La sociedad es una flor carnívora
Consigna del Mayo Francés
René Magritte / Los Amantes
El Covid-19 ha puesto los cuerpos deseantes en alerta. Las proximidades de las carnes palpitantes son amenazadas por la presencia del virus. El mundo entero retrocede en beneficio propio. Nunca había sido tan peligrosa la cercanía, ni siquiera enfermedades letales como el SIDA habían sido tan efectivas para generar el rechazo y la precaución al cuerpo del otro, ha de ser porque la presencia de este nuevo virus no admite métodos de barrera completamente probados y efectivos.
El uso del tapabocas es apenas una armadura de la que todo el mundo duda, nadie cree que sea cien por ciento confiable para evitar el contagio, paradójicamente por voluntad propia nos plegamos al mandato del miedo, los cuerpos se esquivan por libre elección, cuarentena voluntaria es la frase que nombra esta inquietante situación, la cual encarna de forma clara el control de la vida cotidiana desde el consentimiento y pleno acatamiento de los mandatos sanitarios que lanzan los Estados, así como las recomendaciones en forma de ordenanza que envía la Organización Mundial de la Salud; y es que nunca encontró la biopolítica un ejemplo de semejante poder ilustrativo en la historia contemporánea.
No dejan de asaltarme grandes angustias en torno a cómo esta situación podría modificar las relaciones sociales y de proximidad en un futuro cercano, la forma en que nuestra psiquis colectiva quedará golpeada al atravesar esta situación de “distanciamiento social”, frase que me produce un profundo rechazo; y es que puedo imaginarme (potenciado por mil) consejos como: “cuidado con quién andas”, “cuidado con quien te besas”, “¿Qué es eso de andar comiendo con una misma cucharilla?”, “ay, muchachita, cuidado con el covid-19, te la pasas de mano en mano”, “mejor me voy, demasiado bululú”.
El encuentro con el otro siempre ha sido de por sí una situación compleja, llena de recelos, en la que el miedo nunca ha dejado de estar presente. Esta realidad que atraviesa la humanidad no parece sino potenciar las relaciones de miedo, insolidaridad y crueldad, ya bien marcadas en nuestro imaginario social, solo subvertidas por aquellas colectividades que prefiguran un nuevo mundo posible, pero, ¿quedarán estas colectividades a salvo del miedo y la angustia?
Todas mis fuerzas vitales me indican que mientras siga trascurriendo la vida continuará también el sexo y la búsqueda por el placer, y es que aún en medio del confinamiento, y siendo desterrados a nuestros espacios virtuales como única forma de interactividad con el otro, comienzan a ser admitidas prácticas que pujan por mantener vivas las pulsiones humanas y el apasionamiento necesario que inflama la vida. Convocamos a la impudicia, la inmoralidad y la desvergüenza a través del sexting como una práctica sexual que provoca la lubricidad de nuestras pieles, la exaltación de nuestras fantasías y el fervor de dejar correr en libertad el caballo desbocado de la imaginación, la lascivia y el deseo que se rehúsan a ser domesticados.
Tal parece que la indefensión frente al encierro comienza a dilatar las mentes y a ensanchar la tolerancia en relación a esta práctica sexual, pues aun cuando el sexting lleva varias décadas siendo una práctica popular, es solo hasta hace muy poco que es abiertamente admitida por todos, tanto así que ahora es un refresh natural. Sin embargo, varias han sido las sanciones morales acuñadas a esta práctica, ocasionalmente acusada de infantil, adolescente y demasiado “millennial”; su validez ha sido cuestionada sutilmente y frontalmente por marxistas, intelectuales y conservadores empecinados en suprimir sus caras sonrojadas, afirmando apresuradamente “que esas prácticas no son ejercitadas por los pobres del mundo, sino por los privilegiados de la clase media con acceso a las tecnologías”. Los conservadores convocan a la moralidad cristiana y a la castidad del cuerpo; si acaso alguno de ellos cultivara y atesorara estos placeres en sus chats y galerías de imágenes, muy probablemente lo tendrían en click, gestionar carpetas ocultas.
Después de todo no podemos negar que las crisis sociales, políticas y hasta sanitarias nos tiran hacia adelante derrumbando uno que otro prejuicio, qué regocijo que este muro desmoronado sea en nombre del placer, gritemos con euforia “qué arda la máquina de la vergüenza”, tal como invoca Bolívar Pérez, joven poeta venezolana.
En medio de pieles que desean encenderse y entregarse a la impureza hay más de un sexteo alrededor del mundo diciendo “send nudes”, reactivando viejas conversaciones, vínculos olvidados, pasiones abandonadas por el transcurrir agitado del quehacer cotidiano, seguramente hay varias videollamadas en proceso y el clásico intercambio de tetas por pajazos.
Toda práctica sexual conlleva también responsabilidad, y así como en las relaciones físicas el preservativo es la elección más responsable, no estaría de más acotar algunos preservativos digitales que nos harán tener una práctica sexual libre de ciberacoso, pornografía no consentida en redes sociales, así como venta y vigilancia de nuestros datos privados; estos son algunos de los principales riesgos del sexting.
Los temas de seguridad y autocuidado en el entorno digital se vuelven cada día más vitales, y es que es verdaderamente preocupante la cantidad de contenido sexualmente explícito que se logra visualizar de forma pública en Facebook, contenido generado con imágenes íntimas que seguramente no tienen consentimiento de les autores, pues es claro que ninguna persona desea que sus fotografías íntimas sean convertidas en memes con más de 580 compartidos.
Como la vulneración de la intimidad forma parte de los riesgos de esta práctica sexual quisiera compartir algunos consejos sobre cómo compartir contenido íntimo con la más plena seguridad y confianza, poniendo en práctica el cuidado de sí en la red.
- Practica el anonimato en caso de que no confíes completamente en las personas con quienes intercambias material íntimo.
- El sexting posibilita la creación y gestión de la autoimagen, así como la autopercepción a partir de herramientas como el autorretrato y la autograbación. Ten en cuenta al momento de producir tus imágenes íntimas que es recomendable no mostrar marcas, tatuajes o cicatrices que puedan identificarte fácilmente.
- Descarga un editor de metadatos (te recomiendo photo exif editor) a través de esta aplicación podrás modificar los datos de localización, horario y tipo de dispositivo, estos son los metadatos, información que se genera cada vez que tomamos una fotografía desde nuestro teléfono celular.
- Quizás uno de los tips de seguridad digital más importantes radica en las aplicaciones que utilizamos para compartir nuestro contenido íntimo, Natasha Felizi nos comenta que las apps más confiables para este tipo de prácticas son “apps que combinen encriptación punta a punta, bloqueo de screenshots, fotos y mensajes que se autodestruyan y acceso sin necesidad de teléfono o email personal”.
- Para activar una defensa ninja de autocuidado en la red te sugiero que te dirijas a habitaciones seguras para el sexteo, es decir que cumplen con algunas o todas las recomendaciones que nos comenta Natasha en el punto anterior. Algunas de las aplicaciones de mensajería más segura son:
Confide, conocido por su sistema de mensajería autodestructivo que elimina los mensajes inmediatamente después de la lectura, tiene encriptación de punta a punta y no permite hacer captura de pantalla.
Signal, la cual he utilizado personalmente, contiene cifrado de punta a punta, mensajes que se destruyen a los segundos, minutos o luego de una semana de haber sido enviados, esto depende de la configuración que tú decidas, contiene también clave de acceso a los chats para evitar que tu privacidad sea violada por parejas o familiares, evita también las capturas de pantallas.
Wickr, esta puede que sea una de las aplicaciones más famosas de mensajería instantánea, después de haber sido utilizada en la serie Mr. Robots todos la califican de ultrasegura, contiene el imprescindible cifrado de punta a punta, elimina automáticamente los metadatos de geolocalización en mensajes, fotografías y videos, por lo que podrás prescindir de tener que descargar un editor de metadatos aparte, no permite hacer capturas de pantallas mientras la aplicación esté en primer plano.
- Evidentemente tendrás que llevar a tus amantes a estas habitaciones pidiéndoles que la descarguen en su celular, muy probablemente sean los únicos contactos de tu agenda con esta aplicación descargada por lo que serán los únicos en esa habitación conectada, creando un ambiente de mayor intimidad, recuerda que WhatsApp difícilmente encuentra competencia por su popularidad.
- Por último, recordarte lo evidente, evita compartir contenido íntimo por sms, Imessage, Whatsapp, Telegram, Tinder, Facebook (por favor) o cualquier aplicación que funcione con tu información personal, sobre todo email.
El sexting funciona de forma potente en los territorios de la imaginación y la fantasía y es natural que al cabo de un tiempo la interacción virtual se vuelva insuficiente y se cargue de frustración al no poder consumar los deseos y fantasías que le vamos narrando a nuestros amantes virtuales.
En caso de que exista la oportunidad de encuentro, nos enfrentaríamos con las grandes expectativas que generamos en el otro y el otro en nosotros. Bien nos recuerda la literatura que quien escribe siempre miente, y a veces nos arrojamos a suscitar imágenes eróticas que no somos capaces de materializar en los encuentros físicos, por lo que la frustración puede ser algo que surja si esta práctica se extiende por largos periodos de tiempo.
A mi entender esta es una práctica que se aproxima más al juego y a la exploración que a la consumación o plenitud de nuestra sexualidad. Seamos honestos, no hay nada que pueda suplir el chantaje de la piel ni la caricia aterciopelada del ser que deseamos, así como el suave calor que genera su aliento en nuestro rostro, la emoción de la mirada prolongada en los ojos de aquel ser misterioso son sensaciones que el sexting nunca podrá alcanzar.
Puede que el sexting resulte funcional como herramienta autoerotizante, pues, aunque el otro provoque o suscite excitación en nosotros, ese deseo siempre retornará bajo la forma masturbatoria. Decir sexting, es decir también autoplacer.
Toda la situación de restricción corporal que genera el Covid-19 no hace sino potenciar nuestra necesidad de proximidad. Mientras el encuentro de los cuerpos esté cargado de mayor prohibición, insurgirá con más fuerza la erótica de lo prohibido, nos convocará el deseo y la valentía, la necesidad de salir a lamernos los labios, la cara, las mejillas, experimentar el vínculo inquebrantable del calor humano.
El amor atraviesa el cuerpo y esa es una verdad irrebatible, incluso en la incertidumbre y en la angustia el ser amado significa un gran consuelo. Seguramente nuestros más grandes amores han lamido también nuestras lágrimas y han abrazado nuestras dudas. El amor es imposible sin contacto físico, seriamos igual de infelices que un hijo destetado antes de tiempo.
La imagen inagotable de los cuerpos distanciados es una imagen profundamente melancólica que generará resistencia en muchos cuerpos, aunque nadie sabe a ciencia cierta por cuánto tiempo pueda extenderse el confinamiento. Si esta situación del Covid-19 supera los tres meses, estoy segura de que más de un alma sedienta invocará la tonada infinita de Silvio Rodríguez diciendo “la cobardía es asunto de los hombres, no de los amantes”.
¿Quién sería capaz de decir que por amor o por sexo no burlaría una alcabala, una barricada, chantajearía al FAES, falsificaría una constancia de trabajo para viajar de Propatria a Palo Verde a consumar el amor y envolverse en las más tiernas caricias?, quizás esta imagen es demasiado romántica e irresponsable, pero que lance la primera piedra quien esté dispuesto a vivir sin amor.
Me encanto este articulo, como hilvana y deshila la naturaleza sexual humana.