Mike Flanagan siempre ha manifestado su admiración por Stephen King. Su última serie limitada de Netflix, Midnight Mass (EE. UU., 2021), podría ser lo más parecido a lo que el autor norteamericano haya creado. No olvidemos que Flanagan ya ha realizado dos adaptaciones de King, Gerald’s Game (EE. UU., 2017) y Doctor Sleep (EE. UU., 2019). Esta última viene a ser la continuación de la obra maestra de Stanley Kubrick, The Shining (EE. UU., 1980).
En Midnight Mass nos trae una historia que se desarrolla en una pequeña ciudad insular, donde emula muchos recursos narrativos conocidos de King, sobre todo el caos desatado por una fuerza destructiva que invade la población y el residente marginado que regresa para oponerse al mal.
En este caso, el mal proviene de una fuente aparentemente benévola, «marca» (también) registrada de King, mientras cada episodio lleva el título de un libro de la Biblia y conecta con los temas de las escrituras.
Vueltas y llegadas
La pequeña comunidad de Crockett Island tiene 137 residentes, pero sigue teniendo su propia iglesia católica, que durante décadas ha sido presidida por el mismo sacerdote, Monseñor Pruitt. Ahora, a sus 80 años, la salud de Pruitt empeora, por lo que sus feligreses reúnen sus recursos para enviar al enfermo a un viaje a Tierra Santa. En su lugar llega un forastero, el padre Paul Hill (Hamish Linklater), que ha sido enviado por la diócesis local.
Al mismo tiempo que llega el padre Paul, Riley Flynn (Zach Gilford) vuelve a casa después de una tragedia que lo sigue atormentando, al punto de que abandona el fanatismo religioso que tenía cuando era más joven. Sin embargo, sus padres insisten en que los acompañe a la iglesia todos los domingos. Riley y el Padre Paul inician un grupo de Alcohólicos Anónimos, siendo ellos los únicos integrantes permanentes, convirtiéndose prácticamente en un espacio para la psicoterapia individual. Los dos hombres son polos opuestos en sus creencias personales, pero comparten una embrujada cualidad. Las escenas entre Linklater y Gilford son algunas de las más dramáticas, ya que Flanagan explora cuestiones difíciles sobre la fe, el destino y el racionalismo.
Para quitarse el sombrero
Este es un lienzo más grande que el que Flanagan trabajó en sus estupendas series de Netflix centradas en la familia, The Haunting of Hill House (EE. UU., 2018) y The Haunting of Bly Manor (EE. UU., 2020), con personajes complejos y convincentes. Para cuando llega al horror total, hay un genuino interés en lo que les sucederá a los residentes del pueblo.
Mike Flanagan es indiscutiblemente uno de los maestros modernos del terror. No solo renuncia a la fórmula de las tácticas convencionales de miedo en favor de confrontar al espectador con el terror directamente, sino que sabe que el horror debe significar algo importante en la historia que cuenta.
Midnight Mass tiene mucho que decir sobre la experiencia humana, especialmente en relación con la moralidad, la religión, la responsabilidad personal, el amor, la sombra, la vida, la muerte y la trascendencia. Una serie con ideas intensas, que moviliza emocional e intelectualmente, sacando al espectador de su comodidad para hacerlo reflexionar hasta mucho tiempo después de los créditos de sus siete capítulos.
Estos temas profundos que se tocan en la serie podrían haberse desviado fácilmente, pero hay un especial cuidado para que los planteamientos doten de sentido y fundamento el desarrollo de esta historia de sutil asimilación. Me quito el sombrero ante Flanagan, que escribió y dirigió una de las mejores series que he visto este año (otra vez).