Soy un caracol
No es algo de lo cual uno pueda jactarse.
Primero soñé que tenía miles
de bolas de pelo en mi garganta y me alegré de ser gato,
de morir para ser gato.
Satisfecha de escupir mis bolas de palabras.
No es un mal destino.
Al dormirme siendo gato
he resultado en esta penosa forma.
A pesar de ser un caracol
y de mi baboso cuerpo
hay algo seco que se forma en mi garganta,
carrasposo, una costra seca por el humo,
en mi condición soy presa fácil del polvo.
En mi caparazón anochecido
se aposentó el ácido sabor de la ira.
Escucho la emoción temblorosa de estos árboles.
Es este lenguaje de insecto mi única forma.
Rehúyo en cada charco la amarga inflexión.
La tarde se va pegando a mi saliva.
Languidece.
Esta piel grande, apellejada.
Será mejor prolongar esta pena indecible.
Morir retorcida en el ahogo de la sangre y plasma.
Morir al calor
del sol mandarina.
.
Vi la luz y creí que era mi momento
Vi la luz próxima al regocijo de la vida.
9 meses practicando mi buena capacidad de luciérnaga
para no dejar pasar por alto ninguna luminiscencia.
Es absurda esta necesidad de forma.
Tanta luz me pesa.
He atravesado el halo buscando
mi nuevo mundo
y solo me he encontrado con una penumbra
espesa, viscosa, aún más que la que habitaba.
Sin embargo, los murmullos son permanentes.
Es el ruido untándose en la piel sin poder llegar a los huesos.
Mi madre llora.
La siento cerca pero no hace eco su voz
en mi cuerpo como cuando la habitaba.
La siento en mi espalda,
la siento en sombras que me sostienen.
Desde que salí,
desde que cambie de oscuridad el frío es latente,
pensé que afuera haría más calor.
Llora…
Yo no lloro.
No sentí la palmada, ni hubo grito, solo silencio.
Puedo escuchar, sé reconocer el lenguaje del llanto.
Dicen muerta y lloran.
Dicen no hay dinero para un coche y lloran.
Dicen hay que cargarla en un bus y lloran
como si estuviera dormida y lloran.
.
Quiebre temporal
Con los huesos resquebrajados
se desploma lentamente
_________________________el tiempo.
Bajo escaleras de silencio,
escondidos del sol,
habitan cada uno de los segundos
que me fueron
cruelmente arrebatados.
Imposible quitarse este olor a muerte
impregnado en cada poro.
Imposible recuperar el segundo
fragmentado
y volátil
que se me escurre entre los dedos.
No hay más que zambullirse en esta
podrida grandeza,
en la pérdida que me venden como
_________________________ganancia.
Aceptar la derrota personal
y permitir que el tiempo
macere cada músculo,
hueso
y esperanza
mientras cae.
.
En mi mesa falta algo
Son 2 meses y aún no logro entender
qué es.
En mi mesa falta algo y no es el pan,
no es la sal,
no son aquellos objetos
supersticiones de la abundancia.
En la mesa falta algo,
esa molesta piquiña de estar buscando
lo que hace rato he encontrado,
la respuesta que eludo,
esquivo contra todos los tiempos
y lugares
y de la que ahora desisto a rehuir.
Mi mesa carece de la siempre angustia,
aquella de cuya ausencia surgen
monstruos de papel y tinta
inherentes a mi deseo de escribir.
A mi mesa le hace falta la zozobra
de los días,
del tiempo,
de los fracasos y las esperanzas pérdidas.
A mi mesa le hace falta lo que me pertenece,
una tristeza no solo mía,
correspondiente en necesidad,
una borrasca de desperdicios y piel muerta
que trae en ella mi vida y la lleva a su voluntad.
En mi mesa falta algo,
ausencia
que
espero
olvidar.
.
El primer ojo que encontré decidí
pegármelo en la palma de la mano, era oscuro, pequeño, probablemente pertenecía a un niño. A los dos días encontré un hermoso ojo gris, este me lo pegué en la frente, quería que todos pudieran verlo. Este ojo me produjo una voz seca, negra, una voz de carbón. En esa semana encontré quince ojos; opté por colocarlos casi todos en mi pecho. La siguiente encontré cuarenta y cinco. ¿Por qué soy yo quien recoge miradas? No veo a nadie más pegándose las perspectivas al cuerpo. He estado hambrienta toda mi vida, ha de ser por ello. Hambrienta con las arterias tapadas de nada. Todos mis ojos cansados de ver. Los ojos en mis pies heridos de tanto andar, los ojos de mis rodillas, los ojos de mis costillas, los ojos de mis caderas maltrechos por el sucio tacto. Todos mis ojos se van encostrando de tanto arrastrarse, se llenan de lagañas, lloran todo el día, mis ojos me hacen lluvia andante.
Mis ojos llaman
esperan
gritan
existen
recuerdan.
Mis ojos de barro
de viento
de agua
de sal
señálenme,
apiádense.
.
No es difícil acostumbrarse a esta oscuridad absorta. El color de la nada tintura en pinceladas precisas a la más mínima partícula. ¿En dónde se desdibuja el todo? A partir de estos caminos invisibles busco desesperadamente aquel que dice ser la verdadera salida. Estos seres inertes confunden mi travesía, me ahogan. Braceando en la orilla de las tinieblas anhelo llegar ¿No es esto mi claridad? ¿No es esto acaso la verdadera visión? La transparencia de las sombras dueñas del absoluto. Los días ya no llegan. No pasan. Un crepúsculo eterno. Las horas deshechas en precipicios imploran por su fin. ¿Qué puede ser el mundo sin escrutar en la tormenta profunda de unos ojos? ¿Acaso hay valor sin el color y luz del matiz que brinda la sacra retina? Si pudiese escudriñar en aquel maldito reflejo que rehuí creyendo ver, hallaría si quiera un endeble reposo. Si no estuviese ciega esto no sería grito, cementerio, miedo, flagelo insoportable en busca de un ilusorio norte.
Sin embargo, este abandono del espacio no interrumpe atisbar la muerte inevitable y ansiada.
.
Huracán
Todas las mañanas Lorena se levanta
con un mar bajo sus pies.
Lo siguiente es el trapero, el balde.
Pasa y escurre.
Pasa y escurre.
Saca de la habitación
la cocina
el baño
la sala de estar
el agua que se empoza
entre el pecho y el corazón.
El agua que se va adosando.
Es inevitable que las cosas se inunden.
Perecen los zapatos y los pantalones.
Todo se cubre de olor a lluvia.
Las ideas se llenan de moho.
Hay que procurar en lo posible que
en el proceso
de dar orden,
ni las manos
ni la vida se gasten.
El remedio a la humedad
podría ser abrir la ventana.
Condenarse a la llaga por la quemadura del frío
y evitar el óxido en los huesos.
Un viento instaurado en el vientre
repercute en un gélido aliento.
Es por el huracán, se repite cada mañana
sin poder ver más allá de la bruma
Es por el huracán.
(Inédito)
Super
Animo eres una berraquita