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El Festival de Cine Venezolano, es un evento anual que se celebra en la ciudad de Mérida para promover y difundir la producción cinematográfica nacional. El festival se lleva a cabo en diferentes espacios culturales y cines de la ciudad, y cuenta con la participación de directores, productores, actores y otros profesionales del cine.
Durante los días que transcurre el FCV, toda la ciudad se vuelve un lugar electrizante, con un ambiente centrado en la cultura y la producción cinematográfica del país. Este año participaron más de 70 piezas producciones. Entre ellas destaca Machera, el de la corte de los caballeros, dirigida por Jackson Gutiérrez y protagonizada por Javier Ruiz y Ana Karina Velásquez.
De Mérida pa´l mundo: el inicio del mito
Cada localidad tiene historias épicas que pasan de generación en generación. Estas se han formado gracias a las leyendas urbanas y a uno que otro sobreviviente que le agrega su toque a esas epopeyas que suceden y se insertan en la memoria popular.
Una de esas historias épicas que superaron la barrera de la muerte y el tiempo es la de Machera. Sigue leyendo que te cuento.
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Luis Enrique Cerrada Molina, “Machera” o “El santo malandro”, era una especie de Robin Hood merideño. Vivía en la localidad humilde de Santa Anita y se inmortalizó porque robaba a los ricos para darle a los pobres de su barrio.
Machera fue una figura controversial, para unos fue un santo y para otros un delincuente. Cuenta la leyenda que con Gata loca –su primo– inició una banda dedicada al tráfico de marihuana y el robo de almacenes. Sin embargo, el único hecho confirmado es el de los robos.
Como dato interesante, cuenta un testigo que uno de los primeros hurtos fue el robo de un carro con una amplia maletera para transportar mercancía robada que se destinaría a las personas más necesitadas del barrio.
Machera murió a los 24 años en medio de una operación policial que buscaba atraparlo. La forma en la que murió –más de 30 disparos– causó conmoción en la tranquila Mérida. De hecho, es el punto de partida que daría inició a la inmortalización de figura, al punto tal de que el culto a Machera se extendió a católicos, santeros y espiritistas (culto de María Lionza).
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Para que tengas una idea, esto ocurrió en la década de los setenta, y cincuenta años después los merideños aún visitan su tumba en el cementerio “El espejo”, para pedirle milagros y agradecer los favores concedidos.
Así que, si tienes penas de amor o necesitas ayuda para pasar un examen… ¡Pídele a Machera! Bueno, a mí no me ayudó a pasar Matemáticas en 5to año, me fui a reparación. Pero, a otras personas sí los ha ayudado, así que tú puedes ser el próximo.
Hablemos de la película
Sinceramente, no sé cómo comenzar a escribir este párrafo, ya que mi hermano y mi Mamá son parte del cast y si no les gusta mi reseña probablemente cambien la cerradura de la casa.
Hablando en serio, creo que el punto de inicio debe ser este: con algunos tintes biográficos, la película presenta una visión ficcional sobre Machera. Grabada en Mérida y con un cast que en su mayoría es merideño, la verdad es que me llevé una grata sorpresa y te cuento los motivos.
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La cristalización de este proyecto es que tenía una nota estudiantil, por lo que estudiantes de la escuela de Artes Escénicas (ULA) y profesores, además de estudiantes de la UNEARTE, más la comunidad de Belén, dieron todo para que la película tomara cuerpo.
A través de la historia, Machera se enfrenta a una serie de situaciones que ponen a prueba su determinación y valentía, y que lo llevan a tomar decisiones difíciles para proteger a sus seres queridos y a su comunidad para sobrevivir en un entorno hostil.
La película aborda temas importantes como la pobreza, la delincuencia, la amistad, el amor y la familia de una manera realista y honesta. A lo largo de la trama se evidencia el fuerte lazo que existe entre los personajes y cómo, a pesar de las dificultades, siempre están dispuestos a apoyarse mutuamente. La película también muestra la cruda realidad de la violencia y la inseguridad en la Venezuela saudita, y cómo esto afecta a la vida de las personas en el día a día merideño.
A pesar de las limitaciones técnicas y de producción, la película logra captar la atención del espectador gracias a la fuerza de sus actuaciones y a la emotividad de la historia. Es evidente que la película es un ejemplo de cómo el cine puede ser una herramienta poderosa para contar historias y generar reflexión sobre temas importantes en nuestra sociedad, en el que entre la dualidad blanco-negro hay una serie de matices en los que las condiciones sociales tienen un papel preponderante.
Les digo que la trama de la película es simple pero efectiva, logra transmitir emociones reales y profundas que hacen que el espectador se conecte con la historia y se sienta parte de ella. Al punto tal de que le puedes perdonar los errores a nivel técnico que presenta. Es evidente que el director Jackson Gutiérrez supo sacar lo mejor de sus actores y logró que se entregaran por completo a sus personajes, alcanzando así una actuación auténtica y conmovedora.
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Y, no… no es porque mi hermano sea el protagonista. La verdad es que lloras con la tristeza de Gata Loca cuando asesinan a su mejor amigo –Machera–, te ilusionas con Ana Velásquez a medida que avanza su relación con el protagonista, entiendes a María Alejandra Martín como mamá de Machera y te enervas las cuatro veces que la señora Margot –María Alessandra Pinto– habla con los policías. En fin, sufres, te indignas y lloras un poco a medida que avanza la historia.
Si bien, por ser una pieza en la que no podemos ver la postura del director o un concepto estético pensado y desarrollado en profundidad, más allá de generar un relato de acción, logra atrapar al espectador a pesar de las condiciones artesanales de la producción.
Cine Guerrilla vs. Cine Amateur
A la hora de catalogar la obra de Jackson Gutiérrez, nos encontramos con un debate interesante y Machera no queda exenta de esta diatriba. Él considera que se trata de lo que comúnmente conocemos como Cine Guerrilla, que se caracteriza por: bajo presupuesto, producción independiente, uso de recursos creativos, enfoque en la realidad social y estilo documental. Algunos ejemplos son: La hora de los hornos, La batalla de Chile, El Mariachi y Tangerine.
Sin embargo, después de ver Machera me parece más lógico agregar la categoría de Cine Amateur a la propuesta de Jackson Gutiérrez. Se trata de una marcada tendencia a trabajar lo social desde una mirada local. Sin embargo, me gustaría cerrar este artículo señalando que hay un aspecto de ambas categorías que siento bien vale la pena que el director se diera la oportunidad de explorar: se trata de la búsqueda de soluciones creativas que permitan jugar y complejizar la visualidad del filme.
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En fin, si estás esperando perfección ética y estética, este filme no es para ti. Y, menos aún si me dices que: el cine venezolano es puro malandreo. En serio, no la veas.
Esta es más una peli para reconocer que Mérida es más que la Universidad, sus rumbas y los dulces abrillantados. No tenemos playas, pero tenemos leyendas. Pero a quién engaño, con esta peli podrás comprobar que, como dice la fotografía que se inmortalizó, del viejo grafiti en el rectorado de la ULA: Mérida es depinga porque todo el mundo singa.
Nos leemos luego…