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Welcome to the desert of real!
Morfeo
Señoras y señores: ¡Estamos viejos! Y no, no es ese dolor en la rodilla que apareció después de los 30, ni el insomnio del que nos quejamos en Twitter, lo que nos delata como paleomilenial; es el hecho de que Matrix, la película que revolucionó las taquillas en 1999, cumplió 24 años. Aún recuerdo ver a Marilyn Manson con «Rock is dead» en MTV y pensar «¡WOW! ¡Qué sexy!», y «¿por qué la gente salta tanto en este video?».
Ahora bien, lógicamente, era una adolescente cuando vi la película, así que no pude comprender las profundas premisas que se esconden detrás del argumento de Matrix. No fue hasta que comencé a investigar para mi trabajo de grado que empecé a vislumbrar que detrás de esta película se escondía un tratado de filosofía que de alguna forma auguraba la esquizofrenia que caracteriza los inicios del siglo XXI, cuando la verdad como fenómeno objetivo quedó olvidada.
Por eso, en este artículo te explicaré cómo en esta obra maestra las hermanas Wachowski lograron sintetizar el espíritu posmoderno, utilizando como guía referencial los postulados de uno de los pensadores más interesantes que ha reflexionado sobre este nuevo contexto epocal: Jean Baudrillard.
En caso de que hayas vivido debajo de una roca
El simulacro no es lo que oculta la verdad. Es la verdad la que oculta que no hay verdad. El simulacro es verdadero.
Jean Baudrillard
Si por alguna razón, antes de que todo se hiciera nada, vivías debajo de una roca y no viste la película, te cuento que el argumento de Matrix se puede resumir así: los seres humanos viven en un mundo que es una simulación creada por máquinas inteligentes. Quienes viven en ella no tienen conciencia de que su mundo es una simulación, sino que creen que es la realidad. Solo un pequeño grupo de humanos rebeldes, liderados por Morfeo –sí, el tipo sexy de los lentecitos–, son conscientes de la verdadera naturaleza de su mundo.
Una de las cualidades más interesantes del cine como fenómeno comunicativo es el juego referencial que propone con elementos externos a él. Bien sea a nivel de parlamentos o apoyado por la dirección de arte, estaremos en presencia de esos pequeños detalles que pueden ampliarnos el panorama para establecer relaciones con los elementos de la realidad que conforman ese juego de luces y sombras.Desde el principio, la película nos deja ver la relación con el libro Cultura y simulacro de Baudrillard. En la escena en la que Neo saca el minidisc de un libro, podemos ver esto:
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Esa escena nos abre la puerta de entrada para entender la dinámica entre el mundo real y el mundo de realidad virtual que presenta la película, en el que el segundo es una simulación creada por las máquinas y el mundo real es una porquería.
Unos de los personajes más interesantes del filme, porque termina jugando algo así como el papel de Judas, es Cypher. En la escena en la que está ultimando los detalles de la entrega de Morfeo al agente Smith, dice el siguiente parlamento: «¿Sabes? Sé que este filete no existe. Sé que cuando me lo meto en la boca, es Matrix la que le está diciendo a mi cerebro… es bueno, y jugoso. Después de nueve años, ¿sabes de qué me doy cuenta? La ignorancia es la felicidad».Básicamente, esta frase remite directamente a la esencia de Cultura y simulacro, en la que Baudrillard propone que la verdad simplemente ya no existe. Pero… ¡Es más profundo que esto! En el contexto de la película, entre la libertad y la esclavitud, el simulacro se hace atractivo, porque implica no pensar ni aceptar las consecuencias del peso de ser libres.
¿Cómo se relaciona esto con nuestro momento epocal?
Jean Baudrillard argumentó que en la sociedad contemporánea hemos perdido la habilidad de diferenciar entre la realidad y la simulación. Según él, vivimos en un mundo donde las imágenes y los signos han reemplazado a la realidad, y donde la simulación se ha convertido en la forma predominante de la experiencia humana. En otras palabras, el simulacro se ha convertido en nuestra percepción de la realidad. Si crees que esto no es cierto, pregúntate la función de los filtros de TikTok.
Ahora bien, ¿cómo buscar la verdad como hecho independiente a la conciencia del individuo? #SpoilerAlert: ¡Es imposible!
Te explico el motivo. El principal obstáculo para detectar y distinguir entre simulacros y la realidad reside en el hecho de que todo lo que creemos saber y consideramos verdadero es, en sí mismo, un simulacro. Esto significa que hemos aprendido a aceptar como verdadero aquello que es falso y que engaña a nuestros sentidos y pensamientos.
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Esta situación se produce porque nuestra percepción de la realidad es, en realidad, una hiperrealidad, tal y como lo señaló Baudrillard. Pues como dije antes: «ya no hay verdad». En otras palabras, la realidad ya no existe como tal, ya que nos encontramos inmersos en un mundo y una cultura en la que nosotros mismos hemos definido lo que es considerado como verdadero, dando lugar al fenómeno del hiperrealismo. La construcción de esta hiperrealidad se ha llevado a cabo mediante el proceso de asignar estímulos y signos reales a un concepto, es decir, hemos decidido qué elementos deben contener los objetos para ser considerados verdaderos.
Este no es un fenómeno reciente. Le debemos esta esquizofrenia a la muerte de la modernidad. La cual fue un momento de nuestro desarrollo social en el que se instauró un sistema de valores que nos prometía la libertad y un futuro donde nuestras limitaciones físicas serían vencidas por el desarrollo de la ciencia y la tecnología.
Pero, entrado ya el siglo XX, autores como Andrew Feenberg destacaban que el proyecto moderno comenzó a ser cuestionado precisamente por su parte más débil: el desarrollo científico-tecnológico. Después del suceso de las bombas atómicas, era un hecho que lo que considerábamos como “desarrollo” podía poner en riesgo a la humanidad en caso de que la política y las ambiciones entraran en la ecuación.
Al final, esto dio paso a lo que Lyotard denominó como postmodernidad. Y, no, no es esa teoría conspirativa que anda rondando por las redes.
Desde una mirada muy resumida, la postmodernidad se caracteriza por el fin de los grandes relatos o metanarrativas. Es un sentido adiós a las explicaciones universales sobre la historia, la sociedad, la ciencia y la cultura que habían sido dominantes en la modernidad. Es decir, hola subjetividad, adiós objetividad.
Esto podría suponer una democratización o un espacio a la pluralidad de pensamiento. Sin embargo, paséate un rato por Twitter para darte cuenta que esto no es así…
Ciencia Ficción: realidad versus miedo. Reflexión en torno a lo real
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Jésus Ibáñez dijo en una conferencia que: «La Ciencia Ficción es fundamental para analizar y entender la vida cotidiana». Pues, al final, se convierte en una especie de glosario en el que estos discursos aparentemente, ficcionales basados en los miedos del momento, permiten explorar las infinitas posibilidades como se esclavizan a los seres humanos. Lo que significa que exploramos los miedos de un momento histórico en particular.
La reflexión central de Matrix es el problema de lo real. En un momento en el que la Inteligencia Artificial puede crear anclas de televisión y contenido para redes sociales, creo que la reflexión en torno a un clásico como Matrix es más pertinente que nunca.
En un mundo en el que las frustraciones están a la orden del día. Las redes sociales –principal canal de socialización– nos han permitido agruparnos en torno a sistema de valores similares. El otro produce miedo, escozor. Pero, también, estamos en un mundo en el que en pleno siglo XXI hay gente discutiendo si la tierra es plana. Por eso, ese necesario preguntar: ¿Será que nos hace falta la verdad como fenómeno objetivo?
El problema de la pluralidad o la atomización de la verdad que plantea la postmodernidad es que encontraremos que el conocimiento se ha convertido en un juego de lenguaje y que la legitimidad de cualquier afirmación ya no depende de su correspondencia con una verdad objetiva, sino de su capacidad para persuadir dentro de un marco social y discursivo específico. De esta manera, la legitimidad de cualquier afirmación se convierte en una cuestión de poder, de quién tiene la capacidad de imponer sus propias interpretaciones y significados. Oigan, esto no lo digo yo. Lo dice el duro de los duros, Jean-François Lyotard, padre de la reflexión sobre la postmodernidad.
Es decir, la forma en la que socializamos, nuestro dinero, la creación de nuestros valores sociopolíticos, nuestros valores morales, están permeados por la presencia de la pantalla. Por ende, quien controla las redes, controla el presente y, por lo tanto, determinará el futuro.
Así que nada. Después de esto, creo que la frase de Morfeo «bienvenidos al desierto de lo real» cobra mucho más sentido.
Pero mi conclusión es la siguiente: en este contexto postmoderno a duras penas puedo conmigo misma, ahora imagínense pensar que todo lo que conozco y en lo que creo es sencillamente un simulacro.
Por mi bien, yo me tomaré la pastilla azul. ¿Y tú?
Nos leemos luego.
Me encantó.
Muy bueno. Creemos que creemos lo que no somos
ES MUY ACTUAL EL TEMA,, EXCELENTE FELICITO Y ADMIRO A TU HIJA, ME SIENTO MUY ORGULLOSO DE ELLA Y COMPARTO TU ALEGRIA
Yo sigo viviendo «bajo la roca». Después de leerte tengo la esperanza de que me despierte de este simulacro.
Muy interesante análisis.
La granja, Matrix y ahora la I.A.
Se repite la presencia del ente manipulador en el olimpo y nosotros sus manipulados..