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Vestigios. Selección

José Manuel López D’ Jesús Por José Manuel López D’ Jesús
8 febrero, 2023
en Literatura, Poesía
0
El rostro inflamado  
como una bomba 
detrás de la confesión
arde la herida 
la ceguera sabe  que el dolor
punza el miedo
al abrir los ojos de la agonía
la dermis inventa otro color
pueril
liviano.

***

El primer gesto de esperanza
es la última inocencia.
Paula, debo confesar:
así como los pájaros cantan sobre el alba,
los árboles se entristecen al final del día,
la luna es más valiente que yo
desafía los rayos en plena aurora,
siempre ser niño  descansar sobre el azul del horizonte 
hasta que el sendero sea aniquilado por la corriente.  

                                                          Alguien nos dijo:

Entre el temblor y la precipitación 
el gris del día es una marca en mi voz
la nube extravía el agua 
predice la imposición del pozo alumbrado

***

Resignarse como el capullo atado al horizonte
desencadenarse con la garganta mojada,
botar espuma de manantial 
en el más diáfano silencio.
                                                                         
                                                                         Piensas:
Algunos espejos 
queman el rostro
al recoger los cristales
la piel niega reconstruirse,
fotografía de la infancia 
bálsamo de  corriente ígnea 
arropa los capullos del frailejón, 
los riega,

guarda sus hojas secas 
cuelga
no olvida
la montaña susurrando un nombre
oculto en la arena

                                                                         Piensas:
Algunos jardines 
se difuminan con el carboncillo 
gotas huérfanas
son capullos que gotean una y otra vez 

                      Nube de gas 
                      explota sobre mi rostro
                      desaparece las huellas del gris celestial 
                      pronuncia paisaje 
                      a media mañana.

                      Basura armonizada
                      por el rocío de una flauta,
                      abyecto lugar de sauces 
                      donde la ternura 
                      es una camisa de fuerza 
                      y mi pecho un anochecer 
                      que abandona el retablo  invisible 
	
Vibran las paredes 
caen las ventanas,
sobre el pasamanos:
la respiración artificial hecha sueño.

***

La corteza del pan
cae sobre mi cuerpo desnudo
el café se derrama sobre el viento.

Una señal persistente 
como la inquieta roca
empapa el cataclismo

***

Mientras el agua hierve
vaporizan
restos abundantes al calor.

Mientras la taza enfría 
el agua sucumbe
diáfana
distorsionada
desolada.

El gesto pueril
del llanto
alimenta el silencio 
el patio resuena
hasta el último ardor. 

El silencio de la campana 
rompe el presagio de los abedules
las plantas se extravían al final del ocaso

La inocencia es la de los parques 
repletos de golondrinas
vientos huérfanos.

***

La alegría es diferente a la de la llegada celestial 
 tres años más tarde
comprendí que el ceño fruncido,
es el portal a la fecundidad inefable
del árbol 
río caudaloso.
Entendí que la mirada extraviada 
es el único centro 
 
	                                                      y te digo:	
Azucena, tú devuelves 
la flor al centro del jardín
y es así
como se destruye el tejido.
En el silencio busco la vocal 
al descifrar tu sudor 
	
te desnudas, y yo me siento huérfano,
como la lluvia al dejar de caer.
Los truenos anuncian la llegada
de nuestros cuerpos abandonados.

Verte es un dardo
al punzar mi corazón
estallido del árbol 
susurrando miedo.
Tú me revelas
el anhelo de los agonizantes 
por conservar
su desdicha 
o su amor . 

Azucena:
Eres el sable que devora
mi morada inventada,
un dibujo apenas conocido 
que ama 
sin suspirar

Por las tardes 
reproduzco resonancias 
de tu robusta tesitura	
ante mi cuerpo repleto de espigas.

Cuando me alojo en el silencio
 escucho el agua que hasta hace unas horas 
Tonificaba nuestros tímidos cuerpos.
Desde entonces preparo el mismo desayuno
barro mi habitación
la cocina.
Afrodita, Hares y Atenea, me preguntan por ti.

Se vive en la aurora innombrable,
 yo también te extraño como una canción persistente 
aguardo en el silencio  
cierro los ojos, 
repito la inicial de tu apellido
como un rosario
me persigno todos los días  
en tu nombre.

Disipo la tarde
permanezco atado al sendero que lleva tu sombre 
al colibrí lo derrota su vuelo.

***

En la puerta de mi casa
hay una virgen
que observa mis movimientos,
al ritmo del aire
esconde mis ojos

En la habitación 
veo la nube en forma de cúpula desierta 
soplo invisible de gaviotas
imagino el color de mi aliento 
no perder quién soy 
un derrumbe de anfibios muertos.
entre aullidos de pájaros sangrientos,
el bálsamo de la frente retumba en mis ojos 
de cobarde taciturno.

***

Anotaciones a partir de la observación diaria
Solsticio
Entrar al portal
quemar los dedos alrededor de la sortija.	
Aprender tu semblante naranja
como el capullo 
aguarda nuestra secreta soledad,

los jardines son huella
la energía no es de Dios 

***

Mis labios tiemblan 
al compás del hielo
fugaz

Soy el gato que frunce el ceño
enumera las gotas 
desnudo tu insomnio 
hago un pozo helado de lágrimas 
nombro cantos propios
en la montaña que nos inventa.

En la precipitación del sol
aliento de horas calcinadas
llevan el epitafio de mi nombre.  	
	
Etiquetas: literatura venezolanaNueva literatura de VenezuelaNueva poesía de VenezuelaNueva poesía VenezolanaNuevos escritores Venezolanos
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