
Minari (EE. UU., 2020) es una instantánea íntima de la vida familiar, basada en el drama semiautobiográfico de su escritor y director Lee Isaac Chung. A menudo divertidísima y conmovedora, la película documenta los altibajos de una joven familia coreana americana tras mudarse de California a las zonas rurales de Arkansas en los años ochenta.
Jacob (Steven Yeun), cansado de su trabajo en un criadero de pollitos, compra un terreno con el sueño de convertirlo en una granja rentable que produzca productos coreanos para venderlos a otros inmigrantes. Pero cuanto más lucha con su nueva empresa, mayor es la división entre él y su esposa Monica (Yeri Han) y sus dos hijos pequeños: David (Alan S. Kim), que sufre un soplo en el corazón, y Anne (Noel Cho).

Con el estrés adicional de la condición de su hijo, acuerdan que la madre de Monica, Soon-ja (Yuh-Jung Youn), se quede con ellos para ayudar a cuidar a los niños. El elenco central hace un excelente trabajo para ganarse al público desde el comienzo, pero es con la llegada de la abuela que Minari realmente cobra vida.
La abuela se convierte en el centro de atención cada vez que aparece en pantalla (especialmente cuando comparte con el joven David), siendo su alegre actuación lo que le da a la película la mayor parte de su chispa. Pasando sin esfuerzo de lo cómico a lo tierno, la actriz es absolutamente encantadora y solo mejora a medida que avanza la historia.

Si bien una gran parte del guion de Chung se centra en la relación entre David y su abuela, es mucho más: se trata de una familia que intenta encontrar su lugar en el mundo; una pareja que hace lo que puede para alcanzar sus metas (incluso si eso los separa) y un padre decidido a que sus sueños se hagan realidad.
Chung transmite de manera brillante, en pequeña escala, temas de gran magnitud, con detalles que marcan las mayores diferencias. Cada personaje se vuelve más entrañable a medida que el espectador los conoce de cerca, y los mantiene deseando nada más que el éxito de esta familia.

Apoyando las actuaciones está la cinematografía de Lachlan Milne, visualmente impresionante, quien a menudo enmarca eventos con hermosas tomas amplias de los exuberantes campos iluminados por el sol; y también, la muy buena partitura de Emile Mosseri que acompaña a la perfección la historia, particularmente en los altibajos. Minari es una historia profunda y conmovedora de una familia inmigrante que busca su espacio en el mundo. Una grandísima película, y una de las mejores de 2020. ¡Fantástica!