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Vista más de medio siglo después, Un hombre y una mujer parece un compendio de todo lo que fue ese fenómeno cinematográfico disruptivo llamado Nouvelle vague. Da la impresión de que Claude Lelouch tomó un poco de experimentación, otro poco de vanguardia, algo de intelectualidad, una pizca de minimalismo, un puñadito de psicoanálisis, briznas de existencialismo… Sus fotogramas están salpicados del atrevimiento de Godard, la franca honestidad de Truffaut o el intimismo de Chabrol.
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Semejante popurrí se tradujo en una variedad estilística y narrativa absolutamente dispar. La película pasa del blanco y negro al color y dentro de cada uno de estos registros a diferentes gamas cromáticas. Hay momentos en los que la cámara se pega al rostro de los personajes, impidiéndolos casi respirar, y otros en los que se retira por completo, como si no quisiera importunar. Hay cine documental junto a secuencias absolutamente dramatizadas. Los diálogos oscilan entre sesudas reflexiones y charlas intrascendentes acerca de la Coca-Cola. Los planos medios fijos se combinan con intrincados planos secuencia. Hay saltos temporales hacia atrás y hacia adelante…
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La película está llena de referencias a la cultura pop. No podía ser de otra forma: era Francia y eran los sesenta. Aparece la chanson française, tan emblemática de una época que no solo fue pop-rock anglosajón, encabezada por el tema principal: una melodía de Francis Lai totalmente adictiva que es casi un personaje más de la película. También están presentes la samba y la bossa nova, todo un fenómeno en la Europa de aquellos años. Los protagonistas devoran los inteligentes comics galos —Astérix, Lucky Luke, Bico, tan diferentes a los superhéroes estadounidenses— y las revistas que marcaban tendencia y despachaban millones de ejemplares a la semana: Time, Le Nouvel Observateur… Otro furor de época, el automovilismo, con la edad de oro de las escuderías francesas, las 24 Horas de Le Mans y el rally de Montecarlo. Hay guiños que anticipan el Mayo del 68, ya a la vuelta de la esquina, con alusiones a Lenin y a su estadía en París. Incluso se hace eco en las diferentes posturas vitales de los protagonistas de la pugna entre Sartre y Camus, del existencialismo pesimista contra el existencialismo optimista. Y por supuesto, como signo distintivo de la Nouvelle vague, las reflexiones sobre el cine dentro del cine: vida, cine y metacine confundiéndose dentro de un mismo plano…
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Todos estos mimbres apuntaban a un pastiche intelectualoide de difícil digestión. Y sin embargo, Claude Lelouch parió algo parecido a una obra maestra que, además, contó con el favor del público y la crítica, Oscars incluidos. En el arte, como en la vida, dos más dos casi nunca suman cuatro. Afortunadamente.
Quizás el secreto está en que Lelouch no se separó en toda la película de aquello que su título anticipa: un hombre y una mujer que se conocen y se enamoran. Porque a contraflujo del momento histórico y del propio formalismo de la cinta, lo cierto es que la propuesta es algo tan simple, tópico, manido y atemporal como una historia de amor entre dos personas normales, dos personas que podrían ser de cualquier tiempo y de cualquier lugar.
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El director, además, no hace trampas. No utiliza el romance para hablar de otras cosas. Solo importa el torbellino emocional en el que se ven envueltos los protagonistas mientras siguen adelante con sus rutinas y su cotidianidad. Tal vez sea esta identificación con un sentimiento tan universal como la necesidad de amar y de ser amados la que hace que el público, el de ayer pero también el de hoy, desee con todas sus fuerzas que la historia termine bien, que ambos dejen atrás las cargas del pasado y que se den una nueva oportunidad para ser felices.
Me encanto la pelicula que hace muucho tiempo vi en el cine. Esta nota es tan bella como la pelicula misma. Muchas Gracias
El film es una exquisita combinación de imagen, audio y contenido.
Historia, nostalgia y orgullo..
A wonderful film Ive revisited many times, as well as its lovely, sentimental music score
La película me encantó en todos los sentidos. El guión, las actuaciones, la música, los planos, en fin todo. Es un film inolvidable. La nota me gustó, salvo este fragmento, «Todos estos mimbres apuntaban a un pastiche intelectualoide de difícil digestión»… que deja ver un lamentable rasgo de soberbia y esnobismo por parte de quien escribe.