El poema comienza en la biografía. En un primer nivel, el poema cuenta al poeta.
Solo después el poema se inclina sobre sí mismo, se estructura una poética.
Nuno Júdice, La noción de Poema.
Rafael Cadenas es alguien que ha logrado hacer de su lenguaje un lugar de encuentro. La obra de Cadenas nace de su biografía y se desprende de la misma para ser un cuerpo que dialoga con nosotros. Espero, puedan encontrar en estas palabras mías, la alegría de quien lee por vez primera una obra completa, he usado la antología publicada por el Fondo de Cultura Económica, debo confesar que la última vez que leí a Cadenas tenía 15 años y ahora siendo un “poeta jóven” me encuentro nuevamente con sus palabras.
Uno de los primeros libros de Cadenas se titula Una isla, es publicado en 1958 y cuenta parte de su experiencia en la isla de Trinidad, donde el poeta residió durante algún tiempo luego de ser exiliado por la dictadura de Marcos Pérez Jiménez. Cadenas, en el año en que publica este libro tiene la edad de 28 años, es un «joven poeta» que desde este momento va marcando unos intereses que serán desarrollados a lo largo de su obra.
Lo que me cautiva en los poemas de ese libro es la manera en que se plantea el mar. Cadenas, en años recientes, ha dicho en alguna entrevista: «parece que el país de los poetas es el lenguaje». Si algo marca este libro es la elaboración de un cuerpo, en este caso el cuerpo del lenguaje a través de la imagen del mar. No es azar que uno de los versos de este poemario diga lo siguiente: «yo viajo a los espacios transparentes». Luego advierte esta mirada y su peligro diciendo: «un hombre sin cargas, a prueba de espejismos». También hay un reconocimiento de eso que ve, o que anuncia su habla seca, se adhiere a su cuerpo besando el molde antiguo, se reconoce enigma, despide la irrealidad. Ve su cara en el estanque y olvida».
La patria del poeta es lo etéreo representado en las imágenes del mar y el viento. Laura Llevadot, en un artículo que escribe acerca del exilio en la obra de María Zambrano, dice lo siguiente: «El exilio describe la situación de aquellos que han perdido lo propio, que por inevitables circunstancias han sido desposeídos y condenados a errar sin tener un lugar donde ser alguien (…) En el exilio se ven cosas que el que mora en un lugar propio no puede ver. Y sin embargo, ‘al decirlo me quemo los labios’ advertía Zambrano, porque el exilio es algo que ocurre, que no se decide, y que nadie debería desear».
«Costa que se aleja, puedes darme el poder de vivir en otra parte», versa Cadenas. Es el territorio de lo informe, lo inabarcable, la esperanza de una tierra firme, otro lugar, el de la poesía.
La insistencia en la corporalidad del poema, que en un principio no tiene forma y se reconoce como enigma, es finalmente un ser (no sin advertir su cualidad de falsario) cito este fragmento de Los cuadernos del destierro: «Yo nunca supe si fui escogido para trasladar revelaciones. Nunca estuve seguro de mi cuerpo. Nunca pude precisar si tenía una historia (…). Yo era una pregunta condenada a no alcanzar el signo de interrogación (…). Volví insomne al lugar de la ficción».
Hacer la pregunta de algún modo es tener la respuesta. Cadenas nos dice en el poema citado anteriormente que es una pregunta que nunca alcanzará el signo de interrogación. Esto me hace pensar en la imposibilidad del decir en el poema, como si al afirmar ser algo (en este caso una pregunta), lo condena. Sabe que ha trasladado revelaciones a pesar de estar inseguro de ese cuerpo que se habita y del que no se siente dueño, pero al que vuelve de alguna manera a través del lenguaje. Cadenas no solo ha sido un poeta y ensayista, sino también traductor.
Traducir no es más que mover imágenes de un sitio a otro. Los antiguos definían así el acto de trasladar un santo de una iglesia a otra. Este movimiento es similar al de la migración de las aves, algo que durante milenios fue un enigma para la humanidad. Los antiguos griegos creían que los petirrojos partían en la estación de invierno y regresaban transformados en colirrojos reales. A pesar de ser diferentes, ellos consideraban que eran un mismo ser, solo que este había sufrido una transformación.
He aquí el dilema del escritor que parte al país del lenguaje, ese territorio de lo transparente. “Tú no te has ido, tú estás ya desde siempre” versa Armando Rojas Guardia a lo que Cadenas dirá: «Hay que aceptar el hierro candente del nacimiento como la orilla de donde no partimos».
Este enigma de las transformaciones es abordado por el autor, en el siguiente verso: «Cada vez que tenía un momento de reposo, me asaltaban las imágenes de mis transformaciones». Retomo la idea de la migración de las aves para hablar de esta multiplicidad de yoes que cohabitan en el poeta, en este caso estas figuras vienen a ser los fantasmas de su pasado y futuro. La poesía de Cadenas aborda el tiempo presente tanto del escritor como de sus lectores.
Estos cambios también se muestran en sus textos donde se escribe cada vez menos para decir más, muchos escritos rozan con la literatura asiática, pero en la mayoría de los casos vienen a ser un ejercicio de síntesis.
«Solo hay este hueco que dejamos al movernos para que ensanchándolo o reduciéndolo otro lo ocupe. Sin embargo, hablamos» (en Cuadernos del destierro). Posteriormente, en Falsas maniobras, dice: «La multiplicidad se lanzaba contra mí. Yo la conjuraba».
Esta poética inicia hablando de un exilio que realmente es una forma de proximidad, donde aborda estos semblantes que a lo largo del tiempo el poeta insistirá en buscar, olvidar y reconocer. Cito: «Pero el filo de la obsesión es un rostro» (en Una isla), «revélame silencio del rostro que me oprime», «el rostro que no se ve/es mi rostro» (en Memorial).
José Emilio Pacheco dice en uno de sus poemas «Para verte necesito inventar un rostro». Cadenas da un giro sobre esto al decir «no se trata de rearmar un monstruo, eso es fácil, sino de devolverle a alguien las proporciones». Me gusta pensar que ese alguien al que se devuelven las proporciones es la poesía, pero que esta falla cuando se le otorga otra identidad que no sea la del vacío: «Todo tan desoladamente inabordable/todo tan causa perdida» versa Cadenas en su poema Nombres. El poeta va en búsqueda de esa voz que parece habitar el silencio del otro, que se escurre y se repite como sombras en un río, que se dirige a un cuerpo. «Solo he conocido la libertad por instantes, cuando me volvía de repente cuerpo».
Este cuerpo, casa del idioma que el poeta transita sin rumbo específico más que el de aceptar el devenir de las cosas. “En el centro de la magna ausencia asentamos nuestras casas”, versa Cadenas. El poeta sabe que allí tampoco está el poema, pero se pasea por esa casa vacía, su atmósfera de recuerdos. Es alguien que vuelve a su origen para reconducir otro comienzo. Este sujeto se encuentra en los márgenes de la página, se ha sumergido en lo profundo de su yo hasta hallarse fuera de sí mismo y dar con lo que realmente busca «esa voz sin tretas».
Hay algo en la lógica de la repetición que desde el punto de vista psicoanalítico versa que un sujeto para no recordar actúa. La repetición es un juego en donde se exige la invención de lo nuevo. Lo que se repite en Cadenas viene a ser el lenguaje y un deseo profundo de volver a la tierra de origen. Sin embargo, en muchas ocasiones el poeta nos previene de esta necesidad: «Nada, nada se repite / solo yo en la memoria / me tengo como vestigio / entre mis propias manos», «Recibe mis ojos milenarios, mi cuerpo repetido, el susurro de mi arena».
Cuando me refiero a la lógica de la repetición hablo de las metáforas o, lo que es lo mismo, al ir develando algo que parece interminable, “el tiempo” en su sentido de continuidad, un segundo precede a otro segundo, una palabra es seguida por otra palabra como la migración de las aves que son diferentes y a su vez la misma. Sucede lo mismo con la voz del poeta. Para que estas imágenes puedan ser invocadas debe haber desierto y sed, sobre todo un «habitar sin ninguna promesa la sequedad», esperar esa palabra que emerge en el desierto de la página “¿Quién puede hablar sin sentirse milagro?”, se pregunta el poeta, “hablar es un milagro”, le respondo.
Caracas, diciembre de 2023.
Yo diría que este joven poeta ya es un milagro, atreverse con soltura inteligente y sensible en los versos de un consagrado poeta como Rafael Cadenas y lograr trasmitir el alma del poeta.