa Marta, Colombia, momentos antes de salir a buscar unos discos que tenía apartados en el centro de esa ciudad.
DJ Tuerka, con más de 20 años coleccionando discos de vinil, ha tenido una colección de funk importante a lo largo de toda su trayectoria, destacándose como uno de los principales DJ de la escena de batallas de break dance a nivel nacional. Jhonatan Rosillo, su nombre en la partida de nacimiento, comenzó primero como bailarín de break dance, pero la falta de DJ para musicalizar las sesiones de baile impulsó su investigación musical y más adelante a tomar el control de los tocadiscos. “Comencé con la música negra, toda esa corriente de los sesenta, setenta y la experiencia me llevó a buscar campos más específicos dentro de los ritmos del jazz, el rock, world music”, relata Tuerka, quien se reconoce como un deep digger.
Michelle Ozza, por su parte, es hija de un músico aficionado al rock y fanático de Ozzy Osbourne. Su segundo nombre se explica por sí mismo. Sus primeros recuerdos con la música son con su padre escuchando los discos Sin sombra no hay Luz, de la banda venezolana Sentimiento Muerto, o In Utero, de Nirvana. Sin embargo, durante su época universitaria sus gustos comienzan a diversificarse y aparece su afición por los discos de vinil.
“En mi adolescencia escuchaba puro pop y rock, de ahí no salía. Pero ya luego cuando entro a la universidad a los 18 años empiezo a hacer otras amistades, a vivir Caracas de otra forma y nace la necesidad de conseguir música que quizás no estaba en las estanterías de la casa”. Michelle, además de ser coleccionista, paralelamente lleva un excelente proyecto de investigación y curaduría musical llamado “Plátano Estéreo” en Instagram, también forma parte del proyecto El Marchante, donde se desempeña en el área de la investigación y sistematización de los viniles.
El DJ venezolano Juggler Fresh, residenciado en Suiza actualmente, de los 15 años que lleva viviendo en Europa tiene diez mezclando y coleccionando discos de vinil. Su principal fuente de búsqueda es en tiendas on line y contactos directos en Venezuela. “Salvy records tiene la mayor variedad de discos y con Trópico 70 consigo verdaderas rarezas de ritmos tropicales como cumbias descatalogadas. Ambos manejan excelentes precios”, relata el caraqueño, cuyo nombre de pila es Darwin Pimentel. “Lo demás me lo consigue un amigo de mi hermano en barrios de Caracas”.
El DJ y productor de hip hop Beat Jagger rememora su primera incursión en el diggin’ con los primeros títulos a los que tuvo acceso. “Recuerdo que los primeros discos que compré fueron: uno de Santana, Thriller, de Michael Jackson, y el primer disco de Ment At Work”. Luego de una pausa y mientras escarba en su memoria, retoma: “Mmm… recuerdo que también compré copias doble del disco Fantasmas, de Willie Colón. Lo interesante fue que de todos los discos que compré fueron copias dobles porque estaba buscando música para hacer beat jugglin”, relata Beat Jagger, haciendo referencia a una técnica de DJ que consiste en colocar dos discos iguales en los tocadiscos para lograr repeticiones y efectos de ambos, usando el mezclador como herramienta de corte y transición.
Hay una línea transversal que atraviesa la experiencia y trayectoria de cada uno de los coleccionistas consultados: “El puente de la Av. Fuerzas Armadas”, en Caracas. En su testimonio DJ Hache recuerda que “Siempre el epicentro principal de diggin’ fue el puente de la Av. Fuerzas Armadas”. DJ Tuerka igualmente remueve en su memoria sus primeras jornadas de búsqueda: “Siempre iba al mítico puente de las Fuerzas Armadas, siendo estudiante de música electrónica. Iba principalmente a comprar libros pero me encontraba con discos de Black Music, atraído por sus carátulas”.
Michelle Ozza también menciona el espacio. “Comprar discos en el puente de las Fuerzas Armadas, es toda una experiencia, comenzando por la ubicación (…) en pleno corazón de Caracas. Buscar una portada que llame la atención, revisar los créditos”. También coincide Beat Jagger en su recuento: “Comencé a ir al puente de las Fuerzas Armadas por recomendación de un DJ amigo. Al llegar me encuentro con unos doce cajoness de metal llenos de discos y dos personas se me acercaron para invitarme a buscar en cajas ya clasificadas”.
El comercio venezolano del disco actualmente
La crisis económica del país caribeño, intensificada a partir del 2014, y el éxodo masivo de la población, generó una circulación descomunal del formato vinil, consecuencia de la necesidad de liberar espacio al momento de un viaje o simplemente producir un dinero extra. Hay que comprender que Venezuela entre los sesenta y los noventa tuvo una producción exacerbada de discos de vinil consecuencia de ser un país petrolero, dejando colecciones en hogares tradicionales de entre 200 y 500 discos, mientras que generalmente en los hogares de los sectores populares, las clases altas y ciertas élites intelectuales, las colecciones superaron los 1000 discos, sumas per cápita familiar, que pueden dar como resultado probablemente cientos de millones de discos distribuidos a lo largo y ancho de la geografía nacional.
A partir de esta crisis, que alcanza su punto cumbre en 2016, aparecen micro y macro emprendedores dedicados a la venta de discos de vinil a nivel nacional e internacional. Se Destacan Salvy Records y El Marchante como los comerciantes más pesados de Venezuela. Salvattore es el director de Salvy records y tiene más de cinco habitaciones llenas de estantes en las que asegura acumular más de 300.000 discos, con un catálogo especializado en salsa y rock, una distribución de más de 50 discos semanalmente a distintas ciudades del mundo y un catálogo en Discogs de 22.311 en venta, 2.004 reviews, de los cuales mantiene 99% positivos. Los números hablan por sí solos.
Por su parte, El Marchante es un caso sui generis y el más atrevido del ecosistema diggin’ local. Con sucursal en Caracas y Los Ángeles, California, viajó a finales del año pasado a Estados Unidos con un container lleno de cuarenta mil discos de su catálogo de más de noventa mil, cuyo restante conserva en Caracas, donde Michelle Ozza y el resto del equipo se dedica a clasificar y realizar el mantenimiento correspondiente. Actualmente en su catálogo en Discogs incluye 13.647 discos publicados, 3.273 reviews, de los cuales tiene 100% positivos.
Con números más modestos en cantidad y ventas, en Caracas, fue inaugurada a todo riesgo durante la pandemia la que es probablemente hasta ahora la única tienda física de viniles de la ciudad: Trópico 70 diggin’ lab. Este espacio, siendo una tienda física, no tiene como único objetivo el comercio de discos, sino también la difusión, investigación y producción de contenido a través de sus distintas plataformas en Mixcloud, Blogspot, Instagram, así como columnas en la revista inglesa Sounds and Colours, labores de prensa para algunos sellos independientes, entre otros proyectos que involucran la música y el diggin’ (más recientemente el festival holandés Le Guess Who?). En Trópico 70 pueden encontrarse, entre el catálogo a la venta y la colección personal, unos 5.000 discos de música del mundo en distintos formatos, con una colección especial de 7” y ediciones especiales.
Igualmente, en Discogs hay muchas tiendas virtuales que operan desde Venezuela. Valera discos es una de estas , la cual realiza envíos desde el estado Trujillo. En Caracas continúan los discos del legendario puente de la Av. Fuerzas Armadas; el depósito Discos Ruiz, en el centro de Caracas; los vendedores de Bellas Artes y otras experiencias itinerantes por la ciudad como discos Allum’s, antigua discotienda de la ciudad y Audio hi-fi; Joel Morales; Suicides Diggers; Pedro Carrillo; Dealer; el Joker, entre muchos otros dedicados a la búsqueda, intercambio y venta de discos de vinil.
Nuevos sellos militantes del formato
Olindo Records, con base en Londres, es uno de los sellos independientes venezolanos contemporáneos pioneros en la producción en formato vinil de música venezolana actual y reediciones, con una estética y una curaduría impecable que son tocadas y laureadas por el gurú de la groove music global Gilles Peterson, en su programa de la BBC. En su catálogo actual cuentan con seis extended play 12”, tres 7” y su último lanzamiento, una reedición del disco del maestro del jazz Gerry Weil, The Message, disponible desde esta semana en Caracas, en Trópico 70 diggin’ lab.
LP Caracas, un novel sello venezolano que se lanza al agua a comienzos de este año, surge de la inquietud del coleccionista, DJ, productor y MC Maixtape, motivado por crear una antología del sonido de aquella gloriosa década del noventa, la bisagra entre el sonido analógico y digital. Arranca su serie con una edición limitada de lujo del disco de La leche, para continuar con dos de Bacalao Men, La Muy bestia Pop, Los Javelin, KP9000 y Babylon Motorhome, entre otros.
Noseke records es un sello de punk rock, que edita viniles desde finales de los noventa de bandas nacionales y latinoamericanas bajo la consigna del “Hazlo tú mismo”. Music with Soul, conducido por el venezolano Alex Figueira, se dedica a plasmar en la pasta negra lo más exclusivo de la psicodelia tropical desde su estudio en Amsterdam.El Palmas music tuvo el privilegio de registrar en un conmovedor 12”, hace dos años, el último trabajo del recién fallecido Daniel Grau, entre otros títulos que acompañan el catálogo de este sello venezolano con sede en Madrid. Así se van sumando experiencias alrededor del mundo de pequeños sellos independientes dirigidos por venezolanos, curadurías o sociedades en otras latitudes movidas por la pasión del disco. En Venezuela, esto apenas comienza.
Bravo Marcel Felicidades …buena magia y alegría
Excelente materia! Esas son las personas que mantienen lá esencia de la música, independientemente de su preferencia musical reviven lo antiguo y no dejan morir lo nuevo.
Excelente mi pana👏🏼 Agradecido por ser tomado en cuenta nuevamente en tus artículos 🙌🥁 larga vida al vinilo 🎶
Cuando un digger se pone a hacer música, sale algo así:
https://laprevisora.bandcamp.com/releases
Falto mencionar a TRUJILLO, que fue junto a Class quien desenpolvo a Daniel Grau, también Toni Arellano tuvo que ver en ese proyecto, pues fue el quien le vendió los discos que le faltaban para completar el catálogo de Grau. En el mismo espíritu del digger y su labor falto mencionar a Cheo Pardo (LAI) quien ya hacía con su banda covers de «bota», spiteri, 4 monedas, 123 fuera, etc. …saludos y abrazo.