Algo debe tener la sentencia breve que une en su singularidad voces de diferentes tiempos, sentidos y lugares. Podríamos decir Novalis, Nietzsche, Cioran, Caraco, Sofocleto o Ribeyro y relacionarlos, en una suerte de genealogía y síntesis, sin temor alguno; aún cuando sus obras reclaman exigencias distintas, digamos que hay una que les teje y en la que se insertan estas Meditaciones estéticas en torno a la poesía, este Breviario poético de Heiner Valdivia. Se trata, desde luego, de la exigencia aforística, la exigencia del fragmento y la brevedad en torno a la reflexividad poética.
En este inventario existencial encontraremos un proyecto que es a la vez poética y crítica. Es decir, no se trata de un regodeo del lenguaje ni mucho menos letrismo o pirueta palatal para entramparnos en la sonoridad y efectismo de algunas ideas tan presentes en las escrituras contemporáneas que, por cierto, el mismo autor se encarga de someter a su escrutinio. Heiner vuelve a la propuesta de los hacedores que le preceden, busca más verdad en el fragmento y su inasibilidad que en el sistema, como conocedor del lenguaje y su naturaleza veremos en estas páginas angustias en torno a la locura lingüística, insistamos en aquella palabra, en la exigencia, hay en estas páginas una reflexividad permanente en torno a la neurosis sujeta al habla, “tengan mucho cuidado, una boca puede maldecir un gran poema”, nos dice Valdivia, en un tono de quien se ha perdido en esa maldición pero también del que no deja de exigir la herejía, porque “la poesía no es está hecha de carne y hueso, ni de hojas secas y frutos maduros: es mortaja abierta, dolor a flor de piel…”; el poeta es a la vez profeta que desconoce siempre sus procesos y revelaciones.
Es que el poema es producto inaprensible, parece decirnos, pero también es cuerpo, carne, es decir, el poema, el texto, la voz, es al mismo tiempo material e inmaterial. Pero, como se ha dicho, estos fragmentos no se dedican solo a la poética sino también al comentario estético y también crítico de la cultura, nos dice Valdivia “hay que ir más allá de la semántica y el contenido textual del poema…”, es decir, más allá de su aparataje lingüístico, de su espejismo, por eso también tiene este breviario algo de manifiesto, es decir, su propia política, su declaración de principios, es grito a veces, porque para Heiner la poesía no se dice sino que se grita, porque es desprendimiento del cuerpo (y del espíritu). Ya lo ha comentado, la poesía es dolor a flor de piel y, como la experiencia muestra, el dolor es la única verdad.
Es así como esta poética, esta exigencia fragmentaria, de algún modo recurre a otra exigencia, la moderna, la que nos enseñó a creer en la poesía antes de que llegaran las voces que lo disolvieron todo y nos llevaron a creer en nada. Rescata Heiner esta necesidad de volver a la poesía y su forma es (su invitación), desde luego, crítica, puesto que la poesía va más allá de epistemes, es decir, de modos de concebir al mundo, por eso “no se escribe ni con los ojos, ni con las palabras, ni con el ritmo de las ideas, sino con el tejido mental del pensamiento hecho intelecto y sensibilidad…” ¿y qué es aquello que está hecho con el intelecto y la sensibilidad? ¿No es acaso aquella demanda que nos dijera en un principio? Es decir, la que va más allá de la palabra como fruto de lo material e inmaterial.
Sirva esta reflexión para invitarle a usted, querida y querido lector, a introducirnos en la exigencia que hemos llamado inventario, ambos funcionan como juego, como un binomio fantástico, Rodari dixit, pero que no deja de ser, como todo juego, un asunto muy humano y muy serio, una exigencia breve, fragmentaria y un inventario que aún nadando en su incertidumbre está dicho en un tono que nos convence y no solo porque aquello que nos persuade está cargado de alguna autoridad sino sobre todo porque está consciente de la inutilidad misma de entender la naturaleza del poema y la creación, que es capaz de hacer una síntesis, no solo de forma sino también de su propio decir y desdecir. Adentrémonos en el mundo breve de Valdivia con una de sus sentencias que a su vez sintetiza la síntesis misma: “la poesía no hace nada nuevo ni remedia el pésame, tan solo se siente extensa y vivificada bajo el pésame carcelario del lenguaje que no olvida su finitud y precariedad, y que a ratos se olvida de hablar sobre la incomodidad del alma y el malestar de la cultura que se siente tan enajenada”.
Miguel Antonio Guevara, Caracas, abril de 2022.
.
Breviario poético (Extractos) de Heiner Valdivia
2
El poema se indaga con la visión, se engrandece con la voz y se vierte bajo su materialidad lingüística: es la expresión de una interrogante inalcanzable.
5
El poema se maldice a sí mismo cuando canta su misma tragedia, puede desanudar el velamen del pensamiento y ocultar algo siniestro a la vez.
8
El tedio y la apatía son dos actitudes que la poesía toma mucho en cuenta, como los versículos apropiados de una soledad y un agotamiento mental, de estar poseído por la desesperación y el vacío fértil, quizá para generar una angustia y aflicción creativa, todo para precisar la huida amatoria del desgano y el desamor.
12
El poema puede hablar del amor o de la tristeza, todo poema que se siente como tal, habla sobre la condena, la expiación y el arrebato si se quiere decir para estar presente, por eso existe en la hondura elevada del alma y en la grandeza de la inocencia.
13
La forma más antigua del poema era el grito primordial y luego el canto que se hizo rezo y alabanza.
17
En la poesía, son los mundos ocultos los que hablan por uno.
23
Si bien el poema es la expresión del desarraigo del ser, del abandono por el mundo, el poema sigue siendo ese aire crujiente que nos quema las fosas nasales cuando respiramos y le damos vida.
25
No necesitas escuchar a los pájaros o a las cigarras para cantar: el poema es el canto enmudecido de su destierro.
30
Si meditar es el arte de hallar la trascendencia, la poesía es la búsqueda inmortal del espíritu.
32
El poema puede ser el descensus ad inferus o situación in extremis, es un acto de regresar al útero gutural como principio de transformación o disolución, es una metáfora hacia la desintegración no-dual del individuo, puede llegar a ser el artilugio del pasado o la revelación del Todo, dado por su persistencia fónica o ser las aspas de un morfema que nos habla despacio sobre sus letras divididas ante lo que enuncia o suscita, como esperando ser el sutil encanto de lo que no se tiene.
***
Para mayor información sobre Breviario poético de Heiner Valdivia, ve al Instagram de Grupo Editorial Gato Viejo.
Comentarios 1