Una banda con la historia de todo un género a cuestas, que supo manejar sin complejos uno de los legados más importantes de la música contemporánea. Empezaron como Joy Division, perdieron a Ian Curtis y a pesar de eso fueron los maestros de la reinvención, hasta el punto de presentar una de las propuestas más innovadoras y arriesgadas que el rock recuerde.
New Order es la banda que puso a la clase obrera británica a bailar y que la sacó de la atmósfera sombría que ellos mismos crearon. Influyentes, determinantes y vanguardistas. Aquí te contamos un poco de sus comienzos, de lo que se conoció como Madchester y te dejamos varias recomendaciones para que conozcas a unos que conjugaron el arte con el entretenimiento sin nada de culpa de por medio.
Cuatro muchachos que hacían vida en el Gran Mánchester se juntaron y protagonizaron uno de los hechos más importantes de la historia del rock: La aparición de Joy Division en la escena musical. Ni ellos ni quienes los rodeaban, tampoco los que escuchaban y asistían a sus conciertos, sabían que nada iba a ser igual después de Joy Division, entre otras cosas porque al principio no contaron con el reconocimiento ni con el éxito comercial, pero lo cierto es que pocas bandas influenciaron a tanta gente como ellos.
Pareciera que el pasar casi miserable que sufrieron desde muy jóvenes algunos de sus integrantes, en una época de por sí muy dura para ser un trabajador, en una ciudad gris con un tejido social compuesto por gente que se dedicaba básicamente a sobrevivir entre cuatro paredes de casas de bienestar social de ladrillos color ocre, y el mensaje nihilista del punk británico, especialmente de los Sex Pistols, fueron determinantes para el ambiente sombrío que como nadie supo crear Joy Division.
Algún día nos explayaremos a escribir sobre esos cuatro años en los que Ian Curtis, Bernard Sumner, Peter Hook y Stephen Morris cambiaron el sonido de toda una generación, sin embargo, ubicarnos en ese pasaje es vital para entender la dimensión del cambio que experimentaron quienes quisieron, afortunadamente, seguir haciendo música después de la trágica y todavía no del todo superada muerte del cantante de la banda.
Solo comprendiendo la importancia de lo que hizo esa banda y entendiendo lo que ha significado para las dos generaciones de músicos y melómanos que vinieron después de ellos, es que se puede tomar una dimensión más o menos real de lo que representa New Order.
Como una forma de lidiar con el dolor y el shock que les produjo la muerte de su amigo y compañero, empezaron a experimentar con sonidos electrónicos, y un viaje a Nueva York (siempre Nueva York marcando a la gente) los metió de lleno en la escena dance de los años ochenta.
La inclusión en la banda de Gillian Gilbert, esposa de Stephen Morris, funcionó como una especie de correctivo, más allá de su talento como tecladista, pues según palabras del mismo Sumner, les daba vergüenza hacer el ridículo o caer en discusiones tontas frente a una mujer, pero hubo otro hecho que marcó el inicio de la banda, y fue el papel preponderante que tuvo Tony Wilson, que fue también representante de Joy Division.
Wilson fue presentador de un programa musical en Granada Televisión (en youtube se consigue mucho material al respecto), fue fundador de Factory Records, la disquera por la que pasaron las grandes bandas del sonido Madchester y abrió junto a los de New Order, la discoteca-sala de conciertos más importante que la ciudad de Mánchester haya tenido: The Hacienda.
Pasemos en limpio, luego de la disolución de Joy Division, sus integrantes se unieron a su representante para armar una disquera y una superdiscoteca en la que tocaban en vivo a sus anchas, ¿qué podía salir mal? Bueno, empezando todo fue un mar de diversión, desenfreno, fiesta y derroche cultural, pero luego las cosas se salieron bastante de control y los malos manejos económicos dieron al traste con todo. Para entender mejor ese momento y ver cómo se divirtieron de lo lindo, recomiendo ampliamente ver la película 24 Hours Party People. Al verla es imposible no sentir envidia por no haber estado ahí y por no haber vivido a plenitud esa época de sexo, drogas y rock and roll… con teclados.
En 1981 New Order lanza su primer disco, Movement, cuyo sonido experimental a veces robótico industrial no terminó de convencer a los críticos. La discusión sobre quién iba a ser el cantante definitivo de la banda se zanjó apenas empezaron a cantar en vivo las canciones que darían forma a este disco, la mayoría de ellas eran de la época de Joy Division y fueron retocadas con sonidos electrónicos. Las limitaciones de Sumner como cantante quedarían en un segundo plano al compararlas con la búsqueda obstinada de este por un sonido que los identificara y con la forma con la que asumió la responsabilidad de cumplir con la rutina de una banda consolidada.
Cuentan que Sumner siempre sufrió de insomnio, así que pasaba sus madrugadas experimentando con sintetizadores y construyendo sus primeros kits prefabricados de aparatos de sonido, como cajas de ritmos, sintetizadores, secuenciadores, osciladores, samplers, entre otros. Una muy buena parte de los ingresos de la banda se iba en comprar dichos equipos.
La vida de Sumner no había sido un jardín de rosas, precisamente. A temprana edad ya había tenido que lidiar con el abandono de su padre, con la pobreza extrema, con el constante maltrato de su madre y con la discriminación de las autoridades escolares que lo consideraban tonto, siendo que luego descubrió que realmente sufría de un trastorno por déficit de atención. En palabras de Sumner, si New Order fracasaba, él ya estaba acostumbrado a manejar ese sentimiento, así que nunca tuvo miedo de si llegaba a suceder. Lo cierto es que pasó lo contrario.
Dos meses antes de lanzar su segundo disco, Power, Corruption & Lies, en mayo de 1983, New Order lanza un sencillo que catapultaría sus carreras de una manera determinante. Y es que en marzo de ese mismo año, “Blue Monday” fue publicado sin pena ni gloria, hasta que empezó a sonar en las discotecas de la Costa Española a donde iban a bailar los turistas británicos que estaban veraneando en el Mediterráneo. Tony Wilson llegó a bautizarlo como “El síndrome de Benidorm”. La repercusión fue enorme y a los meses la canción estaba sonando en todas las discotecas del mundo. Hasta el día de hoy, “Blue Monday” es el sencillo más vendido de la historia de la música británica.
Más allá de la repercusión, “Blue Monday” fue fundamental por plantear la fusión entre el rock y la música bailable. De alguna forma esa canción sirvió para que los rockeros bailaran, para que los mismos fanáticos de Joy Division entendieran que había espacio para divertirse y olvidarse de los problemas que hacían su vida gris, pensando en que si igual no iba a haber futuro, como decían los punketos, era mejor bailar, divertirse y tomarse unas pastillas.
En 1985 llegó Low-Life, un trabajo mucho más maduro y relajado, propio de una banda afianzada y estable. Se trata de un gran disco con temas inolvidables como “The Perfect Kiss” y “Sub-Culture”. En el 86 seguiría Brotherhood que incluía la también célebre “Bizarre Love Triangle”. En 1989 grabaron Technique que fue parcialmente grabado en las islas baleares, específicamente Ibiza, ya entregados al acid house y a otros ritmos bailables y fiesteros, dicho sea de paso, este fue el último álbum que grabaron con Factory Records.
Republic termina con una seguidilla de doce años de trabajo y es el primer disco que graban con London Records. Según algunos miembros de la banda, es un disco forzado que fue publicado por presión de la disquera que en ese momento se encontraba en serios aprietos financieros. Las presentaciones de este disco se convirtieron en una carga pesada, sobre todo para el cantante, así que luego de este trabajo se tomarían un receso de ocho años, hasta que en el 2001 publicaron Get Ready, un disco un poco irregular, pero con puntos muy altos como “Crystal” y “Someone Like You”.
En el 2005 publican Waiting for the Sirens’ Call, un disco discreto que será recordado con nostalgia y algo de tristeza, pues fue el último que grabaron con Peter Hook en la banda. Lo que vino luego fue una serie de desagradables declaraciones y de versiones en libros biográficos de tipos que viven en la misma urbanización y que prefieren comunicarse las cosas de esa manera, en vez de tomarse un café y decirse las cosas a la cara.
Demandas y arreglos económicos han sido la constante después de la ruptura. Peter Hook sigue girando por el mundo y cantando las canciones de Joy Division y de New Order, escribió con éxito relativo The Hacienda: cómo no dirigir un club, en el que narra sus vivencias al frente de la afamada discoteca. A finales de la década de los noventa, Hook formó Mónaco, una banda con un par de buenas canciones, así que hablamos de un hombre que tiene muchas cosas positivas en su haber, pero que sufrió mucho el desgaste de la relación con sus excompañeros. De este trabajo quedaron cosas guardadas que luego fueron utilizadas en el complementario Lost Sirens del 2007.
Luego de conflictos y reacomodos, la banda se toma un largo receso, en este caso hasta el año 2015 cuando publican su décimo álbum. Music Complete. El mismo recibe buenas críticas y contó con la contribución de Iggy Pop, entre otros. La siempre mordaz prensa especializada británica habla de una supuesta “liberación” del resto de la banda, ante la salida de Hook.
En el año 2018 tocan en Mánchester, Viena y Turín para dar unos conciertos francamente memorables y en lugares muy especiales que permitieron crear una atmósfera más discotequera y de rock art, la misma que ellos ayudaron a crear en The Hacienda. Para dicha gira reclutaron a los mejores talentos del principal conservatorio de Mánchester y los invitaron a tocar sus temas no tan reconocidos por el gran público. De estos toques sobresale la emotiva versión que hacen del tema de Joy Division, Decades, en la que recuerdan a Ian Curtis y a la vez reconocen que tantos años después el dolor por su muerte sigue ahí intacto.
Al día de hoy la banda sigue activa y según ellos, preparando material nuevo, sin la presión ni la premura de otros tiempos. Puede ser que los mejores tiempos de la banda ya hayan pasado y que el estilo de vida armónico y relajado que llevan sus miembros ya sesentones, no les permita representar el espíritu ravero y fiestero de otras épocas, pero sus presentaciones en vivo siguen siendo notables y, según ellos mismos, siguen experimentando con nuevos sonidos y no le pierden pisada a todas las contribuciones que hace la tecnología a la industria musical.
New Order no es una buena o muy buena banda más, es mucho más que eso. Se trata de una banda que creó un género, que propició un ambiente para que ese género se desarrollara, que pretendió domar, con sus errores y aciertos, la complicada industria musical, que apostó todo lo que tenía, literalmente, para que el sonido de una ciudad perdurara en el tiempo y, sobre todo, se trata de una banda que dio poco por sentado y que se esforzó por cuidar todos los detalles, desde las conceptuales portadas de sus discos a cargo del diseñador Peter Saville, hasta el sistema de sonido que funcionaba en The Hacienda. Todo esto mientras acumuló una colección sobresaliente de temazos.
Más allá del synth pop, acid house, pop rock, post punk, dance rock, alguien dijo una vez que lo especial de New Order es que cuando lo escuchas te puedes llegar a figurar cómo sonaba el futuro hace cuarenta años y, siendo así, la verdad es que sonaba bastante bien.
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buenisimo artículo, saludos desde El salvador