
Se hace difícil realizar disertaciones sobre estas dos prácticas que han podido trascender las lógicas agresivas del desarrollismo, la modernidad y la nueva colonialidad que caracterizan la creación de los modernos Estados nacionales. Para hablar del juego de garrote y el juego de la batalla en el Tamunangue, como dos prácticas que están íntimamente unidas, es indispensable crear una previa separación y dar a cada una de ellas vida propia. Paradójicamente, primero divorcio y luego casorio dando su justa significación, con la finalidad de que sigan aportando a los entramados sociales y culturales de la venezolanidad y, a su vez, poder apreciar su esencia e importancia en un contexto urbano donde no hubo en otrora cabida para estas prácticas rituales, místicas, colectivas y hasta necesarias para la preservación de la vida.
El Divorcio
Entre los elementos que comprenden la majestuosidad del Tamunangue se encuentra el garrote, siendo casi imposible -y diría que hasta descabellado- recrear un Tamunangue sin la presencia de este objeto que da vitalidad a esta tradición. Ahora, es de suma importancia acotar que el garrote (elemento esencial en el juego de garrote) ha estado presente en varias regiones de Venezuela desde al menos 300 o 400 años, siendo el arma cotidiana de los pueblos que, en otras regiones fuera del estado Lara, ha sido una esgrima desvinculada de la devoción a San Antonio de Padua. Son abundantes los documentos que atestiguan la presencia del juego de garrote y el uso de garrotes en gran parte del país, incluyendo en la ciudad de Caracas, donde me atrevo a afirmar que ha vuelto a florecer en un espacio donde era habitual su práctica y del cual fue desplazado.
Según algunas crónicas de esta ciudad, a principios del siglo XX se vendían bastones y garrotes de distintas maderas en el mercado San Jacinto. Para el opulento, los bastones de puño de plata, como usaba «El Golondrino», personaje pendenciero de la novela Uno de los de Venancio [1] de Alejandro García Maldonado. Para el individuo común, que apenas tenía para saciar el hambre, estaban los garrotes de Vera, Pellejo de Indio, o Indio Desnudo, y por supuesto el célebre “guayabo encabullao”. Aquel hombre que no portara bastón, o en su defecto un garrote, “era un pobre desgraciado que se veía obligado a llevar las manos metidas en los bolsillos”, reseña José García de la Concha en su libro Reminiscencias. Vida y costumbres de la vieja Caracas. [2]
Romper el farol y dar paso a las peleas con garrote, machetes y cuchillos, era en Venezuela una práctica casi ritualista. Tanto la memoria oral como la novela costumbrista y los documentos históricos describen esa realidad que hoy día es tomada como una barbarie, y que muchas personas temen incluso recordar. En el corrido «El come candela” del libro Humor y Amor del poeta Aquiles Nazoa, en el contrapunteo se inicia una puja de ofensas…
...Y así sigue hasta que alguno le improvisa una respuesta cantándole que si es macho vaya a buscar su carreta y que el también es un hombre que se agarra con cualquiera; por lo que furioso el otro lo agarra por la pechera, le quita el cuatro al cuatrista, se lo acuña en la cabeza, y el auténtico corrido es entonces cuando empieza, pues se forma un corre-corre donde el que no raspa vuela. [3]
Nazoa también comenta que “la Venezuela pendenciera de conflictos a garrotes y machetes, se convirtió en Lara en una suerte de Danza”, refiriéndose evidentemente al Tamunangue. Quizás la propia naturaleza del juego de garrote, las inestabilidades políticas y los postulados evolucionistas de “salvajismo, barbarie y civilización” como un ideal de principios del siglo XX, dejaría rezagada las prácticas del juego de garrote, mostrando su grandeza solo en el juego de la batalla que se realiza en devoción a San Antonio, celebrada esta festividad comúnmente el 13 de junio, día también del nacimiento del gran estratega José Antonio Páez. Esta práctica del juego de batalla donde se esgrime con garrotes, machetes y cuchillos, al igual que el juego de garrote, era ejecutada exclusivamente por maestros que poseían técnicas ancestrales de esgrima, dando al Tamunangue la vistosidad y hermosura de los quites y lances en favor del Santo Patrono. También era común que una persona que quisiera pagar una promesa pidiera a los maestros de juego de garrote les enseñara el arte de esgrimir garrotes, para poder cumplir con los favores otorgados por el santo. No cualquiera podía ejecutar una batalla, ya que era el momento de reconocimiento y muchas veces estos encuentros culminaban en duelos y brollos en plena fiesta. Los maestros de Juego, con sus distintos estilos, mostraban sus destrezas, versatilidad y gallardía delante de propios y extraños haciendo lo que se conoce como juegos floreaos, juego legal o franco. Con ello, no solo rendían homenaje al Santo, sino también conseguían reconocimiento y respeto dentro de sus comunidades; llegando muchas veces a ser nombrados jefes de caseríos, jefes civiles [4], capitán mayor o simplemente un hombre “defenso” para protección de sus familiares.
El Tamunangue obtiene gran difusión desde la llegada de las Ciencias Sociales a Venezuela, iniciando un proceso de expansión, por una parte producto de la divulgación y el empuje que el Estado venezolano y los gobiernos de turno facilitaron a esta tradición, y por otra, por el propio éxodo espontáneo del campo a la ciudad provocado por la explotación petrolera y las consecuencias que de ello devino. Mientras el Tamunangue presentaba una expansión en regiones aledañas, mostrado en varias ciudades, incluyendo Caracas, tal como lo hemos encontrado en distintos folletos y reseñas de periódico de mediados del siglo XX, el juego de garrote iniciaba un proceso contrario, menguando su práctica en varias partes del país. Puedo inferir que la importancia que se le dio al Tamunangue dio luz a esta tradición y a otras similares a ella, donde el canto, la música, el baile, la religiosidad y el misticismo tenían un papel relevante para la creación de la identidad nacional. Sin embargo, este fortalecimiento no fue acompañado por aquellos maestros que mantuvieron la tradición de jugar escondidos en el monte lejos de la mirada de los curiosos, quizás por recelo, malicia y la desconfianza que caracteriza el juego de garrote aún en el siglo XXI.
En la primera mitad el siglo XX, el juego de garrote aún vivía un tiempo de esplendor en la sociedad venezolana. Esta afirmación nace, del análisis de obras literarias elaboradas por consumados escritores venezolanos, entre ellos: Rómulo Gallegos, Francisco Herrera Luque, Ramón Díaz Sánchez, Rafael Pocaterra, Arturo Uslar Pietri, Alejandro García Maldonado, entre otros célebres literatos, que incluyen en distintas narraciones las costumbres más conocidas de los pueblos, entre ellas el Juego de Garrote, o el uso de los célebres “garrotes encabullados”.
Su exclusión de la carrera folclorista y del ideal nacional, junto a las constantes prohibiciones de uso de garrote, trasladaron esta esgrima venezolana de la popularidad a la clandestinidad y hermetismo, hasta los años 80 de finales de ese siglo, donde inicia nuevamente su camino a las urbes y al despertar de la memoria, en busca de la popularidad que poseyó en épocas pasadas donde hasta un presidente y su padre fueron consumados esgrimistas jugadores de garrote. Quizás las pretensiones para la sociedad venezolana de ser “civilizada”, dejaban en la oscuridad a aquellas prácticas que no eran domesticables, o que significaban una vergüenza para una sociedad “raspa cuero” [5] que negaba la estirpe de sus raíces.
Con la publicación del libro Juego de garrote larense: el método venezolano de defensa personal, escrito por Eduardo Sanoja, inicia una vía a su reconocimiento dentro y fuera del país, dando paso una serie de investigaciones en torno a esta práctica. A su vez, se acercan personas practicantes de otras artes de combate, que en sus disciplinas nunca llegarían a ser maestros, buscando en el juego un paso fácil para el reconocimiento personal y para el usufructo de las técnicas ancestrales resguardadas por reconocidos maestros que habían atesorado el juego de garrote con variaciones imperceptibles por varios siglos.
Las personas que iniciamos la práctica del juego de garrote en aquellos pueblos donde vivimos (en mi caso, Cabudare y La Piedad del municipio Palavecino, Edo. Lara) aprendíamos esencialmente a defendernos, a mantener un estado de alerta y asimilar una técnica que nos diera la oportunidad de emprender el camino para llegar a ser “defensos” [6]. La idea de identidad, tradición, ancestralidad, preservación y patrimonialización, producto de la mirada urbana y académica, no estaba presente en nuestras prácticas de enseñanza ni en los cuentos de los maestros que abrieron sus puertas para ofrecer una práctica que, para el momento, era casi un legado familiar.
El Casorio
Me atrevo a inferir que las constantes prohibiciones de usos de garrotes dentro y fuera de los pueblos pudo ser una de las causas del recelo y secreto de su práctica, evitando el uso de ellos en espacios públicos. Desde el periodo colonial existían prohibiciones de porte de “armas prohibidas” y al desembarcar Morillo y sus tropas en el puerto de La Guaira prohibió “el uso de cualquier arma blanca y aún de garrotes…” [7]. Otras prohibiciones sobre el uso de algunas armas, incluyendo los garrotes, se encuentran en artículos sobre la seguridad pública en los que “Se prohíbe toda arma oculta, o alevosa, para evitar sus funestos efectos, y así mismo los garrotes en poblado como en el campo en reunión” [8]. A su vez, se advierte que “El que se encontrare con alguna de las armas prohibida sin la correspondiente licencia, pagará cuatro pesos de multa o tres días de cárcel. El que con garrote o hasta de lanza veinticuatro horas de arresto…” [9]. Quizás por ello, el momento para mostrar las destrezas o identificar otros jugadores era el día de la fiesta a San Antonio de Padua, donde había licencia para el uso de garrotes y cuchillos. Los jugadores se acercaban por diferentes motivos, por fe y devoción, para mostrar su destreza en la esgrima, por interés de saber quién jugaba o para batirse con otros jugadores.
Según las palabras del Maestro Aguilar, luego de tener el permiso de su maestro para jugar con libertad en cualquier espacio, se preparó para participar en los sones de negro, (como también se conoce al Tamunangue) donde inmediatamente después de mostrar lo aprendido realizando la batalla, fue cargado en brazos por varios hombres quienes reconocieron sus habilidades. También nos cuenta Aguilar que conoció a un hombre al que vio por mucho tiempo limpiar los vidrios de los carros en una gasolinera cerca de La Piedad y “lo menos que podía imaginar era que ese hombre era un jugador diestro”, percatándose de ello al verlo participar en un Tamunangue y hacer un juego de batalla con técnicas que a él mismo le asombraron [10]. Otra anécdota importante en este casorio, es lo comentado por David González “guarapo simple” (alumno de Manuel Rodríguez y del Maestro Félix García) a Oswaldo Flores; pues dice que el maestro Félix les daba clase de juego de garrote varios meses del año, pero al acercarse el mes de junio, los entrenaba para hacer esquemas de juego para la batalla, también comentó, que era muy riguroso y estricto con la participación en batalla, porque era devoto a San Antonio. Según Oswaldo, es probable que la manera de este conocido maestro de vincularse al santo y rendirle tributo fuera a través de la batalla, y por consiguiente del juego de garrote.
La modernidad
Con el tránsito del juego de garrote y la batalla a la ciudad de Caracas, toman una nueva significación y ocurren cambios sustanciales en las técnicas y los códigos que en algún momento eran innegociables. Ejemplo de ello es practicar en espacios abiertos, realizar muestras y talleres, portar un garrote en la ciudad o autonombrarse jugador o jugadora. En el caso de la batalla, ya no estaba acompañada por las técnicas del juego de garrote y su ejecución está lejos de parecer alguno de los estilos de juego que en otrora daban lucimiento a la batalla. A tal punto, que he asistido a Tamunangues donde el juego de batalla es una perrendenga [11] sin gracia, con movimientos toscos y con lances de palos relancinos, creyendo que chocar los garrotes fuertemente les puede dar vistosidad, cuando contrario a ello, la batalla y el juego de garrote generan formas tan estilizadas que su estética las hace confundir con una danza.
En este tránsito a la ciudad nos ha tocado la dicotomía de mantener la esencia del juego de garrote como defensa personal, con los fundamentos que lo caracterizan tanto en la técnica como en su filosofía: “no enseñe sin amistad”, “no se anticipe, ni se enoje”, “lanzar, esperar, quitar y castigar”. A su vez, trabajar en favor de su proyección ayudando a la masificación de la información para mantener el juego vivo, no solo en la técnica, sino en la memoria de la venezolanidad.
Las personas que realizamos, mantenemos y difundimos prácticas del quehacer popular hemos construido, a lo largo de estos últimos años, un espacio también en la academia y en las instituciones públicas, aportando desde la mirada acuciosa de distintas disciplinas de investigación a los saberes y quehaceres que traemos de los pueblos y los heredados de nuestros ancestros, siendo ahora los investigadores e investigadoras de nuestras propias tradiciones. Ya no es la academia y los investigadores los que observan miden y significaban los saberes para acumularlos como curiosidades. Ahora somos las mismas personas, portadoras de la tradición, que desde nuestra pasión y nuestra razón buscamos un mejor entendimiento de nuestros quehaceres, para su divulgación, respeto y preservación. Hoy día, estas tradiciones tienen su espacio en la ciudad, en una urbe convulsa que al igual que en Doña flor y sus dos Maridos necesita de la presencia de lo rural y lo moderno en un mismo espacio. Donde ninguna de las dos realidades domina a la otra y, contrario a ello, contribuyen entre sí en búsqueda de una verdadera identidad que surja del seno de las comunidades y no por imposición de las lógicas simbólicas y estandarizadoras de las culturas dominantes.
Junio de 2023.
Notas al píe:
[1] En la novela venezolana Uno de los de Venancio, editada por primera vez en 1942 y que fue Galardonada en el exterior del país con el premio “Simón Barceló”, existe un capítulo llamado “Aventura”, en el que se narra las correrías de un aprendiz de juego de garrote que aupado por su maestro, emprende una travesía al centro de Maracaibo, específicamente a una pulpería del barrio “El Saladillo” a probar sus destrezas ante unos peligrosos jugadores de garrote de los arrabales.
[2] José García de la Concha Reminiscencias. Vida y costumbres de la vieja Caracas. Caracas. Editorial Grafos, C.A. 1962. pág. 219-220. Documento facilitado por Eduardo Sanoja.
[3] NAZOA, Aquiles. Humor y Amor Caracas. 1981. pp. 117-118. El corrido del come candela es la continuidad del poema “Curiosidades del Folklore” que le dedica Aquiles Nazoa a Miguel Acosta Saignes, quien a su vez es considerado uno de los pioneros en la rama de la antropología en Venezuela. Curiosamente, es un llamado de atención al antropólogo, advirtiendo que hay algo que no ha sido tomado en cuenta “… de explicar se han olvidado”. La tendencia, que se hizo costumbre, de iniciar un contrapunteo y terminar las fiestas a garrotazos y machetazos.
[4] Conocidos maestros de juego, como Gualberto Castillo y Ambrosio Aguilar “Ramón”, llegaron a ser Jefes de Caserío. También en la colección de miniaturas del Museo Criollo de Raúl Santana, ubicado en el Concejo Municipal de Caracas, se pueden apreciar varios personajes con garrote, incluyendo el jefe civil. Entre la colección de objetos en miniaturas se encuentra un “garrote encabullao”.
[5] El dicho popular “raspa cuero” deriva de las estrategias de combate realizadas por los llaneros en la contienda independentista. Según se conoce, se colocaban un grupo no muy numeroso de jinetes con sus caballos en fila, amarranban cueros secos a la cola del caballo, luego hostigaban al enemigo corriendo en tropel hacia ellos, levantando una polvareda en la que parecía que el número de jinetes era mucho mayor. Por ello, en Venezuela simular lo que no eres o querer engañar simulando lo que no es, se le conoce como “raspa cuero”.
[6] Se entiende como defenso, en la jerga del juego de garrote, a la persona habilidosa en la técnica, que muestra gran pericia en la defensa y el ataque.
[7] Miguel Acosta Saignes, BOLÍVAR Acción y utopía del hombre de las dificultades, Caracas, 2009, p.199.
[8] CAÑIZALES VERDE, Francisco. Diputación Provincial de Barquisimeto. Ordenanzas, Resoluciones, Decretos, Acuerdos y Comunicaciones (1857-1883). Volumen II. Barquisimeto.1992. Art. 32° De la seguridad pública. p.25.
[9] CAÑIZALES VERDE, Francisco. Ob.Cit. Art. 34° De la seguridad pública. p.25
[10] Aguilar cuenta que luego de saber que el señor de la gasolinera era jugador de garrote, fue en busca de él sin poder hallarlo por mucho tiempo. Al pasar un par de años lo consiguió en el pueblo de La Miel, pero el señor estaba enfermo en cama y lo único que pudo decirle el señor, era que lamentablemente ya no lo podía ayudar en enseñarle la técnica que conocía. Poco tiempo después murió llevándose como muchos otros sus secretos a otro plano.
[11] La perrendenga es uno de los sones del Tamunangue que tiene carácter responsorial. En este son, el hombre y la mujer, portando garrotes, realizan unas figuras o esquemas simulando una lucha entre ambos realizando florillos y floreos de forma muy sutil. La técnica no es muy estilizada ni compleja y en algunas regiones como en Caracas, tienden a exagerar la fuerza y la rapidez de los lances.
Referencias bibliográficas
GARCÍA MALDONADO, Alejandro. Uno De Los de Venancio. Chile. Ediciones Ercilla. S.A. 1942.
GARCÍA DE LA CONCHA, José. Reminiscencias. Vida y costumbres de la vieja
Caracas. Caracas. Editorial Grafos, C.A. 1962
NAZOA, Aquiles. Humor y Amor. Carcas. Editado por Librería Piñango.1981
ACOSTA Saignes, Miguel. BOLÍVAR. ACCIÓN Y UTOPÍA DEL HOMBRE
DE LAS DIFICULTADES. Caracas: Fundación Editorial el perro y la rana. 2009
CAÑIZALES Verde, Francisco. “Diputación Provincial de Barquisimeto.
Ordenanzas, Resoluciones, Decretos, Acuerdos y Comunicaciones” (1883-1857). Volumen II. Publicaciones del Centro de Historia Larense. Barquisimeto. 1992
Acertadisimo titúlo para ilustrar esta práctica de guerra ancestral y su consiguiente transformación en danza tradicional, siendo un texto rico en las reseñas necesarias para entender que se trata de actividades diferentes que merecen ser entendidas desde la historia, la otra historia. Felicitaciones Jesús por tu copiosa investigación y divulgación de nuestra cultura.
Gran aporte para la comunidad del juego de garrote. Qué bueno que existan estos espacios para reflexionar sobre temas de la cultura venezolana en la actualidad.
Es extraordinaria y plausible tu manera de plantear la investigación que has realizado durante tanto tiempo de una manera armoniosa y comprensible para las personas conocedoras del mismo, e incluso para quienes por primera vez conocen de dicha práctica.
Es extraordinaria y plausible tu manera de plantear la investigación que has realizado durante tanto tiempo de una manera armoniosa y comprensible para las personas conocedoras del mismo, e incluso para quienes por primera vez conocen de dicha práctica.
Yo voy a ser tu primera fans, cuando decidas plasmar por escrito tus vivencias, experiencias y la investigación que sé que realizas de manera constante.
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Yo voy a ser tu primera fans, cuando decidas plasmar por escrito tus vivencias, experiencias y la investigación que sé que realizas de una manera constante.
Es extraordinaria y plausible tu manera de plantear la investigación que has realizado durante tanto tiempo de una manera armoniosa y comprensible para las personas conocedoras del mismo, e incluso para quienes por primera vez conocen de dicha práctica.
Yo voy a ser tu primera fans, cuando decidas plasmar por escrito tus vivencias, experiencias y la investigación que sé que realizas de manera constante.
Es interesante el contenido de ésta lectura sobre el juego del garrote y el juego de Batalla ( parte escencial del Tamunangue).
Un recorrido histórico del icónico «garrote» que nos lleva a otras épocas, donde jugarlo estaba prohibido, y la forma legal de realizar éste juego, era en la celebración del Tamunangue.
Excelente explicación, además de bien documentado con varios de los jugadores de garrote como Eduardo Sanoja, o el maestro Aguilar; aprendiendo de los mejores en éste arte, y con excelentes referencias bibliográficas.
La perrendenga se baila de diferentes formas, depende del lugar, en Sanare la mujer no la baila con el garrote (ésto lo hace el hombre demostrando sus habilidades con dos garrotes) la dama faldea y luego se termina el son con una pequeña corrida; en el tocuyo tienen una manera muy agraciada y particular de bailar con las varas (no con los garrotes), en las Cocuizas lo bailan parecido a los de Garabatal; en éste sentido podemos decir que cada region tiene sus códigos para representar los sones del Tamunangue, y todos son válidos.
Como también tiene sus códigos, el juego de Batalla, en verdad es un arte y no todos lo que realizan saben hacerlo.
Así como aprendemos a bailar el Tamunangue (soy practicante y portadora de ésta tradición devocional) también los que quieren jugar Batalla, lo deben hacer.
Gracias por ésta lectura que nutre, es un aprendizaje y forma parte de nuestra Venezolanidad.
Felicidades.
Entre otras cosas interesantes, este artículo describe con claridad la existencia del Juego (esgrima) de Garrote como una defensa personal venezolana y su presencia en otras tradiciones venezolanas, en este caso, El Tamunangue. Expresa que al expandirse esta manifestación o masificarse en la urbe (consecuencias de las modernidad), la representación de nuestra esgrima mediante la ejecución de La Batalla, suele quedar como decía Eduardo Sanoja, en una «burda pantomima» ante la despreocupación de los bailadores de sones de negros de prepararse con un diestro jugador de garrote.Por lo se que desconfiguran los códigos de nuestra esgrima en la ejecución de La Batalla, resultando ésta, estéticamente inapreciable.
Creo que deberíamos ahondar más en esto, en el asunto de la modernidad y sus consecuencias en la masificación de las tradiciones.
Gracias por estas excelentes referencias y buena explicación. Saludos
Es extraordinaria y plausible tu manera de plantear la investigación que has realizado durante tanto tiempo de una manera armoniosa y comprensible para las personas conocedoras del mismo, e incluso para quienes por primera vez conocen de esta maravillosa práctica.
Yo voy a ser tu primera fans cuando decidas plasmar por escrito tus vivencias, experiencias y la investigación que mantienes de manera constante.
Mis felicidades por tu aprendizaje y excelente disposición en impartir a los demás.