En el principio era el ritual (manifiesto, 1998)
En el principio era el ritual. La primera palabra brotó de un balbuceo, de las gargantas de seres afiebrados que se rebelaron contra el silencio, subvirtiendo su tiranía. El ritual fue inherente a su existencia. La naturaleza destilaba una energía de la cual estos seres participaban, como el lago que absorbe la luz candente de los astros y la refracta. Así, la palabra nació como canto, invocación, espíritu transmutado; adherida a un orden supremo, buscó armonizar con éste. La primera palabra fue una sistematización del caos.
En las sociedades primitivas, el ser humano es una prolongación de las cosas, una presencia viva entre las fuerzas que mueven todo el universo. La existencia es danza, rito, alucinación del cuerpo en la noche total. El habla tiene una impronta natural: al nombrar las cosas, los seres humanos se integran a ellas, volviéndose partícipes de una comunicación plena —la comunión en que los límites se desbordan hacia el no-espacio, el no-tiempo, el no-vacío. Mediante la palabra, los seres se vuelcan sobre sí mismos y encuentran su lugar en el cosmos: el espacio reservado a los ángeles que reproducen el espíritu cinético de todo lo existente.
El ritual está asociado a dos hechos complementarios: la invocación y la ceremonia. Invocación como acto por el cual los seres intentan acceder a lo inefable, lo inaccesible, hacia lo que se oculta tras múltiples velos. Este proceso es posible dentro de un acontecimiento individual y comunitario a la vez: la ceremonia —acto de desprendimiento del espíritu, de desposesión de la materia hacia lo eterno, hacia la omnipresente sustancia del Todo. Es necesario aclarar que estos actos (ritual, invocación, práctica ceremonial) no se bastan por sí mismos; necesitan una urdimbre que enhebre la trama en un tejido cósmico, absolutamente inabarcable. Esa pieza indispensable es el mito.
Sólo una sociedad con esquemas mítico-mágicos es capaz de elaborar un pensamiento que no se ciñe a patrones lógico-racionales. Sólo una conciencia mítica encuentra en las cosas la esencia de lo humano. Esta forma de ordenar el mundo se encuentra inundada del soplo vivificante de los elementos. Los seres humanos, según esta concepción, son los elementos.
La poesía nació dentro de este contexto. Poesía como comunicación secreta, como grito, como aguijón que penetra en los arcanos para revelarlos. El poeta se convierte en intermediario entre las estancias micro y macrocósmicas del mundo —al disolver sus límites en el acto creativo, entabla vasos comunicantes entre lo finito y la eternidad. Crea un estado de simbiosis sólo transmisible por la palabra poética entendida como develamiento. De aquí se deduce que el carácter ontológico de la poesía fue y será siempre mágico. El poeta reúne en sí mismo a todos los seres en un cuerpo de raigambre universal. Los recrea y expresa con la única arma que posee: su voz. Este cuerpo vasto producido por el poeta destruye todo vestigio de precariedad. El movimiento se suspende y el ser se contempla, redimido, en el brillo cegador de la aurora primordial.
La poesía es un medio de conocimiento que niega la división irreconciliable de los esquemas binarios para postular, por el contrario, la unicidad. Al introducirse en el ser de las cosas, la poesía asienta una nueva ontología: la fusión armónica del sujeto y el objeto. Como proponía Rilke:
Cada vez me resultan más próximas las cosas y más vistas las imágenes. Y me siento más familiar de lo inefable.
La poesía transmuta lo velado, lo inexpresado, a través de la imagen lírica. La palabra despoja al ser de su inherente fragmentación, lo integra a una especie de corporeidad espiritualizada. La imagen poética es materia, pero materia que habla desde el espacio ilimitado de la interioridad. Así, la poesía nos sumerge en el manantial de la pureza y la inocencia, nos devuelve el canto originario ante la lluvia y el fuego y los himnos invocados en los ritos iniciáticos. Nos reintegra al principio, al seno reconciliado del demiurgo.
En esta época hiperreal y de creciente deshumanización, la poesía se mantiene más vital que nunca. Porque anida en un fragmento del código neuronal humano, en el corazón de la especie. Mientras el ser humano exista, el santuario de la poesía se mantendrá incólume, arraigado a firmes raíces. La poesía es el poderoso resplandor del alma, la posesión de la conciencia unificada, el regreso al útero, la apuesta por la libertad irrestricta ante la represión y la censura.
Rechazarla es negarse a uno mismo, es abdicar ante el silencio y las tenazas del vacío.
Afirmarla es acceder a la atemporalidad, a la disolución del cuerpo en las esferas estelares.
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Florentino Díaz Ahumada (Lima, Perú, 1976) Poeta, terapeuta y gestor cultural en ámbitos de creatividad. Cuenta con 15 publicaciones entre poemarios, ensayos y fascículos que destacan las posibilidades de relación entre la dimensión humana y cósmica. Elabora diferentes experiencias estéticas como la narración de cuentos, poemarios, ensayos, performances y piezas teatrales. Entre los premios recibidos el más destacado es el “Primer Premio en el Concurso de Ensayo El libro en la cultura humana” convocado por el Fondo Editorial de la Pontificia Universidad Católica del Perú. Cuenta además con estudios concluidos de Maestría en Escritura Creativa y en Medicina Tradicional China y una orientación hacia la filosofía oriental.
Declaración del poema
Un poema anida espacios concede hilos, sombras, marcas para otros mundos donde se acaricia un misterio un poema acude a tu cuerpo, lo revitaliza le susurra aliento, calma, vuelo o resplandor mientras se cubre de oro y de un polvo finísimo proveniente de otras galaxias un poema acciona sobre el mundanal ruido decodifica su cauce, cauteriza esa escisión entre forma y sonido, entre palabra y beso un poema nos descubre ínfimos cadenciosos, post tutelados, pre-inversionistas con las manos completamente vacías sin palabras para el otro gran encuentro Un poema sueña tu tiempo, el tiempo aquel, el tiempo interestelar de los que están por venir un poema libera tu cuerpo, le alcanza en el centro de su energía le abraza, le fortifica para la correspondencia con las líneas aún desconocidas del espacio y de los velos tras el espacio. Un poema si lo comprendes permite en tu realidad canalizar la duda, la rabia, el temor heredado por siglos y siglos de frontal dominación. Contempla el cielo del poema. encuentra el tiempo del poema canta la canción del poema.
El corazón es la fuente
y la mejilla constelada cerrada a cualquier roce y la hermosísima distancia de tu cuerpo Blanca Varela
La canción brota de una raíz invencible: haz esplendoroso, rayo de la vida. El corazón es la fuente. Oh luz que asistes a toda percepción. Oh mente, eres radiante, entre las gotas de la lluvia. Todo lo viviente y lo invisible reflejado es por este Atman de la luz. Ya tus ojos le contemplan. Cuando ella iluminada está por el Atman consciente se hace de este cosmos. En su ausencia, nada puede percibir. Así, también el sol derrama luz en cada espacio, así, también desaparece y es la luna su espejo. En su pálido brillo distinguimos la hojarasca de la piedra. Así, también cuando te vuelves al corazón, la mente deja tras de sí su limitado brillo: se hace aroma, cauce, vértigo de lluvia, un ritmo entre los pasos embriagados del danzar. "¿Quién abraza el ritmo?" Eso preguntas. Nos distancian muchas rampas, grama, alfileres de hierro circundando a las formas aparentemente definidas de tu calle y tu ciudad, de tu archiconocido rumbo, el bus desvencijado, la gran montaña al este. No es sencillo decirlo, toma su tiempo, mucho se ha perdido dejándose a las palabras. No somos ellas, pues nos situamos más profundo que su origen. No es de ningún modo posible comentarlo así directamente, sin distorsión; El eco de esa rama lo dobla el viento finalmente. Alguien suma sus pensamientos a la luz de este fuego, nosotros te rodeamos y alcanzamos la quietud.
12 de octubre
Hermoso árbol de los seres, cuál de los vientos te custodia, Amado, en las hojas de la vida; en los silencios del anochecer. Me gusta pensar que no tienes raíces, ni oscuras ramas o tu piel desasida de los nombres y la flor. Me inquieta el rumbo enhebrado de tu tronco y de tu sombra sola, como una fragancia inabarcable, otra levedad del río y de la sangre. ¿A quién puedo yo tornar la voz? ¿A qué otro espacio convocar los versos, los sueños inasibles de la tarde o de la pronta aurora? Viejo árbol de ascenso misterioso hoy me ha tocado en el alma un horror, una caída aún tierna. Y he visto ante mis ojos el sentido antes olvidado de tu viva ofrenda.
Primera meditación de tu ser en la ciudad
Si quieres recordarte, siéntate: respira junta las manos derecha sobre izquierda crea un puente en los pulgares presta atención a tu vientre, percíbelo allí el caldero donde emerge el tú la luna, el sol y los demás destellos La luz va llegando desde el este, observa El sonido del mar se hace cercano el sueño y la vigilia, ambas se han fundido no te distraigas, esto es sencillo no huele no sabe a nada, no tiene color, es agua ése es el hilo lo vas notando lentamente Se expresa en el silencio la urdimbre de las voces se va abriendo en la penumbra el rumor del aire Vital y grato. Siéntelo hazte el propósito es invisible, no le tocas, no le puedes atrapar ¿No será de amor su aliento cuando al fin te encuentra? Sigue respirando porque más de ti vas conociendo más del suelo, del sillón, del edificio más del parque, de la calle, de los autos más de ese navío, de esas puertas. Ese tonel y ese garfio lo íntimo del mar está en el viento Vas comprendiendo y el miedo se diluye Escucha: En esta noche duerme la ciudad en este día y en realidad todo relucirá de otra forma cuando tiendas desde el centro del corazón un lazo al infinito resplandor ahí en lo alto y te dispongas al cuidado del gladiolo y cedas al sereno canto de la mañana que no te pide nada y de la noche que todo tu brillar recibe En esa estancia cada ser de tu ser se fundirá al servicio de la claridad amplísima del viento y el Divino dejará caerse en tiernos gestos y en su caricia nunca olvidaremos nuestro origen
Manifiesto para una Ciudad Poética*
1. Denominamos Ciudad Poética a un sentir, una conjunción —hecha urdimbre de experiencias— entre los seres humanos, como consciencias despiertas, plenas y prudentes, con su universo e incluso con esos “más allá” del universo. 2. Sabernos en la ciudad es una forma de entender el espacio, una estructura intensa y precisa contemplada por el fluir de nuestra consciencia al interactuar con ese otro-aire-retorno. Es decir, la ciudad —como ritmo y movimiento— es la manifestación de una voluntad que finalmente expresa nuestra propia interioridad. 3. Una Ciudad Poética es una ciudad que siente. Como manifestación propia del cuerpo, es también un cuerpo (fragmentariamente percibido hasta el momento) pero que demanda toda nuestra sutil contemplación, nuestra sensorialidad más íntima y nuestra mente más atenta. Así encontramos, en la espesura de su densidad, aquellos hilos invisibles donde realizar una caricia. 4. Todo acercamiento que exprese la maravillosa expansión del universo es un proceso poético. Una ciudad sintonizada en esta clave reconoce en su espacio la compleja y muy diversa confabulación del tiempo, de los millones de seres que transitaron la horizontalidad aparente de la tierra. De ese modo, en la Ciudad Poética, existe una consciencia de lo histórico, pero no asumiendo la realidad como hechos fijos y determinantes, sino como fluctuaciones capaces de múltiples interpretaciones y de diversas miradas. El tiempo entretejido con el espacio constituyen una suerte de materialidad con la que nuestra subjetividad transforma sus propias energías. 5. Una Ciudad Poética es un organismo, capaz de equilibrarse a sí mismo en ese reconocimiento de su entorno: el planeta Tierra. La amplificación de la consciencia es una de las raíces fundamentales para los ciudadanos en una experiencia poética de convivencia. 6. La separación entre humanos a partir de los prejuicios, el temor o la rabia, toman también su propia razón de una ya milenaria incomprensión del pulso cósmico. Es decir, el ser humano se ha contemplado como centro propio de toda conciencia y ha olvidado su naturaleza de tránsito y su verdadero origen más allá de esta materialidad configurada. Ese origen es inabarcable por la discursividad del pensamiento y solo la poesía, en sus diversísimas expresiones en toda acción y contemplación, es capaz de sugerir los símbolos que resuenen y canalicen la energía desbordante de ese origen. 7. La ciudad, como presencia material, organismo conformado de aquella primera sustancia que deviene forma desde lo invisible, es la resonancia de un determinado carácter colectivo. Una visión, un entorno y una comprensión del universo confluyen en la manifestación exterior que constituye toda relación de espacios y de modos de habitar esos espacios. 8. Una “actitud poética” incide en el respeto de los procesos propios del universo en el que nos movemos, acepta también su inconmensurable belleza y se esfuerza por permanecer en asombro y en constante aprendizaje de aquellos instantes donde un saludo, una palabra gentil, una muestra de afecto, puede cambiar nuestra percepción de las cosas, nutrirnos interiormente y, muchas veces, salvarnos de la anomia y el despropósito. Convocamos la rearticulación —con un enfoque innovador— de esas energías creativas que constituyen el fondo psíquico y el potencial de salud de nuestros ciudadanos. Para ello la estimulación y generación de espacios de creación y formación son de vital importancia. La educación no es un proceso que deba culminar en las escuelas, es también un acontecimiento permanente, una necesidad que configura nuestro sentido de vida. 9. Una ciudad poética está enfocada, estructurada y alentada para la libre expresión de la creatividad de sus habitantes. Comprendiendo la creatividad no como una facultad exclusivamente de resolución de problemas o de modificación de mercancías, sino como una de las pulsiones más misteriosas y preciosas del espíritu humano que conjuga su imaginación, su amor, su voluntad y su capacidad de comunicación con la vida en todas sus manifestaciones. En la ciudad de Lima buscamos implementar el desarrollo de tal comunicación y expresión a partir de acciones colectivas de exploración creativa, de profundización en los sentidos cósmicos y sanadores de las prácticas culturales de la urbe y de la estimulación del pensamiento creativo en escuelas y centros itinerantes que permitan la conjunción de los ciudadanos en el conocimiento mutuo de sus realizaciones u obras. 10. Cuando expresamos el anhelo de una acción colectiva capaz de convertir a Lima en una Ciudad Poética, nos referimos sencillamente a llamar la atención sobre aquello que ya es cada ser humano: una expresión inspirada, única y excepcional, que se desenvuelve en este universo. No existe una persona idéntica a otra y esa excepcionalidad es quizá la cualidad más esencial de aquella inmensidad de procesos que permiten a una persona existir, relacionarse, compartir... Ciudad Poética busca amplificar nuestras nociones de poesía. Es decir, la poesía no entendida solamente como la escritura de versos, sino como una actitud creativa hacia la vida, una forma de estar en nuestro mundo donde el respeto por la naturaleza, por los seres que nos rodean, y por nosotros mismos, es uno de sus pilares fundamentales. 11. De esta manera, contemplamos a Lima: Ciudad Poética como una forma de respiración, una cualidad en el modelo actual de convivencia, que va generándose desde la espontaneidad de una visión tierna y respetuosa por el milagro de la existencia. Cada instante de comprensión es un hilo luminoso que asciende más veloz que las ondas de radio hacia cúmulos invisibles de galaxias y de estrellas.
* Este texto fue publicado incialmente con el título Manifiesto por una Lima Ciudad Poética en octubre de 2019, por la revista El Ojo Interior. Asimismo, pueden consultar el canal de YouTube: Lima Ciudad Poética donde encontrarán el proceso de desarrollo y articulación de esta propuesta.
Chrystian Zegarra (Trujillo, Perú, 1971) obtuvo un doctorado en Literatura Hispánica en University of California-Los Angeles. Actualmente se desempeña como profesor asociado en Colgate University (Hamilton, Nueva York). Ha publicado seis libros de poesía y una selección de su obra poética titulada Objetos sin casta: poemas escogidos, 1998-2009 (2019). Con el poemario Escena primordial y otros poemas ganó el Premio Copé de Oro en 2005.
[De Escena primordial y otros poemas, 2007]
Campo minado
Me tiendo de bruces en esta ladera. Una fila de hormigas trepa Las lomas de mi espalda. La hierba crece como fusiles al borde de este abismo. Apago cigarrillos en los ojos de los buitres Que merodean la carne acribillada, Y acciono la luz de alerta Ante la inminencia de una escritura negativa. Mis camaradas buscan calzar la noche, Que baila con cintura de ramera Y la cuchilla al ras bajo el señuelo. Es una contradanza que secciona La ansiedad de los cuerpos. Un desnudo móvil, cinemático, que se proyecta Detrás de una escenografía de cadáver. Todos habitan sin falta Este reino de exterminio.
Marginal
La sangre habla Desde un fragmento de mi lengua subalterna. Un árbol removido de raíz, Libera el movimiento de objetos atrapados En esta malla. (No hay castigo para las víctimas del tacto). Poema que transita por un rastro de plomo, Sobre huesos que cubren la tierra que expira, Y mezcla deseo y memoria, En una voz enferma, desmembrada. Mi cuerpo carece de órganos: Cicatrices usurpan el lugar de manos, piernas, garganta. La sangre se desplaza por el borde de mi boca, Hasta inundar la frontera de este campo de ceniza. Mi lengua no conoce de acrobacias; Una navaja se apresta en este instante a silenciarla.
[De Sacrificios, 2007]
Arte poética
la mueca aún tatuada en el hueco de papel el exorcismo el lenguaje súcubo manos rotas el vuelo del insecto el aterrizaje en medio-aire una camisa de fuerza una frase desmembrada un pie mordiendo el borde del abismo en caída libre el sexo culpable en la raíz del árbol el hijo del reflejo la ceremonia enmascarada para nadie planeta infierno ojo anónimo constelaciones de ceniza y un objeto al alcance de la mano un objeto para nuestra locura portátil un objeto para atrincherarse en la batalla un objeto nada más
[De Cinema de la crueldad, 2009]
Estado de sitio
La locura del hombre que apedrea gatos desde el punto de mira de su balcón oblicuo hace que la luz de la cuadra se disperse en un espectro de gritos de felino mientras los vagabundos y los poetas sin oficio ni hospicio ni siquiera reciben el trazo del golpe o el impacto de la pedrada El asesino de gatos es sólo una más de las tantas imágenes que han invadido la ciudad (como las cruces negras y los nichos anónimos) y se ubica de preferencia en los balcones al filo de la tarde cuando todos se refugian en salones de clausura y murallas que resisten el olor a podredumbre del afuera El ASESINO al igual que el VERDUGO el ASALTANTE o el SICARIO dispone ahora de un plan maestro de exterminio: abre tuberías y desagües de la ciudad para que las ratas huyan libres por esquinas y veredas y tropiecen al más mínimo descuido entre las garras de los gatos Entonces el hombre apedrea gatos vagabundos & poetas para que la demencia no altere la maleza de sus sentidos para que las gentes de los interiores (cuando la mañana despunte y se cuele otra vez como tenia en el estómago) encuentren cadáveres frescos para saciar su hambre en cada basural de los callejones
[De Animal(x)s, 2021]
(Z)
Si zumbo, chillo, rebuzno. Si trino, grazno, ululo. Si bramo, berreo, chasqueo. Si bufo, gorjeo, aúllo. Si ladro, balo, parleo. Si muerdo, hinco, rasguño.
Si cultivo cuero cabelludo y cuencos en la yema de los dedos es para que uñas y pelo crezcan después de muerto.
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Enrique Bernales-Albites (Lima, Perú, 1975) obtuvo un doctorado en Lengua y Literaturas Hispánicas en Boston University. Actualmente se desempeña como profesor asociado en University of Northern Colorado (Greeley, Colorado). Ha publicado los libros de poesía colectivos: Inmanencia (1998), Inmanencia: Regreso a Ourobórea (1999) e Inmanencia: Dispositivo Alquímico (2020). Además, ha publicado los poemarios 21 poemas: Cerridwen (2003), Regreso a Big Sur (2019), Séptimo Poema (2020) y la novela Los Territorios Ocupados (2008). Es editor en la organización literaria La Ninfa Eco.
[De Inmanencia: Dispositivo Alquímico, 2020]
Rakim
Poesía: alquimia del verbo, magia, movimiento, música, ritual de fuego, baile en sangre, Inmanencia, voz del desierto, Sefirot, árbol en llamas, habita un corazón amargo y traicionero, oasis flamígero, Rakim, Sol del Sudán, perdición de Lira, eterna compañera de viaje, a medianoche.
[De Regreso a Big Sur, 2019]
I
Quizás así empiece este viaje: Bingham, ¿ya te fijaste las rutas? Yo sólo amo, Bingham Yo sólo amo, yankee explorador Y en el amor veo el mundo el manglar, la lluvia las estrellas, los elementos que dan vuelta desde tiempos de Galileo Desde tiempos de Copérnico Desde aquel descuartizamiento de Hypatia, la más linda diosa que hubiera parido Alejandría y toda la hibridez oriental y griega.
[De 21 poemas: Cerridwen, 2003]
Cerridwen
Una mujer crucificada, desnuda, rodeada de santos que alegres danzan, Absolutamente, señor, encerrada en la misma concha,cierro los ojos y rechinan mis dientes, me niego a ser esclava del sueño, estoy tan sola y tengo miedo, ha llegado el tiempo de acabar con la tristeza, pero no con los dolores, te llamo, Oh Cristo en llamas, desnudo, rodeado de hadas que alegres danzan, hacia la izquierda nueve veces.
[Poemas inéditos, 2019]
Buda en Kursk (1943)
Es el Buda rojo, no se encuentran faltas en él todas las virtudes lo habitan él es nuestro refugio antibombas, a él elevamos nuestras plegarias a él cantamos nuestras alabanzas aceptamos su Dharma con entendimiento El humo El tronar de los cañones los huesos de los cuerpos jóvenes listos para inmolarse para entregarse en un Dharma hermoso al fuego de las panteras y tigres alemanes El Buda rojo se pasea en llamas por el fango sagrado de Kursk, entrega su cuerpo una y otra vez despedazado hunde su hoz en tu carne, es el Buddha de la venganza, del Dharma indiviso es el fuego rojo, tú eres su martillo hermoso, camarada que floreces ya muerto ya fango, tú eres las páginas que Grossman no pudo escribir, eres el amanecer de T-34 y minas antitanques eres el amanecer del Dharma y el sol rojo, combustiona los cuerpos de los soldados alemanes, el Dharma sigue su curso, el Buda rojo no se detendrá Por eso te canto, Buda de la venganza, tus trabajos son muchos, tus virtudes incontables y difíciles de definir, termina tu trabajo por una causa justa y sí el mal permanece imperturbable desde que nacimos en este mundo, pero la bondad también nos inunda y se expande como el grano de mostaza o las lentejas de los lunes.
Sueños rusos
“Mamulya, ¿qué es la sabiduría divina?”, el pequeño Iván le preguntó a su madre frente al monumento del milenio, sus ojos enceguecían ante la cúpula dorada de la Catedral de Novgorod, Irina, le respondió con dulce rigor de té hirviente recién servido de un samovar, “Solnyshko moyo, no tienes edad para entender las preguntas celestes todavía, tal vez jamás” En el año 6370 desde la creación del mundo, Rurik, el príncipe guerrero de los varegos desembarcó con sus huestes muy cerca de Novgorod y reclamó sus tierras después de admirar la belleza del valle, antes se hizo la misma pregunta que dejara intranquilo al pequeño Iván, “¿qué es la sabiduría de los dioses?”, Rurik había llegado de la mano de Veles, el dios de las aguas y del inframundo Ivan, ya un hombre de cuarenta años, camina cojeando hasta la altura del monumento del milenio, todavía observa asombrado la cúpula dorada de la Catedral de Novgorod; sin embargo, las guerras en las que participó endurecieron su corazón, allí no había cúpulas doradas, en Chechenya había edificios en llamas, minas antipersonales, lanzagranadas RPG, cuerpos mutilados de todas las nacionalidades, el destino de la Rusia ortodoxa se estaba decidiendo en el Cáucaso, una grave herida lo condenó a su actual cojera, ni siquiera pudo asistir al entierro de Irina Ivan observa en soledad el monumento donde destaca la figura del fundador, el príncipe Rurik, un rostro de bronce, sucio y descuidado, recuerda el día del accidente, “Mamulya, era una mañana hermosa en Grozny, la patrulla estaba inmersa en una operación, nos emboscaron, hicieron saltar nuestro camión blindado por los aires con un dispositivo improvisado, se escuchaban sus gritos celestes Allah Akubar, Allah Akubar, entre el polvo y el fuego podía distinguir sus estandartes verdes, los pocos que sobrevivimos a la explosión nos reagrupamos, resistimos y los contuvimos, luego el apoyo aéreo hizo lo suyo, los colores dorados de los cohetes lanzados desde el MI-16 hacían que esa mañana fuera más bella, alcancé a derribar a uno de los muyahidines en retirada, le abrí el vientre con mi daga cosaca, me acordé de ti, Mamulya, cerré los ojos sobre el cuerpo de mi enemigo pensando en la sabiduría divina, en la mirada de Rurik cuando divisó el valle de Novgorod por primera vez