Se ha convertido en un cronista de la simpleza de su amada Sheffield. Tiene una carrera envidiable y una discografía más que sólida. Comparte terruño con Pulp, Def Leppard, Milburn, Joe Cocker y Arctic Monkeys, entre otros. Crooner total, a pesar de que no le seduce mucho la etiqueta. Eximio guitarrista y con un vozarrón que pareciera siempre sonar desde una rockola. Aquí te damos el empujón definitivo para que entres en la obra de un gran artista que se pasea por el rockabilly, el rock más cincuentoso, el folk, las baladas románticas, por los villancicos y que hasta ha colaborado con temas para películas y series como los Peaky Blinders.
Todo el que hace lo que realmente le gusta, empezó porque quedó enganchado con algo que hizo un referente y Richard Hawley no es la excepción. Dicho por él mismo, fue ver a Will Sergeant, guitarrista de Echo & The Bunnymen, tocando la guitarra en The Killing Moon en The Old Grey Whistle Test en 1985, lo que lo motivó a esperar a las afueras de una tienda de discos, para comprar el álbum que a estas alturas ya es de culto, Ocean Rain. Es difícil determinar hasta qué punto el sonido de Echo & The Bunnymen influenció el trabajo de Hawley, lo que sí es indudable es el lugar que la guitarra ocupa en la propuesta de ambos.
Pero la vida de Richard Hawley está llena de anécdotas y de vivencias que lo han marcado, en paralelo con la música que ha consumido. Varias operaciones para tratar el labio leporino lo tuvieron en reposo y en soledad durante su niñez y fue su padre, el que combinando su trabajo en la industria acerera, con el gusto por la música, le transmitió a su hijo el amor por coleccionar discos y el amor por la guitarra, a pesar de ser apenas un aficionado. Tan significativo fue ese intercambio, que ya a los 14 años y sin indicios de que se dedicaría a la música, Hawley empezaba a componer sus propias canciones.
Y fue al salir de la adolescencia que su carrera despegó para no decaer nunca más. A los veintitantos fue guitarrista de Longpigs, una recordada banda que publicó dos discos con relativo éxito. Luego de esos dos discos comenzó a girar como guitarrista de Pulp, banda fundacional del britpop. Seguramente la entrada a Pulp se le facilitó por haber estudiado en el mismo colegio que su bajista, Steve Mackey y por ser Sheffield una ciudad de apenas medio millón de habitantes. El punto es que fue Mackey y el legendario Jarvis Cocker, los primeros en escuchar con atención las canciones compuestas por Hawley y fueron ellos quienes, entre elogios, lo encomiaron para que las grabara y las publicara. Es así como en el 2001 saca su disco homónimo con 7 canciones. Su voz de barítono y su impronta hicieron que al toque salieran las honrosas comparaciones con Ray Orbison, Scott Walker y con Nick Drake, pero más allá de eso, la recepción fue positiva. La crítica se mostró sorprendida por el estilo, por las habilidades con la guitarra y por la capacidad de componer que tenía aquel callado violero que acompañó a Pulp durante una temporada.
Inglaterra tenía un nuevo crooner, con todas las letras, y a partir de ahí empezó a armarse una legión de seguidores compuesta por integrantes de la subcultura teddy boy, por los fieles seguidores de Sheffield que se sienten representados por sus canciones melancólicas y costumbristas, y por aquellos que abrazaron las hermosas melodías que son de su autoría.
Los que han ido a Sheffield la describen como una ciudad tranquila, de gente bonachona, como un bastión de clase trabajadora, con muchos árboles y con una fuerte presencia estudiantil, debido a las tantas universidades que alberga. Lo más curioso y a la vez, el principal valor del artista que nos ocupa, es que canta a través de lo que vive desde hace más de 50 años en esa ciudad. Hawley también es un hombre tranquilo y sencillo, que huye del estereotipo de estrella de rock, que se pronuncia en contra del Brexit y de la xenofobia que este tema ha desatado, que condena los recortes sociales implementados por la clase dirigente británica, que no duda en ponerse del lado del ala más radical del Partido Laborista y que defiende a su ciudad, hasta en campañas en contra de la deforestación de sus bosques. Con respecto a su vida personal, Hawley cuenta que se enamoró de su esposa en un pub de Sheffield y que supo en ese momento que más nunca se separarían, también cuenta que vive con sus perros y que es feliz cuando invita a amigos a comer a casa. Amigote de Jarvis Cocker, de Miles Kane, admirado por la muchachada de los Arctic Monkeys, cuyo frontman, Alex Turner, por cierto lo ha catalogado como “el mejor compositor británico vivo”.
Ha colaborado con Elbow, con Paul Weller, con Manic Street Preachers, es habitué del show de Jools Holland, ha sufrido problemas de salud por una hernia discal que lo ha tenido en cama por períodos largos, así como ha sufrido un accidente en una pierna que lo obligó a terminar una gira de conciertos en silla de ruedas. Lo que ha vivido en más de 30 años de trayectoria lo aprovechó para aprender de mucha gente talentosa y para pulir su propio talento. Es así como empezó a publicar un disco tras otro y todos con muy buena acogida entre propios y extraños.
Además del disco homónimo, Richard Hawley, en ese mismo año 2001, publicó lo que es su segundo larga duración, Late Night Final. Dos discos seguidos pletóricos de baladas y canciones de amor, hechas a la medida de un serenatero sensible que usa chaquetas de cuero, se peina con gomina y anda en motos clásicas. Ambos discos están marcados por las canciones lentas y por melodías muy sutiles que hacen las veces de lullabies, unos más pegadizos que otros, pero todos muy estilizados.
Dos años más tarde, en 2003, es Lowedges el disco en el que el autor se permite algunas licencias como jugar más con el tiempo de duración de las canciones y se permite incluir temas instrumentales, con un talante un poco más swagger, propio de un artista que se sabe afianzado. The Motorcycle Song, Run For Me y Darlin´, vendrían a ser el manifiesto del álbum.
Es en septiembre de 2005 cuando irrumpe con su cuarto trabajo, Coles Corner. Todo apunta a que el nombre es una especie de homenaje o referencia a una esquina ubicada en Sheffield, que por varias décadas fue un lugar de encuentro entre transeúntes que arreglaban una reunión callejera. Un hermoso disco con arreglos que evocan a las grandes orquestas de swing de los años 30 y en el que la voz de Hawley empieza a escucharse realmente royorbinsoniana, considerando a la jazzeada The Ocean y a Coles Corner como los puntos más altos. Hablamos propiamente de un discazo imperdible.
Corre el año 2007 y es Lady’s Bridge el disco que toma el testigo de su antecesor, en todo sentido. Algunas reacciones de la crítica más especializada hablan de una continuación del disco anterior. Las recurrentes referencias a Sheffield, ¿cuál más?, y la atmósfera romántica y orquestada, así como los arreglos muy sutiles, hacen ver que es una continuidad del disco de 2005. Los más osados lo catalogan como el disco de los Lados B de Coles Corner. Valentine, Roll River Roll, Tonight The Streets Are Ours y la ahora célebre Serious, son los temas más logrados, los tres primeros con la fórmula que ya le había recontra funcionado y la última es un rockabilly muy pegadizo que a estas alturas no puede faltar en ninguna lista de reproducción del género. No quiero dejar afuera a Dark Road, una gran canción para rodar en carretera y que se condice con la estética y figura de motorizado que tiene el autor.
Truelove’s Gutter del 2009 es la melancolía folk y la, hasta ahora, más intimista publicación de Hawley. Sin grandes arreglos y con la balada lenta como constante, se impone una atmósfera un tanto tristona y peliculera. Remorse Code, Soldier On y Don´t Get Hung Up in Your Soul, dibujan bastante bien el ambiente en el que transcurren los 51 minutos que dura el disco.
En el 2012 se produce un punto de inflexión en su obra, con un disco no tan complaciente con la siempre mordaz crítica musical británica, Standing At the Edge’s Sky. El siempre apacible Richard Hawley le dio paso a un enojado rockero que protestaba por los recortes sociales y por el efecto que estas medidas tenían en la clase obrera. Psicodelia, distorsión, guitarras que recuerdan más a Kula Shaker que a un crooner, marcaron la pauta de un disco que se permitió todos los excesos, hasta con temas de siete minutos y pico. Sobresalen Down to The Woods, Seek It como uno de los momentos de calma de todo el disco, y probablemente una de sus canciones más hermosas, la también jazzeada Don’t Stare At the Sun, en la que Hawley muestra su verdadero yo, más allá del enojo. En el caso de Don’t Stare At the Sun estamos ante un tema que podría salvar a casi cualquier disco, por muy cuestionado que este sea.
Septiembre de 2015 y Hawley lanza Hollow Meadows, lo que hasta la fecha sería su penúltimo larga duración. El nombre del disco alude a una aldea ubicada a las afueras de Sheffield, claro está. El artista deja atrás las guitarras y la ira del disco anterior y retoma la senda intimista y melancólica en la que tan bien le fue. Son claves I Still Want You, Which Way y la contundente pieza rockera Heart of Oak, cuya versión en el show de Jools Holland no deja a nadie indiferente.
Further publicado en mayo de 2019 es su producción más reciente. Un disco con grandes canciones, algunas con arreglos apoteósicos, con piezas movidas y con Off My Mind, Galley Girl y sobre todo Alone como sus picos más altos. Podría decirse que estamos ante un disco que resume y condensa las distintas etapas por las que ha pasado el artista, pues están presentes las alusiones domésticas en My Little Treasures y Alone. Lonely en cambio apela a la fórmula más crooner y la balada siempre está presente, esta vez en Doors. Así que el disco es definitivamente un paseo por todo lo que Hawley ha sido capaz de hacer en estos 30 y pico de años de carrera.
El hombre que estuvo en varias bandas y que trabajó codo a codo con algunas de las figuras más grandes de la historia del rock británico, tomó para sí lo que más le gustó y se hizo un carrerón que lo convirtió en una estrella. Dijo Hawley en una entrevista, que sus ancestros estuvieron en Sheffield desde los años 1300, aproximadamente. No sabemos si exageró, pero sí sabemos que así como Nueva York tiene a Lou Reed y Buenos Aires tiene a Astor Piazzolla, la boscosa y llena de gente amigable ciudad del norte del Albión, tiene en Hawley a su más célebre cronista. Uno que no habla de excesos ni de la escena propiamente cultural de la ciudad, sino a uno que se vale de referencias muy particulares para proyectar lo universal. En este caso, para proyectar el arraigo que todos, en mayor o en menor medida tenemos con el lugar en el que nacimos y/o vivimos, y para aludir a la influencia que dicho lugar tiene en nosotros.
Hay artistas de mucha valía que pasan toda su vida tratando de crear una pieza trascendental, que con el paso del tiempo se convierta en un legado. Y hay artistas como Hawley que tienen una facilidad impresionante para crear muchas canciones bonitas y honestas. La obra de ese hombre cincuentón, que hasta cuando pronuncia las eses destila melancolía, es para sentarse a disfrutarla y para generar nexos con ella, como si de una ciudad querida se tratara.
Nota: Más abajo encontrarán una lista de Spotify con las canciones mencionadas en el artículo y muchas más y una lista de videos con sus mejores actuaciones.
Lista de Spotify Richard Hawley
Videos Richard Hawley