Parece que estamos viviendo en una especie de renacimiento de re-adaptación de las tragedias griegas, shakespearianas u de cualquier otro tipo, pero tragedias al final del día. En el cine y la televisión de los últimos años tenemos personajes que parecen condenados desde el inicio de la historia y por más que nosotros queremos que logren sus objetivos, todo parece sellado o de una u otra manera predestinado.
Obviamente, cuando un guionista escribe un guion debe saber las distintas situaciones que se le presentaran a su personaje principal y también cuál es la manera en la que este sorteará su entrada o salida de cada una de ellas. Sin embargo, pareciera que los realizadores además de conocer el destino de los personajes, también los cargaran con esa certeza de saber qué les deparara el destino, como si supieran que son títeres a los que se les está manipulando. Pero no me malinterpreten porque eso no los hace ver falsos en el acting, todo lo contrario.
No diré que llegué a The King por casualidad porque sería una falsedad, pero si debo decir que mi desconocimiento acerca de la fecha de estreno hizo que la ignorara y viera otras cosas antes de cruzarme con ella en el catálogo de Netflix. Volver a ver el tráiler me recordó quienes eran los actores y lo más importante, quienes eran el Director y los guionistas. La vieja guardia de la fantástica Animal Kingdom(*) se había reunido de nuevo para hacer una tragedia shakesperiana en todo su esplendor.
David Michôd dirige y co-escribe junto a Joel Edgerton, la historia de los orígenes del reinado de Henry V, el Rey Guerrero de Inglaterra y uno de los reyes que forman parte de la “henriada” de William Shakespeare. El actor encargado de personificar al otrora Principe Hal es Timothée Chalamet, algo muy extraño dado que por lo general las representaciones que se han hecho de Henry V han sido mucho más maduras y menos juveniles, pero justamente este hecho es el que le da valor a la cinta.
Tener una representación juvenil del Rey nos da a entender que es un muchacho que necesita guía, consejo y madurez para afrontar lo que más de una vez negó querer. No quería recibir el trono que su padre Henry IV le había quitado años antes a Richard II y una vez recibido por la muerte de su tiránico progenitor, tampoco quería asumir la guerra heredada.
Sin embargo, asume el reino y toma decisiones que dada su edad –en la vida real tenía 27 años cuando se convierte en Rey– son dignas de un monarca que se encuentra en su plena madurez y no como un recién ascendido. Pero, ¿hasta qué punto estas decisiones son suyas?
En todo momento, el Rey siente que en cierto modo están manipulándolo, pero quizá su soberbia o su juventud le hagan creer que muchas de las decisiones tomadas son por su mano o su pensamiento. Es por eso que creo que el personaje clave en esto es Falstaff, una especie de Pepe Grillo que le acompaña cuando necesita consejo.
De hecho, en muchos de los pasajes de la película en los que se muestra a Henry V meditando decisiones importantes, se nota al monarca un poco resignado al mandato de otros, como si supiera que él no domina la corona y mucho menos gobierna con un poder absoluto que solo se demuestra del castillo para afuera, pero en el interior, son otros los que controlan la maquinaria. Y así, el destino de un monarca y su pueblo está sentenciado o predestinado a ser lo que factores externos quieren que sea.
The King es una película que se aleja un poco del relato tradicional de las adaptaciones shakesperianas para introducir elementos que se podrían contrastar con la política actual, las instituciones corruptas y también la hegemonía masculina en los espacios de poder, pero no por esto deja de ser una tragedia shakesperiana. De hecho, el final confirma que lo es mucho más de lo que podríamos creer.
(*) Animal Kingdom (2010) es una película australiana dirigida por David Michôd y también es en cierto modo una tragedia shakesperiana. Es la película que lanzó al estrellato a actores como Jacki Weaver, Ben Mendelsohn o Joel Edgerton.