A menos de un año de publicado el libro Mahmud Darwich anda en metro, por El Taller Blanco Ediciones, esta semana LP5 Editora publica Los pájaros prisioneros solo comen alpiste.
En tiempos de incómoda quietud, Miguel Antonio Guevara mantiene su máquina creativa bien aceitada, diría tal vez la voz crítica de Enrique Rey.
Miguel no escatima ningún modo de decir. Tanto en su columna de publicación periódica, Postales distópicas, como en su producción literaria, la multiplicidad de registros discursivos comporta en sí misma un discurso, susceptible de abordarse en el cruce donde se interceptan varias perspectivas: estéticas, históricas, políticas, místicas, sociales, simbólicas, emocionales…
Esta entrevista se enfoca en apenas un vector e indagará desde una mirada crítico-literaria.
***
Justo en el momento en que tu libro saldrá a defenderse solo entre la muchedumbre, ¿cómo describes al “lector ideal” de Los pájaros prisioneros solo comen alpiste?
Querida Yanuva, creo que el lector, como dice Orlando Araujo, es la única instancia válida. Hay muchos tipos de lectores, tantos que desde mi perspectiva sería imposible caracterizarlos. Podría decirte que tal vez, si un lector está buscando la historia lineal que cuenta con un principio, desarrollo, nudo y desenlace propia de los superventas del mercado editorial, puede que se desconcierte un poco con este proyecto; sin embargo, la manera de leer ha cambiado. Las lectoras, los lectores del presente, somos anfibios, es decir, no vamos hacia el relato total, ese bloque intimidante, sino más bien navegamos de forma subjetiva, hacemos libromancia, escogemos páginas al azar al tiempo que saltamos de un vínculo al otro en la hipertextualidad de Internet; la misma industria cultural con las series y películas de saltos en el tiempo, numerosas voces subjetivas y quiebres narrativos nos han entrenado para los relatos paradójicos o experimentales, que por cierto existen desde el Quijote, así que más que esperar un lector ideal estoy poniéndome a prueba a mí mismo dejando una obra para que sea leída como mejor le parezca a esa figura misteriosa que llamamos lector. Por otro lado, más allá de la forma de Los pájaros prisioneros solo comen alpiste lo importante es que los temas de siempre están allí, me refiero a los más humanos: un conjunto de personajes que intentan darle sentido a su vida, tratando de entender lo que está sucediendo a su alrededor y, lo que es más importante, en su interior.
A propósito de “relatos paradójicos o experimentales”, ¿te sientes cómodo ante la clasificación de tu obra en cuanto a género? ¿Desde tu perspectiva, es realmente una novela?
Me gusta la idea de mosaico o collage narrativo, o de “ejercicio narrativo” como le llama José Balza a partir de un texto de Guillermo Meneses. Creo que no estoy inventando nada nuevo, desde hace mucho tiempo los géneros están siendo dinamitados como te dije desde un principio. Los géneros son un bonito invento de los teóricos que nos sirven para entender lo que hacen los escritores, que siempre están a un paso de rebelarse ante los corsés, más recientemente desde las vanguardias europeas a las latinoamericanas. Creo que las categorías en torno a “novela”, “cuento” o “poesía” obedecen a otras cosas, como a las necesidades editoriales, de mercado, etc. Creo, como Michel Houellebecq, que uno debe ir en pos de encontrar una libertad lírica en donde la “novela ideal” tenga pasajes de todo tipo, ya sea en verso como en prosa, incluso en código binario o musical. Lo importante es que haya una historia y un lector dispuesto a transitarla.
Código binario dices, inmediatamente pienso en parte del concepto que sostiene a tu obra, y pregunto con un guiño, ¿es posible que Miguel Antonio Guevara esté abriendo un portal de “literatura glitch” en Venezuela?
La idea del glitch me gusta. De hecho, cuando conversaba con la poeta Gladys Mendía de LP5 Editora sobre la portada del libro, acordamos que el glitch como motivo sería un buen acompañante, lo había pensado pero más bien como recurso estético visual, no narrativo. Esa intuición lectora que apuntas no la dejaré pasar por alto para incorporarlo a mis aspiraciones creativas. Creo que todos los escritores en algún momento, en nuestra ambición creadora, buscamos justificar nuestros andares a partir de lo que creemos que significa nuestro trabajo y, por su puesto, el diálogo que desarrollamos en este tipo de lecturas que me presentas. Creo que la literatura venezolana contemporánea es Caribe, mestiza, salvaje, Yanuva, ¿no es Adriano González León nuestro gran narrador de los últimos años?, ¿no es su obra un bricolaje, un contrapunto que tiene nuestros grandes temas, la violencia, la política y las memorias de nuestra genealogía?, sería interesante leer la frase inicial de País portátil al calor de lo que propones del glitch, es decir, esa falla de lo visual, aquello de “La escalera cubre la cola del pájaro pintado”.
Hablando de fallas, intersticios, vacíos… tu obra tensa, como hemos asomado ya, al punto incluso de romperlos, algunos conceptos clásicos de la teoría literaria. ¿Estamos frente a una novela que en lugar de voces narrativas se enuncia desde un yo poético en distintas personas?
¿Acaso toda obra no es un enunciar permanente de poéticas?, toda creación es la manifestación de la subjetividad que nos habita y configura. Esa multitud silenciosa que anida en nosotros es la que habla cuando trazamos las coordenadas de la creación. Por otro lado, todos los géneros literarios tienen una fábula interna, su propio orden; no estoy seguro si estaré o no rompiendo conceptos de la teoría literaria; sin embargo, es una apreciación que tomaré en cuenta. Esto es un ejercicio escritural, como me parece que es todo lo escrito, por lo tanto, es una caída, un hilar, un devenir que irá eventualmente asentándose en una forma o en otra, Yanu, creo que en ese sentido tienen más que decir los lectores que yo mismo, como dije anteriormente, los autores solemos justificar, argumentar y hasta teorizar no solo sobre las obras de los autores que leemos sino también sobre nuestro trabajo, pero no tanto para dar cuenta de ello, sino para ponerlo en práctica; porque, fíjate, todo lo que he dicho hasta ahora, y hasta lo que me propones, puede que otro lector argumente que no es así, que se trata de otra cosa. En ese sentido me interesan las múltiples lecturas que puedan realizarse desde diferentes perspectivas. Detrás de esa necesidad de responder al campo literario no deja de haber cierto resabio del discurso “realista” que todavía permea la valoración de la creación literaria. Si tú ves la obra de autores que en la actualidad son reconocidos mundialmente (J.M. Coetzee, Peter Handke, Olga Tokarczuk, entre otros) verás cómo ellos están más interesados en contar dibujando otras formas; que el mercado editorial categorice estas obras como “novela” o “narrativa” no niega que esas historias están compuestas de otras formas de contar como miradas subjetivas del caminante, cartas, descripciones de enfermedades, conferencias, ensayos. Suelo bromear con eso de que nadie leyó a Barthes, lo digo porque parece que se nos olvida aquello de “la muerte del autor…”; la obra nunca ha sido ni será únicamente la postura del autor, por más que él quiera justificarlo ideológicamente, el lector es el que lee y ajusta a su realidad. Le hemos dado demasiado crédito al autor, hemos sido durante mucho tiempo “autorcéntricos”. El autor hace apenas lo que puede con su imaginación, contexto y lecturas. Apenas deja lo que está a su alcance cuando lo hace público, así como diciendo “bueno, esto es lo que pude hacer, vayan y háganlo suyo”. El resto pertenece a las lectoras y lectores.
A riesgo de parecerte autorcéntrica me anima saber si encuentras diálogo de tus obras con las propuestas creativas de otros escritores contemporáneos venezolanos o latinoamericanos, y qué escritoras y escritores han nutrido tu modo de crear.
Desde luego, también de otras disciplinas como la música, el cine o los videojuegos. Por otro lado Yanuva, ¿no es toda obra una constante deuda de influjos?, una vez leí del poeta brasileño Floriano Martins que todos los libros vienen de uno solo. Creo que eso que llamo narrativa mosaico tiene una larga data en nuestro país, e incluso en América Latina, en donde podría nombrarte obras como las del mismo Balza, Ednodio Quintero, Stefania Mosca o Carlos Noguera; en el caso latinoamericano podríamos nombrar a Cortázar, Piglia o Bolaño, por eso te decía, creo que no estoy inventando nada nuevo sino más bien bebiendo de una tradición viva. ¿Qué es Rayuela, Las historias de la calle Lincoln, El circo de Ferdinand, Las confesiones de un perro muerto e incluso Los detectives salvajes?, ¿no son estas obras una crestomatía en donde los autores mencionados se apertrechan y dan cuenta de lo que ellos creen es una manera de hacer literatura?
Muchos de los escritores que mencionas fueron galardonados con premios literarios de prestigio e incluso algunos certámenes llevan hoy sus nombres, ¿cómo se sitúa Miguel Antonio Guevara, en tanto autor, ante el canon actual y su mecánica de concursos y premios?
Creo que el campo literario está actualmente atravesado por muchas lógicas. Es decir, sus actores están conviviendo en un escenario muy diferente al de la ciudad letrada que caracterizó en su tiempo Ángel Rama, no se trata solo del canon institucional que presenta el Estado, los movimientos y grupos literarios, o las iniciativas particulares, sino más bien un vasto campo en donde cada creador decide en dónde y cómo sumarse, e incluso si desea hacerlo o no. He visto autores jóvenes que tienen cientos de lectores en plataformas en línea y no parecen estar interesados en estas mecánicas de las que hablamos, es más, inventan sus propias genealogías, concursos y premios. Creo que debieran existir nuevas formas de legitimación, puesto que esas mecánicas que comentas no deberían ser las únicas que validen o decidan quién es o no es un autor, qué obra vale y cuál no. Te pongo un ejemplo, actualmente hay un debate muy interesante en el medio con el Premio Rómulo Gallegos, el caso de un joven que ganó un concurso literario en España, y la controversia en Argentina por un premio nacional para Mariana Enríquez, la narradora. Un poco para resumirte el debate, hay quienes deslegitiman el Rómulo Gallegos porque no son adeptos al gobierno y otros que lo validan por lo contrario; en el caso del joven que ganó el concurso en España es criticado porque parece que el fallo se debió a la cantidad de seguidores que tiene el autor en redes sociales, y en el caso de Enríquez la discusión se está dando porque escribe novelas de terror. Creo que todas estas discusiones están atravesadas por la idea del canon y sus múltiples resabios, el realismo como “verdadera” literatura del que hablé en líneas anteriores puede afectar el caso de la escritora argentina; la poesía “válida” o “buena” son categorías que salen a relucir a propósito de la obra del joven ganador en España; y en lo que respecta al Rómulo Gallegos, ganarlo sería recibir validación del Estado, y eso es equivalente a tomar partido, estar de acuerdo con una postura política. Sin embargo, el canon, los concursos, etc., no son la literatura en sí, sino resultados de ésta, son mecánicas, como bien dices, que rodean el fenómeno literario. La literatura se trata de otra cosa, y es precisamente de la creación, en mi caso, de dispositivos narrativos o poéticos y eso tiene más que ver conmigo y con lo que soy capaz de hacer, y por supuesto con el lector. Este tema es más bien algo de lo que se debe encargar la crítica, y creo que tiene más que decirnos si se trata de una crítica fuera de los maniqueísmos habituales. Como suele responderse en estos casos, no hay mejor juez que el tiempo ante cualquier tipo de creación.
Confieso que como lectora me quedo con muchas expectativas positivas sobre tus proyectos en proceso y por venir, ¿podemos esperar una próxima obra que, tal como hace esta con tu anterior libro, fagocite y reconfigure lo previamente escrito? ¿Es ya esta una manera de advenir estéticamente?
Creo que todo autor o autora de cualquier disciplina artística o creativa desea pasar por un nuevo tamiz de sofisticación su trabajo, en un constante hacer y rehacer; esas imágenes de la reconfiguración y la fagocitación que propones son tremendamente gráficas, cada trabajo es precisamente un laboratorio en donde vamos haciendo pruebas; sin embargo, si con esta pregunta te refieres a si continuaré el camino de esta suerte de poética o narración paradójica, mosaico, coleccionismo y fragmentariedad, mi respuesta es sí, puesto que me interesa imitar ciertos ritmos presentes en la arquitectura de la vida, el caos, lo fractal o rizomático. Pero no es un deseo personal acomodarme a una forma de narrar, más bien se trata de encontrar la más indicada para contar lo que quiero contar, respondiendo a la pregunta ¿cómo representar o simbolizar la incertidumbre, lo existencial, el azar, la narrativa del colapso civilizatorio? Creo que entre las múltiples formas o fórmulas existentes la mía ha sido la de armar los retazos que nos conforman, porque, fíjate vale lapena hacerse una pregunta Yanuva ¿no es acaso el mundo, y su atosigamiento de imágenes, un gigantesco y desmesurado collage?
Comentarios 1