XD
El caballo domado
tomado a lazo
fue botín de guerra
era un corcel fiero
se rebeló contra su amo
lo arrojó al infinito
sobre su lomo la libertad cabalgaba
XDI
El frío metálico atravesó la garganta
solo pudo cortar la voz
el capitán siguió en combate
con su lanza se llevó a otros diez
hasta que la última gota de sangre salió de su cuerpo
XDII
Quién pudiera asomar tu belleza en este instante
y traerme la noche húmeda que espero
para asomarme de nuevo a tu vientre
para cortar con la lengua el frío mortal
traerme de tu boca el recuerdo
en esta mi hora última
la distancia a tu cintura me hace mártir
quiero volver a la noche húmeda
salir de este campo de grito y dolor
solo venciendo te encuentro
solo mi espada te hace justicia
mientras me esperas vivo
o mi cuerpo inerte
o quizás tu amor precoz me haya olvidado
para fusilarme sin balas
para volver sin encontrarte
XDIII
Su oreja fría rodaba sobre la hierba
como ahora rodaba la oreja caliente y roja
ella escuchaba el corazón de la tierra cuando yacíamos
extasiados de tanto amor de despedida
él escucha el corazón de la tierra cuando yace
su corazón deteniéndose, su visión borrosa
su garganta enmudecida
ella se empapaba del rocío
él se empapa del llanto.
ella henchida de placer y nostalgia
él henchido de dolor y gloria
ambos en flor aguardan la noche.
XDIV
Dicen que la tarde se vestía vinotinto
dicen que las mujeres lloraban río abajo
buscando las flores perdidas por el fuego
dicen que lo vieron caminar arrastrando la lluvia
que buscaba a su reina sol
que ella ya no la miraba como antaño
que él solamente
abandonaba su cuerpo
bajo el descuido febril de unos labios rotos
tostados al sol de Ayacucho
esperando el retorno
XDV
Esta tarde nos cubre la palabra triste
el canto desenfrenado de sirenas terrestres
la infamia del imperio nos acosa como cíclope
los hijos del sol nos desollamos por la patria
reventamos el amor
los granos de arena sobre el cuerpo
bajo las piernas
los brazos extendidos al sol
las palmas queriendo agarrar al mar
sereno silencio en medio del combate
viene la sombra.
XDVI
Llegamos a la mañana mortal
venimos de la noche breve
dos días de combate
fuego cruzado de oriente a poniente,
de sur a norte
vamos a la noche larga
avisando los pasos
la mañana canta con sus pájaros alegres
se sienten libres
cantan al sol sobre tierras libres
protegen sus nidos
abren sus alas como el cóndor que vuela sobre nuestras cabezas
se levanta y vuela libre
la sangre derramada la traga la tierra
se alimenta de ella
la nutre con el valor de los combatientes
los que levantaron su alma contra el imperio
los que levantaron su espada para degollar los sueños
antaño cuando tomábamos el té
sabía que mi destino sería breve
que un día me perdería en la niebla matutina
que no vendrías más a mis brazos
que no estaría más en tu pecho
enredado en tus piernas tenazas
como la última mañana que amanecí tras tu espalda amurallada
mi vida se reproduce en tu vientre
mientras tomas el té con otro rostro
mientras lloras sobre mi memoria
arrojas flores al mar para que las levante el viento
tú tendrás un lugar en el mundo
pisarás la tierra húmeda
cabalgarás al ocaso queriendo olvidarme
abrazarás los árboles buscándome
como el roble que luchó hasta su último aliento
que se plantó sobre la tierra herida
que no cejó en luchar por ti
y amanece en silencio después de la victoria
la gloria que nos trajo el Mariscal
su corazón levantado al Sol
nuestro padre
nuestro signo solar es la libertad
abrimos una nueva era
avanzamos hacia un futuro incierto
las aves cantan ahora más suavemente
llega la noche en esta mañana estival
no amanecerán mis ojos
vuela mi alma al alba
somos parte del Roscio
somos los hijos del sol
somos la lluvia que cae
somos la sentencia firme de tu libertad
somos la lluvia que resucita
que anuncia la llegada del Hijo del Sol
mientras tú levantas mi frente
limpiando mi sangre con tus labios
cubriendo tu cuerpo sobre mi cuerpo
para mantenerme vivo
te siento en este silencio óseo
con mis manos inmóviles
mientras el corazón suelta su ritmo
llora porque no escuchará el tuyo sobre mi pecho
pero te sabe viendo al sol cada mañana
sintiendo la mustia hierba que nos recibe
el sol que me llama
al que vuelvo
que me hace cenizas
el Sol.
El caballo, domado
sirve con gallardía en el campo abierto.
Vino desde las altas montañas
y dejó atrás los enduros de galope.
Los caballos del rey lo pierden de vista
y él se levanta a duelo contra el tiempo
relincha y no llora, no usa herradura
porque suya es la tierra que pisa
el animal criollo se entrega a levantar raíces
y muestra, fiero
que la voluntad lo precede.
Aquí caen las flores tristes tras el último fuego
rozan el viento sobre el campo de batalla
y un rumor del tiempo
consigna la esperanza de un pobre Aquiles herido
acostado sobre la pira
al centro de las lanzas.
El Mariscal guerrea
suda sobre su bestia briosa
de un extremo a otro bendice las almas
que van al encuentro de la gloria
que enrojece las piedras
y dan nombre propio a la tierra.
Yo avancé sobre torres de fuego
vi sobre la mustia hierba el horizonte clausurado
y me presté a levantar una columna de valor.
Por la tarde, el dolor devenía en rabia
y nos levantaba entonces desde el subsuelo.
Había en cada rostro una cruel realidad
que habitaba como fantasma
venía a mi mente Polifemo ciego
y la ira del dios del mar.
Aposté entonces por recordar tu sonrisa
y fue creciendo en mi suplicio
la flor de la mañana.
En los ojos del valiente florece el ocaso,
se espanta la infamia.