Entrevista al artista político chileno Francisco Papas Fritas
“¡Se acabó, ustedes están libres de deuda y no tienen ningún peso que pagar!”. En 2014 Democracy Now!, el programa independiente norteamericano que se transmite a través de más de 900 estaciones de radio y televisión alrededor del mundo, titulaba “¿Un Robin Hood chileno? El artista Papas Fritas y la quema de documentos de deuda estudiantil”.
En un mensaje directo al inbox, Francisco Tapia –más conocido como Papas Fritas, el artista que liberó una deuda cercana a los 500.000.000 USD, quemando los pagarés de los estudiantes de la Universidad del Mar, y exponiendo la mecánica perversa de la educación privada–, con un “Sí, feliz, compa”, aceptaba la entrevista.
Las razones por las que rechazó la invitación del Gobierno venezolano a la primera “Bienal del Sur / Pueblos en Resistencia” quedaron entredichas. Su oído vital percibe algunas contradicciones, como un coro de hienas entonando las notas de un himno nacional.
A pesar de las fallas en la conexión, las respuestas vinieron detrás de una secuencia de puntos suspensivos en un chat discontinuo por los datos del teléfono, transcrito y corregido –viejo oficio de un cadáver putrefacto llamado periodismo– para esta entrega de aniversario que celebramos en MenteKupa, a pesar del feroz y criminal bloqueo económico, con apagones, sin gas y con los tacones rotos.
CV. El catálogo de tu obra se engrosa por la cobertura que le ha dado la prensa y los medios digitales dentro y fuera de Chile. Recientemente te oí decir que la agorafobia que padeces es una de las causas eficientes de tu obra. ¿Cómo esta patología se hace un dispositivo demandante?
FPF. La agorafobia está plenamente consciente en mi hacer, es algo que me acompaña de manera intermitente desde los 17 años, pero más profundo desde hace 10. Es justamente desde ahí que mi relación con el encierro se ha visto mucho en mi trabajo y en mis relaciones: el encierro de la cárcel, el encierro de las deudas, el encierro de la verdad de los archivos secretos y, finalmente, el encierro de los cuerpos por medio de las enfermedades y la salud pública con el proyecto “Amortanasia” y la exposición “Razón de morir mi vida”, donde facilité la posibilidad de la muerte asistida. Siempre he buscado alguna forma de encontrar una manifestación de la libertad, buscar una fisura que permita cierto camino sin esas estructuras del encierro, pero ahora he decidido perderme, me refiero a salir, eso incluye volver a equivocarme de forma más categórica en la obra y así poder encontrar una respuesta previa y no una salida corta del estado encierro, para pensar en algo que perdure más allá de ese espacio-instante. Lo que implica no solo un trabajo en el arte, sino una modificación profunda y constante en ese yo de singularidad que habita un territorio y crea subjetividades.
CV. Los carteles de la droga no solo se convirtieron en una marca-país a escala global, algunos artistas colombianos en la década de los noventa empezaron a usar cocaína como materia prima para su obra. En un trabajo reciente, hay una serie de esculturas donde utilizas mariguana y base de cocaína para modelar logos de marcas y monedas. ¿Qué significado tiene convertirlas en objetos de arte?
FPF. Básicamente son lógicas de las fantasías, y vender drogas puede costearlas, adquieres cierto estatus mediante mercancías de marcas en la necesidad de lo instantáneo: necesito dinero y poder instantáneo, pero todo esto es frágil, nada de ello perdura, se consume tan rápido como una dosis de pasta base de cocaína. Las personas son capaces de matar en estados de angustia o quien vende puede matar porque los adictos no pagan: venta y consumo dan el valor de la vida humana. Niños y niñas venden sus servicios sexuales o lo hacen sus familiares para consumir pasta. Es ahí donde se genera el margen del margen, el lugar donde se habitan los nuevos leprosarios y es muy difícil recuperar o desarrollar algún estadio social donde se ha destrozado todo. Este es el paraíso neoliberal de la desigualdad; la policía chilena viola los derechos humanos de las y los manifestantes, pero al mismo tiempo están a merced del narcotráfico en las poblaciones del margen. Ahí gobiernan los carteles que obviamente no se gobiernan solos en ningún país. Solo son enemigos si se subvierten a las voluntades del cronycapitalismo (capitalismo de amigotes que erigen leyes para beneficio de esa pequeña élite política y económica). Las drogas en las poblaciones son un muy buen aparato de control y de creación de miedo. Las noticias muestran una y otra vez el poder bélico, económico, pero muy pocas veces muestran cómo destroza las vidas y, a pesar de que se viralicen los videos por redes sociales, las poblaciones continúan igual: ocupadas por esas pequeñas dictaduras contra los pobladores.
CV. La dicotomía entre izquierda y derecha cada vez se hace más intangible, pero en Latinoamérica esto, hasta ahora, parece un insulto. No se puede borrar así de fácil la memoria de los cuerpos confinados, torturados y desaparecidos de las dictaduras de derechas y del plan cóndor. Mientras a principios de este siglo se fueron concretando en algunos países proyectos y agendas de Gobiernos populares, en Chile las élites apretaban sin soltar el modelo de democracia creado por los Chicago Boys. Sin embargo, hace no menos de dos años, antes del estado de alarma que trajo la pandemia, el pueblo chileno le declaró la guerra, una vez más, a este modelo, pasando de la doctrina de shock al Estado de shock. Abrimos el panorama. Como arte y activismo no tienen una frontera definida en tu hacer, ¿cómo ves a Venezuela actualmente desde su realidad política y social ?, ¿qué diferencia encuentras en las trincheras, cuando se desafían en la calle los modelos políticos y económicos de ambos países?
FPF: Me encanta tu pasión al respecto de lo que dices de Chile con el estallido social del 18 de octubre del 2019, ¡y no hay que perder la fe! Pero no siento lo mismo, aunque mantengo la fe (obviamente no religiosa). Para mí, el neoliberalismo está enquistado, es un proceso social largo, que no se borra rápidamente, y no sé si las personas, desde su singularidad, quieran perder ese privilegio del consumo y acceso a lo material. La mayoría de las demandas son en función a accesos económicos que están cooptados por el cronycapitalismo. La izquierda en Chile intenta políticas neoliberales con un Estado más robusto, y la centroizquierda y la derecha van a mantener este cronycapitalismo. Por el lado de la ultraderecha intentan una idea de capitalismo “libertario” en lo económico, pero altamente disciplinario y de control social marcial prusiano.
Aún la idea de dignidad en Chile está muy abrazada a ese bienestar monetario, pero hay dos lugares donde es claro que las demandas no pasan por lo económico, sino por lo abolicionista, en eso están hace décadas los pueblos originarios. El pueblo mapuche busca una independencia que es radicalmente anticapitalista en términos occidentales y, por otro lado, el feminismo busca la abolición del patriarcado y propone nuevas lecturas de sociabilización y morales. En ellas, existe una nueva forma de encuentro y, como es un espacio que siempre ha estado dominado por lo masculino, desconocemos lo ampliamente creativa que puede llegar a ser esta forma de poder femenino, y cómo se emplazará cuando logre socavar el patriarcado imperante.
Hablar de Venezuela es muy delicado y doloroso, pero hay un pueblo que accedió a ciertas herramientas, hay un pueblo que aprende diariamente de la precariedad y puede ver un futuro menos materialista pero con bienestar social; y con esto no quiero romantizar la pobreza, sino que apelar al exceso de consumo que existe en estos países, donde el acceso se trata solo de lo material comprable… El pueblo venezolano debe superar los caudillajes latinoamericanos, no puede depender de quienes pasan por un tiempo determinado en el poder, debe tomar todo lo aprendido y hacerse fuerte por sí solo. Ya no es hija ni hijo de nadie, es el pueblo venezolano quien le puede poner fin a las amenazas de la ocupación del territorio por ejércitos irregulares, financiados por las oligarquías asesinas de siempre, de la derecha proimperialista y mixtofóbica, y es también el único que realmente puede poner fin a un Gobierno nefasto y a los corruptos que se encuentran siempre buscando su bienestar individual, por encima de las ideas y de un proyecto social.
En cuanto a Chile, nos queda mucho por aprender, pero por ahora hay ganas y deseo, esa intención hay que nutrirla, porque así como llegó puede desaparecer. Es el peligro de tener un cuerpo social dinamitado por las dictaduras, donde jamás existió la posibilidad de reencontrarse como sociedad. Se nos dividió en individualidades que luchan entre individuales, despotenciando los problemas de raíz, que son transversales. Ahora hemos creado esta posibilidad, y debe crecer desde todos los lugares no institucionales.
CV. Con la promesa de que el paraíso económico estaba en cualquier parte fuera de Venezuela, muchos confundieron y le hicieron creer al mundo que la migración forzada era una especie de exilio político, algunos artistas han creado y agrandando ese mito. Es cierto que existe un éxodo y que Chile ha sido uno de los principales destinos de miles de venezolanos. ¿Cómo crees que se lo ha tomado la sociedad chilena?
FPF. De cierta manera los problemas graves económicos de un país o la crisis del agua son un exilio político, pero claro, no es un exilio como el que vivimos en dictadura, donde se expulsa por pensamiento o ideología a una amplia masa de un país. Esto lo puedo decir viendo la diáspora venezolana en Chile: la mayoría no tiene un discurso político contundente, tampoco fue parte de una guerrilla armada en contra del Gobierno de Maduro, la mayoría ha recibido estudios formales y busca desempeñarse en sus áreas laborales con mejores ingresos y cierta comodidad económica. Obviamente existe muchísimo migrante venezolano afro, mulatos que trabajan en empleos no regulados y que son explotados con bajos sueldos. Incluso son varios los emprendimientos de algunos venezolanos que contratan y explotan a sus compatriotas menos blancos y es notorio aquel condimente racista por parte del propio migrante que busca el sueño americano. No tengo una cifra para decir cuántos repartidores de servicios por aplicaciones como Glovo o Rappi, que no están regulados en Chile, son migrantes venezolanos. Esa mayoría, al mismo tiempo, usa vehículos de microempresarios venezolanos que se los rentan para hacer el trabajo no regulado.
Por otro lado, esta diáspora ha estado predicando en las calles a favor del orden y el control, nos amenazan con las siete plagas de Maduro y con que el estallido en Chile terminará como en Venezuela. Nos piden cuidar lo que tenemos y se van hacia los discursos de los sectores más conservadores que defienden los intereses de los grupos de poder. Quizás solo sea una forma de rechazar a Maduro buscando los símiles de López y Guaidó, que bien sabemos cómo tienen sus manos. Obviamente no son todos, también hay chavistas cansados de Maduro que necesitaban mejorar sus ingresos o dejaron de creer en el proyecto social por la corrupción. Algunos dejaron su chavismo, pero hay algunos que lo abrazan y son la minoría, una minoría perseguida en Chile por la propia diáspora. Sé de muy pocos migrantes que se atrevieron estar en las manifestaciones del estallido y que luego fueron identificados por las diásporas, que les gritan chavistas, aunque la mayoría no sabe qué es el chavismo, sino apelan a la emocionalidad por un proyecto que no les trajo un beneficio económico. Solo hablan de la pobreza, y en sus mentes quieren vestir como un famoso cantante de trap. Sé que es una caricatura, pero las mismas personas se construyen como tal al carecer de un argumento político y establecerse desde la ansiosa necesidad de tener éxito económico y poder. Me parecen mucho más honestos los chicos pobres que, en las condiciones de corrupción, salieron a buscar mejor suerte y dicen honestamente que no saben qué pasará en Venezuela, pero que está mal y estaban pasándolo muy mal, mientras envían dinero a sus familias desde Chile, y eso es una realidad innegable.
CV. Por último, ¿cómo ves la sociedad postpandémica?
FPF. Hay que ver cómo los gigantes de Silicon Valley, China y Rusia, capitalizan todos los datos inéditos entregados durante el confinamiento global a los cerebros con inteligencia artificial que hacen aquella minería de datos, la inteligencia para realizar perfiles psicológicos y aplicar todo eso de forma neuropolítica, que beneficia al “capitalismo de vigilancia”. ¿Cómo se aplica ese mercado de futuro mediante al capitalismo de vigilancia? Con mayor control. El problema es que hemos pagado todos estos servicios como Facebook, Google, Instagram, Twitter, con nuestros datos; datos que no son números sino subjetividades.
Lo peligroso es que se acercan a predicciones mucho más fieles y todo es manipulable. Todo lo político es predecible y, por ende, puede manipular tus decisiones y acciones. Orwell queda pequeño; si pueden, busquen un anime que se llama Psyco pass, creo que para allá vamos, en una mezcla de control social desde la justicia y salubridad mental. Todo esto debería realizarse en una sociedad necesitada por una economía “eventualmente” dañada por la pandemia.