XX
De pronto pienso en la última cena
un pan mojado en vino
seis mil apóstoles lo acompañamos
nadie se atrevía a decir palabra
hasta que el mariscal dijo todo
de tramo en tramo,
habló a cada soldado
movió entonces la memoria,
las vísceras para salir a levantarnos
de tantos siglos de infamia
rompiendo entonces el eje de la historia
nos inflaba con sus palabras
nos hizo victoriosos antes del combate
comimos entonces, serenos
confiados que más que morir
daríamos la vida por la América nueva
tomé vino y descansé
XXXI
El primer cañón rompió la tierra
surcó el tiempo pasado
silente y doloroso
acosado por su fragilidad
su memoria hecha añicos
las manos rotas de tanto labrarlas
lloran la tierra muerta
el sol se levanta
una bala roza mi oreja
su silbido se hace el único sonido en el mundo
me lanzo a tierra, la trago
y avanzo
XXXII
He llegado al borde de la loma
frente a mí el campo de batalla se abre infinito
de pronto tus ojos me invitan
aparecen como llamaradas
yo asomo los míos al horizonte
salto en tus labios
y son tus senos turgentes
sobre los que me deslizo cuesta abajo
y como relámpago llego al vientre de la batalla
penetro en ella
hago fuego
y te libero
XXXIII
Yo sembré su memoria
levanté del suelo la aureola
cabalgué firme
en plena batalla
mis ojos veían a Marte brillando sobre las cabezas
y el sol lo inundaba todo poco a poco
el humo cortaba la visión
yo seguía adelante
rompiendo esperanzas,
cuerpo a cuerpo
combatiendo con mi espada en tu nombre
levantando su brillo al sol
XXXIV
Y en medio de los gritos
el silencio
y de pronto tu voz alentándome
soñando, pisando el futuro
la locura en mis manos
que buscan justicia
que quieren volver a la caricia
a tu piel
y la espada rozando mi cara
brota la sangre
y sigo
XXXV
Yo lo vi a Bolívar
como relámpago entre todos,
como nube sobre los cuerpos
como viento y río que nos empujaba
junto a Sucre aparecía de pronto
su alma más grande que su cuerpo
su cuerpo prisión de su libertad infinita
lo vi encender los cañones
y disparar mil veces mil
su palabra contra la muerte.
XXXVI
Por horas hemos estado bajo fuego enemigo
la artillería enemiga ha procurado destruir nuestra moral
al ver los cuerpos rotos de los compañeros
brazo y alma crecen con el rechinar de las espadas
es el día de la victoria
aunque perdamos
XXXVII
El Mariscal parece un chorro de sol en medio de la noche
su resplandor enceguece al enemigo
y sube como torrente del centro de la tierra a las estrellas
XXXVIII
El frágil sueño que te cobija
Las manos sobre las caderas de la amada
Su pecho contra mi pecho
Sus piernas entre las mías
Ahí quería estar
Navegar de este campo insomne
De esta espada amenazante
Del cañón que corta en pedazos al amigo
La nada que fluye ante sus ojos
XXXIX
Ella vino vestida de azul y rojo
Pantalones y sombrero
Luchó como una guerrera épica
Rindió al hades numerosas almas
Cabalgó sobre el viento
Y le puso su furia a la batalla
Por horas luchó y venció
Hasta que una bala le abrió el pecho
Ella arrojó su camisa
Sus senos al aire se ofrendaron
Como sacrificio a los dioses
Me encantó el poema Los Hijos del Sol, quiero que publiquen más poemas del autor Alirio Contreras, excelente los felicito