Inspirado en el famoso poema de Pérez Bonalde “Vuelta a la patria”, como si hubiese sido leído a través de un espejo, hoy 6 de mayo se estrena el cortometraje venezolano El peregrino y la luna.
Narrativa, música, danza y cine se conjugan para dar vida de forma singular a una historia cotidiana y actual. Se trata de un cuento de amor de lejos, que contraviene el refrán, para dar expresión artística al auténtico amar, añorar, extrañar.
“Vuelta a la patria” expresa una situación existencial excepcional para nosotros hasta hace pocos años, cuando la expresión “el venezolano no emigra” era casi absolutamente verdadera.
El poema de Pérez Bonalde manifiesta la añoranza desde el exilio y el deseo de volver a la patria. En cambio, El peregrino y la luna expresa el sentir de quienes se han quedado y añoran el regreso de sus amores.
Las hermosas tomas de Caracas y la fotografía a cargo de Fabricio Contreras (@fabriciocontreras), con asistencia en la cámara de Dikó Betancourt (@Diko_fotografia), van ganando enfoque, forma y contexto a medida que se desarrolla el corto, y mueven al espectador desde un lugar indefinido hasta otro que pudiera sentirse como propio, por lo que posiblemente producirán añoranza en quienes se encuentren fuera del país.
El cortometraje, cuyo guion fue escrito también por Fabricio Contreras, no solo narra una historia de nostalgia amorosa común para muchos de nosotros en estos días; sino que habla de prácticas artísticas que nos ayuda a advenir frente la situación afectiva que nos acomete.
Así, la danza, ejecutada por Orlymar (@orlymarparedes) paredes y Nica Guerrero (@nicaguerrero) y corografeada por Cristina Rossell (@larossell), adquiere un valor subjetivo, terapéutico, liberador y productivo. No se trata solo de padecer, no se trata de resiliencia, se trata de enfrentar la situación mediante la creación artística.
Más allá, si atendemos la producción de la obra, articula un crew multidisciplinario de artistas venezolanos que hace vida en el país con la diáspora, para abordar la tesitura actual desde la creación, entendida como sublimación de la experiencia en arte.
Su belleza resalta aun más si se toman en cuenta los desafíos técnicos que implicó, ya que supuso, entre otras cosas, el concierto natural de una luna llena y una noche despejada en el caprichoso clima caraqueño. Desde la producción, que llevó adelante Paul Mendoza (@Pmvesga) junto a Contreras, se resolvieron diversos retos con soltura y aplomo.
El contraste entre padecer la falta y hacer algo sublime con ella está muy bien expresado en el tránsito del “silencio” a la música.
Así, la ausencia de voces se supera gracias a la irrupción de danza y música, esta última compuesta por Enrique Rey (@kritikert). El diseño sonoro estuvo a cargo de Marco Salaverría (@MarcoSalaverría).
También participaron en la obra: Liliana Gómez en la asistencia de producción; Nanaka (@nanakapro), en la post-producción; Gilberto Gavidia (@gilberto_gavidia) en los efectos visuales; Sofía Saavedra (@sofiasaavedraart) con la ilustración promocional; y Marcelo Volpe (@Trincherarte) en el diseño gráfico.Vale decir, para cerrar estas líneas, que todos los involucrados son panas. El peregrino y la luna es genuino producto de afectos, puestos en diálogo para creación de lo bello.