Mientras pensaba en la posibilidad de este prólogo, me era inevitable la reflexión sobre el prologar como problema y al mismo tiempo el problema de antologar. Prologar implica abrir un campo y al mismo tiempo validarlo. Esta misma sentencia aplica al ejercicio antológico. Antologar es un ejercicio de abrir y validar, en efecto, pero también de seleccionar, curar. Y podría sonar tal vez tautológico, pero todo ejercicio que hable de la poesía debe tensionarse porque ella misma es complejidad.
El problema de antologar
Todo aquel que se encuentra ante la antología se enfrenta al problema más grande que la selección misma: lo que queda por fuera. Para Piglia en lo que queda por fuera se abre otra oportunidad. Por fortuna Gladys ha resuelto el problema de la antología, puesto que la apellida. La adjetiva arbitraria y es tal vez de las mejores categorías que le caben porque es consciente de la arbitrariedad del ejercicio antológico. Provisionalidad. Capricho. Lo más importante en toda antología es la necesidad de compartir asombros y en el caso de Gladys, quien en esta oportunidad invita al mexicano Jorge Arzate Salgado, es no solo socializar el asombro sino conectarlo. El manglar para Gladys es importante, lo rizomático. Esa raíz o raíces que terminan en un mismo tronco o vegetación marina. Tal es este caso. Ocho poetas venezolanos y ocho poetas mexicanas. U ocho poetas mexicanas y ocho poetas venezolanos, si se prefiere. La permuta que resulta de esta salvada arbitrariedad nos lleva a un mismo destino. La antología arbitraria. Que se presenta como resolución a ese problema de antologar. Antologías arbitrarias para aprehender la complejidad del presente. Arbitraria porque se sabe incompleta y sobre todo proceso. ¿No está el mangle, la extensión, la red, en constante crecimiento, al decir de Michel Houellebecq, en una constante ampliación del campo de batalla? La antología como mapa incompleto para reconocer la incompletud y la dificultad de la naturaleza de antologar. Ese es el valor no solo de esta entrega Venezuela-México, sino de todo el ejercicio de antologías emergentes, arbitrarias, que lleva a cabo Gladys desde hace tantos años. Más de una década para ser precisos. Y si somos proustianos, sabemos que lo que hemos realizado los últimos diez años es lo que ha forjado nuestro carácter del presente y que habla de nuestro porvenir.
Venezuela-México
¿Qué hay de especial en que sean Venezuela y México? Podríamos dar la respuesta fácil y decir que son dos tradiciones poéticas de las más ricas en nuestra lengua, sin embargo, vamos hacia otro lugar. El de la localidad. Es decir, son lenguas reconocidas en nuestro mundo redondo, pero lo son más en nuestro ser provinciano. Alguna vez en una conversa con Floriano Martins le comenté que teniendo a Brasil como frontera lo que más sabíamos de ellos era de garotas y fútbol. Sí, ya sé lo que estás pensando. Justo de eso se trata. De tender puentes, de conocernos mejor a nosotros mismos. A nosotras mismas.
Total interferencia
Entonces, aclaro. Me voy por las ramas para descuidarles y lanzarles mi hipótesis: el problema de la antología y de la creación poética se resuelve cuando nos damos cuenta, en el compilar y leer como acto, que todos los poemas son uno solo. Hay una dimensión material, digamos, social del poema, quien lo hace, a qué tradición se suscribe, quiénes lo legitiman y otra que es de un orden que supera lo humano y va hacia lo arquetipal. Y no me refiero a la llorantina new age rampante, se trata de otra cosa, y que para resolverlo se suele llamar misterio. Toda voz poética viene de una sola porque es la misma hablante. Seamos modernos, permitámoslo por un segundo. Vamos a remitirnos a la evidencia, realicemos un ejercicio de interferencia. Veamos cómo los poetas y las poetas se interfieren unos con otras:
…este nombre nació de un hilo extraño que no tiene fin
voz despierta en el aireque sabe
cruzar es estar de ambos lados.
Valoré lo sagrado y regresé a casa al constatar
que cada día ordena el mundo.
El cerdo es siempre mejor que el carnicero,
con un hueco en los estómagos esperamos días mejores.
La constricción de la carne
también significa la desmemoria,
esta renuente enfermedad que lo sostiene y lo distancia.
Porque soy un pájaro tarareando,
que va pateando piedras para ahuyentar a las moscas
y al flujo de la naturaleza total bombeando materia.
Entonces, presentí la verdad:
vivir es un dolerse inmenso y fugaz y converger asombrado.
No hay sitio de resguardo.
La imprudencia nacería de las manos.
No lo olvides.
Te cobijé con mi rebozo
pa’ que no tuvieras frío de camino al vado de los Nueve ríos
entre los montes…
¿Me siguen? Les recuerdo aquello líneas atrás: el problema de la antología y de la creación poética misma se resuelve cuando nos damos cuenta, en el compilar y leer como acto, que todos los poemas son uno solo. Si no fuese así, ¿de dónde saca Alejandro Sebastiani Verlezza la sentencia: este nombre nació de un hilo extraño que no tiene fin? ¿Acaso no es la naturaleza de todos los hombres, de todo vástago de Ariadna? El eterno y femenino arte de hilar acompaña al poeta. Como me diría Ximena Benítez, toda poesía es femenina así sea hecha por hombres. A lo mejor allí también se resuelve el asunto de “arbitraria” y “antología”, ambas de género femenino. Porque esa presencia está siempre en forma de hálito. Por eso mismo Anel Mendoza Prieto nos dice que la voz despierta en el aire y esa misma voz es la que el poeta capta atento en su tarea de cazar asombros y la consagración del instante para mal parafrasear a Paz y Bachelard. Cruzar es de ambos lados, nos dice Carlos Katan. Como buen conocedor de los ejercicios ontológicos, lo sabe. Si hay un ser, hay un otro que lo completa y que lo hace a su imagen y semejanza. Hay un juego de espejos y de agua que nos hace y rehace. Si se cruza, y si hay ambos lados, hay un tercero, un Otro Lado compartido, que es, sin dudas, universal, sin perradas maniqueas porque entonces podríamos resumir el problema de la poética a lo profano y sagrado, pero Berona Teomitzi nos resuelve en un solo verso lo que debería guiarnos: valoré lo sagrado y regresé a casa, dice, en tal vez la crónica más breve de todas. Allí están todos los relatos de viajes, todo Campbell, y también todo Odiseo. Porque todo poeta tras realizar el viaje, tras su huida a Ítaca vuelve a casa, al rincón del mundo, porque ya se ha realizado la travesía y somos conscientes de que cada día ordena al mundo, como nos presenta, casi silogísticamente Ramón José Colmenares Mendoza. ¿Acaso no son los días, su ordenamiento entre salidas y soles ocultos, entre lunas llenas y crecientes, la imagen viva que da razón a todos los poemas? Pero no todo es de orden metafísico. Cecilia Juárez nos recuerda, un poco dialogando con Katan, que el cerdo es siempre mejor que el carnicero. Allí hay dos, un Otro Lado, la Otra Orilla, pero ¿no hay un tercero, el cuchillo, el gancho, la jifa colgada? Un poco así es la tarea del poeta, que al decir de Coetzee en carne de Elizabeth Costello, entra en la cueva, mata al monstruo y sale con la cabeza en una mano y la espada pestilente en la otra y nos deja el dilema de ¿es realmente el artista el héroe explorador que dice ser?, ¿tendremos razón al aplaudirle su hazaña? John Rivera Strédel nos responde que con un hueco en los estómagos esperamos días mejores. No hay mejor respuesta para una pregunta de esta naturaleza, que la imagen pura. También vemos allí resumida la tarea del poeta. La espera y el hambre de repetición. Híbrido espeluznante entre Godot y Sísifo, porque al decir de Daniela Dávila, la constricción de la carne también significa la desmemoria. Es que no podemos dejar por fuera la relación física entre crear y lo creado. ¿Es esto último el vástago o somos nosotros? ¿O acaso, es como plantea Luis Eduardo Barraza? Es decir, ¿esto que nombramos no será acaso esta renuente enfermedad que lo sostiene y lo distancia? Todo asunto existencial también tiene su respuesta en la imagen, la dialéctica al decir de Benjamin, o menos pomposo y más cercano a nuestro interés poético como plantea Estefanía Licea: soy un pájaro tarareando que va pateando piedras para ahuyentar a las moscas. La materia insiste y Francisco Catalano en inspiración, de nuevo, compleja, nos recuerda el flujo de la naturaleza total bombardeando materia. Así es la poesía, volvemos de nuevo, mangle, rizoma, radio, fractal, difracción, mapa hipertextual, fragmento de fragmento que irradia. No se queda solo. Es, al decir de Rafael José Muñoz, el de la fabulación matemática: el círculo de los tres soles. Entes ardiendo que se transforman en el incesante pálpito de la materia. Porque eso nos lleva a otra cosa. El poeta intuye pero no sabe, el poeta roba verdad pero desconoce. Solo alcanza a ver el celaje. Ya quisiera el científico, el filósofo, ver la huella de la verdad. Por ello Indira Isel Torres Crux nos dice: entonces, presentí la verdad. El poeta sabe pero no al mismo tiempo porque todo en él es intuición y si busca saber es porque para él y ella el conocimiento es un psicoactivo potente que le embota y le satura para comenzar, como vestal u oráculo a decir su dolor y el de todos, porque dolerse inmenso y fugaz y converger asombrado es también tarea del poeta, como nos dice Erasmo Sayago Herrera. Allí, en ese verso está tal vez, la verdad compartida por todas las culturas: el dolor como única verdad. Porque Selma Carmona nos recuerda que no hay sitio de resguardo. Y allí aparece de nuevo la poesía, a ser cavidad resonante de nuestro canto existencial. Entonces vamos, desde lo más inaprensible: imagen y canto. Hasta las palabras y el dolor. ¿No es esto que nombramos, al decir de Rogelio Aguirre, la imprudencia que nacería de las manos? Porque si no hay esta burda extremidad no podremos salvarnos, transmitir de la mente a la materia. Reconstituir el tejido y finalmente salvarnos, porque la poesía nos habla de frente y nos saluda y reclama, como buena madre nos dice a través de Violeta Lara González: te cobijé con mi rebozo pa’ que no tuvieras frío, de camino al vado de los Nueve ríos, entre los montes.
Sirvan estas palabras como pórtico o más bien sonido del toque de puerta para recibir un cuidado trabajo de Gladys Mendía (Venezuela/Chile) y Jorge Arzate Salgado (México), que no podría transmitirse sino a través de una Total interferencia, de una clara inspiración arbitraria como es toda antología. Ocho poetas venezolanos y ocho poetas mexicanas nacidas entre los ochenta y los noventa que comparten no solo una singladura generacional sino también una misma raíz, un mismo mangle, una misma intención de mostrar la diversidad de las poéticas de nuestro territorio y, además, crear un espacio de relación y diálogo. Un nuevo espacio poético. Un manglar lírico, como ya hemos comentado, un rizoma que se extiende. Un compartir asombros que Gladys y Jorge administran y transmiten sabiamente.
Bogotá, febrero de 2021.
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Puedes descargar Total interferencia, brevísima antología arbitraria México-Venezuela (LP5 Editora, 2021) aquí: https://lp5.cl/?p=2629
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