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En los tiempos que corren, un texto que tienda puentes comunicativos con las nuevas generaciones y les permita aproximarse afectiva e intelectualmente a los grandes clásicos es el sueño de cualquier profesor de Historia del Cine. Hoy, ese anhelo encuentra una respuesta en Qué grande ERA el cine, el libro de Alejandro Fierro que reúne sus columnas en la revista Mentekupa y que a su vez presenta el lanzamiento de esta como editorial.
¿Por qué fue esto lo primero que pensé mientras recorría las páginas de esta obra? En buena medida por preocupación de oficio, la docencia universitaria actual presenta grandes retos a la hora de aproximar a quienes estudian a la lectura sostenida, e incluso para que se animen a ver ciertas películas. El libro de Alejandro, sin proponérselo en ese nivel, y probablemente justo por eso, es el artefacto perfecto para ello; se trata de una obra amena, personal, interesante y apasionada, que nos permite conocer grandes películas del cine presentadas como aquel amigo que solo quiere que disfrutes tanto como él.
Compartir una película es abrir una rendija para conocernos un poco más; es un gesto personal y de confianza hacia el otro. Más allá del cliché, en buena medida somos el cine que vemos. A lo mejor por eso, cuando recién estamos conociendo a alguien le preguntamos qué comida le gusta, cuáles libros le han marcado, qué disfruta hacer, y sí, cuáles son sus películas favoritas. Podríamos hacernos una idea del carácter de alguien, si nos permitiera conocer todas las películas que han dejado una huella en su cabeza y corazón. Por eso, un libro de cine, escrito como Fierro lo hace, es un diario íntimo de formación.
Forma y contenido se conjugan en Qué grande ERA el cine, porque si hablar de las películas que creemos que vale la pena ver es abrirse a cierto espacio íntimo, de complicidad fílmica, hacerlo desde la honestidad absoluta, sin pretensiones, pero con un profundo conocimiento de lo que se dice, es una fórmula no planificada para una obra cercana y sincera. A lo largo de las seis décadas que recorre Alejandro Fierro, presenta 63 películas que dejaron una huella en su formación y que acerca para todo el público, abarcando numerosos géneros, temas y nacionalidades.
Por su título, sería fácil y apresurado pensar que en el libro anida la idea de que «todo pasado fue mejor», y ya no se hacen obras como las de antes. Nada más lejos de la pretensión de su autor, quien sencillamente plasma en la elección subjetiva y sentimental del título la experiencia de la memoria y que aclara, rápidamente, que «el cine era grande, es grande y será grande cuando realmente lo sea con independencia de su época». Así como la elección de las películas, se trata de transmitirnos aquello que él ha pensado que vale la pena compartir, ese pequeño secreto cinéfago que guardaba consigo hasta que decidió acercarse a Mentekupa.
En los últimos años se ha acuñado el término «síndrome de Netflix» para designar a la fatiga de decisión que nos produce estar frente al enorme catálogo de las plataformas de streaming simplemente haciendo scroll durante un tiempo que parece eterno, y optamos por ver algo que ya conocemos. Frente a eso, este libro también es una guía amena, que nos permite descubrir más de medio centenar de películas que han de estar disponibles en Internet para cualquier persona curiosa e interesada en ver algo nuevo.
Pero es mucho más que una guía. Sin duda, una lectura atenta de esta obra nos permite descubrir que no se trata solo de reseñas de cine, sino que hay en ella un conocimiento y una divulgación fundamental de géneros, cineastas, actrices y actores, caracterizaciones de época y numerosas curiosidades. Además, cada cierto número de páginas, sin planificarlo, surge una aproximación a un concepto de cine y a una manera de verlo. De modo que, leído por partes o en su totalidad, quien ponga en sus manos este libro también se hará con un aparato hermenéutico para una comprensión más completa del séptimo arte.
Esta obra es una defensa de aquel viejo oficio de escribir sobre cine y que ha acompañado a este arte prácticamente desde su nacimiento. Una profesión que otrora pudo levantar o sepultar la taquilla de un estreno, hoy casi no encuentra cabida entre influencers del video. Tal vez el cine escrito solo pueda salvarse de esta forma como lo hacer Alejandro Fierro, desde la pasión sin pretensiones y no por ello carente de rigurosidad.Qué grande ERA el cine es un obsequio, tanto para lectores como para amantes del cine, un regalo que su autor nos ofrece, al invitarnos a emocionarnos como él lo hace descubriendo estos relatos que lo han acompañado a lo largo de su vida.
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