Como você dorme com isso?
Como você dorme tranquilo?
Me magoou me destruiu me desandou
Como você dorme tranquilo?
Crioulo [1]
Albania vivía desde hace más de dos años en Madrid. Como buena caribeña, le encantaban los plátanos fritos y siempre los freía con una sonrisa en la cara. Una sonrisa grande iluminada por unos ojos negros profundos que mostraban vestigios de guerrera amazona. Un sentido del humor contagiante se mezclaba con una sabiduría taciturna, casi como en un ritual, revelando destreza en el arte de transitar la vida.
Su apartamento de Caricuao, al suroeste de Caracas, nos acogió en jornadas fuertes de estudio, cumpleaños y celebraciones espontáneas. Ahí lloramos, nos reímos, hicimos terapia de amigas, nos enamoramos, cogimos, limpiamos, cargamos tobos de agua, fumamos, bailamos salsa baúl, tomamos piñas coladas, sentimos frío sabroso, vimos amaneceres, abrimos regalos y soñamos. Albania nos abrió los brazos y nos sembró su amor por la constancia y el coraje de mujer latinoamericana.
Una nieta de siete años y un nieto de diez, dos hijas que cuentan la vida en husos horarios distintos, hermanas, sobrinos, amigas entrañables, universitarias que vio crecer, somos decenas de personas que lloramos su ausencia. El dolor se extiende hasta el punzón de espalda de una vieja amiga en Tánger que se traga el insomnio con pepas de Diazepán y cerveza. Por cada persona que se va son muchas más las que permanecen en luto silente.
No somos números en una red social, somos vidas humanas atravesadas por una pandemia, cuyas condiciones fueron creadas por el neoliberalismo, por los recortes a la salud pública, por la hiperexplotación nerviosa, con variantes acentuadas en los países del Sur Global.
Albania pasó sus últimos días en una UTI en Madrid. No murió sola porque el personal de limpieza, los médicos y enfermeras que la cuidaron no son sombras inertes. Están ahí poniendo el pellejo para salvar la vida de otros, aliviando cargas, recibiendo el peso mental de tener que lidiar con la muerte masiva a diario, mientras en Río de Janeiro hacen fiestas en autobuses, South Beach explota en frenesí por el spring break y Palma de Mallorca se prepara para recibir con los brazos abiertos a turistas de la Unión Europea en Semana Santa.
Desde hace meses el único requisito que tienen los viajeros europeos para entrar es la obligación de presentar una PCR negativa. Ilse y Klaus, dos turistas alemanes que aterrizaron en Mallorca a principios de semana para pasar unas fenomenales vacaciones en unos apartamentos turísticos con vista a la Playa de Palma, entraron a España sin contratiempos. “Hemos venido porque encontramos una buena oferta de alojamiento, más barata que muchas otras veces”, declararon a El País. Sin embargo, para una latinoamericana que debe volar a Madrid por motivo de fuerza mayor, para cremar a su madre fallecida a consecuencia del Covid-19, se ha hecho extremadamente complicado y burocrático, pese a la vigencia de la Orden INT/657/2020, que rige la restricción temporal de viajes.
El artículo 1 de dicha normativa establece que toda persona nacional de otro país (a excepción de la Unión Europea, cuyos nacionales, como vimos, tienen barra libre) puede entrar a España siempre que viaje “por motivos familiares imperativos debidamente acreditados”, según establece el literal h). La segunda categoría, descrita en el literal i), establece, además, que pueden entrar a España “personas que acrediten documentalmente motivos de fuerza mayor o situación de necesidad, o cuya entrada se permita por motivos humanitarios” (itálicos míos).
Amairudina Yamileth, una de las dos hijas de Albania, debía volar desde Santiago de Chile a Madrid para cremar a su mamá, acompañar a su hermana Amairaní, hacer gestiones administrativas posmortem y despedir, así sea simbólicamente, el cuerpo de Albania. Sin embargo, no ha podido porque la aerolínea Iberia le exige una “autorización consular”, requisito que no se especifica ni en la web de la compañía aérea [2], ni en la Orden INT/657/2020), emitida por el Ejecutivo español.
Después de múltiples intercambios de correos electrónicos, llamadas y visitas a la misión consular, hasta la fecha, el Consulado General de España en Santiago de Chile se niega a otorgar la autorización consular. Amairudina, una morena elocuente y de porte recio, ha explicado de manera reiterada (con acta de defunción en mano, partida de nacimiento apostillada, constancia de trabajo en una transnacional india, pasaporte vigente y PCR negativa) a funcionarios consulares que debe viajar lo antes posible con su hijo pequeño. En una de sus respuestas, el Consulado afirma que “hechas las consultas al órgano competente, solamente sería posible el viaje de una persona. Debe mostrar que es hija de la persona fallecida con la partida de nacimiento con Apostilla de la Haya” y “solo deberá permanecer para el sepelio”. Amairudina no puede viajar con su hijo a España para enterrar a su mamá, pero turistas alemanes ya agotaron las plazas de vuelos disponibles para vacacionar en Mallorca, pese a que el portavoz del Ejecutivo germano, Steffen Seibert, alertó que “se debe prescindir de cualquier viaje que no sea realmente necesario”.
Además, la Orden INT/657/2020 es el reglamento vigente que establece las excepciones para la entrada al país en casos de fuerza mayor, y todo parece indicar que no se está respetando. Ante esta “zona de indiferencia entre naturaleza y derecho”, como diría Giorgio Agamben [3], surge la interrogante si la omisión y falta de respuesta oportuna por parte del Consulado español en Santiago se debe a que Amairudina es morena, latinoamericana, de Venezuela, país que ha recibido virulentos cocteles de xenofobia desde distintas ciudades del mundo [4] en los últimos años. Recién el pasado 21 de marzo conmemoramos el Día Internacional de la Eliminación de la Discriminación Racial, pero actos como este solo ratifican la necesidad de continuar luchando para superar los vestigios de colonialismo y racismo, además de evidenciar que estamos ante una gestión de pandemia intersectada por cuestiones de clase, género y raza, disfrazada de restricciones bajo el argumento cuestionable de evitar más contagios.
La Convención de Viena sobre Relaciones Consulares establece en su artículo 5 que los consulados deben “extender visados o documentos adecuados a las personas que deseen viajar a dicho Estado”. Fui diplomática en la Embajada venezolana en Washington, DC, durante cinco años y también desempeñé funciones en la Sección Consular de esa misión diplomática, por lo que conozco tanto la importancia de respetar el cumplimiento de requisitos para efectuar actuaciones consulares, como la necesidad de cumplir con las normativas.
Sin embargo, también vi el esfuerzo de muchas compañeras, funcionarias diplomáticas y hasta del propio cónsul para resolver situaciones extraordinarias. Nos movíamos en bloque para ayudar, en el marco de las leyes y normas vigentes, consultando a nuestra capital, a las personas que por razones humanitarias, venezolanas o nacionales de otros países, necesitaban nuestra ayuda. Para eso estábamos ahí.
Nunca olvido las largas jornadas que Carolina González, quien hoy es cónsul en Vigo, robó de su almuerzo para atender a personas que estaban pasando situaciones de emergencia, sin distingo de raza, credo, posición política o nacionalidad. Esta anécdota no la cuento para anteponer funciones o procedimientos, sino para ilustrar que dentro del sistema de principios que rigen las relaciones consulares y diplomáticas sí es posible solucionar, porque no estamos lidiando con estructuras, sino con seres humanos que responden a situaciones extraordinarias e inesperadas, en un contexto de pandemia que ha dejado más de 2 millones 730 mil muertes.
La gestión política de la epidemia ha revelado fallos estrepitosos en el fortalecimiento de la soberanía política. Giorgio Agamben reflexiona sobre la tipología implícita en la paradoja de la soberanía como recurso con poder legal para suspender la validez de la ley y colocarse al margen de esta.En situaciones de caos, aplicar el control requiere medidas de excepción y el Estado, como entidad soberana con poder legal de suspender la ley, declara que no hay un fuera de ley, cuando se está fuera de esta.
La tesis fundamental de la investigación de Agamben es que “el estado de excepción, como estructura política fundamental, en nuestro tiempo aparece cada vez más en primer plano y, finalmente, tiende a volverse la regla” [5]. En el contexto actual, la excepción se constituye como regla, debido a que el sistema social está tan debilitado que no existen garantías mínimas de orden.
Lo que debería ser extraordinario (la violación de un derecho en defensa de una soberanía) es legitimado como forma de ejercicio del “poder soberano”. La legitimación de la violación de un derecho, por ejemplo, especialmente de personas negras, pobres, trans, como ocurre a diario en la Unión Europea o América Latina, son mecanismos sistemáticos de ejercicio del poder que se tornan cotidianos para sustentar el carácter represor del Estado. [6]
Ese estado de excepción al cual Agamben se refiere sucede cotidianamente a diferentes niveles: desde la normalización del sacrificio de vidas de niñas y niños refugiados que entran a la Unión Europea, hasta la violación de derechos de una latinoamericana, como acontece con Amairudina, quien se ve impedida de llorar en el sepelio de su madre, en beneficio de una idea de soberanía propia y reproducción de prácticas colonialistas.
Mientras esperamos el desenlace de esta historia, nos refugiamos en la literatura, en Carolina María de Jesús, como único mecanismo de salvaguardia, una cápsula de fuego que explota en la subjetividad derramándose como lava: “¡Pero soy fuerte! No dejo que nada me impresione profundamente. No me abato”.
Notas y Referencias
[1] “¿Cómo duermes con eso? / ¿Cómo duermes tranquilo? / Me lastimaste me destruiste me estropeaste / ¿Cómo duermes tranquilo?, Crioulo en “Espiral de ilusão”.
[2] Actualmente, muchas aerolíneas, como forma de facilitar el tránsito de sus pasajeros, aclaran durante el proceso de compra del pasaje los requisitos para entrar a los países de destino, como presentar pruebas PCR negativas, declaraciones juradas de salud, seguros de viaje, entre otros.
[3] Agamben, Giorgio. Homo sacer. El poder soberano y la vida desnuda. Traducción de Mercedes Ruvituso. Buenos Aires: Adriana Hidalgo Editora, 2018.
[4] La más reciente, una declaración pública de la alcaldesa de Bogotá, Cláudia López, quien ha agitado una vez más la xenofobia contra los migrantes venezolanos en una actitud que ha despertado críticas del gobierno colombiano y hasta de sus aliados políticos.
[5] Agamben, Giorgio. Homo sacer. El poder soberano y la vida desnuda. Traducción de Mercedes Ruvituso. Buenos Aires: Adriana Hidalgo Editora, 2018, p. 38.
[6] Continúa Agamben (2018, p. 40 ):“La excepción soberana (como zona de indiferencia entre naturaleza y derecho) es la presuposición de la referencia jurídica en la forma de su suspensión. En toda norma que prescribe o prohíbe una cosa (por ejemplo, en la norma que prohíbe el homicidio) está inscripta, como excepción presupuesta, la figura pura y no sancionable del caso particular que, en el caso normal, confirma su transgresión (en este ejemplo, el hecho de matar a un hombre no como violencia natural, sino como violencia soberana en el estado de excepción)”
Wao que increíble parece el drama de una película, yo soy amiga de Albania y conozco a Amairudina, Daniel, Marina y
Amairani, Recién me entere de la partida de mi amiga a quien quiero como una madre, con el permiso de la mía. Voy a buscar la manera de contactarlas y saber como termino todo esta pesadilla para Amairudina.. Gracias por hacer publico este hecho, cuantos casos como este o peores suceden cada día y no lo sabemos. Mi cariño desde Caracas.