El presente cuestionario tiene por finalidad contribuir a la creación de un mapa del campo cultural venezolano que sirva para estimular la comunicación, el diálogo y el debate en torno a sus potencialidades.
Espera servir para que los artistas e intelectuales entrevistados promuevan su trabajo a la par que comuniquen sus intereses, expectativas y dificultades de tal modo que puedan establecerse puntos de contacto, articulación y líneas comunes de creación, reflexión y debate.
Hemos sido y seguiremos siendo amplios en cuanto a la invitación a participar en esta experiencia. En MenteKupa tenemos claro que un campo cultural está configurado en buena medida por sus confrontaciones, antipatías y desencuentros. Pero esto no contradice que las desavenencias puedan tener una forma productiva.
Por supuesto que no somos ajenos a la coyuntura que vive el país. Lo que queremos es propiciar un ejercicio de enunciación de los deseos que contribuya a que el campo cultural venezolano pueda construir los objetos que reclama. Creemos firmemente que la diversidad de opiniones y la crítica constructiva son fundamentales para el crecimiento y la vitalidad del campo cultural.
MenteKupa
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1. ¿Cómo te involucraste en la producción artística/intelectual, y cuáles son las principales preocupaciones de tu trabajo?
Creo que no había otro rumbo posible dentro de mi familia. Mi papá era dibujante y ceramista, mi mamá estudió Historia, y aunque no se graduó, siempre fue una persona intelectualmente muy curiosa. Yo fui lectora desde los 8 o 9 años. Soñaba con estudiar teatro, pero los caminos administrativos académicos me lanzaron en Letras en la UCV y apenas entré entendí que de ahí no me sacaba nadie. Soy una persona bastante disciplinada, así que logré mantenerme siempre vinculada a la carrera y hacerme un camino propio dentro de ella. No soy escritora, ni investigadora, me formé como editora y ya estando dentro del entorno editorial, me di cuenta de que urge método, orden y estrategia para sostener los procesos de producción y promoción editorial. Actualmente soy consultora editorial, trabajo con escritores y editores, asesorando proyectos editoriales. La preocupación transversal de mi trabajo son las relaciones. Los autores quieren vincularse con las editoriales y llegar a los lectores; las editoriales, por su parte, buscan sistemas efectivos para que su equipo de trabajo se cohesione y su sello se proyecte en el tiempo. Todas las estrategias que diseño en conjunto con mis autores y editores para alcanzar sus objetivos, lo que buscan es concretar vínculos productivos.
2. ¿Cuáles son tus tres principales influencias y por qué?
Esta es difícil. Más que nombres, dibujaré tres grandes experiencias de vida. La primera fue la narrativa. Soy ávida lectora de novelas y cuentos de toda la vida. La posibilidad del multiverso la vengo viviendo en la literatura desde siempre. Me genera demasiado placer leer narrativa y poder salir de mi realidad por un rato. En la lectura de narrativa, pero también en mis estudios profesionales sobre el género, he encontrado muchas claves para comprenderme a mí misma y a los otros.
La segunda fue Argentina. Estuve allá cuatro años haciendo posgrado y esa experiencia fue un parteaguas para mí. Dos especializaciones académicas, dos grupos de militancia política (uno argentino y uno venezolano), una casa colectiva de migrantes becados y muchos cursos, talleres, conferencias, seminarios, conciertos, fiestas en centros culturales, ciclos de cine, etc. me permitieron conocer y entender qué carajo era la industria cultural, qué pasaba en Venezuela en este sentido y cómo quería insertarme yo en ese universo.
La tercera es la historia venezolana reciente. Formo parte de la generación que no tuvo tiempo de pensar nada. No teníamos todavía una conciencia política bien formada cuando se vinieron los cambios radicales en el país, yo tenía dos meses de haber entrado en la universidad cuando ganó Chávez. De ahí en adelante todo fue estudiar, trabajar, asumir responsabilidades, crear en colectivo, pensar el colectivo, ser colectivo, ser y hacer país.
Creo que esas pueden ser mis tres grandes influencias: la lectura, el viaje y la casa. Las tres tan literarias y tan de la vida real.
3.¿Sigues en especial el trabajo de algún venezolano(a) y por qué?
Sigo con atención algunos procesos que se dan dentro de Venezuela, y ahora, por supuesto algunos que se dan afuera con la migración. Dentro del país, observo el entorno de la edición independiente. Un poco con alegría y otro poco con rabia, voy viendo cómo los venezolanos insistimos en crear espacios de publicación y promoción literaria sin el apoyo de nadie. Si debo nombrar a algunas personas serían Giordana García, Ennio Tucci y Carlos Ortiz, en el entorno editorial. En el literario, Sol Linares y Esmeralda Torres siempre tienen mi atención, sin desmerecer a muchos otros escritores y escritoras que siguen en Venezuela, empujando ese carro de la palabra escrita.
Con respecto a lo que pasa afuera, bueno, mucho qué decir y poco espacio. Sigo la transformación intelectual y emocional que da la migración. Cómo los amigos cercanos, en primer lugar, pero también intelectuales, artistas, creadores, científicos que están afuera empiezan a formar parte de una primera generación que se fue y que al parecer será la base de una nueva cepa venezolana del no lugar, semejante a los chicanos (mexicanos nacidos en Estados Unidos). Esto recién empieza, el tiempo lo dirá.
4. ¿Qué lugar concedes a la crítica y en especial a la crítica cultural en tu trabajo?
Justo en el eslabón de la cadena editorial en la que yo me desenvuelvo la crítica es fundamental. Cuando un nuevo autor solicita representación literaria, lo primero que busca es una lectura crítica de su obra. Necesita saber si eso que escribió es bueno, es publicable, es literatura y puede interesarle a las editoriales y a los lectores. Yo, particularmente, no trabajo con una mirada canónica literaria conservadora, pero tampoco tengo pelos en la lengua para advertir cuando algo no tiene calidad literaria ni editorial para iniciar un proceso de publicación. Por otro lado, también hay que mirar con ojo crítico a las editoriales. El boom de la autopublicación junto a la oferta infinita de servicios editoriales ha convertido a la industria editorial en un gran mercado de las pulgas con cantidad de marcas de imitación. Nadie sabe bien qué tipo de editorial es cada una, ni siquiera los editores, los autores menos. He conocido profesores universitarios que tienen dos o tres libros publicados y que siempre creyeron que habían trabajado con editoriales tradicionales y al revisar resulta que todas fueron editoriales por servicios. Nadie sabe bien cómo se manejan los derechos de autor y cuáles son los acuerdos posibles entre un autor y una editorial tradicional o una por servicios. En fin, que desarrollar espacios para hacer crítica cultural, no solo de la producción literaria de autores y autores, que siempre ha existido, sino también y con mayor agudeza de los actores que están produciendo, publicando y poniendo a circular esas obras, hoy en día es fundamental, en primer lugar, para proteger derechos, y en segundo, para saber filtrar y encontrar en el mercado opciones profesionales y de calidad que eleven la experiencia lectora.
5. ¿Qué lugar tiene Venezuela en tu práctica artístico-intelectual?
Legalmente yo opero en tres países, Venezuela, México y Chile. Mi objetivo son las relaciones, y poder establecer puentes entre estos tres escenarios, Caribe, Norte y Sur América, me ha permitido crear una red de conexiones valiosas. Ahora bien, la médula espinal de toda esta red siempre es Venezuela, posicionar autores venezolanos fuera del país, enlazar editoriales venezolanas con instituciones, autores y editoriales de otros países, contratar profesionales editoriales venezolanos para proyectos de publicación en el extranjero, convocar a autores y autoras venezolanas a participar en premios y concursos de otros lugares, etc. Poner a circular el entorno literario y editorial venezolano en otros territorios, eso es fundamental para mí.
6. ¿Cuáles son los problemas o dificultades que enfrentas para la producción, publicación y distribución de tu trabajo?
Creo que la mayor dificultad es esto de ser una trabajadora independiente. Generalmente la confianza y la trayectoria se construyen en función de ciertos respaldos institucionales, empresariales o académicos, y, si bien en mi carrera tengo esos papelitos (títulos, trabajos, cargos, etc.) he insistido en construir una legitimación de mi trabajo a partir de mí misma, de la calidad y éxito en los proyectos que construyo junto a mis autores y editores, en los métodos que aplico y finalmente, por supuesto en los resultados. Hacer una marca personal dentro del mundo editorial, sin tener detrás un sello o un gran nombre que te sostenga no es tan fácil.
7. ¿Qué crees que habría que hacer para potenciar el campo cultural venezolano, es decir, la producción y consumo artístico-intelectual de los venezolanos?
En primer lugar, dar más espacio e incentivos a las iniciativas independientes. Venezuela jamás ha tenido una industria cultural como tal por esto. La politización de los procesos creativos y de promoción artística, literaria y cultural en general hizo que los actores (escritores, creadores, editores, productores teatrales, etc.) se ubicaran en una u otra vereda y cruzar la calle es cuchillo pa´ tu garganta, en criollo puro. Si te atreves a apartarte de aquel lugar con el que te identificaste primero, pasarás un buen rato (a veces años) varado en la mitad de la calle sin encontrar un espacio donde puedas desarrollar tu propuesta. Y cuando lo encuentres, si es en la vereda de enfrente, ya no podrás volver a la que dejaste atrás. Esto es nefasto y muy perjudicial. A estas alturas de la historia de nuestro país, ya deberíamos poder ocupar todos los espacios para escucharnos, leernos y disfrutar con ojo crítico, de nuestra producción cultural. Y todas las instituciones, empresas y academias (de uno y otro lado), deberían trabajar sus criterios de selección de contenidos basados en primer lugar, en la calidad de la propuesta, y en segundo, en la forma de expresar sus propias posiciones ideológicas. Ojo, con esto no estoy diciendo que los espacios de producción y promoción suavicen sus objetivos políticos, no me refiero a eso. Cada espacio puede y debe definir sus criterios para por ejemplo no publicar fundamentalismos de una mirada diferente a la propia. Lo que pasa es que, en Venezuela, muchas veces ni siquiera el debate argumentado o la mirada crítica tienen espacio para mostrarse. Mentekupa, es un buen ejemplo a seguir en este sentido. También el CEDES. Creo que estos espacios deben multiplicarse en nuestro país.
8. ¿Crees que la “inteligencia artificial” afectará de algún modo tu quehacer artístico-intelectual?
Creo que la inteligencia artificial ya es parte de los recursos de producción de la industria cultural y literaria. Particularmente para mi trabajo no me preocupa. El tema de los vínculos y las relaciones, por ahora, no creo que sean desarrollados mejor por un robot que por un ser humano. Lo que sí hay que asumir es que las IA ya forman parte de todo, los escritores las están usando para crear sus obras, los editores para diseñar e ilustrar, las instituciones y empresas para crear sistemas gerenciales que organicen mejor la producción. Son herramientas potentes, mientras se usen bajo la mirada humana y con criterios sólidos, pueden ser positivas. En el entorno editorial, considero que en algún momento habrá que regularizarlo e incluir en las páginas legales de los libros, notas que indiquen, por ejemplo, si la portada fue ilustrada por una IA, o si los textos fueron concebidos en “coautoría” con una IA (me leo y me sorprendo, jajaja).