¿Significa la adquisición de Lucasfilm por Disney que Star Wars se vendió? ¿Puede la franquicia de Star Wars retener su alma ahora que ha sido absorbida por un conglomerado corporativo? Es difícil creer que estas preguntas se estén planteando seriamente. Star Wars se vendió desde el principio, y eso es casi lo único notable de esta franquicia depresivamente mediocre.
La llegada de Star Wars señaló la plena absorción de la anterior contracultura en un nuevo mainstream. Al igual que Steven Spielberg, George Lucas fue parte de un grupo de directores, como Martin Scorsese y Francis Ford Coppola, que habían producido algunas de las grandes películas estadounidenses de la década de 1970. Las películas anteriores de Lucas incluían la curiosidad distópica, THX 1138, pero su película más famosa fue un heraldo de una situación venidera en la que el cine convencional estadounidense se volvería cada vez más soso, y en la que se haría imposible imaginar películas de la calidad de la trilogía de The Godfather o Taxi Driver, aun cuando se volvieran a realizar.
Según Walter Murch, el editor de Apocalypse Now, Lucas había querido hacer Apocalypse Now, pero había sido persuadido de que era demasiado controvertida, así que decidió “poner la esencia de la historia en el espacio exterior y ubicarla ‘hace mucho tiempo, en una galaxia muy, muy lejana’”. Star Wars fue “la versión transubstanciada de Lucas de Apocalypse Now: los rebeldes eran los norvietnamitas, y el Imperio era Estados Unidos”. Por supuesto, para cuando la película fue explotada ideológicamente por Ronald Reagan, todo había sido invertido: ahora los Estados Unidos eran los intrépidos rebeldes que hacían frente al “imperio maligno” de los soviéticos.
En términos de la película en sí, no hubo nada muy novedoso en Star Wars. Fue pionera del tipo de pastiche monumentalista que se ha convertido en el estándar de las superproducciones de una cultura hollywoodense homogeneizada, que Star Wars contribuyó a inventar, quizás, de forma mas decisiva que cualquier otra película.
El teórico Fredric Jameson citó Star Wars como un ejemplo de película nostálgica postmoderna: fue un reanimación del “serial sabatino vespertino del tipo Buck Rogers”, que los jóvenes podían disfrutar como si fuera nuevo, mientras que a un público mayor le permitía satisfacer su deseo de revivir formas familiares de su juventud. Todo lo que Star Wars añadió a la fórmula fue un cierto espectáculo –el de la tecnología, a través de los efectos especiales de última generación y, por supuesto, el de su propio éxito, que se convirtió en parte de la experiencia de la película.
Si el énfasis en los efectos espaciales resultó en una catástrofe para la ciencia ficción, fue un alivio para la cultura capitalista de la que Star Wars se transformó en un símbolo. El capitalismo tardío ya no puede producir muchas ideas nuevas, pero puede ofrecer mejoras tecnológicas confiables. Pero, de todos modos Star Wars no pertenecía realmente al género ciencia ficción.
J.G. Ballard se refirió acidamente a ella como «hobbits en el espacio», y así como Star Wars revalorizó la pantomima maniquea de Tolkien, allanó el camino para el tedio épico de las adaptaciones de The Lord of the Rings de Peter Jackson.
Lo que Star Wars inventó fue un nuevo tipo de mercancía. Lo que se vendía no era una película en particular, sino un mundo entero, un sistema ficticio que podía acrecentarse para siempre (a través de secuelas, precuelas, novelas y cualquier cantidad de mercancías vinculadas). Escritores como Tolkien y H.P. Lovecraft habían inventado tales universos, pero la franquicia de Star Wars fue la primera en mercantilizar auto-conscientemente y a escala comercial masiva un mundo ficticio.
Así, las películas se convirtieron en umbrales al universo de Star Wars, que pronto quedo definido, tanto por el merchandising que rodeaba las películas, como por las propias películas. El éxito de los juguetes incluso tomó a los involucrados en el filme por sorpresa. La entonces pequeña compañía, Kenner, compró los derechos para las figuras de acción de Star Wars a finales de 1976, unos meses antes de su estreno en cine en el verano de 1977. La demanda imprevista y sin precedentes pronto superó a la oferta, y padres y niños no pudieron encontrar las figuras de acción en las tiendas de juguetes hasta la Navidad de 1977. Todo esto parece bastante pintoresco ahora, cuando el merchandising de las superproducciones cinematográficas se sincroniza a un nivel militar de organización, y se incrementa con una batería de hype publicitario y relaciones públicas. Pero el fenómeno Star Wars nos dio el primer bocado de este tipo de supersaturación de mercancías vinculadas.
Por eso es ridículo preguntar si Star Wars se vendió. Fue Star Wars la que nos enseñó lo que realmente significa vender.
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Traducido por: CP-Hams-9000. V2.3.
Título original: “Star Wars was a sellout from the start”. En: K-Punk: The Collected and Unpublished Writings of Mark Fisher (2004-2016).