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Pocas películas sobre el tránsito a la adolescencia tan honestas como Stand by Me. Las coming-of-age son terreno resbaladizo. Se tiende a la exageración, ya sea por hiperdramatismo o por exceso de edulcorante. Rob Reiner, por el contrario, se instaló en zonas de naturalismo para narrar la expedición de cuatro amigos en busca del cuerpo de un muchacho desaparecido.
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Reiner no hizo trampas a la hora de adaptar la novela breve de Stephen King, situando a los protagonistas en una edad sumamente complicada. Tienen doce años. Aún no están en los teen que marcan la adolescencia, al menos según la tradición teenager anglosajona, pero tampoco son niños. Habitan un lugar marcado por la bipolaridad: tan pronto se sienten los tipos más duros del lugar como se derrumban frente a la más mínima contrariedad; se pelean e insultan y al momento se juran amistad eterna; consideran a los padres un estorbo pero sufren ante su indiferencia…
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El viaje de los chicos es en realidad un viaje al fondo de sus personalidades; de sus sueños y sus pesadillas; de sus alegrías pero también de los primeros golpes recibidos; el aprendizaje de que las heridas son el precio de vivir; las amenazas que les esperan a la vuelta de la esquina, aunque sean en apariencia tan inocuas como el paso a la secundaria; la solidaridad como mecanismo de supervivencia; la promesa de seguir siendo amigos para siempre pero la sospecha de que el tiempo terminará por separarlos; la íntima convicción de que nunca forjarán amistades como a esa edad… Son sentimientos tan universales que cualquier persona se identifica con ellos, con independencia de la época y el lugar. Quizás por eso la película tuvo tanto éxito.
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La aventura se desarrolla al compás de la música estadounidense de los años cincuenta. Pero no al ritmo trotón del rock and roll de los pioneros, sino con las florituras vocales de grupos de doo woop como The Coasters, The Silhouettes o The Del-Vikings. Es una sonoridad que casa mejor con el tono agridulce del filme. Pero que nadie se equivoque: no hay lugar para la nostalgia, un riesgo recurrente al evocar una época tan mitificada. En Stand by Me el conflicto generacional devasta las relaciones entre padres e hijos, los idealizados pueblecitos son ratoneras polvorientas de las que todo el mundo quiere escapar y el futuro más plausible es un precario trabajo embrutecedor o la cárcel.
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La química que desprenden los cuatro amigos salpica los mejores momentos de la cinta. Las conversaciones surrealistas sobre si Goofy es un perro o no, o la certeza de que los caramelos Pez serían la elección definitiva si solo se pudiera comer una cosa, dicen tanto de los personajes como las experiencias que viven a lo largo del camino. Comandando el grupo, un River Phoenix cuyo personaje presagiaba de algún modo su triste final apenas unos pocos años más tarde. Sabiendo de su prematura muerte, conmueve verlo romper en llanto, como si el propio actor fuera consciente de lo que le esperaba.Rob Reiner encadenó a partir de Stand by Me algunos de los más sonoros taquillazos de los ochenta: When Harry Met Sally, The Princess Bride, Misery, A Few Good Men… Sin embargo, siempre consideró a Stand by Me su película preferida. También Stephen King declaró que era la mejor adaptación de sus novelas. Casi cuarenta años después, el filme resiste el visionado de quienes se vuelven a asomar a él en busca de sus propios recuerdos. Pero, lo que es más importante, engancha a nuevas generaciones que se ven reflejadas en el desorden vital de esa edad tan compleja. Porque más allá de la evolución tecnológica, el ser humano de ayer y de hoy continúa gravitando en torno a las mismas preocupaciones, sentimientos y emociones.
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Buen comentario, me completa la mirada sobre la pelicula.!!! Y me gustó la variante sobre la edad de los chicos que propuso el director !!!
De mi facebook y tengo 60 aós. Muy buena película, más universal que las típicas hollywoodenses.
«¿Alguien se fue de lenguas y le habló de mí al periodista?Este párrafo aún me describe:
El director «(…)Reiner no hizo trampas a la hora de adaptar la novela breve de Stephen King, situando a los protagonistas en una edad sumamente complicada.
Tienen doce años. Aún no están en los teen que marcan la adolescencia, al menos según la tradición teenager anglosajona, pero tampoco son niños.
Habitan un lugar marcado por la bipolaridad: tan pronto se sienten los tipos más duros del lugar como se derrumban frente a la más mínima contrariedad; se pelean e insultan y al momento se juran amistad eterna; consideran a los padres un estorbo pero sufren ante su indiferencia…(…)»
Felicitaciones al redactor.
Hugo.