2.1 Arqueología de saber-se
2.2 Necesito encontrar al autor
de ese cuento del hombre que fue a una isla
retirándose del mundo
con el deseo de saber cómo era realmente
sin la necesidad de actuar para otros
[A veces tengo la impresión de que todo lo escrito es parte de un simulacro. Un plan desarrollado por algún grupo. Una agenda con intenciones que desconocemos.
De hecho, esta postal es un simulacro. Cuando voy regando una que otra elipsis u ordenando corolarios ando en la praxis de la simulación. Como un académico haciendo name dropping.
Digamos que las postales distópicas son un recurso literario de los escritores mediocres como yo.
Es complicado hacer literatura o pegar varios argumentos y hacerlos legibles. Sobre todo en esta era de la kardashianificación del mundo. Todo el que diga que solo hace “literatura” está bajo sospecha de simulación.
Es por ello que cada vez que leo un cuento o un poema me suena en la cabeza: “no lo sé Rick…”]
2.3 Cuando se halló solo
comenzó a intentar verse a sí mismo
y aprender de su verdadero yo
[Y así es como uno termina por hacer estas postales distópicas. Como si fueran una unidad de sentido, un cartel, una pequeña dosis de “algo” (y algos en griego es dolor).
(Estos fragmentos son un poco como esos videos editados con pedazos de una cosa y otra)
Cualquiera culparía a estos fragmentos de ser muy autorreferenciales o solo para entendidos, sin embargo, estas líneas están conscientes de su simulación]
2.4 Viendo al horizonte
se descubrió actuando
como una persona que está sola en una isla.
[Severo Sarduy, un marica arrechísimo como suelen ser los maricas, escribió hace algunos años un texto llamado “La simulación”. Una especie de cancionaca narrativa neobarroca hecha cuando el autor estaba obsesionado con el estructuralismo.
Traigo a juro esta obra porque ya hace décadas Sarduy sabía de qué se trataba la literatura: una simulación. No es extraño que haya frecuentado a los pranes franceses que declararon la muerte del autor.
Otro caribe iluminado: José Ignacio Cabrujas, también intuyó la simulación. Fue más lejos. Como buen dramaturgo vio el nivel sociológico de la simulación. No era solo una disciplina o una institución simulada, el asunto iba aún más lejos (en el caso de Venezuela): se trataba de un país simulado. Una nación entera en el ejercicio hologramático.
Es por ello que nos repetía Cabrujas, como buen profeta:
“Una de nuestras grandes bendiciones históricas: nuestra capacidad de piratear la historia”]
- Anecdotario
3.1 Un hombre pensaba tanto en escribir
que murió pensando sin escribir nada
[¿Qué nos dice todo esto, hasta dónde queremos llegar?; si la escritura es una herramienta de registro y es una simulación, no está más que dando cuenta de su estado subjetivado al que ha llegado producto de su utilización y fetichización (en la práctica social), es decir, se contaminó, no se simuló sola.
Es porque además de una sociedad simulada, un país, hay una civilización entera simulada. Como diría Adam Curtis en su famosas tesis de riesgo, se trata de una hipernormalización de las cosas, una ilusión de control, un simulacro llamado status quo.
¿Por qué permanece?, porque nos conviene. Necesitamos algo para que el mundo tome forma, algo que lo “sostenga”.
No es extraño que Curtis utilizara un término del escritor ruso Alexei Yurchak. Quien etiquetando de hipernormalizada a la sociedad soviética no hacía más que seguir el guión hegemónico, el dictado del simulacro.
¡Ay una gran simulación y solo somos el decorado!; no hay diferencias entre la élite excéntrica del mundo ficticio de Los Juegos del Hambre y Daft Punk con sus cascos espaciales esperando ser premiados en la ceremonia de los Grammy]
3.2 Un hombre pensó tanto en escribir
que todavía sigue pensando
[Y no es el simulacro de Baudrillard. Porque la verdad verdadera es que La guerra del golfo sí tuvo lugar y la de Irak y la de Afganistán y Libia y…
Porque tal vez el simulacro llamado literatura todavía sirva para lo que dijo Sarduy en entrevista con Soler Serrano:
“Practicar la literatura es una amenaza para la seguridad simbólica de los otros.”]
3.3 Un escritor que de tanto buscar la palabra precisa
se perdió en lo infinito de las palabras imprecisas
[Sigo escribiendo porque es difícil hacerlo. Porque no puedo escribir. De hecho estoy convencido de no saber escribir. Seguir haciéndolo es una manera de practicar constantemente para llegar a aprender. Llenarme de etiquetas por y para escribir también es una forma de simulación. Simular que escribo para llegar a escribir.
Porque a veces la realidad se me hace una literatura descosida y me interesa enmendarla a punta de torpes puntadas. Pero enmendarla al fin.
¿Qué me dice todo esto?; que simular como práctica nos lleva eventualmente a establecer una realidad o mejor dicho: una versión de realidad.
He allí lo peligrosa que es la simulación. Comienza como un juego y termina estableciéndose como imperio]
3.4 Un escritor que tiene tan mala caligrafía
que ni él mismo se entiende.
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