Poesía en Casa es una estructura con diversos suelos, pisos y niveles. Similar a un hábitat familiar, cada entrada, cada escalera, cada puerta, se abre hacia un universo poético en sí mismo: la voz que acompaña la ventana que se ha elegido. Es posible ingresar a ese mosaico por distintas vías y atravesarlo de diversas formas: escalera “compensada”, escalera en “U”, escalera en “L”, de “ida y vuelta” o de “caracol”. La totalidad de ventanas que forman el mosaico se nos presenta como materia poética transformada y sublimada, a través de una serie de episodios y estaciones. Cada ventana es un detalle, un desplazamiento de nuestros niveles de percepción. Aislada, devela lo oculto: la esencia poética y la naturaleza de quien recita. En conjunto, unas junto a otras, cumplen una doble función: por un lado, función “didáctica” que busca dar cuenta de las diversas manifestaciones poéticas venezolanas. Por el otro, obra poética en sí, pues lo real se ve incesantemente desbordado y desplazado por la materia del lenguaje.
Es por ello, tal vez, que Poesía en Casa se asemeja a las viejas enciclopedias. Cada ventana va acompañada de una foto, de un sonido y de una viñeta que aborda al poeta y su poema en tanto es, en tanto es hecho y en tanto hace. Clasificación que separa en la misma medida que nombra, cada ventana vendría a dar cuenta de las continuidades y discontinuidades, de los límites y potencialidades de la poética venezolana. Cada imagen, cada pieza, cada viñeta, es expresión de lo antológico, lo anecdótico y lo genético. Así, génesis, esencia y praxis vendrían a desplegar una máquina poética, que es también máquina de mediación entre poetas, poemas y lectores. Sin embargo, en el montaje de Poesía en Casa, a diferencia del montaje enciclopédico, el ordenamiento de cada entrada no obedece a un índice numérico, alfabético o etario. Descender en ella, justamente, es percibir elementos que no están organizados por ningún protocolo de lectura.
Buscando descifrar el trasfondo y el escenario de producción de Poesía en Casa conversé, vía correo electrónico, con Giordana García Sojo. Ella es editora, investigadora y promotora cultural. Buscando tejer sociabilidades en el contexto del confinamiento, echó a andar esta iniciativa que, en la actualidad, se ha convertido en una referencia de las expresiones artísticas y culturales surgidas en el momento que transitamos.
Desde MenteKupa hemos seguido con entusiasmo la progresión de piezas sonoras de Poesía en Casa, la cual tiene incluso su propia cuenta en Instagram (@poesiaencasa21) y un canal de YouTube. ¿Cómo surge la idea y cuál fue la motivación principal para arrancar el proyecto?
Poesía en Casa nace desde el confinamiento al que nos arrojó la pandemia. Digamos que nació como un sucedáneo de la ausencia. Un poeta amigo me envió varios de sus poemas en audios de voz por WhatsApp. Ese pequeño acto motivó la idea. Escuchar buena poesía leída por la voz de quien le dio parto y existencia puede ser revelador. En este caso invocó la compañía, burló la distancia. Quise hacer lo mismo con otra gente querida, regalarle aquellos poemas y otros. Pero allí me enfrenté con la desnudez gris del WhatsApp y sus limitaciones de formato. Entonces empecé a jugar con algunas aplicaciones de edición de fotografía y de video. El resultado es sencillo y liviano: postales en video que acompañan la voz de las y los poetas, y que pueden enviarse sin mayor problema por cualquier red social.
¿Quiénes son o quién es Poesía en Casa?, y ¿cómo es el proceso de trabajo en un contexto en el que compartimos con familiares, hijas, compañeros de habitación? Sobre todo cuando se trata de una iniciativa de esta naturaleza, sin fines de lucro.
Una mezcla de elementos básicos, como el ají dulce y la cebolla para hacer un buen arroz: deseo y técnica. Lo hago porque me produce placer, y la manera de hacerlo que encontré es efectiva y no implica un esfuerzo demasiado grande. Me lleva tiempo, claro, y el tiempo es la sustancia más preciada e irrecuperable que nos circunda, pero trato de abordar el trabajo que realizo a diario para Poesía en Casa como una pausa, una breve abstracción de la cotidianidad de trabajo y cuidados que me absorbe día y noche. Lo más importante es lograr el tiempo de investigación, leer con atención, acceder a contactos, convocar a los y las poetas. Para ello he contado con amigos poetas e investigadores que se han animado y proponen ideas sin mayor afán que el de ayudar: Coral Pérez, Daniel Arella y Gonzalo Ramírez han sido cómplices y aliados fundamentales, pero hay otros poetas que luego de enviar su poema se animan a sugerir o preguntar por tal o cual poeta, además de espacios de crítica y difusión de poesía venezolana referenciales como la revista Poesía de la Universidad de Carabobo, por ejemplo. Este, como se ha dicho hasta la saciedad, es un país de poetas, de buenos poetas, así que el campo es fértil y amplio.
Advertimos la mezcla de poetas venezolanos de diferentes épocas, géneros, posiciones políticas y trayectorias. Es decir, poetas que trabajan, por ejemplo, estéticas y ritmos distintos, ¿cuál ha sido el criterio de selección?, ¿cómo ha sido ese proceso de alternar publicaciones con distintas estéticas y poéticas? Y, ¿qué tan fácil o difícil ha sido mantener la equidad de género?
Toda antología parte de la difícil tarea de fijar criterios de selección. Es una tarea que no puede negar su raigambre subjetiva, pero que debe apuntar a la mayor ecuanimidad y equilibrio posible. En este caso, además de hacer un regalo en tiempos de enfermedad y aislamiento, me interesa mostrar un panorama amplio de la poesía venezolana actual, especialmente de la nueva poesía, es decir, la escrita por jóvenes. Pero la mirilla es amplia, de hecho hay poetas de larga trayectoria y también, como compañías maestras, algunas voces consagradas que acompaño con el hashtag #PalabrasMayores. Volviendo a los criterios, me interesa mostrar quiénes escriben poesía, entonces lo fundamental es que sean personas que entiendan y asuman la poesía como un oficio de vida, como parte sustancial de sus días y horas. No creo en la publicación de libros como única vía para la legitimación, hoy en día hay otros medios como los blogs y las mismas redes sociales, donde he podido conocer muy buena poesía en ciernes, incluso trayectorias oblicuas a los sistemas tradicionales de mediación como las editoriales o los premios.
Lo más difícil, y es algo que se ha convertido en una preocupación fundamental de Poesía en Casa, es la escisión entre dos miradas políticamente antagónicas del campo cultural venezolano. Venezuela es uno de los países más politizados del continente, esa característica, positiva en principio, ha devenido en una fractura en dos que no encuentra soldaduras que la compongan. Las motivaciones son complejas y yo, como ciudadana y militante de ideas claras al respecto, no escapo de ello, pero tengo la convicción de que hay espacios donde podemos encontrarnos y hacer parte de algo más grande, sin alisar las rugosidades y las diferencias, pero sí escuchándonos y reconociéndonos como poetas, escritores, promotores culturales, etc. Sin mayores ambiciones en un tema tan espinoso, creo que si Poesía en Casa puede al menos ayudar a que nos escuchemos y apreciemos dentro de la diversidad de posturas políticas, ya tiene justificada su existencia.
Por otra parte, he tratado de ser muy cuidadosa en cuanto a la equidad de género. La discriminación y solapamiento de las mujeres en la literatura –como en la vida– ha sido sistemática y lapidaria. Apenas unos nombres se salvan de esa mecánica de la exclusión tan bien aceitada que deviene en canon o “tradición”. Hay muchas mujeres escribiendo y escribiendo bien, no es cuestión de moda ni de consigna, se trata se subsanar un horror histórico con el que la sociedad ha convivido naturalmente. La paridad es importante, pero no debe aparecer solo en lo más evidente como un plus políticamente correcto, debe ocurrir de manera estructural, desde las opciones igualitarias de formación: el mismo tiempo dedicado al estudio y al cuido de otros para hombres y mujeres, por ejemplo, hasta en los hilos que atraviesan la conformación de imaginarios y sentidos comunes: la enseñanza primaria, los programas universitarios, los contenidos en plataformas de entretenimiento, etc.
Hasta ahora, ¿cómo ha sido la recepción del proyecto? Desde la primera publicación a inicios de la cuarentena, más de noventa entregas después y contando (una por día), ¿sigues contactando poetas o ya recibes trabajos directamente de personas que no conocías?, ¿hay alguna intención de expandir el proyecto al continente latinoamericano?
Me encantaría. He conocido poetas jóvenes en México, Argentina y Chile, por ejemplo, de quienes sería maravilloso tener sus voces e imágenes guardadas en un mismo espacio. Sin embargo, por ahora me atengo a mis limitaciones humanas y a la necesidad de seguir investigando quiénes escriben en Venezuela.
En MenteKupa nos ha cautivado el formato estético de la propuesta: fotos del o la poeta en blanco y negro (con pocas excepciones a todo color), su propia voz recitando un poema breve, ¿cómo se concibió el concepto?
El fuerte de cada publicación es el audio de voz, la imagen le da rostro a esa voz que nos lee su poesía. Por ello la forma es sencilla, casi minimalista: foto blanco y negro sobre un fondo blanco jugando además con esa estética muy al uso en algunas redes sociales, como Instagram, de evocar la fotografía polaroid con sus marcos blancos gruesos. Cada video está acompañado por la información del autor, lugar de nacimiento y datos del poema si ha sido publicado, libro y año de edición.
Desde el consejo editorial de la revista venimos abordando una discusión acerca del ámbito editorial, sus posibilidades y limitaciones, ¿consideras que Poesía en Casa se inserta en el campo editorial? En tanto compilación de poesía venezolana, ¿crees que la cuenta de IG y las otras plataformas de RRSS que viene utilizando podrían abrir otros modos de producción editorial?
Es un hecho que las redes sociales se han convertido en mediadoras de contenidos. Lo mencionaba arriba, ya no solo las editoriales y los premios son los medios de legitimación y reconocimiento. En principio, hay una especie de democratización del hecho de publicación cuando con herramientas sencillas puedes armar espacios de edición, personales o colectivos. Por otro lado, hay youtubers que tienen más seguidores que todas las lecturas de una novela de un premiado por el Rómulo Gallegos. Esto no quiere decir que el número de seguidores o de comentarios en redes baste para reconocer tal o cual obra, simplemente es un síntoma de nuevas formas de producción y recepción de literatura, como de otros contenidos. La crítica, otro dispositivo mediador crucial en el circuito literario, también ha mutado y se ha infiltrado por estos nuevos formatos y medios, entonces también las revistas, los comentarios, los podcast hacen parte de estas nuevas formas de legitimación. Por cierto, creo que los audios de voz tienen tan buena recepción porque vivimos una especie de modificación sensorial de las formas de consumir o recibir contenidos, hacemos tantas cosas a la vez, que es muy frecuente el uso de audífonos o cornetas replicando algún audio mientras tecleamos o resolvemos el día a día. Es una especie de vuelta a la radio, pero con contenidos más precisos elegidos por los usuarios según sus gustos. En este sentido, quiero acotar que es urgente superar el monopolio de Spotify para acceder a buenos contenidos en audio o podcast. Pasa algo parecido con Netflix y las grandes plataformas de producción y difusión de contenidos vía streaming. Vivimos en la era de los contenidos en red, si en ello ganan los monopolios, aunque naveguemos la ilusión de la variedad, estaremos condenados a repetir la uniformidad y la decadencia que ocurrió con la televisión. La mejor forma de combatirlo es produciendo contenidos, aprender a hacerlo bien, apoyar y difundir comunidades de contenidos e incluso conocer, proponer y exigir nuevas regulaciones jurídicas al respecto.
Pensando en el espíritu histórico de las editoriales independientes en Venezuela y apelando a tu experiencia y formación en el campo, ¿ves alguna posibilidad de construir o, al menos, incidir en el campo de las políticas culturales del país? Es decir, la posibilidad de generar circuitos colaborativos que, sin depender de fondos públicos o privados, tengan oportunidad de impactar positivamente en el campo cultural venezolano.
Siempre fue muy difícil vivir del campo cultural, sea escribiendo e incluso editando. La mayoría de quienes se dedicaron a la edición en el país o fracasaron, o lograron hermosas y muy pequeñas experiencias editoriales (con muy poca capacidad de difusión) o tuvieron el aval de un mecenas, financiamiento privado o del Estado. Sin embargo, creo que los tiempos definitivamente han cambiado. No me gusta usar el término de economía naranja, pero sí creo que el sector cultural sin duda es un factor económico que debe ser abordado por muchos pequeños productores de contenido. Si repetimos la dinámica hipercompetitiva del ambiente capitalista, estaremos destinados al fracaso de muchos, a logros muy medianos y al éxito de algunos pocos. Sin querer rayar en la utopía irrealizable, creo en dinámicas colaborativas y simbióticas de producción y difusión de contenidos, que ofrezcan alternativas a lectorxs desde la promoción mutua de pequeñas producciones editoriales, y que busquen sobre todos los objetivos, llegar a la gente, crear comunidades de sentido. Si la gente comienza a desear el contenido que produces, quizá se pueda monetizar el espacio o acceder a algún financiamiento, o, lo que sería ideal, mantener un circuito colaborativo con un fondo común que permita crecer y vivir de ello. Por los momentos, creo que lo más importante es que prevalezca el afán de producir y promover buenos contenidos, más aún en tiempos en que la gente necesita un vínculo honesto con la realidad y con la capacidad de imaginar un futuro vivible, allí, la poesía tiene un sitio seguro.
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Poesía en Casa es testimonio y testigo de los momentos que estamos viviendo. Una antología poética que es mucho más que una antología. Obra de arte en constante transformación. Un timeline, un mosaico que no deja de actualizarse. Una máquina de mediación que despliega movimiento, música y creación poética, produciendo relaciones aleatorias que ensamblan totalidades en cada persona que se aproxima a sus ventanas y postales. Ruptura y advenimiento: desgarramiento de los lenguajes. Poesía en Casa es búsqueda e investigación: una apuesta cuyo objetivo es rebasar los límites y el fetichismo de la forma trabajada.