Franklin Fernández, escritor, artista visual y editor venezolano, nos trae Dos visiones aéreas, un libro dedicado a dos personajes inusuales del arte y la ciencia, el venezolano Ibrahím López García y el belga Panamarenko. En Mentekupa acompañamos este lanzamiento y conversamos con el autor para dar más detalles al público sobre su móvil creativo.
¿Por qué hacer un libro sobre estos dos personajes?
En principio hay que destacar que se trata de dos personalidades aparentemente disímiles (alejadas por sus trayectorias), pero con muchas cosas en común. Esas cosas en común van más allá de las simples coincidencias. Este “libro” (no sé si llamarlo libro), rinde tributo a dos grandes pensadores de nuestros tiempos. Un científico (Ibrahím López García); y un artista plástico (Panamarenko). Y se basa principalmente en sus logros científicos, artísticos y literarios. El lector curioso encontrará notables ejemplos allí. Creo que la contribución de ambos es notablemente valiosa, y se acrecentará en el futuro. Ambos creadores combinaron su interés por la observación y la experimentación con una marcada sensibilidad estética y habilidades científicas excepcionales. Lamento profundamente que jamás se hayan conocido.
¿Cómo llegaste a Ibrahím López García y Panamarenko?
A través del poeta y ensayista César Seco. Fue el primero en hablarme de él. Al ver el trabajo que yo venía desarrollando con algunos dibujos de trompos, hélices y drones (bocetos), me escribió destacando semejanzas y analogías. La verdad, no lo conocía. Tal fue la impresión que me causó el trabajo científico de Ibrahím, que César terminó regalándome sus libros: “Te servirán más que a mí”, me dijo. Se lo agradezco profundamente. Al trabajo de Panamarenko llegué con la noticia de su muerte. Falleció recientemente. Rememoro haber visto imágenes de su trabajo en algunas revistas de arte. Pero nunca había llamado mi atención. Hasta que vi las fotografías de sus naves espaciales. Allí sentí un vínculo, un enlace.
¿Cómo conectaste la creación de López García y Panamarenko, en qué momento hiciste el clic y viste el posible puente entre ambos?
Leyendo sus propuestas. Allí percibí aproximaciones, semblanzas, analogías. Por ejemplo, el ensayo más importante de Ibrahim lleva por título: Sobre trompos, cúpulas y vuelos. El de Panamarenko: Modelo del juguete del espacio. Ambos intentan crear naves espaciales y demuestran, física y matemáticamente, la posibilidad de llevar esos vehículos al espacio. Ambos hablan de esa posibilidad de crear motores magnéticos para sus naves. El motor lo conciben para ser impulsado con la ayuda de fuerzas invisibles (campos magnéticos). Además, como visionarios, poseen arrebatos de inspiración poética. Ibrahím escribe: “De la imaginación y del amplio conocimiento derivan las analogías, instrumentos científicos que equivalen a las metáforas en la poesía. ¿No se debe considerar estos procesos mentales de la invención científica también como alumbramientos poéticos?”. Y Panamarenko: “No soy científico ni alguien que crea objetos de arte. Lo más importante para mí es que mis creaciones a veces contienen una especie de poesía”. En fin, ambos creadores basaron sus proyectos en conceptos intuitivos, lógicos y razonables.
En tu libro dices que para Ibrahim todo parte de la contemplación de la naturaleza (aves, tortugas marinas, el sistema solar). ¿Confiaba López García en que el verdadero laboratorio para la enseñanza-aprendizaje es la naturaleza? ¿Y el encuentro permanente con ella?
Sin duda. La intención básica de su propuesta es imitarla, emularla en su condición de nave. Para Ibrahím, la primera inspiración fue el mar. Después el aire, el cosmos: el sistema planetario. La forma de su nave espacial se basa, precisamente, en nuestro sistema solar. El giróscopo es una copia perfecta de nuestra galaxia. También basa su invento en el giro de la flor de caobo y el caparazón de una tortuga marina: otra imagen del cosmos (la cúpula celeste). “En el futuro, al cohete le sucederá la forma de una estrella con planetas, o de una galaxia. Es la próxima forma que adoptará en sus viajes. Es lo que la naturaleza propone en el viaje cósmico. Es lo que yo propongo en mi libro Sobre trompos, cúpulas y vuelos”. “Yo propongo una máquina que involucra, a todas las creadas por el hombre: una galaxia, un átomo, o una estrella planetada en rotación”. Del mismo modo, cualquiera que examine lo obra de Panamarenko notará que cada pieza, cada artefacto, cada objeto o aparato, cada nave aérea en particular… es un planeta autónomo, con numerosos satélites, incluso constelaciones dando vueltas alrededor de su propio universo cósmico natural –o artificial–, como bien lo advierte un crítico de arte belga: “Estos son los estudios preliminares, modelos teóricos, bocetos iniciales, experimentos, prototipos y similares. Estos satélites están conectados entre sí y nos ayudan a reconstruir la historia del último planeta padre, la obra de arte, con la mayor precisión posible”.
Cuéntanos un poco sobre tu proceso de creación y escritura
Es un ejercicio diario. Trabajo las 24 horas del día, literalmente. Leo, escribo y transcribo mucho. Sueño con mis libros. Bueno, en realidad no son míos. Son los libros-sueños de otros. Trabajo en compendios o compilaciones hemerográficas sobre diversos creadores (poetas, ensayistas, artistas plásticos). No escojo nada al azar. Mis elecciones son muy específicas. Lo que distingo, nutre mi propio trabajo. Me interesa profundamente divulgar la obra de los demás, que es como divulgar la propia. Estoy dedicado a tiempo completo al campo de la investigación artística y literaria, sobre todo a cuanto esté vinculado al acervo cultural del estado Anzoátegui. Chevige Guayke dice que si en cada región de Venezuela se llevara a cabo un trabajo como el nuestro (recuperar todo ese material que anda disperso en periódicos, catálogos y revistas), dentro de algunos años este país podría contar con la más completa, impresionante e importante memoria cultural: “Se necesitan trabajos de fondo, trabajos que muestren qué somos realmente en el quehacer artístico o literario… No debemos seguir hablando de ‘identidad’ así en tonito de pose patriotera… cada región de Venezuela debe contar con su hemerografía literaria o cultural”, dice Guayke. Pero, desafortunadamente, hay gente que no está interesada en eso.
A ese ritmo, ¿trabajas en algún nuevo proyecto artístico o literario?
Trabajo en un libro sobre Eduardo Sifontes (el poetica). Una recopilación de ensayos en torno a su obra y unos cuantos textos inéditos de su autoría. Lleva por título: Amoroso combatiente: textos sobre la obra de Eduardo Sifontes. También trabajo en uno sobre Chevige Guayke: El coprolálico lingüístico: textos sobre la obra de Chevige Guayke. Estoy en otro sobre Yubana Marcó: Acercamientos: ensayos y poemas de Yubana Marcó. Y, bueno, tengo otros trabajos en proceso. Por ejemplo, uno que está prácticamente listo y trata sobre la historia del aforismo en Venezuela. Lleva por título: Escribir en el límite: antología de aforistas venezolanos 1783-2020. Y otros cuyo material tengo a disposición (carpetas repletas de información valiosa), que solo falta seleccionar, ordenar y transcribir. Estarán dedicados a Valentín Malaver, Rosa Vegas y Carlos Yusti. Y uno más todavía, el cual tengo concebido desde hace años sobre poesía experimental (pero hay mucho material en espera, y lo he dejado correr).
Es evidente que hay un trabajo de investigación, recopilación y transcripción detrás de todo ese proceso creativo. Incluso trabajas con varias propuestas plásticas. ¿Cómo te ordenas? ¿Cómo organizas tu tiempo para el trabajo?
El trabajo investigativo es, sin duda, una labor de campo. Una labor de viaje y traslado, propiamente dicha. Se visitan lugares (bibliotecas, archivos, talleres de los creadores), se realizan entrevistas, se toman fotografías, se fotocopian libros, se ordenan artículos, se transcriben ensayos, en fin… lleva su tiempo. Y no estoy hablando de meses, sino de años. Después del trabajo de recopilación, viene el trabajo de ordenamiento y análisis reflexivo. No es tarea fácil. La idea es sacar nuevamente todo ese material a la luz. Sobre todo el hemerográfico. Tuvimos una experiencia previa con La imagen doble. Después lo hicimos con el libro de Carlos Yusti (Poéticas del ojo), Avelina Lésper (Brevísimo diccionario de una impostura), Juan Calzadilla (Silabario del Incierto), Chevige Guayke (Inventario del escriba y Me declaro enemigo), Régulo Martínez (El Señor de Barcelona), y Luis Méndez (Visiones del firmamento).
Tanto para López García como para Panamarenko parece no haber límite entre arte y ciencia, ¿fue eso lo que te motivó a profundizar en ambos procesos creativos-inventivos?
Sin duda, pero sobre todo esa imagen en la que se vinculan (real e imaginariamente), la grandeza científica, poética y artística del vuelo humano.
¿Qué te gustaría que el lector encontrara en Dos visiones aéreas?
Que vislumbre y compruebe –como afirmaba Ibrahím–, en que el arte está al servicio de la ciencia y la ciencia, a su vez, al servicio del arte. Que una fortalece a la otra. Que no existen límites para la creación. No existen límites ni para idear, ni para imaginar, ni para volar. Los vuelos más baratos son los de la imaginación. La imaginación nos sumerge en un vuelo satelital que nos ubica en el cielo, en el cosmos, allá arriba en lo alto. Toda visión aérea es posible.
Por último, ¿hay algún aspecto que te gustaría profundizar posteriormente en la obra de estos dos creadores?
En el siglo XV, Leonardo Da Vinci erró al idear una máquina voladora. Pero sus diseños eran realmente increíbles y alentaron a los creadores de tiempos futuros. Ibrahím López García y Panamarenko, entre ellos. Todos nos han enseñado que en el errar –en la falla misma de un gran invento–, se oculta el destino de la humanidad. Nos presentan así una nueva receta poético-científica asociada al trabajo, el humanismo y la tecnología. Como ellos, estoy convencido de que en el trabajo diario está la clave del futuro humano. Y esto es, a mi juicio, capital.
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Franklin Fernández (Caracas, Venezuela, 1973). Licenciado en Artes Plásticas (2003), por el Instituto Armando Reverón (Iuesapar) actual Universidad Nacional Experimental de las Artes (Uneartes), en Caracas. Poeta experimental, investigador, tallerista y promotor cultural. Ha publicado diversos libros impresos y digitales. Actualmente se desempeña como operario de la Imprenta Regional del estado Anzoátegui. Fundación Editorial El Perro y La Rana, por el MppCultura. Contacto: brossamadoz@gmail.com
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