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Selección de poemas

Bolívar Pérez Por Bolívar Pérez
18 abril, 2023
en Literatura, Poesía
0
¿Cuántos gramos pesa un recuerdo?

La lógica no le hace justicia al absurdo.
¿Cuántos gramos pesa un recuerdo?
Seguro es muy liviano, para no llegar a comprimir toda la masa encefálica
dentro de mi cráneo, pero no se trata de eso.
¿Cuánto mide un recuerdo?
Debe ser unas 20 o 2000 veces más pequeño que la punta de un alfiler, pero
más punzante, más certero.
¿En qué lugar del hipocampo estoy bebiendo guarapo de café hecho por mi
abuela muerta, haciendo cima en Roraima, deseando un beso, llorando a
lágrima viva, erizándome de música?
¿De qué color es el impulso electroquímico que me traslada a otras que he
sido?
El espacio no le hace justicia al tiempo.
¿Qué es mío después de todo?

Desearía no tener nombre,
ser un ave que baña de canto anónimo riscos y valles,
o pesar 300 kg y acercarme lenta y sedienta, con tantas ganas
a sorber fresca agua marrón de un estanque,
o sentir cómo se escurren las gotas de lluvia sobre el pelaje de mi cara,
trepada a un árbol,
paciente sobre un árbol,
tan paciente con tanto frío,
sin más abrigo que mi piel.

Mía, mi cama es mía, mi carne es mía, mis dientes, mi saliva, mi madre, mi
ropa mía, mi amante, mi memoria, mi dolor tan mío.

Ojalá fuera espuma,
ojos de buey pastando,
colina mojada,
roca inmortal,
abismo bañado de mar,
gato hambriento,
última estrella al alba,
llanura dormida,
sol de los venados.
Comunión con el misterio

Parir lenguas entre mis huesos,
nombrando;
que mis venas púrpuras y verdes
enciendan sus diminutos y mojados ojos.
Comunión con el misterio,
brujería;
abrir portales en mi ombligo
y en cada cosa que ingiero.
Parecemos extinguirnos a pulso propio, 
y también eso es movimiento orgánico
–yo también soy la naturaleza.
El aliento salvaje se abrió camino
entre mis mucosas y mis entrañas
como una ráfaga de viento atraviesa las ramas de un apamate.
Comunión con el misterio,
brujería:
Encielarme, encielarme, encielarme
hasta verme a mí misma transmodificada,
metamorfloreada,
geomórfica,
impertinentemente celeste.
Digo palabras para no emitir quejidos,
mugidos, maullidos, seseos,
las digo para decir otras cosas; 
pero ellas son también la naturaleza.
Sueño palabras que han atravesado las lenguas de mis ancestros,
que han vibrado en sus casas transitorias;
me fue dado el barro esencial
y tantas vasijas hechas,
para romper.
La libertad está llena de destrucción,
–soy la naturaleza.
Tengo candela indómita detrás de los ojos,
un llamado anterior a la palabra no me deja dormir,
me distrae de maya, la ilusión inercia.
No me molestaría volver a nacer
en gotas de agua o alimento para insectos,
en aminoácidos,
carbono,
soy la naturaleza.
Disolución

La luna ilumina este camino sin tregua,
una bandada de aves tropicales atraviesa el paisaje
y, a decir verdad, me atraviesan entera también;
tengo pájaros de largas alas metidos en la sangre,
sobrevuelan vastas aguas de tiempo incierto.
La masa torrencial de agua se mueve desde la cima hacia el mar,
un solo curso,
fuerza conducida por un aliento salvaje,
un solo curso,
el agua no sube del mar a la cima,
el agua no hierve a 99 grados,
el agua agita mis colores,
el Orinoco palpita,
el Magdalena palpita,
las aguas palpitan, se multiplican,
¿cuánto puede ingerir el alma?
Después de tu miel me entregué hasta disolverme,
fundirme, mezclarme,
disolverme en el mundo,
su vasto océano de todos los ensueños,
todos los jardines,
todos los encuentros.
El paisaje se reproduce en mí como hormigas negras
que salen en fila de su madriguera
una tras otra, en línea interminable hasta el éxtasis de la materia nutricia,
¿cuánto puede ingerir un alma,
cuántos pasos he de dar hacia mí mismo,
hacia el final, hacia el final de mí mismo,
si es que eso existe?
Tengo sueños de niebla espesa
bajo un estupor selvático de jabillos, lianas y bromelias
quietas y mojadas de llovizna perenne,
tengo sueños reptiles
donde me salen patas de los costados
y mi lomo azul de lagartija rebota la luz;
me arrastro entre hojas secas
buscando deliciosos insectos amarillos, rojos y negros para engullir,
me trepo a los troncos y siento con mis delgadas patas el relieve de la
corteza,
el sendero tan infinito hasta la copa,
¿cuántos pasos he de dar?
Soy tantas criaturas, madre,
bajo este manto azul, madre;
soy de tantos lugares, madre,
bajo este manto azul.
Un encuentro de dos: 

                                                                           ojo a ojo, cara a cara 
                                                                           y cuando estés cerca 
                                                                           arrancaré tus ojos 
                                                                           y los colocaré en el lugar de los míos 
                                                                           y tú arrancarás mis ojos 
                                                                           y los colocaras en el lugar de los tuyos.
                                                                           Entonces te miraré con tus ojos 
                                                                           y tú me miraras con los míos.

                                                                           J. L. Moreno

Somos,
        interdependencia
somos.

Me sostengo quieta
respiro
trémula
en equilibrio frágil
aguantando la respiración 
a la espera 
me sostengo 
con las uñas y los dientes 
apenas 
me sostengo 
apenas.

Me sostienes
criatura de símbolos
animal deseante 
alma hambrienta
encrucijada viva
oxímoron 
llama mortal 
manojo de máscaras 
¡Tú! 
Grieta, 
me sostienes 
Tú, jardín 
me sostienes 
en código piel.

Extiendo mi mano y tu mano acude
soy mi mano 
es decir, me extiendo y tú acudes:
lectura en lenguaje cifrado 
rastreo rastro reptil
reptar, reptar hasta ti
retar, retarte a un próximo giro.

¡Mirada arriba, hey, mirada arriba! 
Unifica el mensaje, júntate, intégrate, 
mírame con todos tus ojos 
código piel 
peso temperatura 
intención empuje 
intención arrastre 
rastreo rastro reptil 
reptiles reptar reptarte
retar, retarte a un próximo abrazo.

Sí, no, sino, sí pero no, 
que al final es sí 
me duele, me dueles,
todo vínculo es palimpsesto de voces:
Sí, no, no, sí, sí, sí, sí,
inventa una ruta, abre la compuerta,
extiende tu mano y viértete, mantarraya.
Esta vez dejaré que emergen nuevas contundencias.
Rota pero junta

Una voz que se funde en la multitud,
una voz que se extingue,
una voz que se entremezcla y desaparece;
una voz opacada, suspendida, pausada, 
acallada, 
acallada.
Una voz de miedo heredado, enredado,
una voz rota de miedo.
Una voz rota de miedo se observa a sí misma 
y pliega sus extremos hacia adentro,
palpita, muta, aguarda.
Rota pero junta,
como toda cosa viva que habita bajo el sol,
palpita, muta, aguarda,
Trayectoria ascendente
acertijo incompleto de mi madre, mi abuela, 
mis otras antes de mí,
mis otras,
construir mi camino con sus pasos, 
despejar incógnitas, 
dar luz al punto ciego, 
darme a luz, 
vencer falsas urgencias para hallarme.

Ya me conformé con resquicios, 
ya me plegué a la voz de otros,
ya confundí mi libertad con su deseo,
ya quise ser buena, adecuada, querible, 
suave, deseable, conveniente, dócil,
ya quise ser salvada.

Rota pero junta – rota pero junta
pliego mis extremos hacia mi centro.

No me voy a disculpar, señor,
no, no me voy a acoplar,
no lo voy a replantear,
no me voy a censurar,
no pienso pagar ninguna deuda con mi vida.

Esta voz mía no es negociable.
			Libertad no negociable.

								
								
																
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