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Aunque tenga que matar, engañar o robar,
a Dios pongo por testigo de que jamás volveré a pasar hambre
Scarlett O´Hara
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Para ser honesta, soy una mujer de gustos sencillos. Por eso, hay cuatro cosas que le dan propósito a mi vida: Oasis (cruzo los dedos manifestando el regreso de los hermanos Gallagher), procrastinar en Twitter, comer pasta, y los domingos, días en los que la carga de melancolía y tristeza inunda el ambiente, amo sentarme a ver Lo que el viento se llevó.
Es un hábito que tengo desde la adolescencia, esa época en la que mi mayor preocupación era que no se saliera la bolita del Blackberry que me habían regalado en Navidad.
La cosa es que me puse a pensar por qué adoro Lo que el viento se llevó de esa manera tan pasional. ¿Rhett Butler?… Sí, es uno de los personajes más interesantes que he visto, pero no. ¿El vestuario? Hermoso, pero no. ¿Scarlett O´Hara? ¡Bingo!
Más allá de su obvia belleza física, que me hace dudar de mi heterosexualidad, y esa química increíble con Clark Gable –que solo existía en la pantalla–, me di cuenta de que detrás de esa superficialidad que se referencia en las primeras 250 horas de la película, se esconde una mujer extremadamente fuerte, capaz de subvertir las convenciones de su momento histórico. Es decir… La razón por la que adoro Lo que el viento se llevó es que admiro al personaje, y, para ser extremadamente honesta, me gustaría tener su garra y determinación.
Empecemos por el principio, como dijo Jack “El destripador”
Esta obra de la cinematografía estadounidense está basada en la novela de Margaret Mitchell titulada Lo que el viento se llevó. Escrita en 1936, en menos de cinco años ya había sido adaptada a la pantalla grande. Esta obra se convirtió en un fenómeno de masas, para 1949 ya se habían impreso 8 millones de ejemplares.
Mitchell, galardonada con un premio Pulitzer en 1937, tomó fragmentos de su vida personal y su historia familiar para plantear un drama romántico emplazado en el sur de los Estados Unidos durante la Guerra de Secesión.
Scarlett O´Hara, una adolescente muy hermosa, se enamora de un aristócrata llamado Ashley Wilkes. El mencionado tóxico decide casarse con una chica llamada Melanie Hamilton que, hecha la boba, se convierte en la mejor amiga de Scarlett.
Por circunstancias ajenas a su voluntad, Scarlett conoce a Rhett –el típico I´m too old for this shit– que se enamora perdidamente de ella. En medio de todo esto, explota la guerra y el sur de los Estados Unidos comienza a cambiar. Aunque en un principio la victoria sobre el norte parecía segura, la realidad es que el sur tal y como era conocido por los personajes desaparece. La violencia, la miseria y la escasez se profundizan a medida que el ejército de Sherman continúa su avanzada por Georgia.
Nuestra protagonista pasa de niña consentida a una mujer fuerte y por momentos despiadada. Como te podrás imaginar, Scarlett no es esa mujer inocente, cálida y altruista que antepone el bien general por el propio. ¡No! No es una protagonista de Venevisión. Scarlett es malcriada, superficial… francamente insoportable.
Sin embargo, se ve obligada a presenciar el sufrimiento ayudando a los enfermos y heridos. Establece el compromiso con Ashley de cuidar a Melanie. A medida que el ejército del norte avanza por Atlanta, por seguridad le toca regresar a Tara, su hogar.
Al llegar encuentra que su familia estaba en la miseria porque los soldados de la Unión ya habían acabado con el lugar, su madre había muerto y su padre estaba en estado de shock. Todo esto es la antesala a esa escena increíble hecha a contraluz en el que hace el juramento: «As God is my witness, as God is my witness they’re not going to lick me. I’m going to live through this and when it’s all over, I’ll never be hungry again. No, nor any of my folk. If I have to lie, steal, cheat or kill. As God is my witness, I’ll never be hungry again».
Esas palabras fueron proféticas, porque al final le tocó robar, mentir y matar para cuidar de ella, Tara y su familia.
Siempre digna, nunca indigna…
En un principio, por un acto de malcriadez, Scarlett se casa con el hermano de Melanie. Después, le quita el novio a su hermana y se casa con él para poder pagar los impuestos que recaen sobre Tara –la propiedad familiar–, convirtiendo el negocio de Frank Kennedy en una empresa exitosa. Mientras todo esto sucede, ella sigue enamorada de Ashley y no pierde la oportunidad de “soplarle el bistec” a Melanie y, como es típico de los hombres débiles, este no dice sí pero tampoco que no.
Al final, Scarlett entiende que Ashley nunca la quiso y que ella estaba enamorada de Rhett. Pero no hay redención. Es un arco dramático neutro. Por tal me refiero a que, si bien ella evoluciona de niña malcriada a una fría mujer de negocios, aprende un par de cosas y demás, nunca busca redimirse, porque al final actúa siempre en respuesta a las circunstancias.
Después de todo lo que les he contado, podríamos pensar que se trata de una villana calculadora movida por la ambición. Pero, si miramos más profundo, encontramos a una mujer que en medio de una catástrofe es capaz de subvertir el orden establecido para lograr sus objetivos.
Pues en un contexto en el que Scarlett estaba, relegada a jugar un rol secundario en las dinámicas sociales, una mujer audaz, valiente, con exceso de autoconfianza y muy libre, que usa las herramientas que tiene (en este caso es la belleza) para lograr lo que quiere, es un peligro.
Quizás lo que más me gusta de la construcción de este personaje es que nunca atizaron su condición de víctima. Frente a un mundo dominado por los hombres, Scarlett supo jugar sus cartas y, sin querer, logró romper las cadenas de su momento epocal sin caer en la victimización.
Por eso considero que, en medio de sus grises, Scarlett es un referente feminista. Pues, si salimos de la ficción, encontramos que antes de que el feminismo se convirtiera en un movimiento sociopolítico que abogaba por la igualdad de género, era necesaria la toma de conciencia individual de que es posible ir más allá de lo establecido, y qué mejor manera de hacerlo que a través de la ficción.
Mirémoslo así, la Primera Convención Feminista por los Derechos de la Mujer se realiza en Nueva York para el año 1848, tiempo después ocurre el movimiento de las sufragistas y, así sucesivamente, se va creando una organización colectiva centrada en el tema. La verdad es que la ficción siempre ha sido un caldo de exploración social que permite insertar en el imaginario cultural una serie de valores que toman sentido gracias a ella.
Lo que el viento se llevó es masiva… con esto me refiero a que, desde la dirección de arte hasta el guion, están pensadas para capturarte. Pero, más allá de los aspectos técnicos, esta película muestra de forma magistral que: a tiempos desesperados requieren medidas desesperadas. La pregunta es: ¿Tienes la fuerza que se requiere para tomar esas decisiones?
Apéndice
En el 2020 hubo una especie de polémica sobre esta película. John Ridley (guionista de 12 años de esclavitud) pidió que la retiraran de la plataforma HBO Max. Como un gesto para con el movimiento Black Lives Matters, la plataforma la retiró de su catálogo por unos meses.
El problema de este presentismo que experimentamos en la actualidad, con el que juzgamos productos culturales de 1939 con la mirada del 2022, es que nos está llevando a anular el debate para pasar a la censura.
¿Lo que el viento se llevó es racista? Podemos discutirlo…
Creo que para entender a Scarlett como referente feminista o el testimonio sobre la esclavitud que este filme presenta, es necesario ubicarnos en el contexto de la autora y de los realizadores. Utilizar una línea espacio-temporal específica, como lo es la Guerra de Secesión, obliga a tomar el tema de la esclavitud para dar cierto rango de exactitud.
Los ojos están en Scarlett, es el personaje principal, sus emociones y reacciones. En un segundo plano, opera la situación que sirve de lienzo para que la acción pueda desarrollarse. Si la realidad del momento fue suavizada por los realizadores, tiene mucho que ver, precisamente, con el núcleo de la historia.
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