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Inmanencia (1998-2023): 25 años

Enrique Bernales Albites Por Enrique Bernales Albites
29 abril, 2023
en Literatura, Poesía
0

En el principio era el ritual (manifiesto, 1998)

En el principio era el ritual. La primera palabra brotó de un balbuceo, de las gargantas de seres afiebrados que se rebelaron contra el silencio, subvirtiendo su tiranía. El ritual fue inherente a su existencia. La naturaleza destilaba una energía de la cual estos seres participaban, como el lago que absorbe la luz candente de los astros y la refracta. Así, la palabra nació como canto, invocación, espíritu transmutado; adherida a un orden supremo, buscó armonizar con éste. La primera palabra fue una sistematización del caos.

En las sociedades primitivas, el ser humano es una prolongación de las cosas, una presencia viva entre las fuerzas que mueven todo el universo. La existencia es danza, rito, alucinación del cuerpo en la noche total. El habla tiene una impronta natural: al nombrar las cosas, los seres humanos se integran a ellas, volviéndose partícipes de una comunicación plena —la comunión en que los límites se desbordan hacia el no-espacio, el no-tiempo, el no-vacío. Mediante la palabra, los seres se vuelcan sobre sí mismos y encuentran su lugar en el cosmos: el espacio reservado a los ángeles que reproducen el espíritu cinético de todo lo existente.

El ritual está asociado a dos hechos complementarios: la invocación y la ceremonia. Invocación como acto por el cual los seres intentan acceder a lo inefable, lo inaccesible, hacia lo que se oculta tras múltiples velos. Este proceso es posible dentro de un acontecimiento individual y comunitario a la vez: la ceremonia —acto de desprendimiento del espíritu, de desposesión de la materia hacia lo eterno, hacia la omnipresente sustancia del Todo. Es necesario aclarar que estos actos (ritual, invocación, práctica ceremonial) no se bastan por sí mismos; necesitan una urdimbre que enhebre la trama en un tejido cósmico, absolutamente inabarcable. Esa pieza indispensable es el mito.

Sólo una sociedad con esquemas mítico-mágicos es capaz de elaborar un pensamiento que no se ciñe a patrones lógico-racionales. Sólo una conciencia mítica encuentra en las cosas la esencia de lo humano. Esta forma de ordenar el mundo se encuentra inundada del soplo vivificante de los elementos. Los seres humanos, según esta concepción, son los elementos.

La poesía nació dentro de este contexto. Poesía como comunicación secreta, como grito, como aguijón que penetra en los arcanos para revelarlos. El poeta se convierte en intermediario entre las estancias micro y macrocósmicas del mundo —al disolver sus límites en el acto creativo, entabla vasos comunicantes entre lo finito y la eternidad. Crea un estado de simbiosis sólo transmisible por la palabra poética entendida como develamiento. De aquí se deduce que el carácter ontológico de la poesía fue y será siempre mágico. El poeta reúne en sí mismo a todos los seres en un cuerpo de raigambre universal. Los recrea y expresa con la única arma que posee: su voz. Este cuerpo vasto producido por el poeta destruye todo vestigio de precariedad. El movimiento se suspende y el ser se contempla, redimido, en el brillo cegador de la aurora primordial.

La poesía es un medio de conocimiento que niega la división irreconciliable de los esquemas binarios para postular, por el contrario, la unicidad. Al introducirse en el ser de las cosas, la poesía asienta una nueva ontología: la fusión armónica del sujeto y el objeto. Como proponía Rilke:

Cada vez me resultan más próximas las cosas
y más vistas las imágenes.
Y me siento más familiar de lo inefable.

La poesía transmuta lo velado, lo inexpresado, a través de la imagen lírica. La palabra despoja al ser de su inherente fragmentación, lo integra a una especie de corporeidad espiritualizada. La imagen poética es materia, pero materia que habla desde el espacio ilimitado de la interioridad. Así, la poesía nos sumerge en el manantial de la pureza y la inocencia, nos devuelve el canto originario ante la lluvia y el fuego y los himnos invocados en los ritos iniciáticos. Nos reintegra al principio, al seno reconciliado del demiurgo.

En esta época hiperreal y de creciente deshumanización, la poesía se mantiene más vital que nunca. Porque anida en un fragmento del código neuronal humano, en el corazón de la especie. Mientras el ser humano exista, el santuario de la poesía se mantendrá incólume, arraigado a firmes raíces. La poesía es el poderoso resplandor del alma, la posesión de la conciencia unificada, el regreso al útero, la apuesta por la libertad irrestricta ante la represión y la censura.

Rechazarla es negarse a uno mismo, es abdicar ante el silencio y las tenazas del vacío.

Afirmarla es acceder a la atemporalidad, a la disolución del cuerpo en las esferas estelares.

***

.

Florentino Díaz Ahumada (Lima, Perú, 1976) Poeta, terapeuta y gestor cultural en ámbitos de creatividad. Cuenta con 15 publicaciones entre poemarios, ensayos y fascículos que destacan las posibilidades de relación entre la dimensión humana y cósmica. Elabora diferentes experiencias estéticas como la narración de cuentos, poemarios, ensayos, performances y piezas teatrales. Entre los premios recibidos el más destacado es el “Primer Premio en el Concurso de Ensayo El libro en la cultura humana” convocado por el Fondo Editorial de la Pontificia Universidad Católica del Perú. Cuenta además con estudios concluidos de Maestría en Escritura Creativa y en Medicina Tradicional China y una orientación hacia la filosofía oriental.

Declaración del poema

Un poema anida espacios
concede hilos, sombras, marcas para otros mundos
donde se acaricia un misterio
un poema acude a tu cuerpo, lo revitaliza
le susurra aliento, calma, vuelo o resplandor
mientras se cubre de oro y de un polvo finísimo
proveniente de otras galaxias
un poema acciona sobre el mundanal ruido
decodifica su cauce, cauteriza esa escisión
entre forma y sonido, entre palabra y beso
un poema nos descubre ínfimos
cadenciosos, post tutelados, pre-inversionistas
con las manos completamente vacías
sin palabras para el otro gran encuentro

Un poema sueña tu tiempo, el tiempo aquel, el tiempo interestelar de los que están por venir
un poema libera tu cuerpo, le alcanza en el centro de su energía
le abraza, le fortifica para la correspondencia
con las líneas aún desconocidas del espacio y de los velos 
tras el espacio.
	
Un poema si lo comprendes permite en tu realidad
canalizar la duda, la rabia, el temor heredado
por siglos y siglos de frontal dominación.

Contempla el cielo del poema.
encuentra el tiempo del poema
canta la canción del poema.

El corazón es la fuente

y la mejilla constelada
cerrada a cualquier roce
y la hermosísima distancia
de tu cuerpo

Blanca Varela
La canción brota de una raíz invencible:
haz esplendoroso, rayo de la vida.

El corazón es la fuente.
Oh luz que asistes a toda percepción. 
Oh mente, eres radiante, 
entre las gotas de la lluvia. 

Todo lo viviente y lo invisible
reflejado es por este Atman de la luz.
Ya tus ojos le contemplan.

Cuando ella iluminada está por el Atman
consciente se hace de este cosmos.
En su ausencia, nada puede percibir.
Así, también el sol derrama luz en cada espacio,
así, también desaparece y es la luna su espejo.
En su pálido brillo distinguimos la hojarasca
de la piedra.

Así, también cuando te vuelves al corazón,
la mente deja tras de sí su limitado brillo:
se hace aroma, cauce, vértigo de lluvia,
un ritmo entre los pasos
embriagados del danzar.

"¿Quién abraza el ritmo?"

Eso preguntas. Nos distancian muchas rampas, grama, 
alfileres de hierro circundando a las formas
aparentemente definidas de tu calle y tu ciudad,
de tu archiconocido rumbo, el bus desvencijado,
la gran montaña al este. 

No es sencillo decirlo,
toma su tiempo, mucho se ha perdido dejándose 
a las palabras. No somos ellas, pues nos situamos
más profundo que su origen. No es de ningún modo
posible comentarlo así directamente, sin distorsión;

El eco de esa rama lo dobla el viento finalmente.

Alguien suma sus pensamientos a la luz de este fuego,
nosotros te rodeamos y alcanzamos la quietud.

12 de octubre

Hermoso árbol de los seres,
cuál de los vientos te custodia,
Amado, en las hojas de la vida;
en los silencios del anochecer.
Me gusta pensar que no tienes
raíces, ni oscuras ramas o tu piel
desasida de los nombres y la flor.
Me inquieta el rumbo enhebrado 
de tu tronco y de tu sombra sola,
como una fragancia inabarcable,
otra levedad del río y de la sangre.
¿A quién puedo yo tornar la voz?
¿A qué otro espacio convocar 
los versos, los sueños inasibles 
de la tarde o de la pronta aurora?
Viejo árbol de ascenso misterioso 
hoy me ha tocado en el alma 
un horror, una caída aún tierna.
Y he visto ante mis ojos el sentido
antes olvidado de tu viva ofrenda.

Primera meditación de tu ser en la ciudad

Si quieres recordarte, siéntate:
respira
junta las manos
derecha sobre izquierda
crea un puente en los pulgares
presta atención a tu vientre, percíbelo
allí el caldero donde emerge el tú
la luna, el sol y los demás destellos

La luz va llegando desde el este, observa

El sonido del mar se hace cercano
el sueño y la vigilia, ambas se han fundido
no te distraigas, esto es sencillo no huele
no sabe a nada, no tiene color, es agua
ése es el hilo
lo vas notando lentamente

Se expresa en el silencio la urdimbre de las voces
se va abriendo en la penumbra el rumor del aire

Vital y grato. Siéntelo
hazte el propósito
es invisible, no le tocas, no le puedes atrapar
¿No será de amor su aliento cuando al fin te encuentra?
Sigue respirando porque más de ti vas conociendo
más del suelo, del sillón, del edificio
más del parque, de la calle, de los autos
más de ese navío, de esas puertas. Ese tonel y ese garfio
lo íntimo del mar está en el viento

Vas comprendiendo y el miedo se diluye

Escucha: En esta noche duerme la ciudad
en este día
y en realidad todo relucirá de otra forma
cuando tiendas desde 		el centro 	del corazón
un lazo al infinito resplandor ahí en lo alto
y te dispongas
al cuidado del gladiolo y cedas al sereno
canto de la mañana que no te pide nada
y de la noche que todo tu brillar recibe

En esa estancia cada ser de tu ser se fundirá al servicio
de la claridad amplísima del viento
y el Divino dejará caerse en tiernos gestos
y en su caricia nunca olvidaremos nuestro origen

Manifiesto para una Ciudad Poética*

1. Denominamos Ciudad Poética a un sentir, una conjunción —hecha urdimbre de experiencias— entre los seres humanos, como consciencias despiertas, plenas y prudentes, con su universo e incluso con esos “más allá” del universo.

2. Sabernos en la ciudad es una forma de entender el espacio, una estructura intensa y precisa contemplada por el fluir de nuestra consciencia al interactuar con ese otro-aire-retorno. Es decir, la ciudad —como ritmo y movimiento— es la manifestación de una voluntad que finalmente expresa nuestra propia interioridad. 

3. Una Ciudad Poética es una ciudad que siente. Como manifestación propia del cuerpo, es también un cuerpo (fragmentariamente percibido hasta el momento) pero que demanda toda nuestra sutil contemplación, nuestra sensorialidad más íntima y nuestra mente más atenta. Así encontramos, en la espesura de su densidad, aquellos hilos invisibles donde realizar una caricia.

4. Todo acercamiento que exprese la maravillosa expansión del universo es un proceso poético. Una ciudad sintonizada en esta clave reconoce en su espacio la compleja y muy diversa confabulación del tiempo, de los millones de seres que transitaron la horizontalidad aparente de la tierra. De ese modo, en la Ciudad Poética, existe una consciencia de lo histórico, pero no asumiendo la realidad como hechos fijos y determinantes, sino como fluctuaciones capaces de múltiples interpretaciones y de diversas miradas. El tiempo entretejido con el espacio constituyen una suerte de materialidad con la que nuestra subjetividad transforma sus propias energías.

5. Una Ciudad Poética es un organismo, capaz de equilibrarse a sí mismo en ese reconocimiento de su entorno: el planeta Tierra. La amplificación de la consciencia es una de las raíces fundamentales para los ciudadanos en una experiencia poética de convivencia.

6. La separación entre humanos a partir de los prejuicios, el temor o la rabia, toman también su propia razón de una ya milenaria incomprensión del pulso cósmico. Es decir, el ser humano se ha contemplado como centro propio de toda conciencia y ha olvidado su naturaleza de tránsito y su verdadero origen más allá de esta materialidad configurada. Ese origen es inabarcable por la discursividad del pensamiento y solo la poesía, en sus diversísimas expresiones en toda acción y contemplación, es capaz de sugerir los símbolos que resuenen y canalicen la energía desbordante de ese origen.

7. La ciudad, como presencia material, organismo conformado de aquella primera sustancia que deviene forma desde lo invisible, es la resonancia de un determinado carácter colectivo. Una visión, un entorno y una comprensión del universo confluyen en la manifestación exterior que constituye toda relación de espacios y de modos de habitar esos espacios.

8. Una “actitud poética” incide en el respeto de los procesos propios del universo en el que nos movemos, acepta también su inconmensurable belleza y se esfuerza por permanecer en asombro y en constante aprendizaje de aquellos instantes donde un saludo, una palabra gentil, una muestra de afecto, puede cambiar nuestra percepción de las cosas, nutrirnos interiormente y, muchas veces, salvarnos de la anomia y el despropósito. Convocamos la rearticulación —con un enfoque innovador— de esas energías creativas que constituyen el fondo psíquico y el potencial de salud de nuestros ciudadanos. Para ello la estimulación y generación de espacios de creación y formación son de vital importancia. La educación no es un proceso que deba culminar en las escuelas, es también un acontecimiento permanente, una necesidad que configura nuestro sentido de vida.

9. Una ciudad poética está enfocada, estructurada y alentada para la libre expresión de la creatividad de sus habitantes. Comprendiendo la creatividad no como una facultad exclusivamente de resolución de problemas o de modificación de mercancías, sino como una de las pulsiones más misteriosas y preciosas del espíritu humano que conjuga su imaginación, su amor, su voluntad y su capacidad de comunicación con la vida en todas sus manifestaciones. En la ciudad de Lima buscamos implementar el desarrollo de tal comunicación y expresión a partir de acciones colectivas de exploración creativa, de profundización en los sentidos cósmicos y sanadores de las prácticas culturales de la urbe y de la estimulación del pensamiento creativo en escuelas y centros itinerantes que permitan la conjunción de los ciudadanos en el conocimiento mutuo de sus realizaciones u obras.

10. Cuando expresamos el anhelo de una acción colectiva capaz de convertir a Lima en una Ciudad Poética, nos referimos sencillamente a llamar la atención sobre aquello que ya es cada ser humano: una expresión inspirada, única y excepcional, que se desenvuelve en este universo. No existe una persona idéntica a otra y esa excepcionalidad es quizá la cualidad más esencial de aquella inmensidad de procesos que permiten a una persona existir, relacionarse, compartir... Ciudad Poética busca amplificar nuestras nociones de poesía. Es decir, la poesía no entendida solamente como la escritura de versos, sino como una actitud creativa hacia la vida, una forma de estar en nuestro mundo donde el respeto por la naturaleza, por los seres que nos rodean, y por nosotros mismos, es uno de sus pilares fundamentales.

11. De esta manera, contemplamos a Lima: Ciudad Poética como una forma de respiración, una cualidad en el modelo actual de convivencia, que va generándose desde la espontaneidad de una visión tierna y respetuosa por el milagro de la existencia. Cada instante de comprensión es un hilo luminoso que asciende más veloz que las ondas de radio hacia cúmulos invisibles de galaxias y de estrellas.

* Este texto fue publicado incialmente con el título Manifiesto por una Lima Ciudad Poética en octubre de 2019, por la revista El Ojo Interior. Asimismo, pueden consultar el canal de YouTube: Lima Ciudad Poética donde encontrarán el proceso de desarrollo y articulación de esta propuesta.

Chrystian Zegarra (Trujillo, Perú, 1971) obtuvo un doctorado en Literatura Hispánica en University of California-Los Angeles. Actualmente se desempeña como profesor asociado en Colgate University (Hamilton, Nueva York). Ha publicado seis libros de poesía y una selección de su obra poética titulada Objetos sin casta: poemas escogidos, 1998-2009 (2019). Con el poemario Escena primordial y otros poemas ganó el Premio Copé de Oro en 2005.

[De Escena primordial y otros poemas, 2007]

Campo minado

Me tiendo de bruces en esta ladera.
Una fila de hormigas trepa
Las lomas de mi espalda.
La hierba crece como fusiles al borde de este abismo.
Apago cigarrillos en los ojos de los buitres
Que merodean la carne acribillada,
Y acciono la luz de alerta
Ante la inminencia de una escritura negativa.
 
Mis camaradas buscan calzar la noche,
Que baila con cintura de ramera
Y la cuchilla al ras bajo el señuelo.
Es una contradanza que secciona
La ansiedad de los cuerpos.
Un desnudo móvil, cinemático, que se proyecta
Detrás de una escenografía de cadáver.
 
Todos habitan sin falta
Este reino de exterminio.

Marginal

La sangre habla
Desde un fragmento de mi lengua subalterna.
 
Un árbol removido de raíz,
Libera el movimiento de objetos atrapados
En esta malla.
(No hay castigo para las víctimas del tacto).
 
Poema que transita por un rastro de plomo,
Sobre huesos que cubren la tierra que expira,
Y mezcla deseo y memoria,
En una voz enferma, desmembrada.
 
Mi cuerpo carece de órganos:
Cicatrices usurpan el lugar de manos, piernas, garganta.
La sangre se desplaza por el borde de mi boca,
Hasta inundar la frontera de este campo de ceniza.
 
Mi lengua no conoce de acrobacias;
Una navaja se apresta en este instante a silenciarla.

[De Sacrificios, 2007]

Arte poética

la mueca aún tatuada en el hueco de papel
el exorcismo
el lenguaje súcubo
manos rotas
el vuelo del insecto
el aterrizaje en medio-aire
una camisa de fuerza
una frase desmembrada
un pie mordiendo el borde del abismo
en caída libre
 
el sexo culpable en la raíz del árbol
el hijo del reflejo
la ceremonia enmascarada para nadie
planeta infierno
ojo anónimo
constelaciones de ceniza
y un objeto al alcance de la mano
un objeto para nuestra locura portátil
un objeto para atrincherarse en la batalla
un objeto nada más

[De Cinema de la crueldad, 2009]

Estado de sitio

La locura del hombre que apedrea gatos
desde el punto de mira de su balcón oblicuo
hace que la luz de la cuadra
se disperse en un espectro de gritos de felino
mientras los vagabundos
y los poetas sin oficio
ni hospicio
                       ni siquiera reciben
el trazo del golpe
                       o el impacto
de la pedrada
 
El asesino de gatos es sólo una más de las tantas imágenes
                       que han invadido la ciudad
(como las cruces negras y los nichos anónimos)
y se ubica de preferencia en los balcones
 al filo de la tarde
cuando todos se refugian en salones de clausura
y murallas que resisten el olor a podredumbre del afuera
 
El ASESINO al igual que el VERDUGO el ASALTANTE o el SICARIO
dispone ahora de un plan maestro de exterminio:
abre tuberías y desagües de la ciudad
para que las ratas huyan libres por esquinas y veredas
y tropiecen al más mínimo descuido
    entre las garras de los gatos
 
Entonces el hombre apedrea
          gatos
                              vagabundos
                      &     
               poetas
para que la demencia no altere la maleza de sus sentidos
para que las gentes de los interiores


(cuando la mañana despunte
y se cuele otra vez
como tenia en el estómago)


encuentren cadáveres frescos para saciar su hambre
en cada basural de los callejones

[De Animal(x)s, 2021]

(Z)

Si
	zumbo,
		chillo,
			rebuzno.
Si
	trino,
		grazno,
			ululo.
Si
	bramo,
		berreo,
			chasqueo.
Si
	bufo,
		gorjeo,
			aúllo.
Si
	ladro,
		balo,
			parleo.
Si
	muerdo,
		hinco,
			rasguño.
Si
cultivo
cuero cabelludo
y cuencos
en la yema de los dedos
es para que uñas y pelo
crezcan
después
de muerto.

.

Enrique Bernales-Albites (Lima, Perú, 1975) obtuvo un doctorado en Lengua y Literaturas Hispánicas en Boston University. Actualmente se desempeña como profesor asociado en University of Northern Colorado (Greeley, Colorado). Ha publicado los libros de poesía colectivos: Inmanencia (1998), Inmanencia: Regreso a Ourobórea (1999) e Inmanencia: Dispositivo Alquímico (2020). Además, ha publicado los poemarios 21 poemas: Cerridwen (2003), Regreso a Big Sur (2019), Séptimo Poema (2020) y la novela Los Territorios Ocupados (2008). Es editor en la organización literaria La Ninfa Eco. 

[De Inmanencia: Dispositivo Alquímico, 2020]

Rakim

Poesía: alquimia
del verbo, magia,
movimiento,
música,
ritual de fuego,
baile en sangre,
Inmanencia,
voz del desierto,
Sefirot,
árbol en llamas,
habita un corazón
amargo y traicionero,
oasis flamígero,
Rakim,
Sol del Sudán,
perdición de Lira,
eterna compañera de viaje,
a medianoche.

[De Regreso a Big Sur, 2019]

I 

Quizás así empiece este viaje: 
Bingham, ¿ya te fijaste las rutas? 
Yo sólo amo, Bingham 
Yo sólo amo, yankee explorador 
Y en el amor veo el mundo 
el manglar, la lluvia 
las estrellas, los elementos que dan vuelta 
desde tiempos de Galileo 
Desde tiempos de Copérnico 
Desde aquel descuartizamiento 
de Hypatia, la más linda diosa 
que hubiera parido Alejandría y toda la hibridez 
oriental y griega. 

[De 21 poemas: Cerridwen, 2003]

Cerridwen 

Una mujer crucificada, desnuda, rodeada de santos
que alegres danzan,
Absolutamente, señor, encerrada en la misma concha,cierro los ojos y rechinan mis dientes,
me niego a ser esclava del sueño, estoy tan sola
y tengo miedo, ha llegado el tiempo de acabar
con la tristeza, pero no con los dolores, te llamo,
Oh Cristo en llamas, desnudo, rodeado de hadas
que alegres danzan, hacia la izquierda
nueve veces.

[Poemas inéditos, 2019]

Buda en Kursk (1943)

Es el Buda rojo, 
no se encuentran faltas en él
todas las virtudes lo habitan
él es nuestro refugio antibombas,
a él elevamos nuestras plegarias
a él cantamos nuestras alabanzas
aceptamos su Dharma con entendimiento
 
El humo
El tronar de los cañones
los huesos de los cuerpos
jóvenes listos para inmolarse
para entregarse en un Dharma hermoso
al fuego de las panteras y tigres alemanes
 
El Buda rojo se pasea en llamas 
por el fango sagrado de Kursk, 
entrega su cuerpo una y otra vez 
despedazado hunde su hoz en tu carne, 
es el Buddha de la venganza, 
del Dharma indiviso
es el fuego rojo, tú eres 
su martillo hermoso, camarada 
que floreces ya muerto 
ya fango, tú eres las páginas que Grossman
no pudo escribir, eres el amanecer
de T-34 y minas antitanques
eres el amanecer del Dharma y el sol
rojo, combustiona los cuerpos de los soldados
alemanes, el Dharma sigue su curso, 
el Buda rojo no se detendrá 
 
Por eso te canto, Buda de la venganza,
tus trabajos son muchos, tus virtudes incontables
y difíciles de definir, termina tu trabajo
por una causa justa y sí el mal permanece imperturbable
desde que nacimos en este mundo, pero la bondad
también nos inunda y se expande como el grano de mostaza
o las lentejas de los lunes.

Sueños rusos

“Mamulya, ¿qué es la sabiduría divina?”, el pequeño Iván
le preguntó a su madre frente al monumento del milenio,
sus ojos enceguecían ante la cúpula dorada
de la Catedral de Novgorod, Irina,
le respondió con dulce rigor
de té hirviente recién servido de un samovar,
“Solnyshko moyo, no tienes edad para entender
las preguntas celestes todavía, tal vez jamás”
 
En el año 6370 desde la creación del mundo, Rurik,
el príncipe guerrero de los varegos desembarcó
con sus huestes muy cerca de Novgorod y reclamó
sus tierras después de admirar la belleza del valle,
antes se hizo la misma pregunta que dejara intranquilo
al pequeño Iván, “¿qué es la sabiduría de los dioses?”,
Rurik había llegado de la mano de Veles,
el dios de las aguas y del inframundo
Ivan, ya un hombre de cuarenta años,
camina cojeando hasta la altura del monumento del milenio,
todavía observa asombrado la cúpula dorada de la Catedral
de Novgorod; sin embargo, las guerras en las que participó
endurecieron su corazón, allí no había
cúpulas doradas, en Chechenya había edificios en llamas,
minas antipersonales, lanzagranadas RPG, cuerpos mutilados
de todas las nacionalidades, el destino de la Rusia ortodoxa
se estaba decidiendo en el Cáucaso, una grave herida
lo condenó a su actual cojera, ni siquiera
pudo asistir al entierro de Irina
 
Ivan observa en soledad el monumento donde
destaca la figura del fundador,
el príncipe Rurik, un rostro de bronce,
sucio y descuidado, 
recuerda el día del accidente,
“Mamulya, era una mañana hermosa en Grozny,
la patrulla estaba inmersa en una operación,
nos emboscaron, hicieron saltar nuestro camión blindado
por los aires con un dispositivo improvisado,
se escuchaban sus gritos celestes
Allah Akubar, Allah Akubar,
entre el polvo y el fuego
podía distinguir sus estandartes verdes, los pocos que
sobrevivimos a la explosión nos reagrupamos, resistimos
y los contuvimos, luego el apoyo aéreo hizo lo suyo,
los colores dorados de los cohetes
lanzados desde el MI-16 hacían que esa mañana fuera
más bella, alcancé a derribar a uno de los muyahidines
en retirada, le abrí el vientre con mi daga cosaca,
me acordé de ti, Mamulya, cerré los ojos sobre el cuerpo
de mi enemigo pensando en la sabiduría divina,
en la mirada de Rurik cuando divisó el valle
de Novgorod por primera vez
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