Lo que están por leer dista mucho de lo que acostumbro escribir en este espacio. Su origen es un debate que tuve con Manuel Azuaje R (nuestro editor) sobre lo que representa, actualmente, el cine venezolano para nuestra cultura, y lo que le depara. Un tema del que no hablo mucho, pero que cuando lo hago termino siendo un poco duro u hostil con nuestro cine.
El estado de la cinematografía actualmente
Desde hace algunos años, ha venido ocurriendo una transformación en la producción cinematográfica y de otros contenidos audiovisuales, pero también en la manera en la que los consumimos. La entrada de las plataformas de streaming (lideradas por Netflix y, en menor medida, por YouTube, además de aplicaciones como Tik Tok o Instagram, en su apartado de IGTV) hace que cualquier pantalla sea un espacio a través del cual consumir audiovisuales.
Esto ha generado repercusiones en el cine, obviamente. Por ejemplo, en el año 2019 la taquilla mundial generó un total de cuarenta y dos mil quinientos millones de dólares. La mayor recaudación de la historia del cine. Una cantidad que se vino abajo gracias al peor año de recaudación en los últimos quince. También se podría decir que esto fue una consecuencia de la pandemia mundial por la COVID-19. El total de los ingresos por taquilla en el 2020 fue de dieciséis mil trescientos millones de dólares. Lo que representa el 38,4 % de lo recaudado en el 2019, con una caída de más del 61,6 % de la taquilla total.
Quizá si no hubiese ocurrido la pandemia, estaríamos hablando del 2020 como un año récord, “era lo lógico”. Pero acá hay un problema, y nadie lo ve. Año tras año, desde el 2005, la taquilla mundial había venido aumentando su recaudación, hasta el fatídico momento en el que se declaró pandemia mundial, por el coronavirus, y las salas de cine tuvieron que cerrar.
Entiendo que puede ser contradictorio que diga que las plataformas de streaming están ganando terreno sobre la producción y los estrenos, cuando la recaudación de las salas de cine había aumentado durante los últimos catorce años. Pero, si profundizamos, viendo cuáles son los mercados que engordan estos números, así como el tipo de producciones que llevan todo el peso de la taquilla, entendemos por qué se dice que el cine está en crisis, y el coronavirus solo le dio el empujón que hacía falta.
Tal vez pueda ser duro, pero el cine como lo conocíamos ha muerto, y muchos quieren seguir negándose a creerlo. Ha muerto, cuando los grandes estudios prefieren invertir casi todo el dinero en sagas y películas de superhéroes, haciendo que realizadores de la talla de Scorsese, Cuarón o Fincher migren a las plataformas de streaming para producir sus películas. Ha muerto, cuando las películas que se ven en una sala de cine parecen hechas para televisión, perdiendo todo el carácter cinematográfico que deberían tener para considerarse cine.
Siendo esta la situación, los estudios financian cada vez más productos de superhéroes, y reviven sagas que fueron exitosas en el pasado porque les garantizan duplicar o triplicar lo que les costó la producción, dejando de lado cualquier otro tipo de proyecto que no tenga el “éxito asegurado”. Lo que hace que la variedad dentro del catálogo de las salas de cine sea poca.
Por ejemplo, en un mes te puedes encontrar con una película individual de algún personaje de Marvel, acompañada por otra de un personaje de DC, y a su vez a estas las acompaña la película número 850 de Rápido y Furioso. Olvídense de Michel Gondry, David Bowery o Wes Anderson, eso es cine caviar. Y si, por alguna razón, hay películas de estos directores en cartelera, no recaudan lo mismo que ir a ver a Iron Man cayéndose a golpes con Capitán América.
¿Y en Venezuela?
Si ya es dramática la situación en países donde producen un promedio aceptable de películas año a año, imagínense en nuestro país. Venezuela históricamente ha producido su catálogo cinematográfico gracias al Estado. Esta forma de financiar nuestro cine se consolidó en los setenta, gracias a la relativa bonanza petrolera y a la creación de instituciones como Foncine, que tendría una caída en los ochenta y que luego, con la llegada del nuevo milenio, se volvió a recuperar con la fundación del CNAC y demás instituciones.
Todas las oportunidades que se tuvieron para crear una industria cinematográfica se desaprovecharon una tras otra. Así, como casi toda la actividad económica y política –agregaría que social– de Venezuela, el cine ha sido arropado por el manto del rentismo. Su producción, e incluso su distribución, está irremediablemente unida a ello. Es muy fácil darse cuenta, ya que los periodos en los que más películas se producen, y quizá donde más dinero se recauda en la cinematografía nacional, son justamente esos donde el país vive una bonanza económica extraordinaria, véase el tiempo del primer gobierno de Carlos Andrés Pérez o el mandato de Hugo Chávez.
Actualmente, con la crisis económica que arrastra el país, desde hace más de ocho años, las instituciones que financiaban películas nacionales prácticamente no tienen recursos para apoyarlas. Aparte de eso, tampoco hay un fondo privado que tenga la capacidad para financiar una película. También, actualmente Venezuela debe tres millones de dólares a Ibermedia, por lo que se encuentra bloqueada, no puede optar al fondo de financiamiento y ayuda que se da a las producciones iberoamericanas para que puedan realizarse.
Tenemos ante nosotros una situación delicada, porque, prácticamente, la realización cinematográfica en nuestro país está en una especie de limbo –unos pocos producen–, año a año va disminuyendo la cantidad de películas, y, por otro lado, tenemos la oportunidad de decidir cuál es el camino a seguir.
Personalmente, creo que vamos tarde para armar una industria cinematográfica. Primero, porque el cine venezolano no es interesante a lo interno, cuando tu competencia son los sospechosos habituales (Marvel, Pixar, Rápido y Furioso, etc.) y, segundo, porque una industria de cine venezolano implica un manejo de recursos que, básicamente, se van a tirar por la borda, como se ha venido haciendo históricamente, producto de nuestra mentalidad rentista.
Con esto no quiero decir que Venezuela se deba echar al abandono. Pero sí que evaluemos y observemos cómo los audiovisuales que más se parecen a nosotros (en términos de realización, contexto, historias, etc.) están cada vez más cerca de las plataformas de streaming (Netflix, Amazon, HBO Max) y otras alternativas (YouTube), que de las salas de cine.
Por esta razón, más que la creación de una industria cinematográfica, creo que en Venezuela hay que sentar las bases para una industria transmedia que pueda ser autosustentable, capaz de contar las mejores historias con la menor cantidad de recursos posibles, pero accesible y atractiva para el público. Es hora de darse cuenta de que el cine como lo conocemos murió, y nosotros estamos llegando tarde. No lo hagamos más.
….este articulo cree que descubre el agua tibia…
Ese mismo problema lo ha tenido nuestra cinematografía siempre y toda la vida.. son pocos los momentos entre los más de 100 años de cinematografía en los que hemos repuntado..
Alegría de tísico se podría decir..
Pero eso no significa que no siguiéramos apuntando a sincronizar nuestro espejo de pantallas con la cultura cinematográfica..,
Ese tema de reinventarse lo hemos hecho siempre y esta sera una vez más.. con pandemias y nuevas reglas…
Ese descubrimiento de preguntarse no es tal.. es igual a ese de siempre que nos tilda a la industria venezolana y sus creadores cómo ciegos y negados a lo comercial y el negocio.. .. es un tema refrito..
un ejemplo Univision ( Mexico) aunque es una gran empresa audiovisual y de medios .. cómo economía y negocio está ahí.. pero muy muy lejos de netflix…
Esto significa que dejen de producir ?porque se ve más material gringo!!
Es cómo trasnochado …
además lo que si debemos hacer es mirar hacia la pantalla del streaming ..
y eso lo tenemos que hacer pero no porque nos estemos preguntando “si necesitamos una industria “….
Por favor!!!!!!
Tendremos una industria apuntando a estos nuevos tiempos… y esperemos apuntando a un país que sea país con instituciones y no un terreno lleno de gente y vice ministerios y leyes inexistentes y represión a todos los niveles..
Platania debes informarte e investigar más nuestra realidad en los tiempos de cine…
Por otro lado si debemos tomar en cuenta a nuestros socios estratégicos cómo los otros negocios de contenidos y pantallas tv cable publicidad redes y afines…