Gracias por enviarme una copia de Dune. Recibí una el año pasado de Lanier así que ya sé algo acerca del libro. Es imposible para un autor que aún escribe ser justo con otro autor que trabaja sobre el mismo tema y en el mismo ámbito [along the same lines]. Al menos eso creo yo. De hecho, me desagrada Dune con cierta intensidad y en ese desafortunado caso es lo mejor y más justo para el otro autor guardar silencio y rehusarse a comentar.
J. R. R. Tolkien
Carta a John Bush, 12 de marzo de 1966
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¿Cuál fue la causa del intenso desagrado que Tolkien experimentó al leer Dune? La dificultad para responder la pregunta está, claro, en qué se negó a exponer las razones de su molestia.
Sin embargo, su negativa a criticar la obra de Herbert quizá sea significativa. Apunta a un desagrado verdaderamente intenso, como si le hubiese sido imposible transformarlo en palabras sin que mediase la violencia. Así, Tolkien temía cometer una injusticia porque estaba seguro –tanto como era intenso su desagrado– de que no podría comentar la obra del estadounidense sin polemizar contra ella, repudiarla, condenarla e intentar excomulgarla. Se diría que era consciente del riesgo de corromperse, de valerse del anillo, pues no hay polémica que no implique voluntades de poder contrapuestas.
La negativa del inglés a comentar nos pone en la pista de que el rechazo es de naturaleza política. Con esto no quiero decir que la aversión de Tolkien se deba a la dificultad de tramitar una diferencia ideológica. En principio, si nos remitimos exclusivamente a Dune, parece muy difícil encasillar políticamente a su autor a partir de la obra. De hecho, ambos escritores, si por sus sagas los consideramos, esquivan las clasificaciones comunes. Lo que desagrada a Tolkien no lleva el nombre de una ideología política. Más bien puede rastrearse a partir del hecho de que reconoce en Herbert a alguien que trabaja sobre the same lines…
No es sencillo traducir la expresión sin una contextualización más precisa, carecemos de ella. A la vez, dar cuenta de su significado parece imprescindible. Aquí la traducimos por sobre el mismo tema, a saber, el poder y, más específicamente, el sentido, razón de ser o finalidad del ejercicio del poder y de la política.
En términos gruesos se puede decir que Tolkien asume una perspectiva político-moral y por tanto crítica. Concibe el ejercicio del poder como corruptor en sí mismo y el problema del poder como el de resistir o contener la corrupción inherente a tal ejercicio. Herbert no asume una perspectiva moral, sino más bien cognitivo-política, pretende explorar las posibilidades que tienen el ejercicio del poder y la política ante una situación determinada, a saber, la amenaza (como posibilidad objetiva e incluso certeza) de estancamiento y autoaniquilación de la especie humana.
Es posible ilustrar el desagrado de Tolkien diciendo que tras leer Dune una serie de relaciones aparecieron claramente ante sus ojos: el Kwisatz Haderach equivale a Sauron; la especia al anillo de poder, y los fremen a los hobbits. A partir de allí le fue posible imaginar un mundo donde las orgías tienen un lugar social entre los medianos, o una comunidad del anillo dedicada a la preservación y uso de aquello que debería destruir. En síntesis, el universo de Dune se le presentó totalmente determinado por el deseo y la voluntad de poder, entendido como sometimiento. Y en parte hay que concederle razón.
Pero si ambas obras tratan de influir en la actualidad política definiendo lo que vendría a ser el problema del poder, se hace crucial preguntarse por qué intentar hacer esto mediante la ficción y qué tiene que ver en esto el tipo de ficción que practican. Dicho de otro modo, la expresión along the same lines puede traducirse también por “en el mismo ámbito”. Este sería el espacio donde quieren impactar, para Tolkien el político-moral, y para Herbert la imaginación política. Lo que está en juego es la función social de la ficción.
El desagrado o, quizás, desencuentro de Tolkien no tiene lugar solo por una diferencia en cuanto a la concepción del poder (como capacidad y mando) y su problemática. Tampoco se debe únicamente a la diferencia de perspectiva, enfoque, tratamiento, aunque esto nos dé un indicio. Lo que disgusta en grado superlativo al escritor de literatura fantástica es la función social que puede reconocerse en la obra de Herbert. Su rechazo es de quien escribe ficción porque considera que es un medio idóneo para la educación político-moral y lo hace bajo la lógica del “érase una vez”, frente a alguien que escribe para imaginar nuevas posibilidades de cara a los problemas del presente y lo hace bajo la lógica del “¿qué pasaría si?”.
Tolkien toma los mitos paganos europeos y los reconfigura según la visión católica, suprime toda ambigüedad moral a las divinidades que protagonizan aquellos relatos, inscribe esto en la historia humana como el origen de la lucha entre el bien y el mal, igual que lo concibe el cristianismo y en particular el catolicismo. De allí su negativa a reconocer la influencia que tendrían sobre su obra las mitologías paganas europeas. En particular su negativa a que su obra se vincule con el anillo de Wagner está dada por la necesidad de evitar cualquier remisión a la ambigüedad moral pagana. Ciertamente Tolkien no se ve inspirado por los dioses paganos sino que los trasforma en divinidades cristianas. Se diría que es el continuador de Carlo Magno (uno bastante idealizado) en el plano de la ficción.
¿Qué hace Herbert con los mitos en general? Los plantea como parte de la praxis (intencional o no) del ser humano. Dejan de ser mitos para ser memoria, acontecimiento, acción, expresión y herramienta de la voluntad de poder, entendido este como capacidad y/o dominio. Los Atreides son descendientes de Agamenón, con lo cual este último tiene que ser un personaje histórico que de alguna forma devino en mito. Pero es más interesante lo que hace con las religiones, las mezcla, actualiza, deforma y reforma al punto de que solo las reconocemos por su denominación. Además, toda la saga de Dune puede leerse como la exploración y no como la crítica de los mitos asociados al poder y en particular el del mesías.
Se dirá que Tolkien espera sacar la fuerza moralizaste de su obra de un pasado definitivo e inamovible, que establece de una vez y para siempre el deber ser del problema del poder y el sentido de la política. Para esto es crucial que ese pasado mítico-prehistórico-religioso siga siendo lo que fue y siempre ha sido. Herbert trata de pensar lo actual cuestionando, revisando, mezclando el pasado, tratándolo como la materia a partir de la cual puede surgir lo posible, lo que ciertamente entraña peligros.
Lo que sigue es un desarrollo a manera de tesis de lo expresado hasta aquí sintéticamente. No obstante, se trata de anotaciones preliminares para un trabajo en curso más amplio sobre la función político-social de la ficción y en especial de la ciencia ficción y la fantasía.
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El Señor de los Anillos y el poder como corrupción
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–¡No, no! –exclamó Gandalf, incorporándose-. Mi poder sería entonces demasiado grande y terrible. Conmigo el Anillo adquiriría un poder todavía mayor y más mortal. –Los ojos de Gandalf relampaguearon y la cara se le iluminó como con un fuego interior. –¡No me tientes! Pues no quiero convertirme en algo semejante al Señor Oscuro. Todo mi interés por el Anillo se basa en la misericordia, misericordia por los débiles y deseo de poder hacer el bien. ¡No me tientes! No me atrevo a tomarlo, ni siquiera para esconderlo y que nadie lo use. La tentación de recurrir al Anillo sería para mí demasiado fuerte. ¡Tal vez lo necesitara! Me acechan grandes peligros.
J. J. R Tolkien. El Señor de los anillos: La Comunidad del anillo.
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- En el universo de El Señor de los Anillos el poder es abordado desde una perspectiva político-moral: es malo en sí mismo. El poder corrompe, no hay poder que no corrompa y tienda a la máxima corrupción. Todos los héroes de Tolkien tienen una única y misma misión: resistir la corrupción del poder. Algunos fracasan, Isildur, Sméagol/Golum, Ecthelion II, Saruman, Sauron; otros triunfan: Bilbo, Frodo, los miembros de la Comunidad del Anillo (incluso Boromir resiste al final), Gandalf, Faramir, Galadriel, Aragorn II.
- La capacidad de resistir el mal está condicionada racialmente. Hay conjuntos homogéneos de seres vivos que son corruptos por naturaleza (o producto de la corrupción), como los orcos y los trolls; otros son buenos y corruptibles en diferentes grados, como los elfos, los humanos, los enanos y los hobbits. Es llamativo que, si bien casi todas las especies de seres buenos son corruptibles, el envilecimiento no parece reversible. Pero la capacidad de resistir la corrupción es también histórico-cultural. Al momento en que comienza ESA, los seres más resistentes son precisamente los hobbits, por su constitución “natural”, pero además por su situación social e histórica: aislados en su comarca eran tan puros e inocentes que Sauron no se preocupó de hacerles anillos. Por último, la resistencia a los efectos corrosivos del poder es subjetiva, dentro de cada raza y cultura hay seres más bondadosos, resistentes, puros que otros.
- La corrupción del poder no es solo moral, política y económica. Es incluso física. El ejercicio del poder monstrifica y espectraliza. Se necesita una gran pureza de espíritu para resistir y cierta degeneración es inevitable. Por otra parte, el poder es en sí mismo excesivo. Tiende a la desmesura, a consumirlo todo y a sí mismo.
- Tolkien no es un liberal que piensa que el poder corrompe y que el poder absoluto corrompe absolutamente; más bien piensa que la máxima expresión de la corrupción generada por el ejercicio del poder es el deseo de poder absoluto. Todo poder tiende a corromper infinitamente, en demasía, y no hay poder, por limitado y controlado que esté, que escape definitivamente a la corrupción, que permanezca exento del peligro de devenir deseo de poder absoluto.
- Lo anterior no quiere decir que la corrupción siempre triunfe o que sea incontenible, pero no es la regulación sociopolítica del poder lo que puede limitarla. Tolkien no es un anarquista, a pesar de todo, el poder es necesario. Si no hay poder bueno, sí puede y debe haber un gobernante noble. ¿Por qué? Porque de otro modo nada contendría el despliegue de múltiples voluntades de poder y, con esto, de corrupción, el mundo devendría Mordor.
- En ESA la nobleza es pureza de espíritu, capacidad de resistir a la corrupción, y en tal sentido se puede decir que los nobles son quienes deben gobernar. Sin embargo, la verdadera nobleza no pertenece a quienes mandan o aspiran a ello, sino a quienes tienen un desapego fundamental por el poder, como los hobbits. De lo anterior se deriva que es imposible que la nobleza, entendida como pureza de espíritu, gobierne. Gobernar para un noble implica la voluntad para ejercer el poder en función de contener(se) y resistir(se) a la corrupción. Implica el riesgo de corromperse y una mínima corrupción frente a la cual se levanta la voluntad. Sin esta voluntad, el deseo de poder devine con seguridad deseo de poder absoluto. Sauron es quien encontró la manera (mágico-técnica) de ejercer un poder absoluto (fabricando los anillos y el anillo único) quedando con esto absolutamente reducido a su deseo de poder, es un espectro que ronda el anillo.
- En ESA no existe técnica ni tecnología que pueda regular el ejercicio del poder. El gobierno no es asunto de arte, conocimientos, ingenio, sino de pureza, bondad innata, capacidad para rechazar la corrupción. La técnica asociada al poder es considerada parte del efecto corruptor del poder. El anillo único, creado para dominarlos a todos, termina por dominar a su poseedor y lo mismo sucede con los restantes anillos subordinados al único.
- En ESA no hay auténticas decisiones éticas. Entiendo por decisión ética aquella en la cual ninguna de las opciones posibles satisface los criterios morales pertinentes (elegir entre el bien y el bien o el mal y el mal) o, dicho de otro modo, cuando no está claro qué es hacer el bien y esto solo puede determinarse a riesgo y retrospectivamente. Todos los personajes de la saga saben qué es el bien y qué es el mal, y parte de la tensión dramática se genera en torno a la cuestión de si los protagonistas resistirán o no la corrupción, decidirán por el bien o por el mal.
- En ESA, incluso la magia es un poder de origen moral. Magia blanca contra magia negra. La magia que corrompe contra la que da o restablece la vida. Sin embargo, la magia en tanto poder (capacidad) es en sí misma peligrosa, encierra la posibilidad de corrupción.
- Si en la saga no hay un maniqueísmo radical, esto se debe a la preeminencia del mal sobre el bien, siendo el primero más poderoso y determinado que el segundo, que se haya casi siempre a la defensiva y a punto de ser sobrepasado. Además de lo señalado al respecto, la preeminencia del mal sobre el bien se siente en particular en la omnipresencia que tiene la mortalidad en la obra, la cual queda destacada en particular con la muerte de los inmortales y, al final, con la partida de estos. Tolkien logra, en especial en los momentos de acción (combate y persecución) hacer sentir al lector la muerte como una posibilidad real. Los elfos abandonan la tierra para aislarse de una corrupción que vence su blanca nobleza y pone en juego sus vidas de inmortales. En el universo de ESA lo pasado siempre fue mejor, se diría que es un universo que va en caída.
- En ESA la distinción entre amigos y enemigos es tan absoluta como la distinción entre el bien y el mal, la segunda determina a la primera. La violencia (la guerra, el asesinato) se justifica porque el enemigo es el mal irredimible, la corrupción, lo que corrompe. La supremacía del mal sobre el bien contribuye a justificar la violencia. Por más violentas que sean las acciones del bien, son relativamente impotentes frente al poderío del mal, contienen más que destruyen. Del otro lado, toda alianza tiene como base el compromiso de luchar contra las fuerzas del mal.
- En cuanto al mesianismo, Tolkien parece proponer un ideal de héroe-soberano antes que un mesías, encarnado en Aragorn II. La cuestión de si es o no es el elegido depende de si logra demostrar que tiene valía de rey, y este valor está en función de su resistencia a la corrupción. Actuar bien significa resistir y contener la corrupción, tanto aquella a la que está sometido como soberano, como aquella que somete a los otros.
- Si bien Aragorn II es esperado por los suyos, su misión no consiste tanto en destruir el anticristo como en contenerlo. Lo vence, sí, pero solo impide su materialización, se diría su advenimiento a este mundo de materia. Pero con Sauron no desparece ni el deseo de poder ni la potencia corruptora del poder, menos adviene el imperio absoluto del bien. En lugar de eso, la raza humana (que tarde o temprano subsumirá lo que queda de las otras razas mortales) hereda, se gana, toma de las manos de los seres de luz la misión de contener el mal y abrirle una posibilidad al bien en lo que en adelante puede llamarse, con propiedad, su mundo.
- La función de Aragorn II, en tanto que contiene el mal o evita el advenimiento del anticristo prologando las posibilidades del tiempo presente, recuerda a la idea de Katechon que Carl Schmitt tomó de la biblia. La importancia de esto está en que así Aragorn II no es el mesías, sino que viene a evitar su aparición, evitando también que aparezca o se materialice el anticristo. Aparece así de forma clara la función conservadora del héroe. En el mundo de ESA no hay nada después de la Edad Media o, si prefiere, del tiempo de los hombres. No hay lo que se llama progreso, ni mucho menos historia evolutiva.
- Como la soberanía del humano sobre el mundo surge a condición del exilio de la magia, de la inmortalidad y de los seres puros (corruptos o no), el mortal humano solo puede hacerse cargo del mundo, hacer su mundo, desde el desencantamiento y la desilusión. Pero a la vez, Aragorn II es un restaurador, reentrona en el poder su dinastía, revive también la gloria de los viejos tiempos inaugurando una nueva Edad Media. En el desencanto de los nuevos tiempos saca su fuerza de la tradición.
- La organización sociopolítica de los hobbits –en la cual no hay autoridad diferenciada, y sin embargo hay jerarquías sociales (por ejemplo, Frodo es socialmente superior a Sam), en la que más que poder hay influencia o prestigio, consecuencia del trabajo y la propia habilidad; en la que la vida transcurre de forma pacífica y en un riguroso apartamiento de las diatribas de la historia y de la lucha política; en la que la producción y la obtención de riqueza no son un fin en sí mismos, recuerda a las repúblicas campesinas del Sacro Imperio Romano Germánico.
- Si la obra de Tolkien se considera desde el punto de vista que diferencia entre lo duro y lo blando, se puede afirmar que su trabajo es más ciencia ficción que muchas obras consideradas como tal, entre ellas Star Wars. El universo de ESA es mucho más coherente consigo mismo e incluso con lo que sabemos del mundo, de lo que SW jamás será. Ya Carl Sagan hizo añicos las aspiraciones a ciencia ficción dura de SW denunciando su ideología colonial y antropocéntrica; nos interesa aquí introducir una breve comparación con ESA, que permitirá ilustrar lo que tiene de dura la fantasía que desarrolla. Si nos ubicamos en el campo de la lingüística, Tolkien creó el sindarin y otras lenguas y las desarrolló hasta un punto que fuese posible escribir textos largos; no sucede nada parecido con el balbuceo que hablan las especies extraterrestres (o el bippeo de los androides) de la fantasía espacial. Es posible poner otros ejemplos relativos a ámbitos quizá más duros del conocimiento, como la botánica de la Tierra Media. Pero es más importante señalar que SW se sitúa en una galaxia muy lejana, en cambio ESA lo hace en un pasado mítico o mitológico del ser humano actual. No es una obra de fantasía ordinaria porque se inscribe como parte de la “historia” de la humanidad. No quiero decir que sea una ucronía, no hay un punto de bifurcación, y mas allá de la ucronía, tampoco hay un punto de inserción, es decir, un momento en la ficción que entronque con la historia real. Más bien, el relato se inscribe en la historia como la prehistoria mítica o mitológica del hombre. Nos habla de un pasado que sucedió antes de la historia, y de un acontecer que desemboca y explica el origen del dominio humano sobre el mundo. El final de la obra implica que en adelante será la raza de los mortales humanos, quien toma en sus manos la misión de ejercer el poder y contener la corrupción, incluida aquella inherente al poder. Su obra puede entenderse como una curva que parte de la fantasía y termina en la realidad. Dicho de otro modo, la fantasía envuelve para revelar el núcleo de realidad que motiva la obra.
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La saga de Dune y las posibilidades del ejercicio del poder y la política
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Estoy ante la sagrada presencia humana. Del mismo modo que ahora, así estaré algún día. Rezo a tu presencia que así sea. Permite que el futuro permanezca incierto porque es la tela donde recibir nuestros deseos. Así se enfrenta la condición humana a su perpetua tabula rasa. No poseemos más que este momento en el que nos dedicamos constantemente a la sagrada presencia que compartimos y creamos.
Soy una Bene Gesserit. Existo solamente para servir.
Frank Herbert. Dune: Casa Capitular.
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- En Dune el poder no es abordado desde una perspectiva moral sino exploratoria, como si fuese un objeto de investigación. A Herbert no le interesa tanto emitir un juicio, esto es, criticar, como investigar las posibilidades del ejercicio del poder en ciertas condiciones que pueden calificarse como límites. Tampoco le interesa cuestionar el poder en sí mismo, ni ubicarlo en coordenadas exclusivamente morales. Dicho de otro modo, en Dune el poder no necesariamente corrompe, no es malo por naturaleza, ni tampoco bueno… La cuestión al respecto del poder es la de cómo ejercerlo, ¿cuál es el mejor arte de gobernar, el Atrides o el Harkonnen?, ¿el de las Bene Gesserit o el de las Honoradas Matres? En Dune siempre estamos en los zapatos de quienes ejercen el poder; los héroes están imbuidos en su ejercicio. Su problema central no es resistirse a la corrupción que genera el gobierno, sino más bien determinar la manera correcta de gobernar para conseguir los propios fines político-existenciales, fines que por lo general rebasan el ámbito de decisión entre el bien y el mal.
- Dune no es una crítica del mesianismo; es una puesta a prueba de sus posibilidades bajo condiciones específicas, entre las cuales destaca la instrumentalización de la religión. La cuestión no es postular que todo mesianismo es malo (o bueno), sino evaluar sus chances una vez que es posible servirse técnicamente de él para fines políticos. Así, la misionería protectiva de la Bene Gesserit es una tecnología cuya finalidad es la manipulación religiosa. Se basa en introducir en las poblaciones creencias, mitos, ritos convenientemente diseñados para que las hermanas puedan aprovecharse de ellos con objetivos de control político. De valor especial son las creencias proféticas, tanto que la Bene Gesserit cuenta con una “panoplia profética”, es decir, con una colección de creencias de este tipo que usa como armas. En el primer libro, la creencia en el advenimiento de un mesías que vendría acompañado de una “reverenda madre” fue implantada entre los fremen mediante la misionera protectiva, y mucho tiempo después resultó aprovechada por Jessica y Paul para sus propios fines políticos. Luego Leto II usará las técnicas de manipulación religiosa sin escrúpulo alguno. En un contexto en que es posible servirse de la religión y sus mitos mesiánicos para ejercer el poder, los elegidos de Herbert pugnan por encontrar la forma en que ser mesías no lleve a la catástrofe.
- Tolkien tiene en parte razón. Al principio de la saga el universo de Dune está regido por Sauron. Todos los actores ejercen el poder con miras a la expansión de su dominación y preeminencia. Tan fuerte es este impulso que ha cerrado el universo (humano) sobre sí mismo haciendo patente y casi-destino la aniquilación de la especie. No obstante, se trata de un punto de partida. Los tres primeros libros de la saga desarrollan el tránsito de una voluntad de dominación pura hacia una voluntad de dominación signada por la necesidad de evitar la aniquilación total y afirmar la continuidada de la especie humana. Los tres últimos exploran el sentido del ejercicio del poder, se preguntan más radicalmente por su finalidad, puesto que aquella puramente negativa (impedir la extinción) se revela insuficiente.
- En Dune la genética (y no la raza) predispone la relación del sujeto con el poder. La genética define la potencia, la capacidad en general; no la pureza de espíritu ni la capacidad de resistir el mal. Pero lo determinante en la relación en cuestión es la educación como disciplina y dominio de la técnica en general, y en especial de un arte de gobernar. No se trata de una educación moral, sino de un entrenamiento que permite el paso de la capacidad al acto. Incluso los Harkonnen, tan dados a los excesos hedonistas, son disciplinados a la hora de ejercer el poder.
- Si la especia es como el anillo –y en efecto en Dune sirve para dominarlos a todos (como también sirve el sexo particularmente en la segunda saga)–, nadie quiere ni se siente en el deber de destruirla. Sin embargo, la amenaza de su destrucción es usada como una palanca convincente para el ejercicio del poder. No es quien produce y distribuye la especia quien domina, esto no es suficiente, es quien puede destruirla. Si un héroe de Herbert se hubiese colado en ESA, no hubiese tratado de destruir el anillo, tampoco se lo pondría, aunque dependiendo de la situación y a riesgo calculado pudiese hacer cualquiera de estas cosas. De hecho, únicamente lo destruiría en una situación extrema. Su estrategia general se basaría en chantajear a los otros con la destrucción del artilugio, lo que, entre otras cosas, implicaría dominar de algún modo las Grietas del Destino, tratar con algún delegado de Sauron, tomar alguna medida de seguridad en caso de que el anillo lograra dominarlo. La cuestión esencial sería para qué haría todo eso. Enmarcaría su conducta en el marco del cuidado de la especie humana o de su empoderamiento personal.
- Ni Paul ni Leto II pueden actuar de tal modo que sus decisiones entren en los parámetros comunes de la ética. ¡Terrible situación! ¿Cuál es el límite de lo que puede hacer Paul sabiendo que muchas de sus decisiones pueden llevar a la extinción de la humanidad? ¿Hizo bien Leto II al someter a la humanidad por más de 4000 años? En la segunda saga, ¿Odrade debe fortalecer de forma conservadora la Hermandad (Tamalane), transformarla (Murbella), hacer otra cosa, trazar una línea de fuga (Shenna)?
- En Dune la distinción entre amigos y enemigos es netamente política y por la tanto es variable, flexible. Cada actor juega para sus propios intereses y para lograr la hegemonía e incluso el poder absoluto, hecho que resulta, en la primera saga, en una guerra regulada de todos contra todos. Existe un complejo diseño institucional que crea contrapesos y balances y evita la mutua aniquilación. No obstante, puede inferirse que la polarización política es posible. El temor de Shadan IV es precisamente que Leto pueda liderar las restantes grandes casas (El Landsraad) junto a las pequeñas y otras fuerzas contra él, razón por la cual accede al plan del Barón Vladimir Harkonnen. En la segunda saga, tras la caída de Leto II, en la práctica desaparecen las instituciones y viejos poderes. Hay una guerra de todos contra todos que se decanta en la polarización entre las Honaratas Matres y la Bene Gesserit. Aun así, la rivalidad entre estas no implica que unas consideren a las otras como la encarnación del mal. El final de la obra, y en particular la decisión de Odrade de nombrar madre superiora a Murbella, una exHonorada Matre, es prueba de ello.
- La religión fremen, sin su componente mesiánico inoculado, es singular porque la fe deviene proyecto, práctica, política sobre bases racionales. Implica la subordinación de la técnica al sentido, a un destino sostenido por la fe hecha voluntad. Es lo opuesto de la instrumentalización de la religión: la subordinación de la técnica a la fe incondicional en un proyecto ecopolítico.
- La religión fremen se funda en la experiencia de la más extrema necesidad. Las condiciones de Dune hacen extremamente dura la mera sobrevivencia humana, por lo cual esta se trasforma en un imperativo absoluto, en El deber. Bajo su imperio, los fremen no conocen la culpa. Se puede hablar de una religión adaptativa, que elabora sus ritos y mitos a partir de aquellos elementos del entorno (incluido el histórico-social) que pueden servir para dar sentido a la sobrevivencia. Es, además, una religión extática y mística. Exige y se da los medios para la máxima comunión en la liberación de la angustia vital.
- Pero esto por sí solo es insuficiente, la mera sobrevivencia llega a carecer de sentido. Los Kynes, su saber y en especial el técnico, dan una respuesta a la pregunta del para qué. La sobrevivencia tiene como sentido la transformación ecológica de Dune, lo que entre otras cosas implica su dominio por parte de los fremen. No se trata de alcanzar el paraíso en la otra vida, ni mediante la reencarnación, se trata de transformar Dune a través de la praxis, aunque no se tenga la posibilidad de ver la obra culminada. Para esto el imperativo vital debe ir más allá de sí mismo. El proyecto supone el compromiso de incontables generaciones. Es un proyecto tan a largo plazo que por más racional y posible que sea desde un punto de vista técnico, desafía las expectativas presentes de todo ser mortal. Si la mera sobrevivencia requiere disciplina, la realización del proyecto requiere fe, esto es, un salto al vacío de la voluntad.
- Si el mesianismo, la expectativa sobre el advenimiento de un elegido que liberará al pueblo también elegido y traerá un mundo nuevo, caló tan bien en las creencias de los freemen, esto se debe quizás a que el mesías aparece como un catalizador del proyecto ecológico, pero también como un vengador y justiciero.
- Es difícil dar cuenta de la posición política de Herbert a partir de la saga Dune, y parece imposible hacerlo a partir de los primeros tres libros. Algo puede sacarse del cuarto, a partir de la pregunta sobre Leto II, ¿es después de todo un héroe? En una lectura posible, su dictadura de más de cuatro milenios se justifica porque salvó la humanidad de la extinción. Leto llevó la carga de convertirse en dios-emperador-gusano para orientar el proyecto genético de la Bene Gesserit a la creación de un anti-kwisatz haderach, Siona, que al ser capaz de escapar de la presciencia abriría, mediante su reproducción, la posibilidad de una nueva expansión de la humanidad. Así, todo lo que hace el emperador gusano tiene la finalidad de socavar el fundamento de su poder, del cual se puede decir es verdaderamente casi-absoluto, pues no está basado solo en la fuerza, el derecho y la tecnología, sino en la presciencia. Como él era el centro de todo, su teatral muerte en manos de Siona e Idaho derrumbó toda la estructura gubernamental, religiosa y guerrera que había creado. Igualmente, Leto II dejó hacer a IX, dejó hacer a la Bene Tleilax, y el resultado fueron las no-naves (que escapan a la presciencia) y la especia artificial. Ahora bien, ¿justifica la preservación de la vida humana, más en especifico, evitar la autodestrucción, un gobierno universal como el de Leto II, casi absoluto, que dispone de la vida y muerte de los gobernados como medios? Creo que Kant diría que una pregunta como esa no concierne a la ética. Dicho de otro modo, vista desde una perspectiva exclusivamente ético es una pregunta insostenible, una aberración.
- Es posible especular que Tolkien no terminó de leer Dune. Cerró el libro en el momento en que se revela el sentido de la prueba del Gom Jabbar. Tres cosas pudieron causarle desagrado. 1) La idea de nobleza que resulta de responder las preguntas ¿por qué el hijo de un duque debe saber de venenos?, ¿en qué universo moral vive y cómo participa de él? 2) La existencia de una prueba que juzgue a la nobleza en virtud de su disposición a hacer lo necesario antes que lo correcto. El Gom jabbar “solo mata animales”, en especial varones de la nobleza, (“el enemigo de la Mano Alta”), es decir, gobernantes, pero mata también candidatas(os) a adquirir poder, como capacidad y/o como mando (sirve principalmente como examen de las acólitas Bene Gesserit y de los candidatos a kwisatz haderach). La prueba distingue entre quien es humano y quien no lo es para eliminar al segundo en el acto. Su sentido no es determinar si se es corruptible, sino saber si el aspirante tiene la voluntad de hacer lo necesario para proteger la especie de los peligros existenciales, asegurando su vitalidad, extensión y continuidad. Lo necesario puede incluir gobernarlos a todos, devenir Gollum-emperador-gusano. El emperador gusano demuestra lo que haría un gobernante capaz de superar la prueba del Gom Jabbar en condiciones extremas. En este punto, un Tolkien con presciencia cierra el libro.
- Si hubiese un equivalente de la prueba del Gom Jabbar en ESA, sería llevar el anillo o ejercer el poder. Como se ve, no se trataría de un examen que prueba (mordiéndolo en su cuerpo de animal y en su orgullo) si el homo sapiens testado es humano; se trataría más bien de saber si el aspirante puede llevar una carga que será de por vida y que dolerá particularmente en el espíritu. Exclusivamente los puros de espíritu pueden llevar el anillo a su destrucción, únicamente los disciplinados pasan la prueba del Gom Jabbar.
- Hay al menos dos hechos destacables de la organización política de los fremen. 1) El ejercicio del poder está rigurosamente dividido entre sexos. Los hombres detentan el poder propiamente político, el cual se basa fundamentalmente en tomar las decisiones de sangre por el colectivo al que manda. El poder político no es algo particularmente deseado, quizás porque no es nada estable. Depende de la capacidad del líder para proveer seguridad y termina con esta capacidad casi siempre junto a su vida. Como cada fremen se siente capaz de tomar él mismo las decisiones de las cuales depende la supervivencia del grupo y su propio impulso vital lo lleva a ello, el jefe siempre puede ser desafiado sin posibilidad de negarse a aceptar el desafío. Las mujeres ejercen el poder religioso, íntimamente ligado al médico-terapéutico. Es imposible para los hombres acceder al poder religioso, puesto que solo el Kwisatz Haderach puede transformar la especia. También es imposible acceder al poder en cuestión mediante la violencia, y se requiere de valores genéticos específicos. 2) Los escasos conflictos entre los fremen en su conjunto se deben en parte al imperativo de sobrevivencia, reforzado por los peligros derivados de la explotación colonial de la especia. Pero su unidad de propósito está, antes de la aparición de Paul, en la transformación ecológica de Dune; luego de su aparición, en la purificación religiosa del universo.
- En la última saga, la organización política de la Bene Gesserit se rige en torno a un consejo superior presidido por la reverenda madre, quien decide en última instancia (esto es cuando el consejo no se pone de acuerdo). Hay en este sentido una dictadura. No existe un poder legislativo, las hermanas no se gobiernan con base en normas sino con base en instrucciones. La única ley que necesitan está dada por su casi absoluta identificación con los fines de la hermandad, la cual se inscribe en sus cuerpos, mentes, incluso células, genes, durante su entrenamiento y en espacial en el trance de la especia. Es un hecho notable que solo recurren a la democracia en situaciones extremas, excepcionales, ante decisiones muy difíciles que implican el riesgo de muerte y disolución. Esto es destacable porque en la historia humana la conducta del poder ante situaciones excepcionales ha sido y es exactamente la contraria. Dentro de la organización política de la hermandad, la institución más notable es el ministerio de las hermanas censoras. Estas son una suerte de poder judicial, administrativo y punitivo al mismo tiempo. Judicial, porque vigilan y censuran cualquier comportamiento que se desvíe de la ley. Administrativo, porque vigilan por la eficiencia. Punitivo, porque castigan y corrigen. Pero cumplen una función adicional. Comunican al consejo superior la situación general de la hermandad, incluidas las demandas, quejas e insatisfacciones de las hermanas. Esto interesa a todo el mundo dado que se accede al poder y se permanece en él mediante el mantenimientos de vínculos políticos democráticos informales. Aunque el poder puede ejercerse de por vida, este peligra cuando las disputas internas en torno a la eficiencia y la misma política de la hermandad llegan a un punto crítico.
- La finalidad de la Bene Gesserit es ante todo política, y su política se basa en la regulación de la vida humana en su conjunto. Es decir, su ejercicio del poder tiene como fin hacer lo que sea necesario para garantizar la continuidad de existencia humana, evitando el estancamiento y la autodestrucción. En la primera saga, la política de la hermandad tiene como eje el desarrollo del programa genético que culminará con el despertar Kwisatz Haderach –un macho educado a la manera Bene Gesserit, que puede presentir el futuro y tiene memoria absoluta del pasado humano– que esperan sea el medio para sus protectores fines. Pero los planes no salen como esperaban. Los Kwisatz Haderachs (Paul y Leto II) despreciarán el modo Bene Gesserit, sometiéndolas y despojándolas. Leto II toma lo que en adelante se llamará la Gran Finalidad, ejercer el poder con vistas a la expansión y continuidad de la vida humana, y modifica su cómo. Ya no se trata de controlar, regular, encaminar, que es la manera original Bene Gesserit, sino simplemente de crear una oportunidad, una apertura, una vía de escape, lo que supone orientar el proyecto genético a la creación de un ser que pueda escapar a la presciencia. Pero a pesar de su casi omnipotencia, Leto II es mortal, y la gran finalidad exige su muerte, por lo que hace a las Bene Gesserit sus herederas. En la segunda saga, donde la hermandad es protagonista, ellas aceptan (no sin reticencias) el legado del emperador gusano y lo desarrollan en las nuevas circunstancias. Estas implican resolver la cuestión de sí el destino de la humanidad se identifica con el de la hermandad. Por primera vez se pone en cuestión si la hermandad tiene derecho a gobernar y cobra un peso inusitado el sentido de su existencia.
- Lo que resulta impresionante de la Bene Gesserit es su compromiso con la hermandad, la forma como este compromiso, una vez adquirido, determina sus vidas. Ellas lo saben, una vez Bene Gesserit siempre Bene Gesserit. Por una parte es destacable su disciplina, que resalta sobre todo de frente a sus poderes o capacidades. Para dar una idea de esto se puede decir que cada hermana es casi-absolutamente soberana de su propio cuerpo y mente. No hablo de derechos… en el universo de Dune no hay ese tipo derechos. Quiero decir que cada una de ellas controla su cuerpo al punto de poder decidir (con facultades biológicas), no ya si quieren quedar embarazadas, sino, en caso afirmativo, los rasgos genéticos de la prole. Más allá, pueden decidir morir y morirse en el acto, son inmunes a todos los venenos, a las enfermedades, pueden vivir cerca de un milenio ostentando juventud y sin necesidad de la especia. Frente a esto, el hecho de que puedan trastocar su estado de ánimo a placer, o modificar sus afectos, por ejemplo, dejar de amar a voluntad, puede parecer poca cosa. En cuanto a las relaciones con los otros y en particular con los hombres, pueden dominarlos con la mera fuerza de su voz hasta transformados en simples marionetas. Pero, además, su dominio de cuanta técnica sexual y afectiva ha existido y su voluntad de innovación les permite no recurrir a medida tan extrema (y en el fondo estúpida) como la voz. Por otra parte, desde el punto de vista del conocimiento y el saber hacer, cuentan con la memoria viva de una vasta parte del lado femenino de la humanidad. Son virtuosas investigadoras e ingenieras capaces de construir dispositivos de control social como la misionería protectiva. Son maestras en la diplomacia y la guerra. Su capacidad perceptiva las convierte en infalibles detectoras de la verdad, incluso pueden determinar el curso de los pensamientos ajenos, razón por la cual las llaman brujas, cosa que a ellas les parece útil y divertido. Por último, son perfectamente conscientes de los límites de sus descomunales poderes. Su mayor debilidad es su adicción a la especia, droga de la que no pueden prescindir porque sin ella no podrían acceder a la memoria femenina de la humanidad. Su segunda debilidad es su eficacia, siempre corren el riesgo de ser tan despiadadas y efectivas que pueden perder el sentido de su misión. En parte por esto ejercitan un riguroso control sobre cuándo y cómo usar sus capacidades. En esto cuenta además la consciencia de sus fines, es decir, sus límites están dados por la evaluación táctica y estratégica de sus poderes. De hecho, las Bene Gesserit solo se valen de ellos para realizar los fines de la hermandad y de ninguna manera que pueda perjudicarla. Si, por ejemplo, no recurren a la voz para dominar a los otros, es porque de esta manera los castrarían, matando en ellos su valor, fuerza, inteligencia, determinación, en dos palabras, su potencia vital. Si no alargan su vida todo lo que pudieran, es porque esto traería la enemistad del resto de los mortales sobre ellas, lo que no solo acarrea peligros inherentes a la hostilidad, sino la imposibilidad de cumplir con su cometido. Pero lo que más da la idea de esto, es el hecho de que las Bene Gesserit no son absolutamente soberanas sobre su cuerpo y mente, porque de serlo ya no tendrían ninguna libertad, se autocastrarían en favor de la hermandad, lo que supondría el estancamiento. Es paradójico que soberanía signifique alienación casi-absoluta en favor de una institución, sobre todo porque cuando usan la libertad restante es por lo general para ir en contra y en favor de la hermandad. Así, el desacato de Dama Jessica se debería, en lo fundamental, a que ella decidió hacer primar el amor, de lo que resultó una catástrofe para la hermandad y a la larga su transformación y renovación. Las Bene Gesserit de los últimos libros toman a Jessica como un ejemplo de determinación en favor de la hermandad. Se debate si a fin de cuentas hizo lo que tenía que hacer.
- Las Honoradas Madres son lo contrario de las Bene Gesserit, no tienen escrúpulos para valerse de sus poderes.
- ¿Qué es la nobleza para las Bene Gesserit? En la primera saga, la nobleza es uno de sus principales medios de dominación política. Se sirven de los nobles masculinos para gobernar en la sombra y por medio de ellos. Esto no significa que hagan de ellos unos eunucos, el problema es siempre cómo lograr control sin que esto suceda. Además, la nobleza viene a ser un receptáculo de genes. En particular, cuentan los genes necesarios para crear al Kwisatz Haderach. En la segunda saga, cuando todo lo sólido se desvanece en el aire de la dispersión y el retorno de los dispersos, la nobleza no tiene casi importancia, ni siquiera política. Los genes agrupados en Atreides, Harkonnen, etc., incluidos los de Idaho, se dispersan en la multitud, aunque la hermandad guarda para sí, en especial en sus miembros (no solo femeninos), un conjunto de genes específicos. Si los Kwisatz Haderachs y la anti-Kwisatz Haderachs son producto del programa genético, Shenna es producto de la mutación salvaje y lo mismo sucede con Miles Teg, en tanto que su mutación es inesperada. El último Duncan, por su parte, es producto de la manipulación genética de una línea que no se relaciona directamente con las casas imperiales y que Leto II ha estado diseminando en la humanidad durante milenios.
- La dificultad que encuentra Herbert para entrar en la Ci-Fi está en que su desarrollo especulativo no se centra en las ciencias duras, sino en las flexibles o fluidas. Antropología, economía, sociología, politología y filosofía política (y en general), son los ámbitos de conocimiento que dan rigor al universo de Dune. Tan riguroso fue el trabajo del autor en estos campos que sería posible hacer una investigación sobre las instituciones fremen o sobre cualquier dimensión de la organización de la Bene Gesserit. Sus notas sobre las transformaciones en la religión tras la conquista del espacio son de una profundidad sorprendente. Desde el punto de vista que introducimos, ¿no son los tusken una caricatura en comparación con los fremen, y lo mismo no sucede con los jedis y sus contrapartes malignas, al respecto de la Bene Gesserit o la Bene Tleilax? Sin embargo, la especulación en materia de ciencias sociales tiene como punto de partida tanto el ambiente, las condiciones materiales en las cuales se desarrolla la vida humana, como realidad biológica, celular, genética. Desde un punto de vista general la especulación de Herbert gira en torno a las relaciones entre la vida de la humanidad y su entorno, pero el énfasis está en el papel de la política y el ejercicio del poder en la gerencia de estas relaciones. Como resultado su exploración apunta al diseño y puesta a prueba de un conjunto de instituciones políticas que gravitan en torno al problema del poder.
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Imagen de portada J. J. R. Tolkien.
Agredezco en especial las correciones y sugerencia de Claudio Fuentealba
Mas sobre Dune:
Interesante análisis a partir de ese fragmento de carta. Solo he leído el primer libro de Dune, así que tu texto me adelantó cosas.
Dune es realpolitik, LOTR, un historia épica con una que otra pincelada de ella.
La cita de Tolkien es interesante. El artículo no lo es, lamentablemente. Pura especulación sin fundamento.
Me encantó este artículo! no tenía ni idea de la existencia de esta carta. Me encantan ambas obras, pero nunca me imaginé que se pudiese trazar algún paralelo entre ellas. Para mí pertenecían a esferas completamente independientes: ESA como el punto final de la narrativa pastoril, moralista y simplificadora de la realidad: los buenos son buenos, los malos son malos. Se disfruta de la historia siempre y cuando no se le exija nada desde un punto de vista filosófico. Por otro lado, Dune es, página por página, un monumento a la filosofía política, una versión del «principe» de maquiavelo mezclada con space-opera. los planes-dentro-de-planes, la continua desconfianza entre aquellos que hacen alianzas, etc.
¡Me alegra que te haya gustado!Es verdad ESA es muy divertido.
Cónchale me hiciste un poco de spoiler… naa realmente ahora me dan más ganas de ver todo ese devenir de las Bene. Acabo de terminar el primero y tenía pendiente terminar de leer este artículo, si, estoy de acuerdo con mucho de lo que planteas, al menos de Dune.
No me había fijado en esto último que comentas de que Herbert hace una ciencia ficción que a diferencia del común no está sustentada en las «ciencias duras» sino en las sociales y humanas. En efecto debió haber sido difícil para él entrar en el mainstream de la Ci-Fi, igual desconozco su biografía.
A mi me dio curiosidad, e incluso conmovió, la sensibilidad que demuestra ante lo femenino como principio casi transcultural, ante su saber. Las mujeres no son personajes jarrones a pesar de que la novela trate sobre un mesias, las Bene son el poder detrás del poder, por ejemplo. Y como cuentas acá, los hombres están en el poder de la política y las mujeres en el poder de la religión. Quizá haya sido esto lo que hizo que no la sintiera como una narrativa patriarcal a pesar de que persisten roles tradicionales de género en muchas escenas.
Indhira, gracias por tu comentario! Yo creo que Dune tiene una mirada de género bastante particular por cuanto revuelve toda la cuestión. No podría decir que no es patriarcal en algún sentido, yo no lo siento así, pero bue; si me parece provocador en el buen sentido. Claro que una mirada feminista sería muy interesante, en particular sobre el cambio que hay entre los primeros tres libros y los segundos, en particular porque estos últimos van sobre la Bene Gesserit (como fuerza reguladora del universo) y la cuestión mesiánica queda en segundo lugar. Seguro saldría algo interesante! abrazo!
My insights in this field are limited and not popular, gauging by responses to casual discussions I’ve had and social media posts on which I participated.
I have long regarded Lord of the Rings as a cautionary tale about fascism and the nobility of an unadulterated Catholic virtue, and by that route, as an overwrought and naïve morality tale from an Englishman also wedded to the prejudices of his age, especially about social class and imperial British, racist snobbery.
Dune struck me, as you say, as a more Machiavellian exploration of power, but not as a celebration of it so much as a warning about being careful what you wish for. If you desire a messiah, sooner or later one will come along, and all sorts of people will attempt to politicize that advent to their own advantage, with the inevitable outcome of slaughter and mayhem. You might say that violent Islamism in recent decades is almost a prescient proof of Herbert’s philosophical insight in that regard.
Tolkien relied on journeys and repetition of mood and angst to hammer home his message. Herbert seemed to focus on metamorphosis, or coming-into-being. That seems almost like the difference between reactionary longing for the past and youthful enthusiasm for building the future–a fitting metaphor for postwar Britain and the USA?
So, when you asked me (elsewhere), what I think of your thesis, I must admit I have spent less time scrutinizing the texts, and certainly not recently for Tolkien. But I would investigate more of the structuralist aspects: author motivations and influences on them; potential subjects for contemporary allegory and metaphor; socio-cultural backgrounds; and so on.
It is only my personal orientation, but I would also have investigated the prevalence of philosophical thinking in the authors’ environment of their time. Perhaps Bertrand Russell, Hilaire Belloc, and GK Chesterton for Tolkien (to start with). Perhaps William James, John Dewey, and Ernest Hemingway for Herbert (again, just to start with). I might be quite wrong about these influences, but they might serve as a good starting point even in the negative.
Philosophical insight would then have led me to draw any obvious parallels with dominant political schema (fascists and WWII for Tolkien; American anti-communism and Cold War for Herbert).
Last words: you undertaking is immense, and would scare the hell out of me. And all sorts of fans of either writer will inevitably disagree temperamentally, but I’ll be most interested to see the outcome once your notes are a polished narrative. With both writers’ stories in full revival, it would be interesting to peek underneath the showmanship to see what they say about us as an audience.
Muchas gracias, por el comentario, en espacial por tus insight sobre como sería posible profundizar en las tesis que planteo. En espacial me gusta la idea de explorar temas potenciales para alegorías o metáforas contemporáneas. Tienes razón en cuanto a las influencias filosóficas, tu recomendación amplia me parece un buen punto de partida! Muchas gracias.
Me gusta el hecho de que solo con lo de la carta y dos textos pudiste resumir las dos obras (resumir obviamente en su enfoque y eso, no en su historia)
¡Gracias por el comentario!
Realmente, todo lo escrito es especulativo, como la Historia en sí. Cómo saber lo que pensaba Tolkien, si no lo dijo? Cómo saber lo que hizo fulano o mengano, si no hay documentación gráfica sober ello? Sólo por ver sus nombres en negro sobre blanco, se escribe todo lo que pasa por la imaginacion de quien lo hace. Todo, la Historia, los comentarios y hasta ellos mismos, no son más que cuentos de hadas. Algunos bien contados. Otros, no.
Hola, gracias por el comentario, comprendo lo que dices, pero creo que se puede uno aproximar gracias a la especulación disciplinada, en este caso teoríca, es decir a partir de los conceptos y concepciones que se pueden extraer de sus obras de ficción. Añado que Tolkien al menos deja dicho algo interesantisímo, a saber, que el cree que Herbert y el trabajan sobre los mismos temas. A partir de una lectura de estos temas (el poder en especial) es posible reconstruir hipoteticamente lo que los autores piensan, todo esto con fines euristicos y filosófico políticos. Saludos.
Tu artículo es muy interesante, muy detallado y da en el clavo en muchos asuntos, pero creo que obvias una serie de matices sobre ambas obras, especialmente la de Tolkien, que podrían sofisticar tu discurso más allá de un «SDA es ingenuo y angelical >:( y Dune es cerebral y pragmático :D.» Esto se da sobre todo cuando listas las características de ambas obras que, a mi entender, en muchas ocasiones se contradicen y pasan de largo muchos detalles que hay en los libros. Por ejemplo: en SDA sí que hay conflictos morales, como el de Frodo, que tiene que perder la inocencia que nombras en un punto posterior para llevar el poder e incluso ejercerlo hasta cierto punto (como se puede ver en su relación amo-siervo con Gollum), y de las contradicciones que esto conlleva. En el segundo libro también se pone mucho énfasis en las decisiones y en las ramificaciones que estas pueden tener (la de Aragorn abandonando a los Hobbits, la de Hama o Eomer eligiendo entre su juicio y la lealtad ya sea por amor o por obediencia, etc), y esto es algo que se encuentra también en otros textos de Tolkien, terminados o no, como la historia de Turin Turambar. Me parece que también fallas en intentar no ponerle una etiqueta ideológica a Tolkien hablando de su obra como una historia decadentista en la que brilla la tradición. La ruptura con las expectativas es un tema muy recurrente tanto en SDA como en El Hobbit: los Hobbits tienen que abandonar su cultura insular para garantizar la supervivencia de su gente (conectándolo con el tema de Dune que quieres tratar) en un mundo que ni siquiera seguirá siendo el mismo de antes. Sé que parezco muy apologético de Tolkien, pero creo que ambas obras tienen mucho que aportar por su cuenta, y no sé debería juzgar una por no ser lo mismo que la otra.
Hola, gracias por el comentario!
Esto lo dices tu, no yo: “«SDA es ingenuo y angelical >:( y Dune es cerebral y pragmático :D)”.
Hay una diferencia entre un conflicto ético y uno moral. En Esa solo hay conflictos morales porque la distinción entre en el bien y el mal está dada de una vez y para siempre. Los personajes solo eligen entre hacer el bien o el mal… nunca pueden decidir qué es el bien y que el mal…
Que Frodo ejerce el poder? Te lo creo, sobre todo sobre Sam, porque Gollum no se deja mucho….
No le pongo una etiqueta política a Tolkien porque no me interesa… pero sí a ver vamos era una suerte de neo tory… católico, decadentista y anti-tech.
Sí, pareces apologético de Tolkien!
Nadie quiere juzgar una obra por no ser lo mismo que la otra, todo lo contrario, se trata de pensar la diferencia a partir del concepto de poder que despliegan.
Me ha encantado leer tu análisis de las dos obras. Son dos sagas que me encantan y con las que he disfrutado muchísimo tanto en papel como en el cine. Tienes toda la razón y me he sentido muy tonta al hablarme dejado llevar solo por la emoción y ho haber reflexionado sobre los equilibrios de moral y poder. Muchas gracias por hacerme ver
Muchas gracias por tu comentario, anima a seguir escribiendo!
Saludos