El presente cuestionario tiene por finalidad contribuir a la creación de un mapa del campo cultural venezolano que sirva para estimular la comunicación, el diálogo y el debate en torno a sus potencialidades.
Espera servir para que los artistas e intelectuales entrevistados promuevan su trabajo a la par que comuniquen sus intereses, expectativas y dificultades de tal modo que puedan establecerse puntos de contacto, articulación y líneas comunes de creación, reflexión y debate.
Hemos sido y seguiremos siendo amplios en cuanto a la invitación a participar en esta experiencia. En MenteKupa tenemos claro que un campo cultural está configurado en buena medida por sus confrontaciones, antipatías y desencuentros. Pero esto no contradice que las desavenencias puedan tener una forma productiva.
Por supuesto que no somos ajenos a la coyuntura que vive el país. Lo que queremos es propiciar un ejercicio de enunciación de los deseos que contribuya a que el campo cultural venezolano pueda construir los objetos que reclama. Creemos firmemente que la diversidad de opiniones y la crítica constructiva son fundamentales para el crecimiento y la vitalidad del campo cultural.
MenteKupa
∞
1. ¿Cómo te involucraste en la producción artística/intelectual, y cuáles son las principales preocupaciones de tu trabajo?
La mía ha sido una trayectoria universitaria de clase media tirando para baja, bastante predecible, interesada en lo que podríamos llamar ampliamente las “humanidades”, y atravesada por las vicisitudes de la historia venezolana reciente. Por ahora mi trabajo se ha inclinado, de distintas maneras, hacia la relación entre historia y literatura y al desajuste temporal y existencial entre ellas.
2. ¿Cuáles son tus tres principales influencias y por qué?
Si tuviera que elegir tres acontecimientos de lectura, sin duda el encuentro con la literatura psicoanalítica, Lacan y Freud, significó un antes y un después en mi modo de leer. Antes de eso, la obra de Ricardo Piglia me señaló el borde ambiguo y fascinante entre la crítica y la ficción y me hizo tomar algunas decisiones vitales y personales. Y mucho antes, la literatura infantil fue, como dice el lugar común, un refugio y una ventana. Recuerdo la fascinación que me producían algunas las ediciones heredadas de tíos y amigos de mi madre, ajadas compilaciones de relatos imbuidos de crueldad y misterio. Hay toda una vertiente del cuento popular que es, tal vez podríamos decir, muy batailleano, y eso impresiona mucho a una niña.
3. ¿Sigues en especial el trabajo de algún venezolano y por qué?
Actualmente me interesa mucho la poesía de la diáspora, predeciblemente son los que resuenan con más tino el descalabro existencial que nos ha tocado vivir. Son voces dando forma a una experiencia que costó mucho que saliera de algunas estereotipias. La migración ha sido una manera (a veces brutal) de enfrentarnos con nuestras singularidades situadas, y pareciera que es la poesía la que, como suele pasar, se hace cargo primero, o mejor. Dentro de Venezuela, sigo la obra del artista plástico Majenye (Carlos Sánchez Torres). Su irreverencia, su lucidez, y su casi sacrílego y muy negro sentido del humor me producen una sorpresa extraña y, paradójicamente, algo parecido a la esperanza.
También me parece alentadora la persistencia de espacios editoriales que se sostienen en el campo a pesar de la precariedad y la enorme inestabilidad, como Poesía de la Universidad de Carabobo, la Poeteca que es toda una institución, proyectos como la misma Mentekupa y Mollusca que creo aparecieron más o menos al mismo tiempo, o Fablasalvaje que acaba de salir. Admiro mucho el trabajo del colectivo fotográfico Cacri Photos y su forma de apuntar hacia una estética de lo popular post-épico con un talento y una dignidad impecables. Y por el lado de la música, me gustan mucho Irepelusa, Augusto Bracho, La Chusma, y una muchachita de Aragua que canta joropo y me aparece mucho en tiktok. No sé cómo se llama, pero seguro se hará muy famosa porque es magnífica.
4. ¿Qué lugar concedes a la crítica y en especial a la crítica cultural en tu trabajo?
Trato de hacer una crítica responsable y me pregunto mucho por la responsabilidad de la crítica, por el lugar ético del gesto crítico, sobre todo ahora que con el tiempo me he vuelto más impaciente. Imagino este lugar y esta responsabilidad situado en la medida de lo posible alejado de cualquier mortificación, hacia los demás o autoinfligida. Lo último lo logro sólo a veces, ya que soy bastante obsesiva. En cuanto a la crítica cultural propiamente, soy una gran admiradora de la potencia pensante y estilística de Nelly Richard, quien es entre nosotros, me parece, quien ha hecho un uso más programático del término. Sin duda su obra es un momento fundamental de la historia del pensamiento latinoamericano, feminista y comprometido. Un texto como “La crítica feminista como modelo de crítica cultural” o la bomba provocadora que fue Márgenes e Instituciones podrían tener mucho que decir al presente.
En todo caso se trata, como afirmaba Richard, de ser capaz de desentrañar las potencias políticas de lo estético y de las implicaciones éticas de ciertas estéticas políticas, y de decir algo sobre los enredos situados y disputados de la cultura, siempre en el borde problemático e inestable entre cuerpos y escrituras. Y sin perder de vista una apuesta formal fuerte que sabe que el anecdotismo y el repertorio figurativo como horizonte de enunciación no bastan para remover inercias, inequidades naturalizadas, ejercicios de poder y demás injusticias.
5. ¿Qué lugar tiene Venezuela en tu práctica artístico-intelectual?
Ahora que no estoy allá y que no me encuentro trabajando temas venezolanos, es como una suerte de negativo necesario, el fondo subterráneo que organiza mis pulsiones. Por otra parte, me gusta pensar que la venezolanidad puede ser una forma de, citando a Borges, hacerse el judío o el irlandés, un lugar idóneo para la construcción de una voz o al menos de una mirada menor.
6. ¿Cuáles son los problemas o dificultades que enfrentas para la producción, publicación y distribución de tu trabajo?
Precisamente ahora tengo la fortuna de estar escribiendo una tesis doctoral en condiciones muy privilegiadas, al punto de poder dedicarme a ella casi por completo. A veces siento que los ritmos y los protocolos de estilo de la academia norteamericana van en sentido contrario de algunas escrituras que me gustaría practicar. Pero sería obsceno quejarme. Dudo que vuelva a experimentar unas condiciones semejantes en el futuro, y ciertamente nunca las tuve en el pasado.
7. ¿Qué crees que habría que hacer para potenciar el campo cultural venezolano, es decir, la producción y consumo artístico-intelectual de los venezolanos?
Me gustaría que llegaran más libros al país. No sé cómo se puede hacer eso en las condiciones actuales. No sólo libros de grandes editoriales (que también). Hay un circuito muy interesante de edición independiente en América Latina, que produce un diálogo continental particular, y donde me gustaría que lo venezolano hiciera lo suyo e interviniera. La ausencia de bibliotecas no sólo como repositorio de libros más o menos interesantes, más o menos actualizados, sino como espacios de sociabilidad y de lo público siempre ha sido (o al menos desde que tengo memoria) una gran carencia en el país. Por otra parte, me parece fundamental el apoyo público al sostenimiento de algunas redes de distribución de bienes culturales. Reactivar la Cinemateca Nacional y Amazonia Films, darle la importancia que merece a la Biblioteca Nacional o el apoyo al Banco del Libro, por poner algunos ejemplos, sería un buen inicio. Más allá de la nostalgia por estos proyectos, también quedaría apoyar y propiciar la creación de espacios nuevos con sus propias lógicas y propuestas, lugares de encuentro que habiliten la posibilidad del diálogo y la creatividad.
En cuanto a los venezolanos que estamos afuera, me gustan, porque me parecen necesarios los esfuerzos colectivos que transversalizan las experiencias singulares de todos los que nos fuimos: revistas, antologías, etc.
8. ¿Crees que la “inteligencia artificial” afectará de algún modo tu quehacer artístico-intelectual?
Por ahora me preocupan más las consecuencias militares que ésta pueda tener.
Comentarios 1