Vereda 18
Es un pasillo largo donde se sientan las personas a disfrutar
es la cerveza fría y los cigarros Starlite,
son muchas las puertas del universo.
Mientras las señoras reposan
todos los gatos de la vereda
están en mi casa comiéndole la comida a Saturnina.
En un desparpajo veo en el horizonte al Pico Bolívar
como cenicienta esperando su zapatilla.
Vereda 18 de todos los milenios
con familias
alegrías y tristezas;
casi no se oyen grillos
solo pájaros que al amanecer circundan por el techo.
Es el adiós y el recorrer.
Algarabía por fuego
Una algarabía en la calle
unas señoras lloran desesperadas,
unos niños con apenas interiores puestos
salen corriendo rápido de la casa,
al igual que unas mujeres en batas de dormir
con las manos llenas de harina Pan.
La vecina histérica grita
¡se va a quemar la bodega!
Unos obreros trabajan cerca de donde está la algarabía,
entre ellos se ponen de acuerdo
para apagar las llamaradas que salen del medidor de luz.
Unos le lanzan tierra,
algunos con una manta tratan de hacer el acto de magia.
La llama crece y viaja.
Uno de los obreros
con un palo pudo despegar los cables,
pero el medidor seguía prendido
y ahora el fuego comenzaba a recorrer por los conductos
que va directo al transformador.
El esfuerzo parece inútil
desde la calle la gente pide un extintor.
El obrero héroe del vecindario
se monta encima del techo de la casa
con una pinza de la grandes
rompe el cable de un tirón.
Los cables siguen encendidos,
el peligro de morir incendiados
ya pasó.
Faltan 32 minutos para el despegue
Como si fuera un destello ultravioleta
en el abigarrado encuentro de las aves del aeropuerto
probando esta forma de recorrer el mundo,
con un frío insinuoso
a la par de estar cerca de mi hermano
ya me doy la bienvenida.
Simultáneas faenas descubren el rostro
bienaventurado al tiempo tangible de lo otro que pudo ser,
carretera y soliloquio con el taxista desde
su despeinado asiento
batir en el impulso una ráfaga de cotertulias
y el vuelo sale a las 7,
mis cercanas señoras mayores se preocupan por el tiempo
se lo veo en sus rostros y en la preguntadera de la hora
y en menos de una hora ya estamos en Caracas.
El restaurante a esta hora está medio vacío
hay botellas de vino hasta la madre
las servilletas de tela bien puestas
el menú de La Tinaja se lo dejo a los visitantes,
quizá tengan más hambre que yo.
Por el momento es volar sin volar
es estar estacionado a la espera de que los motores suenen,
uno nunca sabe del aterrizaje…
/una jirafa oxidada en un campo petrolero de Cabimas/
no quiero comer,
quisiera sobrevolar este Vigía
de calor intenso
el frío automático me entumece.
Escrito sin nombre ni tiempo
Es como si existiera dentro de mí
algo más allá de esta matérica realidad,
mayor es el impulso de la comprensión
para no sentirme tan ahogado,
quizá es mejor atarme a los búhos
y sean ellos quienes midan el mar, la tierra, el horizonte.
Es como sobrevolar por el futuro de esta lectura,
y tú,
que de pronto sientes un vacío, no te juzgues
es el regocijo de las nuevas temporadas
el acecho de turpiales planeando alrededor de la cama.
Suenan los edificios álgidos
a Merisol León
Hay unos cazadores detrás de las frías vigas,
civilizaciones construidas con cemento
que se calientan cada vez más.
Distribuciones de pensamientos,
creencias, religiones,
en hermandades iguales.
Búsqueda de una verdad absoluta
en un planeta lleno de libros líquidos.
Rasgos comunes mundiales
que se escuchan y encuentran.
Sueños que pueden derribarse con bombas.
El mundo se calienta más
y comienzan a resquebrajarse los edificios.
Cambio oficial
a mi hermana Luisana María
La dama de las memorias cose su recuerdo
mientras los peroles de su hija se embalan
las dos
ojos vidriosos en una mar de sentimientos encontrados
el destino le marca una distancia,
una seguirá allí en el apartamento
mirando los desastres traviesos de sus hijos.
Ambas dormirán separadas e inventarán por sus gracias
las dos saben que pueden contar la una con la otra
cambio oficial,
son madre e hija despidiéndose
del apartamento de un cuarto piso.
Sus vecinos no serán los mismos
sus distancias algo parecidas
se encontrarán en la ruta 3
se contarán lo que la otra hizo el día anterior
mientras su hijo y nieto crece como pasto;
es el momento de decidir caminos paralelos
los viejos fundaron la familia en una ciudad ajena
de donde nacieron
saben lo que será para ella ser una mujer sola,
con un hijo a construir.
Esa soledad no estará lejos de casa
sus miradas serán las mismas
se unen y se alejan
reconstruyendo
los pasos de la jornada.
Las voces rememoran los cumplidos familiares
y de la fiesta cuando ella cumplió los 15 años.
Determinante
Una nave, un párroco, una lentejuela, una carretera, una
madre, una luz, un silencio, un computador, un diálogo,
un roce, una mano, una liana, un árbol, una gata, una botella,
un deseo, una brocha, un carro, una manzana, un ave,
una escalera, unas estrellas, una carpeta, una página, unos
asientos, un parabrisa…
El árbol de la circunstancia se veía a 3 km, en él los ángeles
se trepan y comen de un fruto líquido sacado de unos
tallos engamusados. Los relámpagos titilan en la creciente
noche.
Una rama, una hoja, una moneda, un paisaje, una ilusión,
una presencia, una pala, un camino…
Despiertos en medio de la neblina vimos los ángeles trepar
en silencios eternos.
Una risa, un abrazo, un deseo transfigurado en la alucinación.
Un valle con las apariciones corporales de nuestras
propias fantasías.
Una hoja, una rama, un cuerpo sembrado en la naturaleza.
Una piedra, un río, una montaña grabada en una cámara de
video que entretenía el momento.
Una carretera, un silencio, una perra lejana, una rebanada
de pan en la maletera.
Dos instantes: el árbol lleno de ángeles y el camino solo
para nosotros.
El planeta de los poetas
al Conde Blu de Otro Sole
En el planeta de los poetas vivimos todos
a veces cable a tierra
a veces más arriba de la nube 370,
cerca de una casa anaranjada
donde los ciclos matinales duran 17 horas
las curvas son rectas entre el pastizal amargo
y las noches azules.
En el planeta de los poetas navegamos sobre las mesas
luego de un olor a fiesta vamos soñando
las calles y montañas recibiendo nuestros pasos,
y en el firmamento
hay un color cobre que va arreando los rebaños,
detrás del avestruz está la flora brotante
mientras los dedos van moldeando sus carnes.
En el planeta de los poetas las oraciones son materia
y los vasos regados por la casa,
también hay rinocerontes atrapados por la luz
y una mata de guayaba orinada.
En el planeta de los poetas anduvimos sonriendo,
confabulando con los crepúsculos
y amaneceres sobre la expansión.
Tras el silencio del sereno
fluyen en el ojo de agua matices silvestres
y el quejido de algún cachorro tocándote a la puerta
para pedir paz
y afuera hay un león que te persigue
y la leona olfateándote hasta la médula espinal.
En el calendario;
el roce de la brisa borrando las huellas
las clases compartiendo comidas
aderezadas con cayenas.
En este planeta estamos tocados por la poesía
que silbando va llamando
al despertar.
***
Estos poemas son una selección del poemario Esquina de la mesa hechizada, obra ganadora del Primer Premio mención Poesía en la I Bienal de Literatura Rafael Zárraga, 2011.
El planeta de los poetas. Asi es donde yo vivo.quizas pudo estar en Vallecito o en la Lumonty, quizas se mudo a la Viuda. Pero esta alli. En una curda en un porro. En la libertad de poder elegir.