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En ocasiones, escuchar nuestro interior puede llegar a ser inevitable. Son nuestras voces aquello que nos posiciona en un estado o momento de lucidez que no podemos compartir con los otros, aunque sean esos otros, personas muy cercanas o con quienes hemos compartido la vida. En la novela Tiempo de sombra, Carmen Delia Bencomo nos asoma hacia una visión precisa y clara sobre los pensamientos de una mujer contemporánea, de antaño y atemporal.
En la obra haremos un paseo por lo que aconteció en la vida de Elena, nombre que se reveló al final, pero que narrativamente sería el comienzo. El primer capítulo es el final de la novela. Es decir que la historia transcurre en medio de los recuerdos. En medio de lo que siempre se recuerda. De aquellas inmediaciones interiores y que, si bien es cierto que podemos olvidar las palabras, hay algo que se queda intacto; aquello que consolidó una parte de lo que somos después, como una costra que se endurece para luego revelar la piel nueva.
Nos encontraremos con una narrativa clara que lleva un tono poético y revela la feminidad dentro de las sombras. Aunque la historia se centra en contar aquellos acontecimientos menos luminosos, podemos acercarnos al pensamiento humano. El descubrimiento de aquello que no nos ha dejado de escribir o construir interiormente.
En cuanto al carácter poético narrativo en Tiempo de sombra, veremos las imágenes de un entorno, tal cual como se revela ante los ojos críticos de la juventud. El deseo por encontrar un rumbo nuevo, o el simple anhelo de construirse, construir para sí, aquello más preciado, como lo es el espíritu desde un ser consciente y cercano a su humanidad.
Pero se trata de ver hacia los escombros que somos, situarse en la fuerza que puede limpiar definitivamente, comprender que la libertad posee armas que no se alejan de la armonía, aquel deseo por aprender nuevas cosas, por cuidar de los otros, por no ser recipiente único de los deseos que esclavizan. Veamos en el siguiente fragmento, un posible ejemplo de lo que hemos venido esbozando:
- El estilo poético en el lenguaje de la novela.
- La introspección como una forma de situar al personaje, en un mundo interior inabarcable, incluso para el lector.
- Los problemas contextuales, las tristezas de una mujer que ha perdido la esperanza en lo que le motivaba a seguir su deber como mujer.
- La búsqueda por llenar aquellos espacios que nos circundan que, de cierta forma, nombran lo que antes no se ha podido nombrar.
«—Parece como si no quisieras a Gabriel».
Esta sentencia descubre la lejanía en ambos personajes, el siguiente diálogo explica por qué:
«—Debe ser que les ha hecho falta un hijo, o varios».
Pero nuestra protagonista ha descubierto la bastedad en sí misma, otros anhelos que despertaron en ella la lucidez de quien se ha reconocido más allá de un rol y ante esto responde:
«—Ya los hijos no me interesan y me parece mejor estar un poco separados».
Existe en la mujer una huella dispuesta por un deber, pero la libertad de Elena inicia desde el cuestionamiento. Se plantea la igualdad de ser y participar de un entorno que también ha sido dispuesto para ella, y citando a la autora:
«Como si las mujeres tuvieran que soportar todo lo malo, lo negativo, sin levantar la voz ni el espíritu o poder rebelarse ante una situación que deja solo amargo sabor y duro golpe». Como parte de la colección que brinda homenaje a esta importante escritora merideña, Tiempo de sombra ha sido publicado en su segunda edición por el Fondo Editorial Carmen Delia Bencomo, perteneciente al Instituto de Bibliotecas del Estado Bolivariano de Mérida. La novela puede ser descargada gratuitamente desde el catálogo de https://carmendeliabencomo.wordpress.com/