La poesía es tal vez la única expresión que ha podido comprobar que así como todos los libros vienen de uno solo, puede que cada lengua también.
Es decir, eso que empecinadamente los lingüistas intentan demostrar, que cada palabra está adherida no solo a una acción o a la descripción de un fenómeno, sino también a una potencia de la vida, la poesía lo comprueba sin necesidad de teorizarlo, sino manifestándose.
Toda palabra es un arquetipo que resuena en todos los cuerpos. Solo basta el ejercicio de su incorporación en nuestra vida y registro.
Así como la partícula “ma”, por ejemplo, está presente en casi todas las culturas del mundo en la forma de nombrar a la madre, o como el “alma” o el “ánima” sirven para nombrar el aliento de la vida.
Es por ello que no es extraño para ninguna de nosotras cuando nos preguntan ¿qué significa MenteKupa? Porque ese movimiento hecho pregunta es la naturaleza de lo humano: interrogarse ante lo desconocido y nombrar lo que existe, incluso lo que no tiene nombre.
Aunque hay una definición, digamos “verdadera”, como anécdota interna, chiste entre amigas, un poco con cierto deseo de insuflar el espíritu del manifiesto y la vanguardia (que está anidada en cualquier proyecto artístico); esta revista también se muestra esquiva a nombrarse de una sola forma, puesto que si nuestro deseo es poner en diálogo la crítica y la creación hecha en esta parte del mundo, también somos reacias a etiquetar de forma definitiva.
La creación y la crítica buscan nombrar, pero no con el propósito de fijar sino de reconocer en medio de lo creado. Compartir asombros.
Invoquemos al ludus: lo primero que se nos viene a la cabeza es que MenteKupa es una palabra compuesta. “Mente”, que hace referencia a “pensar”, podría comprometernos, sin embargo, la raíz de cada cosa es multisignificante y peligrosa; así, en la raíz de “Mente” abrevan “amnesia” y “amonestar”, pero también “mosaico” y “museo”, en fin, aquello que deriva de la mente.
Entre las muchas definiciones de “kupa”, a la velocidad de un clic hay varias versiones, en el caso turco resaltan dos: “taza”, es decir, una entidad uterina, vasija, dimensión contenedora. También hace referencia al mundo de la escultura, es decir, a esas piezas de bronce o plata que son huecas, por lo tanto, resuenan si son palpadas; como si fuesen un instrumento de percusión.
Y si apelamos al sonido de ambos, la palabra “mente” podría abrirnos la cascada de imágenes de la cultura pop: Uri Geller y Neo doblando cucharas en su metafísica posmoderna, Freud y el psicoanálisis y todo lo que la “kupa” de cada quien proyecte en su amasijo, en su álbum, en su colección de imágenes y palabras.
“Kupa” también suena a copa, instrumento para libar y consagrar, es decir, para lo sagrado y lo profano. A “okupa”, instalación clandestina, incendiaria.
Y no podemos olvidar, a propósito de esto último, que al decir de Baudelaire, el santo patrono de los críticos: “el pueblo es adorador nato del fuego”.
En una oportunidad habíamos definido escuetamente ¿Qué es MenteKupa? y ninguna está conforme, es más bien un mientras tanto.
Por ello, aprovechado la impronta de octubre, nuestro mes aniversario, para repasar los posibles significados de nuestro nombre.
¿Por qué a un año seguimos hablando de esto?
Porque creemos que las lectoras son quienes terminan de dar sentido a esto que somos y juntas hemos creado un espacio común, donde cada aporte de nuestras columnistas y demás colaboradoras nos dan sentido.
En definitiva: cada número nos nombra. Porque ya las resonancias nos advierten que la palabra es un juguete rabioso. Porque a un año seguimos dando forma a este animal, a esta máquina de guerra latina.Porque nuestra única certeza en el ejercicio de nombrar es que MenteKupa, como toda criatura bípeda al pasar un año: ya camina y tiene dientes.