Lo demás es monte y culebra.
Refrán popular venezolano
El juego de garrote: arte civil y militar
Lanza, machete, cuchillo y garrote eran armas de uso habitual y fueron empuñadas por personas que habían desarrollado técnicas complejas de defensa y ataque, insertándolas en los ejércitos, conscientes de su naturaleza y efectividad. Según oficiales de la legión británica en plena contienda independentista, los hombres del ejército en los llanos “en cuanto a armas, iban bastante mal provistos, pues muy pocos las llevaban (…) Algunos tenían mosquetes con bayonetas; otros carabinas, casi todos solamente lanzas. Pero su arma favorita era el machete, que, sin lugar a dudas, resultaba en manos de aquellos hombres la más mortífera de todas” [1]. Otro legionario inglés comenta: “podríamos decir que el llanero nace con la lanza. De niño, los padres les fabrican pequeñas lanzas con las cuales, a fuerza de jugar se van adiestrando”. [2]
Después de un par de siglos, varias de estas armas siguen presentes en el día a día de algunos pueblos, en la jerga coloquial, en los mitos y leyendas, en la poesía, literatura, danza, música, entre otras actividades; atestiguando el carácter combativo y la tendencia levantisca de la sociedad venezolana, en una herencia que se ha tratado de extinguir sin logros definitivos. Ejemplo de ello es el garrote, que ha seguido vigente de forma silente hasta nuestros días, siendo desde otrora testigo presencial de las violencias cotidianas.
Este instrumento para la defensa y el ataque ha sido privado de conformar las armas de nuestro escudo, de figurar en “el panteón de los héroes” [3] y fue omitido en los relatos históricos de las grandes epopeyas, a pesar de que “cuando se apareció Monagas, a quien se sometieron todos los que por allí andaban, poco menos de 400 hombres (…) [este] mandó a preparar las armas para combatir, contándose como tales armas los garrotes”. [4]
En la obra Tiempo de Ezequiel Zamora se da fe de que en los distintos levantamientos y escaramuzas los garrotes contaron entre las armas más utilizadas. Asimismo, Laureano Villanueva relata que en un asalto realizado a la ciudad de Villa de Cura, los campesinos y esclavos se encontraban “armados de tercerolas, machetes, trabucos, lanzas enastadas y garrotes” [5]. Y en otro levantamiento dirigido por el capitán Pedro Vicente Aguado, acompañado de un grupo de jefes militares “quienes a la cabeza de cuatrocientos hombres entre libres y esclavos, armados de lanzas, machetes y garrotes” [6], ocupan Río Chico, propagando la guerra civil por el litoral y los Valles del Tuy. Quiere decir que el garrote formó parte del ejército regular, montoneras caudillistas, pendencias, duelos y otras formas de violencias que se gestaron en gran parte del territorio venezolano. Según lo expresado por Röhrig:
El garrote fue el instrumento predilecto de tres tipos idiosincráticos: del hombre del campo en lo general, y del “guapo” y del devoto en particular. Fue el arma del pobre del campo en su defensa contra la violencia cotidiana y al mismo tiempo formaba parte de la misma. [7]
Fue un arma tan reconocida, que su uso mereció continuas prohibiciones dentro y fuera de los pueblos. Afirma Acosta Saignes, que el 10 de mayo de 1815 al desembarcar Morillo y sus tropas en el puerto de La Guaira: “Prohibió (…) el uso de cualquier arma blanca y aún de garrotes” [8]. Otras prohibiciones sobre el uso de armas (contando entre ellas el garrote), se encuentra en el estudio realizado por Cañizales Verde, en el que se hallan dos artículos sobre la seguridad pública que rezan lo siguiente: “Art.32°. Se prohíbe toda arma oculta, o alevosa, para evitar sus funestos efectos, y así mismo los garrotes en poblado como en el campo en reunión”. A su vez, en el artículo 34° se advierte que: “El que se encontrare con alguna de las armas prohibida sin la correspondiente licencia, pagará cuatro pesos de multa o tres días de cárcel. El que con garrote o hasta de lanza veinticuatro horas de arresto”. [9]
Es importante insistir en que el sintagma “juego de garrote” debe entenderse como un arte de defensa y ataque, o como lo define Briceño Guerrero: “un arte marcial distinta de las orientales” [10]. También, que la palabra “juego” antiguamente significaba o se entendía como esgrimir o blandir, ejemplo: “los indios usaren lanzas y dardos (…) los indios que usan estas armas juéganlas de cerca y aciertan, y si los arcabuceros, por ocasión del aguacero, no juegan la arcabucería, recibirán mucho daño” [11]. Nótese que en este texto tomado de un peculiar tratado de arte militar llamado Milicias Indianas, escrito por Bernardo de Vargas Machuca y originalmente publicado en 1599, la connotación de la palabra “juego” no es lúdica como se conoce en la actualidad, por ello, el sintagma “juego de garrote” significa esgrimir o blandir garrotes.
El arte de jugar garrotes ha sido conocido y practicado en distintos sectores de la sociedad venezolana, tanto en lo civil como en lo militar, así por pobres y ricos, libres y esclavizados, igualmente que por una necesidad de subsistencia aprendían este arte. Tal es el caso del padre del conocido historiador y creador de un Tratado de Esgrima, José Gil Fortoul; “La leyenda del Pelón Gil”, quien fue un general paecista “de agilidad adquirida en la juventud aprendiendo el manejo del garrote de araguanei, palo amarillo o vera y el ejercicio de la espada en el servicio voluntario en los cuarteles”. Este militar venezolano, “para ejercitar a sus oficiales, ordenaba que le atacasen al machete, haciendo previamente la advertencia de que zumbaran de punta y filo porque él haría lo mismo” [12]. Por tanto, definir en la actualidad el juego de garrote solo como “arte civil” quedaría en entredicho. Lo que sí se puede afirmar es que todo joropo, toda fiesta, debía acabar en “sampablera” y “hasta hay un refrán que dice / con la mayor desvergüenza / que corrido no es corrido / si no termina en pelea”; ¿por qué?: “Porque lo que el cantante canta / por solo darle a la lengua / es siempre en serio tomado / por alguien que le contesta / y al cantar los dos se enclinchan / en una puja de ofensas / hasta que el arpa se calla / para que ronque la vera” [13].
Un secreto a viva voz
Esta esgrima venezolana alcanzó un gran prestigio y reconocimiento que se mantuvieron hasta la primera mitad del siglo XX, llegó incluso a ser una práctica costosa que brindaba respeto a las personas conocedoras de sus técnicas y portadoras de garrotes. Tanto así, que en distintas obras literarias del costumbrismo venezolano era común incluir el célebre garrote encabuyao y los conflictos a garrote. Cumboto, Borburata, Pobre Negro, Canaima, Las lanzas coloradas, Los cuatro reyes de la baraja, Uno de los de Venancio, son algunas de las obras donde el juego de garrote fue referenciado.
En algún momento de nuestra historia, el juego emprendió su camino a la clandestinidad y anonimato, se convirtió en una “realidad aparte” a la que pocas personas podían acceder. Quizás, una de las causas (o todas) para esto pueden ser: las continuas prohibiciones del uso de garrotes dentro de los pueblos, el surgimiento del petróleo y la desruralización, el cambio de la tecnología del quehacer militar, la expansión de las urbes, o la necesidad de acorralar actividades que no se consideraban domesticables para la nueva sociedad moderna.
Solo hasta los años ochenta del siglo XX se crea la primera investigación que dará paso al primer libro donde el juego de garrote es protagonista. Esta publicación, realizada por Eduardo Sanoja, lleva por título Juego de garrote larense. El método venezolano de defensa personal. Hasta ese momento, toda la técnica, la filosofía y el anecdotario de este arte de combate fue trasmitido y resguardado de forma oral. Quizás, por su ausencia en el estudio de las ciencias sociales, y la poca escritura sobre ello, el juego no estaba en el pensamiento de muchos y, por lo tanto, no era ni existía. Para el juego el paso de la oralidad a la escritura tendrá grandes beneficios, pero a su vez creará cambios que afectarán desde la jerga hasta la técnica misma. Este último punto es un tema complejo que seguramente será tratado en adelante.
En conclusión, el juego de garrote es un legado, un arte de defensa y ataque valorado por su efectividad y esparcido por algún tiempo en gran parte del territorio venezolano. Fue testigo presencial y activo de los cambios sociales e históricos que se han gestado, y a pesar del esfuerzo que han realizado algunos de sus practicantes y personas allegadas, hoy por hoy, no goza del mismo prestigio, siendo incluso desconocido por la mayoría. Aunque actualmente obtiene una nueva significación como tradición venezolana, como se dijo anteriormente, existe un profundo desconocimiento de la efectividad de sus técnicas, de sus aportes a nuestra sociedad actual y su importancia como elemento constitutivo fundamental de la cultura venezolana.
Referencias bilbiográficas:
[1] Caracciolo Parra Pérez, en García Ponce. BOLÍVAR y las armas en la guerra de independencia. Caracas, 2002, p. 111.
[2] Legionario Inglés, autor anónimo, tomado de Miguel Acosta Saignes. Op.cit., p. 213.
[3] El panteón de los héroes es una obra (inconclusa) de Arturo Michelena realizada en 1898.
[4] José de Austria, en Miguel Acosta Saignes. Op.cit., p.185.
[5] Laureano Villanueva, en Federico Brito Figueroa. Tiempos de Ezequiel Zamora. Caracas, 2009, p.162.
[6] Ibíd. P. 164.
[7] Matthias Röhrig Assunção. Juego de Palo en Lara. Revista de Indias. España, 1999, p. 87.
[8] Miguel Acosta Saignes, op.cit, p.199.
[9] Cañizales Verde, Diputación Provincial de Barquisimeto. Ordenanzas, Resoluciones, Decretos, Acuerdos y Comunicaciones (1857-1883), Barquisimeto, 1992, p.25.
[10] José Manuel Briceño Guerrero. “El Taita habló”, en Nada Sagrado, Texto Zen. Caracas, 2005, p. 145.
[11] Bernardo de Vargas Machuca. Milicias Indianas. Caracas, 1994, p. 67.
[12] Rafael María Rodríguez, “La leyenda del Pelón Gil”. En Sanoja y Zerpa, El Garrote en Nuestras Letras, Lara, 1990, p. 54.
[13] Aquiles Nazoa, Humor y Amor. Caracas.
Necesario es saber por qué nuestro efectivo sistema bélico aplicado en guerras y guerrillas, ha sido desatendido por nuestros historiadores.
Excelente artículo, fruto de años de investigación y difusión del autor. Un honor poder acceder a este material y agradecido por el rescate de nuestra identidad y su difusión colectiva.
grandioso escrito,hay muchas cosas que faltan por investigar y dar a conocer a las actuales y futuras generaciones, por ejemplo, ¿que paso con el juego de la lanza venezolana? pues realmente no creo que el juego de la lanza murió con paez , el juego del mandador, que son parte de las armas autóctonas tal como lo es el cuchillo, el machete, el garrote y por supuesto el juego de manos.saludos jesus, buen trabajo.
Muy buen trabajo de investigación y comunicación; es una alegría que alguien toma tiempo en ilustrarnos en historia Venezolana
Invaluable tu perseverancia en la visibilización del juego de garrote como parte de nuestra cultura. Felicitaciones Jesús. Un abrazo!!!
Hoy me entero por casualidad que existe el juego de garrote me gustaría tener la oportunidad de aprender y practicarlo junto a mi hijo hay algun estilo o escuela del oriente venezolano
Buenas, gracias por su comentario. Le dejamos aquí dos páginas de facebook de gente que práctica garrote, ellos seguramente lo pueden orientar: Patio De Garrote Ambrosio Aguilar (Ramón Aguilar) / Fundación Cultural Jebe Negro.
Saludos!