Quizás nunca antes miles de teléfonos habían apuntado hacia un mismo objetivo con la etiqueta #PuenteInternacionalSimónBolívar, como sucedió en los puentes fronterizos entre Venezuela y Colombia en febrero del año corriente. La llegada de la supuesta ayuda humanitaria a Cúcuta incluyó el concierto Venezuela Aid Live con la promesa de mantener hyper los ánimos, monitoreado desde el aire por su productor, el multimillonario Richard Branson.
La Veneco
Esta frontera desde hace varios años no deja de ser noticia, por ella transita el mayor flujo de la migración venezolana, convirtiéndose en símbolo de la geografía psico-emocional de este conflicto. Esto lo sabe la artista venezolana Carmen Ludene quien transformó este puente en la materia prima de su obra.
La Veneco camina y arrastra una maleta, lo hace sobre sus propias contradicciones, lleva ojos y boca sellados y todas las ausencias en una fotografía, Latinoamérica pobre, desplazada e inmigrante. Su trabajo busca los tiempos para discutir sobre el núcleo de la acción performativa y su toponimia: El cuerpo de la mujer como frontera real.
“En mis performance me interesa explorar y resignificar el sentido en la mujer desplazada o la crisis emocional a la que está expuesta en su proceso migratorio”.
La Veneco forma parte del proyecto Juntos Aparte, con autores y obras que abordan los tópicos de migración, restricción, ciudadanía y movilidad. La iniciativa forma parte del II Encuentro Internacional de arte, pensamiento y frontera de la curaduría Juntos Aparte, Bienal Sur 2019. Cúcuta-Colombia
«Es hija de padre colombiano y madre venezolana y es la expresión de un grupo gigantesco de ciudadanos que han sido consecuencia de un hecho migratorio por décadas. Yo tengo 42 años, imagínate el peso del éxodo que llevo en mis espaldas de ambos países. Ella representa a esos ciudadanos que no tienen frontera, es venezolana y en cuestión de minutos es colombiana, también representa en estos momentos la desesperanza y los miedos de una frontera ilícita que la hace ilegal en toda la mitad del puente».
– ¿Cómo opera el concepto de soberanía en esta propuesta?.
– En la frontera no hay soberanía y lo represento a través de dos cédulas, una es la venezolana y la otra es la colombiana, en cada una está la fotografía 3 x 3 de la veneco, con los ojos y la boca sellados con teipe y unas letras que dicen “Me buscan”, porque está en la mitad de un territorio donde no existe esa palabra.
– ¿Cómo se reconstruye desde la performance y la fotografía los retratos, los afectos y las pertenencias de quienes habitan de ambos lados ?
– Desde el esperpento de concierto ( Venezuela Aid Live ) me preguntaba por ese o por esa que está ahí respirando, sudando, oliendo, en fin, sobreviviendo en un puente que no tiene clemencia por quienes tienen que vivir entre tanta miseria. No es quien va y viene de modo ocasional y forma parte de una estadística migratoria, sino aquel o aquella que padece los embates de una realidad donde Bogotá y Caracas con sus desisiones políticas se van al precipicio. Ser artista, ciudadana binacional de frontera en estos momentos, es estar en el zapato del otro. Reconstruir este retrato a través de la performance no es simplemente para visibilizarlo con la fotografía, sino para ser parte de la vida misma. Es el desocultamiento que mencionaba Heidegger sobre la obra de arte, ese que hace que podamos captar la realidad de otra manera sensible: “crear un mundo y traerlo a la tierra”.
– ¿Qué sucede cuando las personas se acercan en medio de la acción, cómo se genera el lazo de empatía en el proceso?
– No fue fácil, inhabilité dos sentidos, la vista y el gusto, es decir, me impuse no hablar y no ver durante 5 horas. El tacto, el oído y el olfato se amplificaron, escuché más de lo habitual, percibí infinidad de voces y a todos los escuchaba, el roce de la piel y el olor de otros me hizo muy vulnerable. Se dieron momentos de pánico y tuve en dos ocasiones que parar y sentarme, porque no podía evitar llorar. Incluso me tropecé con un señor que tiene los parpados cocidos, se presume que vendió sus ojos, él siempre está ahí en el puente pidiendo limosna, no sé de qué ciudadanía es, lo cierto del caso es que en plena acción me topé con él y experimenté una tristeza tan profunda que las piernas me temblaron, yo no sabía que era él hasta que una mujer le dijo, “ella también está como tú, sin los ojos”. Se experimenta como el otro se refleja, unos sentían temor de acercarse, quienes se daban la oportunidad -y fueron muchos- me abrazaban y se preguntaban por qué pasan estas cosas; las mujeres y las niñas eran las que se sentían más identificadas, algunas se acercaban llorando y manifestaban su apoyo llevándome a sus hogares, también hubo situaciones contrarias, como la oferta de que les vendiera mis órganos y cabello, o el más doloroso de todos, cuando un venezolano se me acercó y me dijo: «!Qué arrecho amiga lo que te pasó! Yo llegué aquí con cuatro amigos y fui el único que sobrevivió, los otros tres los descuartizaron en la trocha del puente»… el hombre me agarró la mano fuerte y le hizo sentir a los que estaban alrededor que se apiadaran de mí, mi cuerpo se entregó a ese instante de sentirlo, yo era parte de esos cuatro y al igual que él, era una sobreviviente.
– ¿No crees que haya una sobreexposición de la lástima?
– Para mí no la hay. No hay una planificación previa para que el performer o el artista en acción trate al público, no, o bueno, no es mi caso. El espectador se identifica y se involucra por sí solo en el momento de la máxima o clímax de la expresión corporal del artista, es lo que yo he experimentado, no hay guion o fórmula para uno tratar al público en medio de la acción, en la performance no, repito es mi punto de vista que puede ser cuestionado por otro y lo respeto.
– ¿Es la pobreza lo primero que se evidencia o los prejuicios sociales y culturales frente al inmigrante venezolano?
– Los prejuicios sociales y culturales es lo primero que se evidencia por la mediática que tienen impuesta en la frontera, de ahí parte el origen de la xenofobia, y es lamentable porque quienes realmente están sufriendo son pobres, es la pobreza lo que no aparece en las estadísticas.
– ¿Cuál es la diferencia o la relación entre las mujeres desplazadas por el paramilitarismo y las mujeres migrantes venezolanas que llegan a Colombia ?
– Es un tema confuso en estos momentos, la situación de migrante o desplazada en fronteras como la nuestra es realmente cruda. Las mujeres, las niñas y niños son los más vulnerados. No manejo estadísticas, luego del 2014 tuve la oportunidad de estar con mujeres refugiadas en Ureña, me afectó mucho conocer sus realidades, las diferencias entre las venezolanas y la colombianas son las causas de la movilidad, en Colombia existe una guerra silenciosa no declarada que las hace vulnerables como madres y mujeres, no tienen de otra, deben protegerse. En el caso de nosotras son razones políticas y crisis económicas, por un lado, un extracto de la sociedad nos dice que es el bloqueo desmedido, por el otro, la hiperinflación inducida por el modelo político. Las razones del desplazamiento de la mujer venezolana terminan en un hervidero llamado frontera que a muchas las confronta con la mirada de la muerte.
Carmen Ludene fue miembro fundador de la agrupación de arte en acción “La Casa Flotante”. San Cristóbal. Táchira. Formó parte del proyecto binacional México-Venezuela “Miradas en Frontera”. Directora del equipo de investigación curatorial propuesta binacional de frontera Venezuela-Colombia, Voces. Acciones. Silencios “Libros de Artistas No Declarados” para los XII Salones Regionales de Artistas. Zona Oriente de Colombia 2007-2008, así como el 41 Salón Nacional de Artistas en Cali 2008-
2009. Ha ejecutado connotadas investigaciones de corte curatorial en las ciudades de Mérida y San Cristóbal.
Fotografía: José Ángel Mora Robles