Una banda sin medias tintas que ha despertado amor y decepción por más de tres décadas. Fueron del éxito al fracaso con suma facilidad, pasaron de hacer cosas brillantes a dilapidar casi todo por las fiestas, una extenuante disputa con su disquera y por las licencias artísticas. Se trata de los verdaderos precursores del sonido madchester. Marcaron a fuego a los Gallagher, son ídolos de los de Blur, su regreso fue de los eventos más esperados de la música británica, precisamente por eso de no haber dejado a casi nadie indiferente. Aquí te contaremos sobre la vida y obra de una de las bandas que pagó el precio de hacer lo que quiso en uno de los momentos más decadentes del rock, y eso es algo que siempre le vamos a agradecer. Se trata de algo que comenzó con dos tipos probando guitarras y que terminó con ellos como autores de uno de los intros más envalentonadores de la historia del rock.
No debe haber banda británica de las importantes cuyos integrantes no hayan dicho en una entrevista que eran los más grandes de la historia, que iban a ser mejores que los Beatles y que la historia de la música tendría un antes y un después marcado por ellos. Esta postura con la intención de escandalizar a la prensa y al público, es un recurso tan viejo como el rock mismo. Por lo que no deja de llamar la atención que a dos días de publicarse el primer disco de The Stone Roses en abril de 1989, su cantante haya dicho en una entrevista que si bien creían que eran buenos y que iban a ser grandes, lo que más les interesaba era que otros jóvenes se animaran a formar sus bandas luego de escucharlos y verlos a ellos.
Si bien pudo sonar pretencioso, hay dos cosas que se desprenden de esa idea: primero, la ambición de influenciar a otros; y segundo, la noción de que consiguiendo eso iban a escapar de lo más temido por el ego del artista, el olvido. Dejando la semilla para que otros hagan lo que una vez hiciste tú, nunca serás olvidado.
Cuatro atorrantes con Ian Brown, El Rey Mono, y John Squire a la cabeza, irrumpieron en la escena musical de finales de los ochenta con unos sombreritos (buckethats) que, según cuentan, se pusieron de moda cuando los mancunianos empezaron a vacacionar en Barbados y en otras islas del Caribe huyendo del frío. Con cortes de pelo mods, montados en scooters, con chaquetas/chamarras marca Adidas y/o con escandalosas camisas estampadas tipo playeras, delinearon la estética de una generación junto a The Inspiral Carpets y los Happy Mondays.
Mientras sonaba música electrónica discotequera de la peor calaña, mientras el new wave residual copaba la escena y mientras el glam seguía produciendo vergüenza ajena en toda persona de bien que estuviese ante la incómoda situación de ver a unos cuarentones con licras de leopardo, peinados con secador y sacando la lengua ante la cámara, en Mánchester, como siempre, pasaban cosas, y entre esas cosas estaban unos Stone Roses cada vez más insertados en la escena local. El post punk que había sido la banda sonora de una ciudad de trabajadores que a duras penas podían sobrevivir, le daba paso a un sonido por momentos más melódico y guitarrero y por momentos más ravero propio del Mánchester Clubbing.
Fue propiamente con la salida del primer disco de los Stone Roses que unos quedaron flechados con la psicodélica-dream pop de “Waterfall”, que otros sintieron que les pasó por encima un camión de vanidad con “I Wanna Be Adored” y su genial intro, y que otros probablemente percibieron que todo lo que necesitaban para pasarla bien era dejarse llevar por la descarga que implicaba escuchar “I Am The Resurrection” en una pista de baile.
Lo cierto es que el primer disco de The Stones Roses da para prácticamente todo, hasta para que Guy Ritchie usara uno de sus temas, “Fool’s Gold” en una de las secuencias más memorables de la inolvidable Lock, Stock and Two Smoking Barrels.
El gran Peter Hook y uno de los productores con mejor currículum de toda Inglaterra, como es John Leckie, fueron los encargados de darle forma a este disco homónimo que terminó siendo fundacional y que ha envejecido de manera soberbia. Es tal la influencia que los críticos le atribuyen a este álbum de 1989, que algunos insisten en que se trata de una de las bases de lo que luego sería el britpop.
Ya con un par de sencillos se habían hecho conocidos. Cuenta Noel Gallagher que la primera vez que escuchó Sally Cinnamon supo que a partir de ese momento se dedicaría a la música y con Elephant Stone de 1988, también producido por Peter Hook, empezaron a sonar más allá de Mánchester.
El auge y la caída de la banda estuvo marcada por los escándalos, por mucha indisciplina a la hora de grabar y de tocar en vivo, y por muchos problemas y conflictos entre los integrantes de la banda, a pesar de que entre algunos de ellos se conocían desde la etapa escolar. Sin embargo, el ambiente caótico de las presentaciones en vivo sirvió para agrandar el mito y para que sus conciertos fueran catalogados de desastrosos o de geniales. Entre los más recordados figura uno que dieron en Blackpool en el año 89, que al sol de hoy representa una referencia para nostálgicos y fanáticos fieles, que hacen especial hincapié en el ya mítico cierre que tuvo el mismo con la versión de “I Am The Resurrection” y toda la performance de Ian Brown en trance tocando sus bongos.
Lamentablemente, tantos conflictos hicieron que la banda empezara a ser más famosa por eso que por su música. Dichos conflictos dieron lugar a cada vez más exigencias a la hora de grabar y a que el desorden fuese la constante. Horas enteras desperdiciadas en un estudio mientras el personal técnico presenciaba berrinches y peleas infantiles hicieron inmanejable la relación con la compañía discográfica Silvertone. Tan es así que dichos inconvenientes retardaron considerablemente la grabación del segundo álbum, Second Coming, en el que trabajaron con otra compañía, con otros productores, intentando respirar otro aire en una especie de retiro en Gales. El resultado fue un éxito en ventas, pero que obtuvo comentarios dispares entre la crítica y los fanáticos.
Se trata de un disco más furioso, lleno de rencor por el tiempo perdido y queriendo gritar cosas que los integrantes de la banda tenían retenidas. También se trata de un disco con muy buenos temas guitarreros que funcionaban muy bien en vivo, no obstante es un disco que confirma que el tiempo es de las pocas cosas que no se recuperan.
En comparación con otras bandas de la misma época, The Stone Roses fue de las menos prolíficas y es un hecho indiscutible cuando revisamos su discografía y vemos que solo grabaron dos discos. Mientras otras bandas trabajaban a un ritmo frenético acumulando horas de ensayo en el estudio, componiendo canciones y colaborando con otros músicos, los cuatro muchachos que cinco años atrás supieron deslumbrar a propios y extraños con una lista de canciones para todos los moods, ahora parecían los compañeros de clases rezagados que se sentaban en la última fila del salón. Quedó un sabor a deuda y una sensación de que han podido ser todavía más grandes.
En el documental Made of Stone dirigido por el gran Shane Meadows, que hizo entre otras joyas This is England, ellos mismos en un ejercicio de honestidad reconocen que por el tiempo y las cosas que habían pasado, algo se había perdido. Algo que no iba a volver jamás. Debe ser por eso que los que más saben de manejos de carrera artística siempre insisten en que las rachas y los buenos momentos hay que tratar de explotarlos y de sostenerlos a punta de trabajo y a como dé lugar.
Dicho documental, que recomendamos ampliamente, compila material que deja ver que la lealtad de su base de seguidores sigue intacta. También hace un acto de justicia al reconocer que parte clave de ese sonido tan característico fue responsabilidad del bajista Gary Mounfield, quien luego de la disolución de la banda hizo una larga pasantía por Primal Scream. Por su parte, la dupla Brown-Squire, porque parece que el rock se trata de armar grandes duplas, se había distanciado y Squire se retiró de la música casi por completo y se dedicó a las artes plásticas, mientras Brown lanzó varios discos como solista con relativo éxito, acumulando un puñado de buenas canciones.
El frontman que por momentos parecía un boxeador antes de un combate y el guitarrista que llegó a ser muy respetado por sus pares por haber creado de las mejores melodías de su tiempo, al parecer se reconciliaron en cuestión de minutos, seguramente motivados en gran medida por el deseo de facturar buenas sumas de dinero por participar en festivales y conciertos. A Brown de un tiempo para acá se lo ha visto muy activo en redes sociales agitando un discurso conspiranoico y antipolítico, pero sigue activo musicalmente.
Los Stone Roses se recontraganaron un lugar en la plana mayor de las bandas que hicieron cosas grandes, y sobre todo de las bandas que significaron mucho para mucha gente, ese es todo mérito de ellos. Ahora, nosotros podemos ayudar un poco a la nostalgia. Si olvidamos todo lo que pasó, si ponemos a sonar una lista de sus canciones y si nos dejamos llevar, no sería tan difícil creerse, aunque sea por un rato, que es la banda más grande de todas. Pero para que valga la pena, hay que hacerlo sin remordimiento.
Genial ellos y la nota gracias